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Capitulo 27

 En el verano, el sótano se volvía más caluroso y sofocante. A veces sentía que no podía respirar y las ganas de salir de este pequeño espacio aumentaban, pero su madre le había dicho que no, porque si salía, una mujer malvada lo iba a lastimar.

Así que opto por sacar la cabeza en la ventana y tomar un poco de aire fresco.

-Oye ¿A dónde vas? –

Se sobresalto al escuchar una voz cerca, no era la voz de la criada, ni de su madre o su hermano. Era una voz de un anciano, miro hacia donde provenía la voz y no pudo visualizar al dueño a causa de los arbustos.

-Iré a buscar insectos – contesto la voz de un niño.

Se emociono al escuchar a alguien que tuviera su edad.

-No vayas por allí, en ese lugar espantan –

-No creo en los fantasmas –

Al parecer la conversación termino ahí, ya que no escucho nada más. Soltó un suspiro y miro hacia el nido de pájaros que se encontraban en el enorme árbol de cedro, envidiaba a esas aves, eran libres y podían ver más allá.

No supo cuanto tiempo paso, pero sintió que alguien lo observaba. Tenia miedo de girar la cabeza y encontrarse con el mayordomo o peor con la señora mala, trato de no perder los estribos y no aparto la mirada en el nido.

-¿Quieres un huevo? –

"Esa voz..." giro la cabeza y se encontró con un par de ojos negros cerca de su rostro. Tuvo ganas de gritar de la sorpresa, pero si lo hacía llamaría la atención, así que se mordió los labios.

El niño lo miro curioso -¿Eres el fantasma? –

Negó con la cabeza -No soy un fantasma –

El niño alzo una mano y palpo su cabellera rubia -Es cierto, puedo tocarte –

No supo que responder.

-¿Por qué mirabas el nido? –

-Solo esperaba a la mamá –

El niño asintió con la cabeza y se sentó a su lado. Gracias a eso, tuvo tiempo de analizarlo, el niño tenia cabello negro al igual que sus ojos y su piel no era tan blanca . 

El sol avanzo lentamente sobre sus cabezas y el ave todavía no regresaba.

-Esto es aburrido ¿Por qué no me acompañas a buscar insectos? – el niño se levanto del suelo – No creo que la ave regrese –

-Lo hará... además no puedo salir –

-¿Por qué?

-Me podían ver –

-¿Y eso es malo? –

-Si, puedo meter a mi familia en problemas –

El niño no respondió y se volvió a sentar. Después de unos minutos, el ave regreso con varias ramitas en el pico.

-Te dije que iba a regresar –

El niño asintió con la cabeza.

-Puedes buscar insectos, no es necesario que te quedes a mi lado –

El oji-negro lo miro -No me aburro, de hecho, me quiero quedar a platicar contigo cuéntame ¿Cómo te llamas? –

-Naruto ¿Y tú? –

Antes de que el niño respondiera, escucho que alguien lo llamaba, era una voz suave y tranquila. Todo a su alrededor se distorsiono y cayo en una profunda oscuridad, la voz no dejaba de llamarlo.

Naruto abrió lentamente los ojos, topándose con la luz blanca de la habitación. Su cuerpo se sentía pesado, no podía mover ni un musculo.

-Despertaste –

Naruto giro la cabeza y vio al azabache, este estaba sentado a su lado como el niño de sus sueños.

-Acabo de recordar algo –

-¿Si? ¿Qué es? –

El rubio busco a tientas la mano del Uchiha y cuando lo encontró, lo tomo fuertemente.

-Recuerdo vagamente a un niño parecido a ti. Siempre que quedó inconsciente el aparece y me cuenta lo que hace o a veces me traía cosas de su jardín –

Sasuke apretó su mano -Puede... puede haber una posibilidad de que yo sea ese niño –

Naruto abrió los ojos sorprendido -¿¡Por que lo piensas?! –

Sasuke se mordió los labios – Yo... tenia unos abuelos que vivían en Estados Unidos, cada verano íbamos a visitarlos y recuerdo que había una mansión cerca de ahí –

El rubio soltó su mano -¿Por qué me lo dices ahora? –

-Yo también lo había olvidado, ni siquiera recuerdo como fallecieron mis abuelos - el azabache frunció el ceño, tomo de nuevo la mano de Naruto y lo puso en su mejilla – Créeme al igual que tú estoy confundido –

Naruto no supo que responder, sentía un revoltijo de emociones que no sabia como procesar.

Sasuke cerro los ojos y soltó un suspiro -Dime ¿Qué tanto sabes de ti? –

-Siendo sincero, no se nada... es como si alguien estuviera bloqueando mis recuerdos, solo me muestra lo más agradable –

-Naruto ¿Confías en mí? –

El rubio observo sus ojos negros que tenían un brillo particular que no lo hacía desconfiar, así que asintió con la cabeza. Sasuke tomo el aire necesario y empezó a contar todo lo que había en el diario.

Fue una verdad cruel y despiadada que lo hizo despertar de el mundo falso que había creado.

Esa noche del accidente, el incendio fue causado por Kurama, pero en ese momento estaba consciente en lo que hacía.

Recordó a su abuela que lo miraba con horror, como si de un monstruo se tratase y su hermano, estaba inconsciente en el piso con la sangre resbalando de sus mejillas.

-¡¿Qué piensas hacerme?! –

Kurama no respondió, solo se arrodillo cerca del cuerpo y limpio la sangre con la camisa.

-¡Pequeño engendro! –

-Cállate, eres muy ruidosa –

Kurama se levantó y se sacudió las cenizas que caían sobre sus hombros. 

Tsunade trato de mantener la calma -¿Qué quieres? ¿Dinero? Si quieres eso, puedo dártelo –

-Quiero libertad y que dejes en paz a mi familia –

Tsunade sonrió y asintió con la cabeza – Eres libre –

-¡Señora Namikaze! –

Kurama no le dio tiempo de reaccionar, y fue empujado bruscamente cayendo cerca de su hermano. 

-Señora Namikaze – el mayordomo se acerco a su señora y la cubrió con una sabana -Tenemos que salir de aquí –

La anciana asintió y dejo que el mayordomo la sacara.

Naruto recupero el control de su cuerpo y trato de levantarse, pero fue detenido. Su hermano había tomado su mano y apuntaba hacia una dirección.

-Hay... un pasadizo secreto, por favor vete de aquí –

El rubio negó con la cabeza -No, no me iré sin ti hermano –

-Tienes que irte... yo ya no puedo avanzar más –

-Hermano...- Naruto apretó su mano fuertemente mientras las lágrimas resbalaban de sus mejillas – Vámonos juntos, podemos salir de aquí –

-Naruto...no seas necio como mamá y obedéceme. Esa señora no te va a hacer nada cuando salgas, ya que serás el ultimo de los Namikazes y ella no perdería al ultimo descendiente por una estupidez, así que lárgate y se feliz –

-Hermano... -

Poco a poco se derrumbaba el techo encima de sus cabezas. Menma jalo su mano y lo empujo lejos.

Antes de que su hermano fuera aplastado, escucho sus últimas palabras.

"Se libre como las aves"

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