Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

12. Duda.

Mi cabeza es un nido de marañas, me cuesta dormir y el cuerpo me pesa como si en lugar de huesos, mi esqueleto estuviera formado por enormes piedras que contribuyen a que camine desganada y sin fuerza.

No sé exactamente qué es lo  que estoy haciendo conmigo, pues siento que lo único que produzco en mí, es preocupación por algo que ya no tiene remedio y eso me está ocasionando múltiples inconvenientes. Pero soy incapaz de detener mis pensamientos y mi frustración.

De algo si estoy segura: la situación en la que estoy y el camino que debo seguir. Ni el regreso de Leah ni el de Amy deben representar algún impedimento para mí, como se lo dije a Dafne, tome mis decisiones, sean las indicadas o no, todo ello ya me trajo hasta donde estoy y es muy difícil tratar de cambiar lo que ya no se puede.

—¿Puedo irme ya? —oigo la voz de un hombre algo irritado, esperando con el brazo doblado apretando un pequeño algodón justo en el centro.

Sacudo levemente mi cabeza para terminar de alejar los pensamientos que me rodean y prestar atención al ahora.

—Disculpe, claro.

El hombre se levanta y sale del laboratorio apresurado. Estoy tan cansada física y emocionalmente que no deseo llamar la atención del hombre por su actitud tan descortés; además, mi falta de interés es evidente por lo que sé que no tengo el derecho de refutar por ello, así que termino dejándolo pasar e ignoro cuando incluso me ve de manera despectiva.

Deambulo por los interminables y angostos corredores del hospital. Son tan angostos como las venas por donde la sangre me corre a duras penas. Ambas cosas son tan estrechas, que  hacen que me sienta débil y asfixiada hasta el punto del desmayo.

Me recargo en la pared por un segundo para cerrar los ojos tan fuerte, con la ilusión de engañar a mi cuerpo con que se trata de una pequeña siesta que me apoye a recuperar la vitalidad, cuando de pronto veo pasar a Kate corriendo hacia la salida del hospital. Me hace preguntarme si todo estará bien. Quizá debería mostrar un poco más de interés pero la duda me atormenta y me frena al mismo tiempo.

Por un lado no creo que sea adecuado inmiscuirme en asuntos familiares tan delicados como por el que están pasando; sin embargo, no quiero pasar desapercibido el hecho de que puedo mostrar mi apoyo de una u otra forma.

Me decido por indagar algo de información con alguna enfermera o en la planilla ubicada en el organizador de pared fuera del cuarto.

Subo por el elevador para dirigirme al área de oncología, procurando tener cuidado de no encontrarme a alguien que entorpezca mi plan.

Camino sigilosa y veo que Leah se encuentra a la proximidad en una plática con alguien a quien no distingo. Es una mujer de cabello oscuro y largo hasta los hombros, con suéter y pantalones de color rosa pastel. Se nota desesperada y al borde de las lágrimas, supongo que Leah intenta tranquilizarla ya que la toma del brazo, además intenta llevarla a otro lado y hace señas con sus dedos para que baje la voz.

Me escondo detrás de una pared para observar mejor el tumultuoso panorama, entrecierro los ojos con la estúpida idea de que eso me ayudará a escuchar mejor, lo cual es inútil porque  no puedo oír ni media palabra de lo que dicen.

En un momento, Leah se molesta y toma a la mujer por los dos brazos, ella intenta soltarse hasta que lo logra,  para luego poner sus dos manos en la cara y luego restregarlas con impotencia. Después ahueca el rostro de Leah con ambas manos y la besa. Ella se queda quieta un momento y después la aleja de nuevo agarrándola por los hombros. Le dice algo a la mujer y sin esperar respuesta,  se va caminando de manera rápida.

La chica se queda sola y desorientada, luego veo que se acerca a mi dirección y disimulo mi presencia como si yo fuera caminando de casualidad por ahí. Parece funcionar ya que ella sigue su camino ignorando mi presencia.

Sin entender el por qué, comienzo a sentir unos celos desmedidos y comienzo a preguntarme de quién carajos se trata y por qué razón se comportó de esa forma. No creo que nada bueno haya pasado entre ambas para que reaccionaran así.

Reposo sobre la pared con el estómago hecho nudos, hubiera preferido no presenciar esa escena  qué me causa mucho conflicto a pesar de negociar con mi razonamiento para que no suceda; sin embargo, es algo inevitable.

Para mi sorpresa, Leah camina por ese mismo pasillo y me ve ahí recargada con la mirada perdida, se detiene en el momento para observarme. Me incorporo rápidamente y de nueva cuenta trato de disimular mi desconcierto.

—Jill ¿Qué haces aquí?

—Aquí trabajo —respondo. Caigo en cuenta de lo estúpido de mi respuesta, pero trato de mantenerme firme y convencida de ella.

—Lo sé, me refiero a específicamente en este piso.

—Bueno... yo iba a ver a un paciente... —informo mi mentira con tanta naturalidad, que hasta yo casi me la creo. Se queda pensando por unos instantes con los ojos entreabiertos al tiempo que me observa con detenimiento.

—Sí, claro, se ve que vas muy preparada —menciona señalándome. Evidentemente se da cuenta, pues no llevo mi material de trabajo como prueba de que digo la verdad—. Me viste, ¿cierto? —un pequeño golpe de calor me da en la frente, expandiéndose por mi rostro por la vergüenza que su interrogatorio me provoca, pero aun así, continúo guardando las apariencias y me aferro a negar toda acusación en mi contra.

—No. No sé de qué hablas.

—Mientes. Te conozco. —Añade incrédula. No estoy dispuesta a darle la razón.

—El tiempo ha pasado Leah. No soy la misma de hace años. Por cierto, ¿cómo llevan lo de tu padre? —pregunto. Sé que no es una jugada limpia cambiar de tema con otro más delicado, pero de igual forma tenía las dudas por saberlo.

Leah suspira vencida. Sabe que no voy a descubrirme sin haber intentado resguardarme.

—Es muy difícil. Ya estamos preparando todo. Sabes a que me refiero.

—Sí... en verdad lo lamento mucho. Si necesitas algo y puedo ayudar, no dudes en hacérmelo saber. Sin resentimientos.

—Te lo agradezco mucho, de verdad —me sonríe tan tiernamente que se me arruga el corazón. Quisiera poder hacer más por ella, abrazarla y consolarla, pero me acuerdo de la mujer y el beso, lo que hace que me vuelvan los celos y el enojo inexplicable y sin sentido que se alojan en la más mínima fibra de mi organismo.

—Tengo que seguir con mi trabajo. Cuídate y ánimo —me doy media vuelta y camino al ascensor dejando a Leah con las palabras en la boca.

No me agrada la idea de quedarme más tiempo a su lado por temor a que terminara por  averiguar si escuche o vi algo, y por consiguiente, descubrir mis emociones con respecto a ese asunto, por eso prefiero evitarlo lo más posible.

Suena mi teléfono mientras preparo mis instrumentos para recibir al próximo paciente, por lo que me tomo un rato en  atenderla: veo que es Mark quien me llama.

—Hola, ¿qué pasa?

—Hola, no es nada. ¿Cómo te va?

—Bastante bien, ¿y a ti? —me coloco a lado de una mesa y tomo un pequeño frasco con algodones humedecidos para acercarlo a la silla del paciente.

—Muy ocupado, con demasiado trabajo. De hecho, te llamo para avisarte que llegaré algo tarde a casa para que no me esperes despierta, ¿de acuerdo?

—Sí, está bien. Espero no llegues muy tarde.

—No te preocupes. Parece que dentro de unos meses tendré que salir de viaje y estaremos preparándonos algunos días. Cuando esté en casa hablaremos mejor.

—Sí, no hay problema, sabes que tienes mi apoyo.

—Lo sé y estaré siempre agradecido por eso. Bueno, debo irme. Te amo, nos vemos más tarde.

—Está bien, nos vemos. Ten cuidado.

No es la primera vez que Mark debe ausentarse por viajes de negocios. Olvide cuando fue la última ocasión en que tuvo que irse por esa razón, pero el sentimiento de serenidad me recorre hasta las puntas de los dedos.

Comúnmente Mark se va unos cuantos días que me da ayudan a recuperar la energía que mi papel de esposa me resta, así que pienso aprovecharlo lo más posible para relajarme. Esperare con ansias porque ese día llegue.

De nueva cuenta mi celular comienza a sonar pero esta vez se trata de Amy. Dudo si debo contestar pero sé que no podré evitarla por mucho tiempo, así que atiendo.

—¿Hola?

—Hola, ¿Jill?

—Hola, Amy. ¿Cómo va todo?

—Excelente. Esta noche espero estar en casa finalmente.

—Oh, que... que buena noticia —tartamudeo. Siento mariposas en el estómago seguido de un nudo por los nervios, pero no debo perder la cordura.

—Lo sé. Me preguntaba si estarías ocupada esta noche. Tengo algo que darte.

—No te hubieras molestado —expreso inquieta.

—No es nada —musita entre risas—. Entonces, ¿qué dices? —cuestiona insistente.

No es correcto aceptar, pero supongo que si digo que no es porque desconfío hasta de mi misma. Además, puede ser el momento adecuado para cortar este vínculo de una vez por todas.

—Sí, supongo que está bien.

—¡Excelente! Te envío la ubicación de mi casa y te veo ahí a las ocho, ¿te parece? —su propuesta me termina por aturdir. No contemplaba ni por error que su idea era que nos viéramos en su casa. Me quedo en silencio hasta que ella interrumpe mis pensamientos— Jill, ¿sigues ahí?

—Sí, lo siento. En tu casa, ¿dices? —pregunto tratando de ocultar mis nervios.

—Sí, ¿tienes algún problema?

—No —contesto rápido— no hay problema —muerdo mi labio inferior como muestra de preocupación. 

La inquietud se alberga en mi interior, provocándome náuseas. Pienso en esta reunión como la oportunidad de establecer límites con ella. No quiero tener problemas con Mark en el dado caso de que se enterara que he vuelto a mantener contacto con Amy. Es un hombre tranquilo por lo general, pero sé que no estaría de acuerdo si sabe sobre esta situación. Seguramente enloquecería.

—Muy bien, te envío la ubicación en un rato más. ¡Nos vemos!

—Nos vemos —me despido desganada.

Continúo preparando mi área de trabajo intentando no darle mucha importancia a lo que acaba de pasar. «Calma, Jill. Es solo una reunión amistosa, como las qué haces con Dafne. No estás haciendo nada malo, al contrario, evitarás que justamente eso suceda». Trato de convencerme, sin mucho éxito.

El tiempo pasa lento hasta que llega la hora de mi salida, me despido de Dafne y ambas nos separamos ya que ella sale primero que yo.

Me dispongo a salir del laboratorio y mientras camino por el pasillo que me lleva hacia la puerta, me topo con Leah de nuevo. Nos quedamos de frente viéndonos la una a la otra.

—¿Ya te vas?

—Así es.

—Que bien, espero que descanses.

—Gracias. ¿Tú te quedarás aquí?

—Si. Hoy debo cubrir a Kate. Tiene que trabajar —un leve sentimiento de culpa me invade. Yo estoy a punto de salir mientras ella debe quedarse aquí a cuidar de su padre y madre, pero no sé en qué más pudiera ayudarle, además, sé que no debo inmiscuirme en sus asuntos. Ya no me corresponde.

—Bueno, si necesitas algo me avisas. Sabes dónde encontrarme —giro mi dedo alrededor del hospital como referencia.

—Claro, te lo agradezco —un momento incómodo y de silencio nos rodea— vas afuera así que te acompaño, debo tomar algo de aire, sino voy a enloquecer.

Asiento y vamos hacia afuera del hospital. Prácticamente me acompaña hasta el estacionamiento, donde finalmente debemos tomar cada quien su ruta.

—Debo irme. Suerte.

—Gracias. Buenas noches.

Ambas dudamos si es correcto darnos la mano o no, titubeamos un rato hasta que decidimos no hacerlo y solamente nos hacemos señas con las manos a la distancia.

Camino a mi carro tranquila cuando veo que una mujer sale de entre otros vehículos que están cerca. La identifico y me doy cuenta que es la misma persona con la que Leah discutía dentro del hospital. No le doy importancia y continúo mi camino, pero ella me sigue un tramo considerable y los nervios se comienzan apoderar de mí.

—Oye —escucho que me llama y yo me doy la vuelta para verla.

—¿Dime? —atiendo con la voz firme para que no se percate de mi vulnerabilidad.

—Conoces a Leah, ¿cierto?

—Sí —respondo fría y tajante.

—¿Quién eres? —inquiere bruscamente.

—Una vieja amiga.

—Ah, ¿sí? ¿Y qué haces en este lugar? —sus preguntas comienzan a irritarme y me confunde.

—Yo trabajo aquí —enarco la ceja para que vea que pierdo la paciencia poco a poco.

—Bueno, entonces solo te advierto que Leah no está sola.

—¿Sí? Eso me queda claro, tiene familia y amigos que la rodean y se preocupan por ella —me burlo. Mi voz en vez de tornarse nerviosa, comienza a tomar fuerza debido a que siento como sus preguntas me enfadan cada vez más.

—No te hagas la tonta, sabes a lo que me refiero —su insulto termina por quemar la última pizca de paciencia que me quedaba, pero tomo un gran respiro que causa una ligera sensación de paz, con el fin de no golpearla.

—No sé y no es de mi incumbencia. Además, no te debo explicaciones, pero si te tranquiliza, soy una mujer casada y si eso no te basta, habla con ella no conmigo, nada de esto es mi problema. Ahora si me disculpas...

Camino lo más rápido que puedo a mi auto y me subo de prisa antes de que la mujer intente hacer algo más que solo lanzarme preguntas sin sentido. Ella se queda en el estacionamiento observando mientras me alejo del sitio.

Los escalofríos pasean por todo mi cuerpo y me siento un poco más segura cuando por fin estoy bastante lejos del hospital.

No puedo evitar tener preguntas sobre ella, sé que no es de mi incumbencia, pero sospecho que tuvo algo que ver con Leah y el solo considerar esa idea, hace que me den náuseas y los celos me aprisionan sin derecho alguno. Mis puños se enganchan con más fuerza sobre el volante del auto, cuando caigo en cuenta de mi actitud, intento respirar profundo y de relajar mi cuerpo, no tengo razones para sentirme así.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro