👑🌹 Capítulo 5
—Buenos días, señor Meadows —le saludo en cuanto entro en su despacho.
Este levanta la mirada de entre unos papeles que estaba mirando y la fija en mí, sonriente. Parece estar bastante contento en el día de hoy, ya se le pasaron los malos humos del comienzo. No sé si me siento mejor por ello o lo echo de menos.
—Buenos días, niña. —Ensancha más la sonrisa—. Pensé que vendrías antes.
—Es que tenía que llevar a Phillip al colegio —explico mientras me acerco a su mesa con lentitud—. Oiga... debo pedirle una cosa para seguir con mi trabajo.
Bajo la mirada hasta las hojas del informe del caso de Axel que sujeto entre mis manos. Ya no puedo tenerlo por casa porque Phillip vive conmigo ahora. No sería muy agradable que él viese alguna de las fotografías de los cadáveres, por lo que, ya que tengo mi propio despacho, he decidido traerlo aquí.
—Tú dirás. —Entrelaza los dedos de sus manos sobre la mesa, esperando a que continúe hablando.
—Me gustaría entrar en el escenario del crimen para situarme en los hechos que ocurrieron allí y buscar algo que pueda ayudarme con el caso, por lo que necesito un permiso —comento.
Subo la mirada hasta la suya. Marshall, sin decir ni una sola palabra, abre uno de los cajones de su escritorio para luego sacar una hoja de papel escrita a máquina y sellado en una esquina con tinta azul. Arrugo el entrecejo.
—Me he adelantado. —Deja el impreso sobre la mesa—. Te conseguí el permiso ayer.
Mis ojos se abren de par en par ante la noticia que acaba de darme, dejándome en un estado de estupefacción que no me permite pensar las palabras que quiero decir, correctamente. Sinceramente no me lo esperaba.
Sabía que, si yo misma se lo pedía, él me lo conseguiría sin problema, pero el hecho de que se haya adelantado para facilitarme las cosas... vaya. La evolución que ha pegado este hombre conmigo no la creía posible. Sí, este Marshall me gusta más que el anterior.
—Muchas gracias —agradezco en un hilo de voz apenas audible.
—Toma la orden de registro. —La coge de la mesa y me la tiende—. Hay algo que debes saber. Han pasado seis años desde que se cerró el caso, por lo que la casa está ocupada por una familia. Para entrar debes enseñarle el permiso —dice con seriedad en su voz.
Asiento con la cabeza para hacerle saber que he entendido todo lo que me ha dicho y luego cojo el permiso de entre sus dedos. Pues lo de buscar nuevas pistas ya no va a ser posible. No creo que se hayan quedado con las cosas de la familia de Axel, aunque bueno, nunca se sabe.
—Te aconsejo que intentes averiguar más cosas sobre la persona culpable preguntándole a Axel o al otro testigo —me aconseja y cruza los brazos sobre su pecho.
Eso no hacía falta que me lo dijera, está claro que lo voy a hacer de todas formas. Y la primera persona en la que había pensado, es Axel, aunque posiblemente me mande a la mierda otra vez. Pero por intentar no pierdo nada.
—Sí, señor. —Asiento—. Voy a dejar esto en mi despacho y ahora me pongo a trabajar. —Le muestro el informe en una de mis manos.
—De acuerdo.
Una vez que escucho su aprobación, me doy la vuelta y salgo de su oficina. Saco las llaves que abren la puerta de mi nueva sala de trabajo de uno de los bolsillos de mi abrigo, para luego acercarme lentamente a la entrada de la misma. Una vez que estoy a tan solo unos pasos de ella acerco la llave a la cerradura, pero antes de que pueda hacer lo propio, la puerta se abre de golpe.
Una mujer de unos treinta años de edad, de pelo corto, a la altura de sus hombros y marrón oscuro, aparece en mi campo de visión. Sus ojos azules suben hasta los míos en cuanto se da cuenta de la situación, haciendo que una cálida sonrisa aparezca en sus labios pintados de un rosa claro. Y debo decir, que en el tiempo que llevo trabajando en esta comisaría, no la había visto nunca. Hasta ahora.
—Uy, hola. —Se muestra tímida—. ¿Es tu despacho? —indaga señalando la sala a su espalda.
—Así es —respondo con el ceño fruncido—. ¿Qué hacías ahí?
—Estaba limpiando y organizando un poco las cosas. Me pidieron que lo hiciera, ya que pronto iba a ser el puesto de trabajo de alguien —explica con total tranquilidad, enseñándome su alineada dentadura en un amable gesto.
En ese momento, mis ojos se desvían hacia su cuerpo, viendo así que está vestida con la ropa que les corresponde a las personas que trabajan limpiando las estancias de cualquier edificio. A parte de que a su espalda se encuentra un pequeño carro en el que lleva todo lo necesario en su trabajo.
—Soy Lina, la nueva encargada de la limpieza —se presenta al notar que ninguna palabra sale de mi boca.
—Ah, encantada. Yo soy Kelsey. —Le tiendo la mano, haciendo que ella me la estreche al instante.
—Lo sé. Eres la que lleva el caso de Williams —afirma sonriente—. ¿Es verdad que es inocente?
Al formular esta pregunta, ella ladea la cabeza y me observa con curiosidad en sus ojos, lo que en cierto modo me pone alerta. Asiento con la cabeza levemente, al mismo tiempo que aparto mi mano de la suya.
—¡Vaya! Espero que puedas demostrarlo. No me imagino lo que será para ese chico haber sido acusado injustamente. Suerte con ello —expresa con un entusiasmo que no consigue llegarme a inspirar mucha confianza.
Bueno, viendo cómo está la situación... no me fío de casi nadie.
—Gracias... —agradezco.
Lina agarra el manillar del carro de la limpieza y sale de mi despacho en cuanto me aparto para dejarle espacio. Me quedo unos instantes observando cómo se marcha y, luego, entro en la sala para dejar sobre la mesa el informe de Axel, a excepción de las fotografías del escenario del crimen y el permiso; esas cosas las voy a necesitar.
Una vez que me guardo dichas fotografías junto con la orden de registro en uno de los amplios bolsillos que hay por dentro de mi abrigo, me doy la vuelta y salgo del lugar. Tras cerrar la puerta con llave, comienzo a caminar hacia el ascensor con pasos apresurados.
🐈
Subo el último escalón para llegar a la planta en la que reside Axel y me aproximo con lentitud a la puerta de su piso. Allí me quedo observándola hasta mentalizarme de lo que puede y no puede pasar cuando sepa la razón por la que he venido a fastidiarle hoy. Bueno, asalto número dos.
Estiro la tela de mi abrigo hacia abajo para colocarla y prepararme mentalmente para otra ronda de, posiblemente, desprecios e insultos hacia mi persona. Respiro hondo y me aclaro la garganta; pues allá que voy.
Levanto el brazo y, segundos más tarde, dejo caer mis nudillos sobre la madera. Espero durante un rato a que él venga a abrirme, en cambio, eso no ocurre, por lo que vuelvo a llamar, esta vez más fuerte que antes. Justo en este momento caigo en la cuenta de que es muy temprano y que posiblemente él esté durmiendo. Genial. Ahora le voy a tener de mal humor.
Al poco tiempo, sus pasos acercándose a la entrada se hacen presentes en el lugar. La puerta se abre y mis ojos dan con los suyos al instante, pero su aspecto adormilado y la ausencia de camiseta me confirman que estaba durmiendo. Jé.
—¿Qué coño quieres ahora? —inquiere con la voz ronca.
Williams suelta el picaporte de la puerta y me mira con seriedad y de brazos cruzados. Esto hace que sus pectorales se tensen y que tenga que volver a carraspear para centrarme en lo que he venido a hacer aquí. Por favor, Kelsey, no estás aquí para verle la tableta de chocolate.
—Vengo a interrogarte...
Al soltar la bomba, me permito analizar cada parte de su cara para poder descifrar la reacción que va a tener. Este rueda los ojos a la vez que un sonoro suspiro de frustración sale de sus adentros. Voy a volver a hablar, pero mis palabras son interrumpidas con el sonido de su puerta cerrándose con un fuerte golpe en mis narices... una vez más.
—Negarte a colaborar va en contra de la ley —le hago saber en un tono de voz lo suficientemente alto como para que pueda escucharme.
—¡Qué te den! —grita él desde el interior de su piso.
Vale. A Axel le dejo para el final.
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