Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

👑🌹 Epílogo

Tres años y cinco meses después.

La respiración se me atropella en la tráquea y mi corazón pega un vuelco tan brusco que hace que me incorpore de la cama en menos de un segundo. Ahogo un grito en lo más profundo de mi garganta y jadeo al comprobar que solo se trata de un mal sueño. Sollozo y respiro hondo mientras echo un rápido vistazo a mi alrededor. Me encuentro en mi casa y, al no tener las persianas bajadas del todo, la poca luz que hay en la calle se cuela en mi habitación permitiéndome ver con algo más de claridad.

Me llevo la mano al pecho e intento regular el aire que entra y sale de mis pulmones. Me repito a mí misma que solo ha sido una pesadilla como las demás veces, que ya ha pasado todo y que es hora de que recobre la tranquilidad.

Tras unos segundos, cuando me aseguro de que ya estoy lo suficientemente relajada, tomo mi dispositivo móvil de la mesita de noche que hay al lado del cabecero y lo tomo entre mis manos. Lo desbloqueo y miro la hora que es. Las tres y media de la madrugada.

Dejo el teléfono donde estaba y suelto un suspiro mientras abrazo mis rodillas y escondo la cabeza entre estas y mis brazos. Está claro que nunca dejaré de soñar con el día en el que mataron a Axel. Aún duele como la primera vez, y más aún cuando me pongo a pensar en la reacción que tuvo su hermanito. Durante estos años él se ha comportado de una manera cortante y fría con las personas que lo rodean; conmigo, sobre todo. El mes pasado cumplió quince años y todavía no he conseguido mantener una conversación de más de cinco minutos con él. Me habla, por supuesto. A pesar de todo no puede estar más de dos horas sin dirigirme la palabra.

Cambio mi posición actual y miro el tatuaje que me hice hace un año en la muñeca izquierda. Me tatué la corana con la rosa roja, igual que el que Axel tenía en su cuello en representación de nosotros dos. Y debajo, está escrita la corta frase de "Siempre y nunca". No pude evitar dejar un recuerdo imborrable en mi piel la temporada que estuve con mi padre y Phillip en España. Dante había insistido en que nos fuésemos con él para cambiar de aires y así despejarnos un poco. Encontré un estudio de tatuajes en Madrid y no dudé en entrar y pedirle al chico que me hiciera un boceto para, más tarde, tatuármelo.

El chirriar de la puerta de mi cuarto hace que alce la cabeza y pose la mirada en esa dirección. Phillip aparece ante mí, rígido, con el rostro entristecido y al mismo tiempo tenso. Está apretando tanto su mandíbula que me hace ver que hay algo que le está haciendo sentir mucha rabia. Él no dice nada, solamente, camina con lentitud hacia mí.

No puedo evitar quedarme embobada admirándole. Ha crecido mucho. Ya pronto me superará en altura y, a cada año que pasa, se parece más a Axel. Más físicamente que de personalidad, aunque hay algunos aspectos en ese ámbito en los que ambos se parecen completamente. Su cabezonería, por ejemplo.

Lleva todo este tiempo durmiendo en el sofá porque se le ha puesto en las pelotas. No he podido hacerle cambiar de opinión.

—Te he escuchado gritar —comenta—. ¿Otra pesadilla?

Su voz se ha vuelto más grave.

Asiento con la cabeza como respuesta. Lipy se sienta en el borde del colchón, cerca de mis piernas. Sus manos se entrelazan entre sí con ímpetu, como si estuviera nervioso. Esto acaba de confirmarse cuando veo cómo se relame el labio inferior y luego lo muerde con fuerza. Es un gesto que también hacía su hermano cuando algo le inquietaba.

—Oye, Kelsey... Quiero pedirte perdón —habla al fin—. Sé que me he comportado muy mal contigo durante todo este tiempo, lo siento. No tienes la culpa de lo que le ocurrió a Axel, aunque te haya dicho lo contrario innumerables veces.

—Está bien, no pasa nada. Tranquilo. —Tomo una de sus manos y se la aprieto levemente.

—También quiero decirte que, aunque ya no te lo demuestre, te quiero —confiesa en un susurro—. Nunca he dejado de hacerlo.

—Lo sé, cariño.

No le guardo rencor por nada, sé que cada uno lleva el dolor a su manera. Y él ya ha perdido bastante.

—Hay algo que quiero enseñarte. —Sonríe—. Pero no me mates.

Frunzo el ceño y le miro con expectación. ¿Qué no le mate? ¿Qué narices ha hecho?

Phillip, luego de coger una bocanada de aire, se dispone a remangarse la camiseta de su pijama. Una vez que tiene ambos brazos descubiertos, me muestra los antebrazos al mismo tiempo. En el derecho tiene tatuada la palabra "Héroe" y en el izquierdo "Heroína".

Mis ojos se abren de par en par y ni siquiera soy capaz de articular palabra. Vale. Se ha tatuado sin mi consentimiento. Yo me lo cargo.

"Héroe" es en honor a Axel y "Heroína" va en el tuyo —me explica señalándolos con la mirada—. Sois las dos personas más valientes que he conocido. Sois mis superhéroes favoritos.

Y aquí es donde puedo darme cuenta de que ese Peter Pan sigue estando vivo en su interior. Intento retenerla, pero una pequeña risotada acaba saliendo de lo más profundo de mi garganta. Ya estaba echando de menos al antiguo Lipy, a ese renacuajo que he querido y quiero con todo mi corazón. A pesar de la edad que tenga, siempre le veré como a un niño.

—No sé si hacer de buena tutora y matarte por haberte tatuado a mis espaldas o hacer de mala y darte un abrazo por el detalle —admito.

—Sé una mala tutora por un rato, ya tendrás tiempo de matarme más tarde —me pide.

Siento mis ojos aguarse, pero no pierdo más el tiempo y le pego a mi cuerpo en un fuerte abrazo que logra reconfortarme todo lo que no ha logrado ninguna otra persona en todos estos años. Axel tenía razón, Lipy es, sin duda alguna, salvación.

—Dorian me acompañó a que me los hiciera —dice sin separarse de mí—. También me ayudó a ahorrar.

Desde que Dorian cumplió condena por ocultar pruebas y dar un falso testimonio, ha estado en todo momento con nosotros, haciendo de abuelo. Él se encarga de sacar a pasear a Sparkie, dice que le viene bien caminar. También ha estado acompañando al colegio a Phillip y a Bonnie, la hija de Marshall. Ellos se quejan porque dicen ser mayores para eso, pero Dorian es terco y se niega a dejarlos solos.

—Já, yo le mato.

—Oh, venga —se queja y se aleja de mi cuerpo unos centímetros—. Pero si te ha encantado.

—Sí —le doy la razón—. Pero será mejor que no se lo digas a nadie. Si te preguntan, te he castigado sin salir de por vida.

Phillip se ríe por primera vez en mucho tiempo y juro que es todo un placer escucharle. Tiene una preciosa sonrisa, daría lo que fuera por verla relucir en su rostro muchas más veces.

—Hazme un favor y sonríe más a menudo, te queda bastante bien.

—Lo intentaré —asegura—, aunque no prometo nada. Me he acostumbrado a esto de ser un poco cabroncete.

—¡Esa boca, niño! —le regaño.

—¡Ah! La tutora ejemplar ha vuelto, que poco ha durado la irresponsable. —Vuelve a reírse, esta vez con más ganas.

Su risa es contagiosa y yo no tardo en unirme a su diversión. Ambos respiramos hondo y nos quedamos mirando el uno al otro muy detenidamente, como si nuestros ojos fuesen capaces de decir todo aquello que pensamos y no podemos expresar con palabras.

Me relamo los labios y, luego de un corto rato meditando, decido entregarle la carta que Axel escribió antes de que le asesinaran. Giro mi torso y abro el cajón de la mesita de noche para después tomar el papel doblado entre mis dedos. Rozo con las yemas la placa de policía y un sentimiento de angustia me invade el cuerpo.

No he vuelto a ejercer de policía desde que perdimos a Axel. No he sido capaz de poner un pie en comisaría y no tengo intención alguna de volver a hacerlo. No valgo para mantener a salvo a la gente. Durante estos años he ido pasando por varios trabajos de corta duración, como camarera. Volvemos a los inicios.

Cierro el cajón de forma inmediata para apartar esos pensamientos de mi mente. Me tomo unos instantes en calmar la taquicardia que ha reaparecido en mi ser y, acto seguido, le entrego la carta a Lipy. Este la coge con firmeza a la vez que me observa con algo de confusión y curiosidad.

—Es de tu hermano —explico.

Él abre los ojos un poco más de lo normal y se dispone a desdoblar el papel para leerlo sin demora. Sus ojos se mueven entre las palabras que escribió su héroe, esas en la que nos dice que nos quiere y en las que nos agradece lo que hemos hecho por él. Al poco tiempo, una nostálgica sonrisa se dibuja en los labios del niño y sus lágrimas se amontonan al borde del precipicio.

—¿Sabes qué es lo único que me consuela? —dice para después agregar—: que nada ha sido en vano. En el colegio ya no me señalan como antes diciendo: "Mirad, ahí va el hermano de una de las bestias de Nueva Orleans", no. Ahora lo ven como a un héroe, como yo. Le liberaste, le sacaste de ese asqueroso bestiario. Y yo también te lo agradezco.

Levanta la cabeza y me dedica otra sonrisa más. Siento como mis ojos se aguan y como mi nariz se tapona. Hasta ahora no me había parado a pensar en eso. Es verdad que el mundo ya no ve a Axel como a un asesino, sino como el chico inocente que siempre fue.

Tras mucha insistencia por parte de Marshall y la prensa, me decidí a contar nuestra historia para que todos pudieran conocer la verdad. Relaté los acontecimientos de principio a fin, resumiendo y omitiendo algunas cosas, pero siendo fiel a lo que realmente sucedió.

Les presenté a Los leales, contando cuantos miembros eran en un principio y cuantos acabamos siendo. Cuántos de ellos dieron sus vidas por salvar las de otros y cuantos pudimos perpetuar su memoria. Axel, Andriu y Jayden van a ser recordados por mucho tiempo.

—Y además de que, vosotros, Los leales, acabasteis con dos de las mafias más poderosas de Nueva Orleans —continúa hablando—. ¿Qué digo? ¡De Luisiana entera! Y podría arriesgarme a decir que de todo Estados Unidos. —Hace un gesto con sus brazos para dejar clara su exageración—. Porque sí, Kelsey. Gracias a vosotros, ni yo ni nadie va a tener que morir cayendo desde lo alto de una viga, ni vender ni robar drogas y morir por ello, y tampoco vamos a tener que preocuparnos de que nuestra descendencia tenga que pasar por lo mismo. A mí y a muchas personas más, también nos habéis liberado.

Unas cuantas lágrimas se me acaban escapando, haciendo que Phillip no tarde en apartarlas con una de sus suaves y cálidas manos. Antes de que él deje de hacer contacto con la piel de mis pómulos, se la tomo y le doy un beso en la palma. A continuación, su mirada vuelve a la hoja.

—¿Por qué no has hecho caso a Axel? —Cambia de tema—. Te dijo que te volvieras a enamorar...

Yo, simplemente, me encojo de hombros y niego con la cabeza.

—Busca a alguien, Kelsey —pide.

—No puedo —contesto en un hilo de voz apenas audible.

—Sí puedes, deja de serle fiel a un muerto.

Esto lo dice en un tono de voz que quiere transmitir la delicadeza con lo que lo ha intentado expresar, pero esas palabras las he sentido como puñaladas que se han clavado directas en mi corazón. En cuanto él ve el impacto que ha tenido en mí esa frase, opta por carraspear con la garganta y cambiar nuevamente de tema.

—¿Qué es eso que dice mi hermano que es para mí? —inquiere señalándome la posdata de la carta.

Enseguida me levanto de la cama y me arrodillo en el suelo para poder sacar su regalo de debajo de esta. Me estiro todo lo que puedo bajo la atenta mirada de Lipy y, cuando mis dedos rozan la caja, la arrastro hacia afuera. Una vez que la tengo a tan poca distancia, la agarro y me levanto mientras le quito la fina capa de polvo que se ha instalado en la tapa. Tras sentarme de nuevo en el colchón, se lo entrego a Phillip.

Él lo coge con la misma firmeza que antes y lo deja sobre sus piernas, sin embargo, parece que no se atreve a abrirlo. Suspira y pasa las manos por el borde de la tapa, dudando entre sin ver el contenido o dejarlo oculto por algo más de tiempo.

—¿Crees que estoy preparado para soportarlo? —cuestiona en un susurro.

Asiento con la cabeza y le sonrío. Él, sin perder más tiempo, levanta la tapa de golpe y se queda mirando lo que hay en el fondo de la caja. Su ceño se frunce y sus movimientos se vuelven lentos. En el momento en el que sus manos sacan el objeto que hay dentro, le veo llorar a moco tendido.

Es un CD, el cual viene con una pequeña nota pegada en la portada de la pequeña cajita trasparente que lo protege.

Phillip se limpia las lágrimas con los brazos y, luego, me muestra su regalo para que pueda leer lo que hay escrito en ese pequeño trozo de papel. En él pone lo siguiente:

"Eres el latido que me ha mantenido y me mantendrá vivo."

—Quiero verlo —sentencia y se levanta de la cama abrazando el CD.

—Son las tres de la mañana, Lipy.

—Me la sopla. —Corre hacia el salón.

—¡Esa boca!

—¡Ven o lo veré yo solo! —advierte en la lejanía.

Ruedo los ojos y me encamino hacia el salón. Phillip se encuentra colocando el disco en el reproductor que hay al lado del televisor con toda la rapidez del mundo. Mientras que él lo prepara todo, me siento en el sofá y espero con paciencia a que termine. Una vez que se asegura de que está todo listo, coge el mando a distancia y se viene a sentar a mi lado. Se acurruca bajo mi brazo y le da al Play.

En la pantalla empiezan a salir vídeos en los que se nota la antigüedad que tienen encima. Escucho las voces de una familia que era feliz y veo a Charlie sentado frente a una mesa, con una tarta de cumpleaños que sostiene una vela encendida con el número cinco, justo delante. Al lado derecho hay un chico de diecisiete años que no para de apagar la llama de la vela que Margott intenta prender una y otra vez entre regaños; es Axel.

En los brazos del hombre se encuentra el pequeño de cinco años, el cumpleañero, Phillip. Este no para de lloriquear porque su hermano sopla la vela que le corresponde soplar a él. No puedo evitar reírme al ver el manotazo que el niño le suelta a su hermano mayor en la cara por pesado.

La mujer consigue prender la vela mientras que Charlie le tapa la boca a Axel para que no haga de las suyas. Margott se posiciona detrás de su familia para salir en el plano de la grabación y, luego, da la señal para que todos comiencen a cantar la canción propia en estos casos.

Cuando finalizan, se hacen presentes los aplausos y las risas del pequeño Lipy. Cuando este apaga la vela, otro vídeo diferente se graba en nuestras retinas. Esta vez, Phillip es tan solo un bebé y es un Axel más pequeño quien le tiene entre sus brazos intentando dormirle. Él canturrea una canción de cuna inventándose la letra: "Duérmete, mocoso. O yo mismo llamaré al Coco para que te engulla de una vez".

—Le echo de menos —murmura Lipy contra mi pecho.

Aprieto su hombro con suavidad.

—Yo también, cariño.

🐈

Mis ojos están fijos en la lápida de Axel, repasando con la mirada cada grabado que hay en la piedra. Desde su nombre hasta su fecha de nacimiento y muerte. La cálida brisa de verano se cuela entre las hebras de mi cabello y mis prendas de vestir, moviéndolas a un ritmo irregular.

No sé por cuánto tiempo he estado aquí de pie mirando su tumba, solo sé que he venido aquí a las pocas horas de haber terminado de ver el CD con las recopilaciones de las grabaciones familiares de los Williams. Dorian ha llegado esta mañana con Bonnie para llevarse a dar un paseo a Phillip junto con Sparkie y yo he aprovechado para venir aquí. Lo más posible es que ya estén de vuelta.

—Hemos ganado y aún no nos hemos dado cuenta. —Una voz familiar se hace presente a mi espalda.

Me doy la vuelta y, después de años sin verle, él aparece ante mí. Aunque algo castigado.

—Fred... —pronuncio su nombre.

Él se acerca, con una leve cojera a mí y no tarda en envolverme entre sus brazos para darme un fuerte abrazo.

—Hace una hora que me soltaron, bella flor —me hace saber con alegría—. Fui a tu casa y Dorian me dijo que estarías aquí, así que he venido a verte. —Se aleja unos centímetros de mi cuerpo—. Bueno, y a él también. —Señala la tumba de su amigo.

Sonrío y le analizo de pies a cabeza. Su cojera no me ha pasado desapercibida y tampoco las pequeñas cicatrices que hay repartidas por su rostro, algunas más profundas que otras. ¿Qué demonios le han hecho?

—¿Qué te ha pasado, Fred?

—Muchas cosas, Kelsey —responde—. Y prefiero no decírtelas. Los favores que pedí para avisarte de lo de Axel me pasaron factura.

Hago una mueca de dolor y decido no ahondar en el tema. No quiero obligarle a contarme algo que no quiere y que seguro que le ha hecho mucho daño, tanto de forma física como mental. Cojo una bocanada de aire y me dispongo a preguntarle sobre algo que ha dicho al principio y que me ha dejado un poco descolocada.

—¿A qué te refieres con que hemos ganado?

Fred sonríe.

—Axel vino un día antes del juicio de Coraline a contarme lo que pensaba hacer —relata—. Me dijo que se sacrificaría él por salvar nuestras vidas, pero también me dijo algo más. —Hace una pausa que me llena de incertidumbre—. Que aprovecharía eso para poner a la ayudante de mi tía en tu punto de mira. Para que la capturases. Él confiaba en que darías con su paradero tras el disparo. Nos dejó la batalla ganada.

Arrugo el entrecejo y pienso en sus palabras con detenimiento. No tardo en recordar lo último que me dijo Axel antes de morir: "Para ganar hay que estar dispuesto a perder. Sé que lo harás bien." Oh, mierda. ¿Se refería a esto?

—Hemos ganado, Kelsey —repite—. Y si quieres más motivos, te los doy. Hemos liberado a los habitantes de Nueva Orleans de los Árticos y de los Cobras. Has limpiado el nombre de Axel, que era tu principal objetivo. Y, por último, has llevado a juicio a Coraline y detenido a Serene. Y ella ya está muerta.

Serene, al año de haber ingresado a prisión, la mataron. Las presas se encargaron de meterle la cabeza en uno de los retretes de los baños y dejarla en remojo ahí hasta soltar su último aliento en forma de burbujas. Para cuando la encontraron ya estaba muerta. Nuestra historia no solo ha alcanzado a las personas que están fuera de la cárcel, sino también a las de dentro. Cuando se enteraron de la noticia, les mosqueó tanto que quisieron tomarse la justicia por manos propias. Al menos es lo que dijo una de las involucradas.

—Y déjame decirte algo más. En la cárcel no se habla de otra cosa que no sea de Axel y, cuando he salido a la calle, me he dado cuenta de que el resto de la gente tampoco para de hablar de él —añade—. Axel se ha convertido en una leyenda. Ese capullo va a vivir más que tú y que yo juntos, porque solo muere el que es olvidado. Y él es difícil de olvidar.

—Ya te digo que es difícil. —Retengo las ganas de llorar.

Fred se ríe con ternura y me vuelve a abrazar, esta vez con más fuerza. Nos quedamos así por un minuto, reconfortándonos el uno al otro. Después, él deshace el abrazo.

—Bueno, yo tengo que irme a ver si consigo arreglar lo que sea que quede entre Ann y yo —avisa soltando un suspiro—. Pero antes quiero darte algo que me ha dado Phillip para ti.

Arrugo la nariz con curiosidad y sigo todos y cada uno de los movimientos de Turner. Este mete su mano en el bolsillo tarsero de sus pantalones y saca mi placa de policía y lo que parece ser una fotografía. Inmediatamente me lo tiende y yo lo tomo con lentitud al no entender muy bien por qué motivo me ha querido dar esto justo ahora.

—Nos vemos otro día, adiós —se despide con alegría.

—Hasta pronto, Fred.

Dicho esto, él se da la vuelta y emprende el camino de regreso. Yo me dedico a ver la fotografía. Es esa que Axel y yo nos hicimos en casa, en la que él sale mirando mi boca y haciéndole caso omiso a la cámara. Los recuerdos me aceleran el pulso y las ganas de llorar aumentan. Al darle la vuelta, veo que tiene algo escrito con la letra de Lipy: "No permitas que pase otra vez."

Lo entiendo. Phillip quiere que vuelva a comisaría y, muy en el fondo, yo también quiero.

Me giro y vuelvo a poner mis ojos en la lápida de Axel.

El 14 de enero de 2018 fue el día en el que nació una leyenda que será recordada durante mucho tiempo.

El día en el que Axel, siendo ya un alma libre, decidió sacrificarse por aquellos a los que amaba.

El día en el que Axel se volvió inmortal.

El día en el que, sin saberlo, habíamos ganado.

Holi 🥺

Cuando terminé «Liberación» os dejé una notita al final de este mismo capítulo dándoos las gracias, pero estaba tan disgustada por el hate que recibí en su momento por el final del libro, que creo que no os dije todo lo que os quería decir. Así que ahora, aprovechando que acabo de terminar de subir las correcciones, quiero hacerlo bien.

Empecé a escribir esta historia con 16 años y la terminé casi con 18. Ha pasado mucho tiempo desde entonces y me genera mucha nostalgia estar escribiendo aquí de nuevo, así que me vais a permitir que me ponga algo sentimental.

Sé que no puedo contentar a todo el mundo, que a algunos os habrá gustado más y a otros menos, pero aun así os quiero agradecer que me hayáis acompañado desde principio a fin. Casi podría decirse que me habéis visto crecer leyendo esta bilogía.

¿Quién me iba a decir a mí que lo que empezó con un simple gatete iba a acabar en algo mucho más grande? Porque, para quiénes no lo sepáis, Bagheera, la pantera de «El libro de la selva», me inspiró para crear esta bilogía. Necesitaba una excusa para escribir una historia en el que la prota o el prota tuvieran un gato negro llamado así, y aquí la tenemos.

No nos vamos a engañar, la verdadera estrella aquí es Bagheera, ¿a que sí? 😌

Gracias, de verdad. Por cada voto, por cada comentario y por cada mensajito que me habéis hecho llegar. Por todo vuestro apoyo. Sois lo más, mi tesorito más preciado. Os quiero mucho.

Espero que hayáis disfrutado vuestro paso por «Criminal» y «Liberación», ojalá nos leamos pronto de nuevo. Os mando un besito y un abrazo enorme, pañuelos si los necesitáis y un helado para ahogar las penas. 💚

Besooos.

Kiwii.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro