Capitulo 11
No quería quedarse. Naruto miro la puerta de la habitación. El reloj de la pared marcaba las 10:30 pm. Aún no entendía porque su abuela actuaba amablemente, sabiendo que fue la primera en despreciar su nacimiento. Desde que era niño ella nunca le enviaba regalos ni lo visitaba como las abuelas que había visto en películas. El siempre quiso ese amor, quería conocerla, quería que fuera cómplice de sus travesuras y comer galletas juntos.
Lamentablemente nunca sucedió, por eso cuando sus padres murieron, se sorprendió demasiado de que ella lo visitara y le dijera que era el próximo heredero de la familia Namikaze, fue un gran peso en sus hombros.
Después de esas palabras, se retiró y fue entregado en las manos de Iruka. Vivió con el en su departamento y le empezó a enseñar cosas muy difíciles, pero necesarias para el futuro jefe ¿Quién iba a pensar que ahí empezó todo?
Sus personalidades salieron a flote y empezaron a destruir el departamento de Iruka. Cada uno se presento con un mensaje en las paredes, por lo que pudo contar eran cinco y no estaban muy felices.
Ahora que recordaba, dos se presentaron ante el Uchiha y no lo trataron mal.
-¿Qué haces en la puerta? Ya debes de descansar, mañana te tienes que levantar temprano –
Naruto no se giró. Sabía de quien era esa voz mandona, así que contesto.
-Lo sé, pero no me siento cómodo aquí ¿Qué pasa si Kurama se le ocurre salir y buscar al Uchiha? –
Iruka soltó un suspiro y respondió -Dormiré en la habitación de enfrente, tengo excelente oído y si ese bastardo se le ocurre salir, lo golpeo en la cabeza hasta dejarlo inconsciente –
-No me alivia ¿Sabes? –
Iruka le dio varias palmadas en la espalda -Por cierto, me pude encontrar con un psicólogo, es muy recomendado –
Naruto miro a ambos lados y luego miro hacia su secretario con pánico.
-¿Estás loco? ¿Qué tal si alguien nos escucha? -
-No te preocupes, antes de venir me cerciore de que no hubiera nadie en los pasillos –
-Como sea, mándame el número del psicólogo, mañana me comunicare con el – Naruto abrió la puerta y entro a la habitación.
Iruka se quedo parado en medio del pasillo "Las cosas se pondrán difíciles de ahora en adelante" pensó y entro a la habitación de enfrente.
Al día siguiente, los dos se levantaron antes de las 7. Naruto no pudo dormir, sus ojos estaban algo apagados y su cuerpo no respondía del todo.
Iruka le sirvió una taza de café y le dio un golpe en el hombro junto con palabras de ánimo.
-La señora Tsunade no podrá desayunar con ustedes, le pide que la disculpen – dijo el mayordomo.
-Esta bien, no hay nada por la cual disculparse. De le gracias de nuestra parte por permitirnos quedarnos – contesto Iruka.
-Con su permiso -El mayordomo inclino la cabeza levemente y se retiró del comedor.
Naruto se levanto de la silla y estiro los brazos hacia arriba.
-Bueno, vámonos –
Iruka estuvo de acuerdo, tomo las llaves del auto y acompaño al rubio hacia la salida.
- Ya te mandé el número del psicólogo – menciono Iruka.
-Si lo vi, llegando le hablo –
Naruto abrió la puerta del auto y se recostó en el asiento. Iruka le cerro la puerta y camino hacia la puerta del piloto.
-Si no quieres hacer esto, es mejor que hables con ella –
El rubio cerro los ojos.
-Ella es la única familia que me queda, si renuncio al apellido ¿Dónde puedo irme? No tendré dinero ni casa –
Iruka iba a responder, pero fue interrumpido por las palabras hirientes del Namikaze.
-No digas que contigo, los dos sabemos que también irán a por ti por no educarme como se debe –
Odiaba que tuviera la razón.
El castaño maldijo en voz baja y arranco el auto.
Al girar en una esquina, las primeras gotas de lluvia empezaron a caer hasta convertirse en un auténtico chaparrón. Aún con el ruido de la pequeña tormenta, Naruto no se despertó.
Iruka pudo observar a varios alumnos corriendo, cubriendo sus cabezas con las mochilas. Observo de reojo al rubio, le hubiera encantado verlo en uniforme y con amigos que lo esperaran en la entrada del colegio. Si, quería que Naruto tuviera un crecimiento normal, libre de preocupaciones, pero sabia que iba a hacer imposible.
La trayectoria hacia la universidad tardo dos horas. Iruka estaciono el auto y sacudió el cuerpo de Naruto.
Naruto se removió y abrió los ojos lentamente. La universidad Konoha resaltaba ante su vista y no pudo evitar soltar un suspiro.
-Segundo día de trabajo –
El Namikaze no respondió y se bajo del auto.
Iruka bajo la ventanilla del copiloto y saco la cabeza.
-Cualquier cosa que necesites, me llamas –
Naruto alzo la mano en despedida y entro a la universidad. Camino directamente hacia la oficina, Shizune al verlo, se levanto de su asiento y se acerco a él, con una cara preocupada.
-¿Estás bien? –
Naruto asintió con la cabeza.
-Lamento haberte preocupado, se que no debí salir así sin avisar –
-No te preocupes, Iruka me lo explico todo –
El rubio sonrió para sus adentros.
-Si necesitas algo, una pastilla o un permiso. No dudes en buscarme –
-Gracias, Shizune –
Shizune dibujo una sonrisa en su rostro.
-Entonces a trabajar –
Naruto asintió y entro a su área de trabajo. Todo estaba como lo había dejado, parece como si respetaran su privacidad y era algo que agradecía.
Metió la mano dentro del bolsillo de su pantalón y marco el número del psicólogo que Iruka le había recomendado.
La voz de una locutora le atormento los oídos y luego de tres tonos, la voz de un hombre le contesto.
-¿Bueno? –
-Buenos días, mi nombre es Naruto Namikaze, creo que usted le dio el número a mi secretario, Iruka –
-Si, mucho gusto joven Namikaze. Mi nombre es Fugaku Uchiha y estoy para servirle –
-¿Uchiha? – Naruto miro extrañado hacia un punto de la pared -¿No es usted abogado? –
-No, soy un psicólogo -
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