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Uno

Cassie.

Odiaba el lunes.

Odiaba la sensación de responsabilidad luego de un fin de semana relajado. Y es que, ese día estaba allí, recordándote que si eras un simple y pobre mortal debías salir de casa para estudiar o trabajar.
Todo sería más sencillo con el apellido Kardashian, claramente. Pero no todos tenían esa suerte.

Como yo.

Y a pesar de todo, había una cosa que odiaba aún más. Y eso era, que se bebieran mis costosas bebidas de café que compraba y guardaba en la nevera. O cualquier cosa que comprara para mí, y que al final se la comiera otro.

Eso me pasó hoy.

Había despertado de buen humor, de verdad. Pero cuando bajé a la cocina y vi uno de mis preciosos lattes en unas manos con una perfecta manicura no aguanté más.

—¿Quién eres tú? —salió de mi boca. La rubia solo me escaneó de arriba a abajo antes de darle un sorbo.

Ah no, hay algo llamado modales chica.

Molesta fui hacia ella y le arrebaté mi bebida.

—¡Ey, eso era mío! —protestó molesta y le sonreí sin gracia.

—Era —solté alejando la botella mientras ella quería recuperarla de nuevo.

—Wow, ¿qué sucede aquí? —habló una voz masculina que hizo que la rubia se alejara.

Jax  nos miraba con sorpresa y burla.
Él era mi mejor amigo desde la secundaria y vivíamos juntos. Hace un año que habíamos entrado a la misma universidad y acordamos que eso de vivir en las fraternidades no era lo nuestro, así que ambos logramos rentar un pequeño apartamento.

Y era más que obvio que esa chica esbelta y guapa había pasado la noche con él.

—Esa loca se lanzó sobre mí y quiso golpearme —se quejó la rubia poniendo cara de cachorrito y abrazándolo.

Yo solo puse los ojos en blanco y guardé la bebida de vuelta en la nevera.

—Tomó una de mis bebidas —expliqué yendo hacia el fregadero para hacerme un desayuno rápido antes de ir a clases.

—Miente —dijo ella y él y yo nos dimos una mirada significativa—. Además, ¿quién es ella? ¿tu novia?

—Él no tiene tanta suerte —comenté poniendo avena en un tazón.

—Es mi hermana —mintió—. De hecho hoy estaré ocupado ayudándola. Iremos a comprar una nueva repisa para sus nuevos manhwas —agregó él y lo asesiné con la mirada.

—Pero íbamos a ir a comer hoy, ayer dijiste que sí —se quejó ella y él suspiró como si no tuviese salida.

—Lo siento linda, tendrá que ser para la otra. Le prometí a mamá que la ayudaría y es mi deber como hermano mayor. —. Mentira tras mentira salía de su boca.

—Puedes ir con ella mañana —habló ella, entonces Jax se acercó a su oído y le dijo algo que hizo que ella me mirara con lástima—. Bien, pero promete que me llamarás —pidió y el aludido asintió.

—Por su puesto —aceptó y supe que era mentira también. Jax tenía sus propias reglas y una de esas era jamás salir con una chica más de una vez.

Yo los veía sin interés mientras masticaba mi avena.

—Esperaré tu llamada Jaxon —advirtió ella ya cuando estuvo afuera.

—Claro Lisa, cuídate.

—¡Soy Shelley! —gritó ella antes de que le cerrara la puerta en la cara.

Jax suspiró de alivio y fue al refri para sacar una  soda de cola.

—¿Qué le dijiste? —quise saber.

—Que los manhwas eran lo único que le daba sentido a tu vida luego de la muerte de tu hamster —contestó y le di un golpe en la cabeza que fue más como un sape—. ¡Auch!

—Te he dicho mil veces que está prohibido usarme de excusa para deshacerte de tus novias —me quejé lavando mi plato, luego me di cuenta de que solo llevaba unos boxers—. ¿Por qué estás desnudo? ¿Por qué diablos no sigues ninguna de mis reglas?

Hablé cruzándome de brazos y Jax solo se encogió de hombros.
Era atractivo, tenía músculos notables gracias a sus prácticas con el equipo de fútbol de la universidad. Su cabello era castaño oscuro, lo que contrastaba muy bien con sus ojos verdes miel. Tenía el asomo de barba en su rostro y por último un gran tatuaje de un cráneo en su brazo derecho.

Todas las personas que nos conocían asumían que éramos pareja o follamigos, y nos había llevado meses convencerlos de lo contrario.

Todo mejoró cuando me hice novia de otro chico del equipo de fútbol y de mí misma carrera.
Y al parecer la gente vio que una amistad entre un hombre y una mujer era posible.

—Porque no las recuerdo —murmuró y gruñí señalando las dos hojas pegadas con imanes en la puerta del frigorífico.

—Ahí están y han estado allí desde hace un año —repliqué con enfado.

Al mudarnos juntos, tuve que recurrir a medidas extremas cuando los primeros días casi me da un ataque al ver sus calzoncillos tirados en el baño, y otras cosas con las que obviamente yo no estaba acostumbrada.
Así que hice reglas para mantener la paz. Reglas que al parecer Jax se pasaba por el culo.

Una de esas era no usarme de excusa para escapar de sus aventuras nocturnas. Ni a mí ni a  Derek, mi novio.
Otra era no andar en boxers, claro que era mi amigo pero si alguien llegaba de imprevisto y lo veía podría pensar mal.

—Tus reglas son aburridas Cassie.

—Y las tuyas muy denigrantes —objeté tomando una playera de él que estaba sobre el sofá y se la lancé al pecho—. Vístete o llegarás tarde —sentencié caminando a mi habitación.

Me apresuré a la regadera —la mayor causa de las riñas entre Jaxon y yo— y me di una ducha rápida.

Me puse unos jeans de mezclilla algo flojos de abajo, una blusa de manga larga azul oscuro y unas botas con un poco de tacón.

Tomé mi chaqueta café, mis libros, mi laptop y mi bolso y salí de allí con algo de urgencia.

Hoy debía entregar un trabajo de investigación muy importante y por el que había trabajado casi un mes. Iba a contar con el ochenta de la calificación.

Jax apenas iba caminando a la ducha con una toalla en su brazo y me alzó una ceja.

—¿Hoy es el día del señor Blossom? —preguntó y asentí sin detenerme.

—Deséame suerte —me despedí.

Mis piernas corrieron hacia el campus. Vivíamos a unas cuadras cortas pero en esos momentos me parecían eternas e imposibles de recorrer.

Mi teléfono sonó en mi bolsillo y frené un poco para sacarlo. Era Derek.
Lo ignoré y no paré hasta que el edificio alto del campus fue visible.
Uno de mis tacones se atoró en una grieta y se rompió causando un crujido en mi zapato.

Yo gemí y miré el daño, aún podía caminar, así que dejé el tacón allí atorado y subí las escaleras cojeando hasta que llegué a la puerta de mi clase.

Entré sin tocar y algunos me miraron. Suspiré, no era la última al menos.

El señor Blossom me reprendió con la mirada haciéndome sentir cohibida.

—Espero que su llegada tarde no tenga algo que ver con la entrega de su proyecto señorita Beaton —habló y negué caminando hacia él.

Saqué una carpeta como de treinta hojas en las que había puesto mi sudor y lágrimas.

Las hojeó y asintió.

—Bien, toma asiento —pidió.

Agradecida fui a tomar mi lugar y mi teléfono vibró en mi pantalón otra vez. Era Derek.

¿Qué quería?

Le mandé un mensaje de texto con cuidado de que no me pillaran y guardé el celular.

Extrañaba mucho a Derek, por este proyecto no lo había podido ver a menudo ya que tenía que concentrarme totalmente.
Aparte él también estaba ocupado con sus materias. Solo este año y se graduaba.

Era mayor que yo.

Por eso habíamos pasado casi cuatro meses sin sexo. Nada. Estaba ansiosa y supongo que él más.

Quizá por eso la insistencia de llamarme.

Pero se lo compensaría saliendo de la escuela. Me pondría mi lencería sexy e iría a su departamento para follármelo como si no hubiera un mañana.

Pero cuando las clases terminaron y me disponía a ir a casa, Derek me estaba esperando en la entrada.

—Hola, ¿qué haces aquí? —saludé antes de pararme de puntillas y plantarle un beso en los labios.

—Vine para invitarte a la fiesta de esta noche —avisó con una media sonrisa—. Será en la casa de Steven.

—¿No tienes que estudiar? —recordé y puso los ojos en blanco.

—Vamos no seas tan rígida Cassie. Hace meses que no salimos juntos a divertirnos y hoy entregaste el proyecto que más te tenía preocupada. ¿Qué más tienes que hacer? —habló hundiendo sus manos en los bolsillos de sus jeans caqui.

Ah no lo sé, ¿qué tal tener sexo?

—Nada —contesté en vez.

—Pasaré por ti a las ocho... ponte algo lindo. —Eso último me lo susurró en el oído.

Me estremecí de anticipación y sonreí para mí.

Hoy cena pancho.

Cojeé y pasé en dónde se había quedado mi tacón, traté de sacarlo pero fue inútil.

—¿Qué haces? —la voz de Gio llegó a mis espaldas pero ni la miré. Estaba tratando de sacar un puto tacón de una grieta, no tenía tiempo de distracciones.

—Ayu... dame —reclamé con esfuerzo, mi mano resbaló y mi trasero fue a dar al suelo con un golpe fuerte.

Giovanna se carcajeó antes de ofrecerme la mano para levantarme. Era mi mejor amiga, estudiaba psicología. La había conocido al entrar a la universidad en la fiesta de bienvenida, cuando quiso seducir a Jax y yo le advertí que él rompería su corazón, como el de todas. A ella no le importó y se acostó con él.
Él no le habló luego de eso, ella sufrió unos días pero lo superó con otro y luego con otro, después otro y así se convirtió en un Jaxon versión femenina.
Y es que vaya que tenía de dónde sacarse partido, era esbelta, su cabello negro y ondulado brillaba como comercial de shampoo. Tez morena y ojos negros. Era muy guapa.

Después de eso, ellos dos raramente se saludaban y cuando la invitaba a mi casa siempre procuraba que no se toparan.
Yo sabía perfectamente que a ella aún le afectaba ese incidente, pero jamás lo iba a admitir.
¿Y yo? Bueno, yo la conocí a fondo cuando la quise consolar del trato de mi amigo.

—Eres un desastre —se burló y la miré mal.

Le puse el dedo medio al tacón y seguí caminando hacia mi casa.

—Que mal humor tienes, ya te hace falta una buena dosis de...

—Sexo, lo sé. Pero esta noche al fin la tendré —contesté y me sonrió.

—Ah, ¿tú y Derek ya acordaron fecha y hora? —se rió—. Aún no sé cómo son novios. Son tan aburridos el uno con el otro.

—No acordamos fecha, solo iremos a la fiesta de esta noche, además lo que él y yo tenemos es una relación estable —casi le deletreé esa palabra—. Algo que tú deberías intentar.

—Ni loca, me aterra el compromiso.

—Como Jax —me reí y bufó en respuesta.

—No me compares con ese idiota —me cortó con enfado—. Cómo sea, pasaré un momento por la biblioteca para mi tarea y supongo que te veré en la fiesta —añadió y asentí.

—De acuerdo, ponte algo sexy ¿quieres? No vayas vestida como la última vez —advirtió antes de irse moviendo las caderas haciendo que algunos chicos la observaran de reojo.

A sí, la última vez que fui a una fiesta fue hace mucho tiempo, en donde no quería ir y Derek y ella prácticamente me habían obligado a salir. Eran tiempos de exámenes, no podían culparme.
Ni si quiera me vestí para la ocasión, casi casi iba en pijama.

Pero hoy lo haría. Tenía un objetivo fijo.
Y yo estaba lista para atacar.

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