29: Itterasshai, Eren
Eren, confundido y sorprendido, se encontró con la cara de Hange, la compañera de trabajo de Levi y, según lo que le había dicho Mikasa, también la novia de ese enano molesto. No pudo evitar preguntarse qué estaba haciendo allí.
– ¡Eres un idiota, Eren Jaeger! –Gritó la mujer, completamente furiosa–. ¿¡Cómo demonios puedes ser tan inconsciente!? ¡¡Eres el mayor imbécil que conozco!! –Continuaba gritando con furia.
Mikasa, escuchando los gritos, se vistió apresuradamente y salió de la habitación para ver qué estaba sucediendo. Al notar a Hange allí, sus ojos se estrecharon en una mirada cautelosa mientras los nervios se le ponían de punta. ¿Cómo había sabido que ellos estaban allí?
– ¿Qué demonios estás haciendo aquí, Hange? –Preguntó la joven, tratando de mantener la calma.
– ¿¡Qué estoy haciendo aquí!? –Exclamó Hange con furia contenida–. ¡Tú y Eren han desaparecido sin dejar rastro durante tres semanas! ¿¡Tú crees que tu hermano no estaba haciendo nada!? Además, ¿¡cómo son tan estúpidos!? ¡Si iban a recibir visitas, hubiera sido una persona a la vez! Pero no, Levi podrá ser terco, obstinado y grosero, pero no es estúpido. ¿¡Qué crees que pensó cuando se dio cuenta de que no solo Grisha, sino también Zeke, Armin, Annie y Sasha salieron de Shinganshina!? ¿¡Es que no pueden ser más idiotas!? ¡¡Obviamente se dio cuenta y los siguió hasta aquí!! ¡¡Tenía un lunático siguiendo a la estúpida de Sasha Blouse!! –Gritó furiosa e impaciente–. ¡¡Levi está destrozado, buscándote por todos lados!! ¡¡Quiere tu cabeza!! –Señaló a Eren–. ¿¡No se dan cuenta del peligro en el que se han metido!? Amo a Levi, en serio, pero está muy enojado. Ni siquiera Bianca o yo lo hemos podido controlar. No escucha a Erwin y está armado. ¿¡Es que acaso son unos imbéciles!?
–No me importa –afirmó Eren–. Enfrentaré a Levi si es necesario. Estaré dispuesto a...
No pudo terminar su frase; Hange lo interrumpió con un golpe en la cara que resonó en toda la cabaña. Eren, aturdido, llevó una mano a su mejilla y miró a Hange con incredulidad.
– ¿Por qué demonios fue eso? –Preguntó dolorido.
–Agradece que simplemente te doy una bofetada. Si no me hubiera encontrado con Armin en el pueblo mientras Levi iba a la comisaría, no habría tenido el tiempo para venir aquí y avisarles que Levi viene por ti –dijo Hange, señalando a Eren.
–Tú no lo entiendes, Mikasa y yo...
Antes de que pudiera decir algo más, Hange lo empujó con fuerza, haciendo que retrocediera unos pasos.
– ¡No quiero tus excusas, Eren Jaeger! –le gritó Hange–. ¡No tienes idea de lo que has causado! ¡Levi está al borde de la desesperación! ¿Es que acaso quieres morir, maldito idiota? Y no puedo creer que tú, Mikasa, conociendo a tu hermano, te hayas dejado arrastrar a esto.
–Hange, entiendo tu preocupación, pero Eren y yo tomamos esta decisión.
– ¡Decisión irresponsable e inconsciente! ¡Son unos estúpidos! –Hange seguía gritando exasperada–. Eren, toma tu maldito coche y lárgate de aquí antes de que Levi te encuentre. Está en el pueblo. Así que dirígete hacia el oeste y piérdete.
Mikasa y Eren se lanzaron unas miradas nerviosas antes de asentir.
–Bien, Eren amor, sí, quizás si nos damos prisa...
–Dije Eren –interrumpió Hange–. Tú no te irás con él.
– ¿Qué? –Mikasa abrió los ojos de golpe–. Claro que no me separaré de Eren.
–Mikasa, quizás no lo has entendido, pero tu hermano quiere a Eren muerto.
– ¡Pero yo lo amo!
–Entonces, cuida su vida. Por ahora, Levi necesita calmarse y tú –señaló a Mikasa–. Necesitas enfrentar a tu hermano si no quieres que mate a tu noviecito. Pero, Eren, ¡lárgate! –Exigió Hange– Te estoy dando la oportunidad. En cualquier momento, Levi puede saber dónde están ustedes dos y vendrá por ti –señaló a Eren–. Así que date prisa, empaca lo que sea necesario, pero rápido. Tienes cinco minutos o te sacaré a patadas.
–No me iré sin Mikasa –determinó el chico, abrazando a la mencionada por la cintura.
–Eren, tienes que largarte si quieres vivir, y tú –Hange miró a Mikasa con seriedad–. Tienes que dejarlo ir si quieres seguir teniendo a tu novio con vida, aunque sea lejos.
Mikasa miró a Eren con lágrimas en los ojos, sintiendo el peso de la difícil decisión que tenía que tomar. Eren la abrazó aún más fuerte contra su pecho, como si pudiera protegerla de todo.
—No quiero —susurró la pelinegra.
—No tendrás que hacerlo —afirmó Eren.
—No quiero —repitió la pelinegra con voz quebrada—. No quiero dejarte, pero si significa que te mantendrás a salvo y que mi hermano no te hará daño...
—No, Mikasa, ni se te ocurra —interrumpió Eren sin soltarla—. No me iré, no pienso dejarte aquí.
—Chicos, qué linda la cena dramática —rezongó Hange frustrada. Se acercó a ellos y agarró a Eren por el brazo—. Pero te repito, Jaeger, lárgate. Tienes cinco minutos —Eren negó, intentando acercarse de nuevo a su novia, pero esta dio un paso hacia atrás y Hange le puso el brazo en el pecho—. Eren, estoy hablando en serio, vete.
— ¡No me iré sin Mikasa! —aseguró el chico.
La chica se acercó nuevamente a su novio; sus manos temblaban mientras sostenía el rostro de Eren, acunándolo con delicadeza.
–Eren, mi amor... por favor, vete. Te buscaré tan pronto como todo se calme. Te lo prometo, pero ahora vete, por favor. No quiero que mi hermano te mate –suplicó Mikasa.
Eren tragó saliva, pero un empujón aún más fuerte de Hange bastó para que asintiera y se dirigiera hacia la habitación. Tras empacar un par de prendas, salió de la cabaña. Justo antes de entrar a su auto, miró a Mikasa, quien abrazaba su cuerpo temblando y sollozando. Eren le lanzó un beso y le guiñó un ojo antes de subirse al auto y alejarse de la cabaña, dejando atrás la mitad de su corazón.
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En el silencio de la noche, resonó un estruendo formidable mientras la puerta cedía ante la fuerza de Levi, quien irrumpió con determinación en la cabaña. En la sala, se desplegó una escena desconcertante: Mikasa abrazaba a Hange, mientras la castaña mecía suavemente a su hermana entre los brazos, intentando consolarla del dolor que oprimía su corazón. No obstante, Levi no se dejó conmover y, yendo directamente al grano, se acercó al sofá donde se encontraban ellas.
—¿¡Dónde está Eren!? —su voz resonó crispada en la pequeña estancia.
La pelinegra abrazó aún más fuerte a Hange, quien le acariciaba delicadamente el cabello, antes de responder con calma.
—Se fue, Levi.
La mandíbula de Levi se tensó, y sus puños se apretaron con rabia.
—¿¡Cómo demonios se fue!? ¿¡Y tú qué haces aquí!? —preguntó en tono acusador.
Hange, sin inmutarse, siguió abrazando con ternura a Mikasa antes de responder serenamente.
—Me adelanté. Me encontré con alguien que me dijo dónde encontrarlos. Así que vine a avisarles que tú estabas en camino –la mujer se encogió de hombros de forma inocente—. No iba a permitir que hicieras algo estúpido, Levi. No podía permitir que lo lastimaras... o algo peor.
Las palabras resonaron en la sala mientras Mikasa dejaba escapar un sollozo ahogado. La tensión aumentaba con cada segundo que pasaba, y se escuchaba el rechinar de los dientes de Levi, apretándose con fuerza.
—¿¡Cómo te atreves a avisarle a Eren que iba a llegar!? —gritó su voz colmada de resentimiento.
Hange mantuvo la calma, sin soltar a la chica.
—No es traición, Levi. Es amor. Te amo. No voy a permitir que lastimes a Eren. No voy a dejar que lo mates y te conviertas en un asesino. Te amo demasiado y no quiero ver cómo te destituyen o te meten en prisión por hacer una estupidez impulsiva.
La voz de Hange transmitía paz y calma. Las lágrimas de Mikasa caían silenciosamente, sus ojos grises reflejaban la tristeza y el dolor. Levi observó con furia contenida a su novia, pero al notar que esta no estaba dispuesta a discutir con él, chasqueó la lengua y se fijó en su hermana mientras fruncía el ceño. Las lágrimas derramadas por Mikasa no lograron conmoverlo, ni siquiera por un instante, y toda la rabia que había sentido aquellas semanas estalló inevitablemente.
– ¡Mikasa Ackerman, eres una maldita irresponsable e inmadura! –La voz de Levi retumbó en la cabaña, haciendo que las lágrimas de ella se intensificaran–. ¡No tienes ni idea de lo que ha pasado en casa mientras tú te fugabas con ese idiota irresponsable! –Continuó el hombre. Mikasa, temblando, se separó de Hange y se puso de pie, enfrentándose al huracán de furia que era su hermano mayor–. ¿¡Acaso piensas que esto es un juego, Mikasa!? ¡Eren es un inconsciente, y tú, tú eres una desconsiderada! –Levi avanzó hacia ella, clavando su mirada intensa en los ojos llorosos de su hermana menor–. ¡Mamá ha estado desesperada por tu desaparición! ¡No tienes idea del dolor que le has causado! ¿¡Te importa algo más que tu propio deseo egoísta!? –Continuó Levi, su voz resquebrajándose de frustración.
Mikasa, sintiéndose acorralada, balbuceó entre sollozos.
–Yo lo amo, Levi. No puedo estar sin él –afirmó con determinación.
Levi la agarró del brazo con brusquedad para sentarla en un sillón antes de inclinarse hacia ella, mirándola con desprecio.
–Eres tan inconsciente como él. ¿¡Acaso no te das cuenta de las consecuencias de tus acciones!? ¿¡Te importa siquiera la gente que te ama y se preocupa por ti!? –Gritó Levi.
– ¡No me importa nada más que estar con Eren! –Vociferó la chica, su voz quebrada por el dolor.
– ¡Eren es un idiota, Mikasa, entiéndelo! –Gruñó zarandeándola con brusquedad–. ¿¡No ves que te está arrastrando al inframundo, a un pueblo en medio de la nada!? ¡¡Te está llevando por un camino sin retorno! ¡Eres mejor que esto! –Gritó con histeria–. ¡Estás arruinando toda tu vida por eso!
La cabaña resonaba con la intensidad del enfrentamiento entre los hermanos Ackerman. Mikasa, ahora furiosa, se liberó del agarre de Levi antes de ponerse en pie para observarlo con desprecio.
–No tienes ni idea de lo que siento, Levi –gruñó totalmente molesta–. No tienes ni idea de lo que quiero. No entiendes el amor.
– ¡El amor no justifica la estupidez, Mikasa! ¡Eres una idiota que no entiende las consecuencias de sus acciones! ¿¡Vas a seguir ciegamente a alguien tan irresponsable!? ¡¡Siempre dijiste que era un patán descerebrado!! ¿¡Qué te pasó!?
– ¡Me enamoré! –Declaró decidida–. ¡Y prefiero vivir mi vida con él que someterme a tus pataletas! –Gritó ella mientras sus lágrimas se mezclaban con su determinación.
Levi, frustrado, lanzó un gruñido mientras se revolvía el cabello.
– ¡No puedo creer que seas tan desconsiderada con mamá y conmigo! ¿Realmente vale perderlo todo por un amor ciego e irresponsable?
Mikasa alzó su rostro en gesto orgulloso mientras se cruzaba de brazos.
– ¡No perderé nada! –Afirmó Mikasa–. Porque con Eren lo tengo todo.
Levi observó a la chica con furia y caminó hacia ella, apretando los puños. Hange, al notar que la furia de su novio se intensificaba, rápidamente se puso en medio de los hermanos y posó sus manos sobre el pecho de su novio mientras negaba.
–Contrólate, no le vas a hacer daño a tu hermana, ¿entendido, Levi?
El hombre tragó grueso y negó.
–Mikasa, empaca tus cosas, nos vamos.
– ¿A dónde? –preguntó Mikasa.
–Es evidente, a casa.
– ¿A dónde? –insistió.
– ¡Tú sabes la respuesta!
– ¡No me iré a Sina!
– ¡Sí, sí lo harás!
– ¡No, no lo haré!
– ¡Mikasa, vas a hacer lo que te digo!
– ¡No lo haré! A partir de hoy, soy mayor de edad y puedo hacer con mi vida lo que se me dé la gana.
–Eso es verdad –Levi pareció pensativo antes de observar a Mikasa con dureza–. Pero si vas conmigo, dejaré a tu novio en paz. Si decides quedarte, te lo permitiré, pero cuando lo encuentre, lo asesinaré frente a tus ojos. ¿Entiendes? –preguntó furioso mientras elevaba su rostro para mirar a su hermana con determinación–. Así que, ¿prefieres quedarte aquí en tu paraíso y ser viuda antes de casarte, o irás conmigo?
La pelinegra rechinó los dientes mientras se cruzaba de brazos con necedad.
Como se habrán dado cuenta, el capítulo es algo corto, así que sí, subiré otro en compensación
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