5. Pasado.
Terminamos la cena y el camino a casa es tranquilo pero incómodo, Mark ni siquiera voltea a verme. Lamento mucho que este incidente haya terminado con nuestra noche de aniversario. No es que precisamente las disfrute cada año, pero jamás había tenido que concluir de esta manera por una razón tan penosa como la de hoy.
Llegamos a casa y Mark se baja rápidamente antes de que yo pueda hacer lo mismo, ni siquiera me abre la puerta o ayuda a bajarme del auto. Sé que está molesto y realmente no deseo hacerlo enfadar más y si por mi fuera, lo dejaría dormir así, pero sé que no es lo correcto y que debo afrontar las consecuencias de mentir; así que me armo de valor y decido comunicarme con él, una vez que ambos nos encontramos dentro de la casa.
—Mark... —lo llamo, pero me interrumpe levantando la mano, como seña para que guarde silencio. Está de espaldas mientras se recarga en la en encimera de la cocina, pero hago caso omiso de su petición—. Dime exactamente por qué estás molesto —manifiesto al tiempo que me acerco hasta él.
—Creo que es obvio.
—Quiero que me lo digas —veo como su complexión se suelta y se relaja un poco. Sé que le importa que me interese por cómo se siente y eso logra que se calme un poco.
—Que me hayas ocultado lo de Amy.
—Lo sé y en verdad lo siento —me disculpo y bajo la mirada—, prácticamente quise olvidarlo, es algo de lo que me avergüenzo.
—¿Te refieres a ella o a lo que le hiciste?
—A lo que le hice —contesto en el momento. No voy a negar todo lo que hice, sé que estuvo mal engañarla, pero no me arrepiento de ninguna manera de haberla conocido ni de haber sido su pareja.
Miro que Mark está inconforme con mi respuesta. Supongo que esperaba a que le dijera que me avergonzaba de todo, incluso de Leah, pero no puedo.
—¿Me harías lo mismo? —Me cuestiona mientras se acerca un paso hacia mí y me ve a los ojos. Un pinchazo se clava en mi estómago y me quedo quieta, pensando cual sería la respuesta indicada, pero probablemente eso no exista por lo que decido decirle lo que pienso.
—Hubo un momento en que a Amy le dije que jamás la lastimaría. Tenía años sin verla y a pesar de ello me di cuenta como hasta ahora siente mucho resentimiento, no voy hacerte lo mismo. Solo te lo demostrare con hechos en vez de hacerlo con palabras —expreso de forma hipócrita. No sé si eso fue lo que quería escuchar pero creo que funciona, pues termina por relajarse y su cara tiene un gesto más sosegado.
Intento darle un abrazo que al principio parece querer rechazar. Me detengo por un segundo extrañada por su reacción, pero al cabo de un pequeño momento de consideración, él es quien me abraza. Siento que he ganado esta pequeña batalla.
Mark me aleja un poco para tomar mi cara entre sus manos, me ve con sus hermosos ojos color chocolate y me da un beso en los labios. El beso se torna más apasionado, no me siento cómoda ya que intuyo a donde quiere llegar, pero sé que no estoy en posición de negarme después de lo ocurrido, así que me dejo llevar.
Baja sus manos a mi cintura para apretar mi cuerpo contra el suyo, una de sus manos desciende y se posa por debajo del vestido sobre mi muslo, su boca baja por mi cuello a la vez que alza mi pierna para poder tocarme mejor. Sus besos son cada vez más desesperados. Sé el por qué, ya que han pasado meses desde la última vez que compartimos las sábanas.
Yo dejo que haga lo que quiera conmigo y cuando me besa lo beso también para que no note mi nulo interés. Mark me toma por las piernas y me sube sobre la encimera de la cocina, después comienza desabotonar su camisa para luego quitársela y dejar a la vista su torso bien definido, mientras continúa besándome.
Luego sus manos van en búsqueda de mi vestido, toma la falda y comienza levantarla hasta pasarlo por encima de mi torso, después por la cabeza hasta lograr quitarlo por completo y dejarme en ropa interior.
Intuye que la idea de que nuestro momento personal suceda en la cocina no es el lugar más cómodo, así que me baja de la encimera y me lleva en sus brazos hasta nuestro cuarto.
Me posa en la cama y después comienza a quitarse los pantalones y su ropa interior. Recorre con sus labios el largo de mis piernas y sube por el vientre hasta llegar de nuevo a mi boca. Hasta este punto, su desesperación ha bajado y me da delicados besos en los labios, el cuello y los hombros, mientras sus manos acarician cada rincón de mi cuerpo.
Lentamente me despoja del resto de las prendas que aún cubrían las partes más discretas de mi anatomía, acomoda su cintura a la altura de mi ingle y posteriormente, siento la presión por debajo del vientre, esa que su cuerpo pesado ejerce. Escucho como su respiración se entre corta y gime ligeramente a la vez que veo su espalda contraerse y su cintura elevarse repetitivamente. Dirijo mi mirada al techo esperando por que el momento pase.
Después de un lapso pequeño de tiempo que transcurre, en silencio por mi parte, Mark se da cuenta de que mi mente está ausente y en un suspiro lo escucho decir algo para retomar mi atención.
—Jill... Te amo —sus palabras me causan ternura y me hacen caer en cuenta de que nos encontramos en un momento íntimo, y que debo poner más de mi parte. No quiero hacerlo sentir mal con mi falta de esmero justo ahora.
—Y yo a ti —respondo susurrándole al oído. Sé que eso lo motiva y provoca que su deseo aumente, ya que la velocidad con la que se mueve es más rápida.
Comienzo a tocar su cuerpo: sus piernas, su torso y sus musculosos brazos. Cierro los ojos e instantáneamente Amy viene a mi mente, al imaginarla comienzo a sentir que las caricias de Mark toman sentido y empiezo a emitir sonidos de agrado y satisfacción. El calor finalmente me recorre por todo el cuerpo y los besos de Mark bajan hacia mis pechos.
Abro los ojos ya que no puedo permitir que Amy siga en mi cabeza en un momento que comparto con mi esposo. La culpa empieza a irrumpir en mi conciencia, por lo que me concentro en que quien está conmigo es él y no ella.
Mark me abraza y besa mi frente con mucha dulzura y yo me acomodo entre sus brazos recargando mi mejilla sobre su pecho, con una de sus manos acaricia suavemente mi hombro hasta mi codo.
Siento el cansancio apoderase de mí, cuando Mark habla y provoca que mis ojos se abran como platos de la impresión.
—¿Cómo conociste a Amy? —Inquiere curioso.
—¿Justo ahora quieres saberlo? —Farfullo mientras nos señalo, dando a entender que no es el mejor momento.
—Sí —dice sin más. Responderé lo más vagamente que pueda para suplicar que su interés por conocer esa historia desaparezca.
—Es amiga de Ben y él me la presento. Si recuerdas que te he hablado de Ben, ¿no?
—Claro, como olvidarlo —responde.
—Pues yo tenía dos años desde que terminé con mi primer novio y ella también tenía tiempo sola. En un cumpleaños de Ben ella estaba presente, nos caímos bien y en las reuniones entre amigos coincidimos, platicábamos hasta que, pues se dio... salí por dos años con ella. Fin de la historia. —Mark se queda en silencio antes de seguir preguntando.
—¿Cuándo pasó eso?
—Estaba en la preparatoria. Ya tengo sueño, mañana tenemos que regresar a la cruda realidad —mi intento por acortar la plática, no funciona ya que continúa con sus interrogantes.
—¿Cómo se enteró de lo tuyo con Leah?
—Mark... no me gusta hablar de eso —protesto a la vez que tallo rudamente mi cara con la palma de la mano.
—Eso me queda claro, pero necesito saberlo. Quiero sentir que te conozco bien y que no haya más secretos entre tú y yo —gruño ante su insistencia. Reconozco que me estoy ganando esto, así que no vale la pena seguir poniendo resistencia.
Me siento sobre la cama apoyando la espalda sobre el frío respaldo de la misma. Deseo encontrar un pretexto que me ayude a salir de esto, pero lo único que logro es crear un silencio propicio para dar lugar a las preguntas.
—Te escucho —reitera. Derrotada y suspirando desganada, comienzo a pronunciar las oraciones adecuadas que me sirvan para la historia.
—Bien, por donde empezar —hago gesto pensativo. Recuerdo cada momento, pero no sé de que manera formular la anécdota, de modo que no suene desagradable y denigre todavía más mi poca, y ahora inexistente dignidad.
—Ya sé, contándome también por cómo conociste a Leah —sugiere tajante. Le lanzo una mirada molesta pero a él no parece importarle. Es más, también se sienta en la cama como yo para estar más cómodo— Adelante —presiona.
—Ya sabes cómo conocí a Leah.
—Si ya sé que en un bar, pero quiero saber cómo es que la historia de Amy se mezcla con la de Leah.
—Mark... —pronuncio a regañadientes. Restriego mis manos sobre la cara en señal de desesperación e incomodidad.
—Vamos, necesito saberlo —dice mientras su expresión se torna tensa.
Tardo varios minutos razonando, porque me cuesta una infinidad estructurar el relato para que no suene tan extremista —a pesar de que lo es— sin embargo, no es mi intención verme como la mala de la película, aunque soy consciente que si lo soy.
—Más te vale no interrumpirme hasta que termine. Preguntas hasta el final —lo sentencio. Él solo asiente.
Me preparo tomando grandes bocanadas de aire. Las manos me sudan como si pretendieran ser pequeñas cascadas.
—El día que conocí a Leah en el bar, yo salí con Ben y Amy, después de eso no creí que volvería a verla, pero creo que pasó un mes más o menos y la encontré en una librería. Me reconoció y yo a ella, nos dimos los números de teléfono y comenzamos a hablar. Juro que al principio la veía como una amiga, pero Amy entro a la universidad lo que le consumía tiempo, además también tuvo que trabajar, por lo que sentí el distanciamiento.
»Leah y yo nos volvimos más cercanas y de vez en cuando salía con ella, pero solo como amigas, yo no olvidaba que aún mantenía una relación. Yo en verdad quería a Amy, y no justifico lo que hice bajo ninguna circunstancia, hasta la fecha la admiro porque se esforzó por salir adelante a pesar de que se las vio muy difícil, pero nos alejamos mucho. No salíamos y yo, comencé a sentir cosas por Leah —Mark me ve seriamente sin hacer ningún gesto. Solo me pone atención—. Amy sabía de Leah, que era mi nueva amiga y sabía que sino estaba con ella estaba con Leah; eso causaba muchos conflictos pero yo no le daba importancia porque nunca había pasado nada con ella. Aunque Leah confesó sus sentimientos hacia mí, yo no hice lo mismo. Sentíamos atracción una por la otra, pero yo seguía con Amy.
»Un día con afán de tranquilizarla, la invité a una fiesta de Leah para que ambas se conocieran. Si, ahora que lo pienso fue una pésima idea, pero las dos accedieron. Me fui con Leah a la fiesta esperando a que Amy llegara, pero después de un rato aviso que no iría porque en su trabajo la habían necesitado para quedarse tiempo extra. Así que, nos quedamos en la fiesta Leah y yo —tomo una pausa antes de seguir. Pienso en cómo contar la próxima parte ya que es la más difícil. Mark nota que estoy por decir algo que no me gustará, así que me anima.
—Está bien Jill, cuéntamelo, prometo no enojarme ni decir nada. —Asiento dubitativa y continúo.
—Pasamos la noche juntas, ella me abrazaba y tomaba de la mano y yo no me resistía, en ese punto me sentía de nuevo querida y deseada, me dejé llevar. Después de un buen rato en la fiesta, Leah y yo fuimos a charlar en un pasillo, cerca una de la otra porque la música estaba alta. Recuerdo claramente a Billy Idol en todo su esplendor cantando Rebel Yell —llega la remembranza junto a una sonrisa débil—, hasta que en un momento ella; me besó, y en vez de detenerla le seguí el juego.
—Ya —murmura Mark—. Alguien le dijo a Amy sobre el beso —supone enarcando una ceja.
—No —contesto cortante.
—¿Llegó y las vio?
—Algo así.... —bajo mi mirada. Siento como la cara se pone roja y mis vellos se erizan con la sola idea de seguir contándole sobre esa noche.
—Jill, ¿qué pasó? —La seriedad se adentra en Mark. Sospecha que nada bueno pasó en esa fiesta, ya que nota mi actitud de reserva. Al contarlo vuelvo a revivir ese momento y el calor nuevamente recorre mi cuerpo pero trato de disimular.
—Nos besábamos en el pasillo, hasta que Leah me llevo a un cuarto que estaba solo —me quedo callada con la esperanza de que Mark adivine el resto del relato, pero se queda en silencio con un gesto que me presiona para que le diga con exactitud qué pasó.
Sigo en silencio tratando de pensar de qué manera decirlo con más tacto ya que me resulta muy difícil; sin embargo, recuerdo ese momento como si lo estuviera viviendo ahí mismo. La película imaginaria empieza a correr en mi cabeza con mucha fluidez, pues fue un momento lleno de adrenalina que no he podido olvidar.
Los labios de Leah sobre mi cuello, prácticamente le arranque la chaqueta negra de cuero que solía usar y ella me quito la camiseta, nos desvestimos la una a la otra hasta que nos quedamos piel contra piel. Billy Idol seguía cantando como si supiera lo que estaba sucediendo.
Todo eso pasó en un abrir y cerrar de ojos, como para que Rebel Yell siguiera ambientando la escena. Así de desesperadas estábamos por pertenecernos.
—Jill... —Mark me saca del ensimismamiento en el que estoy. Sin pensarlo por más tiempo, decido decirle cómo fue exactamente que la aventura con Leah fue descubierta.
—Leah y yo estábamos teniendo sexo, cuando Amy llegó de la nada, abrió la puerta y nos vio. Yo tenía mis manos sobre Leah, estábamos desnudas. Creo que no hace falta decirte más —confieso cubriendo mi rostro entre las rodillas.
Mark aguarda a mi lado, levanto mi vista aún avergonzada y observo como mantiene la quijada tensa. Lo veo de frente con una cara de vergüenza extrema; pero él quería saber la verdad y se la dije.
No tengo idea de que tanto vaya a cambiar esto nuestra vida de ahora en adelante y entiendo que el tema de la confianza se verá considerablemente afectado.
—¿Qué pasó después? —pregunta, luego de un rato en severo silencio.
—Entro furiosa, aventó a Leah de la cama y a mí me agarró a bofetadas. Luego salió corriendo del cuarto y yo lo más pronto que pude, la seguí.
—¿Para que la seguiste? Debiste dejar que se fuera, ¿no?
—Claro que no Mark —le digo molesta—, las cosas no iban a ser igual y después de haber hecho eso, lo mínimo que se merecía es que le diera la cara. La seguí hasta el patio delantero de la casa. La agarré por el brazo y ella me empujó tan fuerte que me caí. Me levante y ella seguía llorando, estaba tan enojada.
De nueva cuenta la remembranza de los acontecimientos vuelven a mi mente y los sentimientos surgen dentro de mí, pero trato de contenerlos para no intervenir con la historia, de manera que no se prolongue más y evitar así la tortura de revivirla.
Me sentía realmente una basura y no podía verla a los ojos, pero lo intenté. Me levante y cuando lo hice me empujó de nuevo aunque no con tanta fuerza, ya que solo me moví un paso atrás.
—¡No me toques maldita zorra! —gritó furiosa. Cuando alce mi mirada hacia ella, tomo tanta fuerza en su brazo que al darme la bofetada, golpeó mis labios contra los dientes y provocó que sangrara—¡¿Cómo?! ¡¿Cómo pudiste hacerme esto?! —gritaba tanto como los desgarres de su garganta la dejaban, al tiempo que sus lágrimas corrían a toda prisa por su rostro.
—Yo... lo siento tanto —me rompí en llanto y tapaba mi cara con las manos.
—¡No quiero saber de ti nunca más maldita...me das asco! —vociferaba entre sollozos.
La gente de la fiesta y la que pasaba por los alrededores nos miraban. Algunos reían y otros murmuraban quien sabe que cosas.
—Amy, déjame explicarte —intentaba decirle, pero ni si quiera yo sabía que era lo que debía explicarle. Amy de todas formas no cedía.
—¡No tienes nada que explicarme, maldita bruja! ¡Eres una mentirosa! ¡Te odio! ¡Espero que te pudras en el infierno tú y esa maldita cualquiera con la que te acuestas! ¡Son una basura! —y después, se fue llorando, desvaneciendo su imagen entre la penumbra de la noche.
—¿Qué hizo después de que te levantaste? —Mark pregunta, sacándome del estado de trance en el que estaba.
Me había quedado callada, mientras recordaba de nuevo todo el drama de la despedida tan ambigua que había tenido con Amy. Sin contarle con mucho detalle, le digo en resumidas palabras como fue ese instante.
—Trate de disculparme pero ella me golpeó y me insultó. Después de eso se fue y no volví a verla a pesar de que intente arreglar las cosas. Simplemente se desapareció, hasta hoy.
—¿Después de eso tuviste una relación con Leah?
—No inmediatamente. Pasaron unos dos meses antes de acceder. Estaba enamorada de Leah, pero no podía aceptar que nuestra relación se diera como se dio, pero al final lo intentamos. No funcionó, las cosas terminaron peor que con Amy, pero eso ya lo sabes perfectamente. Ya es muy tarde y hay que dormir. Mañana tenemos que trabajar —corto la historia de golpe mientras me giro hacia el lado contrario y me cubro para dormir. Él solo me dice buenas noches amargamente.
No sé hasta qué horas de la madrugada se quedó despierto, pero yo no pude más y deje que el sueño se adueñara de mí.
Durante mi sueño, y a pesar de estar profundamente dormida, no podía dejar de tener el presentimiento de que esta confesión cambiaría la manera en la que Mark me vería. Su amor por mí probablemente ya no sería el mismo; y como no, además de que le había ocultado ese secreto que mostraba la inmoralidad que mantenía resguardada, seguramente ahora creería que así como lastime a Amy, en cualquier momento podría hacérselo a él también.
No puedo negarlo ya que no he sido honesta con él, no he sido la esposa que él hubiera querido pero lo que diferencia el antes del hoy, es que en la actualidad valoro mejor las consecuencias que mis actos. Eso, y que he sabido guardar discreción con esos pequeños e insignificantes deslices que he tenido.
Lo sé, sé que no puedo tapar el sol con un dedo y pretender que los actos deshonrosos cometidos en mi nombre, son algo sin relevancia. Quizá esto sea solo el comienzo para pagar todo aquel daño que le he causado a quienes me rodeaban, como consecuencia de mi actitud de niña con aires de grandeza, soberbia y terca sin sentido de la responsabilidad.
Sí, quizá es hora de que empiece a enmendar los errores desde ahora, probablemente la aparición de Amy no es solo una casualidad, puede ser mi oportunidad para intentar disculparme y cerrar ese capítulo de mi vida como debía hacerlo cuando era el momento.
Por fortuna, la actitud de Mark después de esa noche es buena, como si nada hubiera pasado. Habla conmigo, me sonríe y bromea de vez en cuando, supongo que debo sentirme aliviada puesto que esperaba lo peor; sin embargo, no puedo sentirme completamente confiada. No me da buena espina esta actitud despreocupada que tiene con respecto a todo el embrollo que tuve con Amy, sobre todo porque le costó mucho asimilar mi pasado con Leah y el que, tome esto con tan piadosa postura, no puede predecirse como algo exactamente de buena suerte para mí.
Supongo que estoy con los nervios de punta todavía, volver a ver a Amy causo muchos conflictos en mi interior: tantas cosas que quería decirle pero a la vez no poder hacerlo, su recuerdo aún retumba en mi cabeza como si fueran tambores gigantes con el único propósito de reventarme los tímpanos. La cabeza me duele y las ganas de vomitar se instalan en mi garganta.
Mi pasado tumultuoso parece regresar con demasiado recelo, rodeándome con sus oscuros y macabros brazos con quien sabe qué intención. Bueno, quizá si lo sepa.
No es solo el pasado el que me enfrenta, sino también el maldito Karma.
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