TaiYuki III
—¿De verdad crees que es una buena idea?
—¡Claro! ¿Qué puede salir mal?
La sonrisa de Taiyo desestabilizaba la calma de Yukimura en cuestión de segundos, haciendo que tartamudease un poco antes de volver a hablar.
—Que nos caigamos al agua en mitad de la noche.
—Al menos será divertido.
—Sí, sobre todo cuando te despiertes de la impresión en el agua.
Taiyo había tenido una idea extraña, compró un gran flotador por pura impulsividad, y tras inflarlo decidió que era buena idea dormir viendo las estrellas ahí, flotando en la piscina, y como no podía ser de otro modo, quería llevarse a su novio consigo, quien, pese a no confiar en esa idea, no podía negarse a la petición de Taiyo, y en el fondo le hacía ilusión pasar una noche especial con él, puesto que la distancia les impedía verse seguido.
Taiyo preparó las mantas que usarían por la noche mientras Yukimura buscaba las bolsas de patatas que se comerían indiscriminadamente hasta dormirse. Rumió por unos segundos mientras centraba su mirada en el cielo, era evidente que esa idea era una locura, pero estaba hablando de Amemiya Taiyo, que podía tener ideas muy alocadas, pero que al final hacían sonreír a todos. Suspiró. Estaba completamente enamorado de ese chico, y a veces sentía que por su condición mental no lo merecía.
Pero Taiyo siempre estaba ahí, sabía cómo calmar sus ataques y hacerle sentir el ser más querido del mundo con pocas palabras. Sí, sin duda Yukimura se moría por Amemiya Taiyo.
La noche cayó más rápido de lo que ninguno esperaba. Taiyo fue el primero en subirse al flotador, notando cierta inestabilidad que le hace sonreír con una mezcla de nervios e ilusión, por lo que, una vez las pupilas de ambos se cruzaron, Taiyo le tendió la mano a Yukimura, quien tomó la confianza y seguridad de subir al flotador, entrelazando sus dedos con los del chico de hebras naranjas y no soltando su mano una vez se recuesta en el flotador, manteniendo el agarre por unos momentos al mismo tiempo que sus ojos se pierden entre las estrellas que tintinean quedamente en el firmamento mientras sus oídos se centran en las respiraciones profundas que hace Taiyo.
De un momento a otro, el peliazul siente un peso sobre su hombro, pues Taiyo se había apoyado en él, aún sin soltar el agarre de sus dedos, que, en cambio, bailaban buscando juntarse más.
—Supongo que... esto no está tan mal—dijo Yukimura, con una media sonrisa que aparecía en su rostro al girarse a ver a su novio.
—Te lo dije.
Taiyo sonrió con calma, moviéndose un poco para besar suavemente a Yukimura, quien corresponde tranquilamente, mientras siente el agradable calor que se cierne sobre ambos debido a la cercanía corporal.
Ambos se taparon con las mantas y se reclinaron para poder comer sin ahogarse al mismo tiempo que hablaban, reían y disfrutaban de la hermosa vista estelar acompañados por el suave sonido del agua de la piscina. Yukimura tenía una gran sonrisa en el rostro, pasar momentos con Taiyo, por breves que fueran, lo llenaban de una inmensa felicidad. Sí, definitivamente ese plan no estaba nada mal, y cuando cayó la madrugada, Yukimura disfrutó de tener a Taiyo dormido en sus brazos, sintiendo una cálida sensación de ser protegidos por las estrellas.
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