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👑🌹 Capítulo 34

Las puertas de la parte trasera de la furgoneta son abiertas por dos chicos, en el instante en el que el motor deja de funcionar. En cuanto ambos bajan de ella, nos hacen señas con las manos para que descarguemos el material que nos será necesario para poder poner en marcha el plan. Tras levantarnos del suelo del automóvil, cada uno carga con lo que puede y se lo pasa a los jóvenes que están fuera, quienes no tardan en colocarlo sobre el asfalto de la carretera. Los que terminan, bajan con ellos.

Agarro uno de los sacos blancos que, en el momento en el que me lo echo a la espalda para llevarlo con mayor facilidad, suena como cristales chocando entre sí. Deben de ser las botellas para hacer las bombas de las que Jayden nos habló con anterioridad.

Al ver que aún puedo llevar algo más, me acerco a uno de los bidones de gasolina y lo cojo con la mano que me queda libre. Una vez que me aseguro de tenerlo todo bien sujeto, me doy la vuelta y camino hacia la salida de la furgoneta. Les paso las cosas a las personas que se encuentran fuera, que ya son la mayoría, y, a continuación, bajo de un salto.

Esto causa que me balancee un poco por la pérdida momentánea del equilibrio, sin embargo, Andriu no se demora en posicionarse a mi lado para evitar que me precipite al suelo, cosa que le agradezco con una pequeña sonrisa. Ella me la devuelve, pero con ese aire tristón que llevaba desde horas atrás.

—Kelsey, toma. —La voz de Axel se hace presente a mi espalda.

Cuando me doy la vuelta, le veo todavía dentro del automóvil, tendiéndome un par de cinturones con las balas de cada una de nuestras armas. Estiro los brazos hacia a él y tomo las cosas entre mis manos. Hecho esto, se lo paso a la pelo azul para que vaya poniéndolo donde corresponda.

Vuelvo a girarme y le ofrezco una mano a Axel, con la intención de ayudarle a descender. Tras agarrarla, salta del vehículo. En cuanto se sitúa a mi vera, dirige la mirada hacia nuestras manos entrelazadas, con el ceño ligeramente fruncido.

—Tienes frío —afirma subiendo sus ojos hasta los míos.

Asiento con la cabeza para confirmar lo obvio. No le falta razón, creo que parezco un cubito de hielo, y solo porque no se me ha ocurrido coger un abrigo antes de salir de casa.

Sin yo esperármelo, él toma mi mano libre y lleva ambas hacia su boca. Su cálido aliento da contra la piel de estas, lo que hace que yo vuelva a sentirlas al cabo de unos segundos. Nuestros ojos están fijos en los del otro y, por unos instantes en los que me sumerjo en ellos, todo lo que hay a mi alrededor no existe. Desaparece, como si de un sueño del que te estás despertando se tratase. Pero este sentimiento se va igual que ha venido cuando la voz de Jayden hace acto de presencia.

—No te preocupes por eso, Axel —interviene el dilatas—. Pronto todos entraremos en calor.

Desviamos la vista hacia a él, quien se encuentra a unos pasos de nosotros. Este le echa una rápida mirada a los edificios del polideportivo para hacernos ver a lo que se refiere.

Axel aparta mis manos de sus labios, sin soltarlas en ningún momento. Jayden camina hacia la furgoneta y se dispone a cerrar ambas puertas; acto seguido, las golpea un par de veces con unos de sus puños para hacerle la señal al conductor de que ya se puede marchar. Esta acción logra confundirme un poco, y mucho más cuando el automóvil vuelve a arrancar y comienza a alejarse del lugar.

—¿Por qué se va? —cuestiona Fred con confusión en su voz.

Cuando posamos la vista en él, podemos observar su cara de incredulidad ante la situación, mientras que las personas que han decidido acompañarnos en esta rebelión se mantienen con una expresión facial neutra, como si ya supiesen de que va todo esto.

Una chica en concreto, ni siquiera presta atención a lo que pasa a su alrededor, simplemente se queda sentada en el suelo mientras se dedica a recargar todas y cada una de las armas con su respectiva munición. Parece tan despreocupada y ajena a todo lo que le rodea, que me sorprende. No creo ser la única que está nerviosa por lo que estamos a punto de hacer, pero al ver su actitud me hace creer que es así. Que soy la única a la que le tiemblan las piernas y le duele el estómago.

—No podemos llamar tanto la atención cuando huyamos, es mejor ir a pie. No se levantarían tantas sospechas. La ciudad está repleta de cámaras para regular el tráfico; pillarían nuestra matrícula en muy poco tiempo —le explica Jayden.

Fred abre un poco la boca y, seguidamente, termina por asentir con la cabeza para darle la razón.

—¿Está todo listo? —añade el dilatas, mirándonos a cada uno de nosotros.

—Sí —responde la joven de antes, metiendo la última bala en el cargador de una de las pistolas.

Hecho esto, coloca la pieza en su sitio correspondiente y luego se levanta del suelo. Tras coger unas cuantas armas entre sus brazos, se va acercando a cada persona para entregarle una.

—Usadlas solo en caso de emergencia, no os lieis a tiros con cualquier civil curioso —agrega con seriedad en su rostro.

Cuando ella llega hasta Axel y a mí, nos entrega un revólver a cada uno. Una vez que ha terminado, se vuelve hacia Jayden y le hace un gesto con ambos brazos para hacerle saber que ha finalizado su tarea. El dilatas traga saliva y cierra sus manos con fuerza. Esto me indica que él también está un poco nervioso. Tras aclararse un poco la voz, se dispone a hablar.

—Ya sabéis donde tenéis que ir. Cuando terminéis quiero que salgáis corriendo, nada de esperar a los que se queden atrás. Idos a casa. ¿Entendido? —Muestra firmeza.

Todos le damos una respuesta afirmativa.

—Bien, pues id a vuestros puestos —prosigue.

Las personas que Jayden trajo consigo, cogen los materiales que van a utilizar y se dirigen a paso rápido hacia la entrada del recinto.

—Axel, Fred, Andriu —les llama el dilatas, haciendo que estos pongan su atención en él—. Id con el grupo que se ocupará del interior de los edificios. Allí os asignarán uno de los dos.

Fred y Andriu se ponen en marcha sin mediar palabra. Cuando estos dos ya están dentro del lugar y bastante lejos, Jayden vuelve a hablar.

—Cuida de Andriu, por favor —le pide a mi novio, suplicante.

—Descuida —contesta él.

Axel, antes de irse, pega sus labios a los míos en un beso que apenas dura dos segundos. Jayden, en el instante que le ve alejarse de aquí, se acerca con pasos lentos a mí y dice lo siguiente:

—Nosotros iremos al tejado.

Dicho esto, comienza a caminar hacia la valla metálica caída que hace de puerta. Hacía tanto tiempo que no venía a este sitio, que ya se me había olvidado que para acceder al recinto era necesario cruzar por ahí.

Sin perder más tiempo, camino tras él. Cuando pasamos al otro lado, nos dirigimos con pasos rápidos hacia nuestro grupo, el cual se encuentra al final del segundo edifico, el que está más alejado. Ellos son tres, dos chicos y una chica. Los dos muchachos ya están preparando las bombas Molotov, ya que puedo ver cómo echan distintos líquidos en el interior de las botellas de cristal para luego meter parte de un trapo.

Una vez que hemos llegado, la joven nos da un bidón de gasolina para que comencemos la operación relatada hace horas en el local. Nadie habla, solamente siguen haciendo sus respectivas tareas. El dilatas me hace un gesto con la mano para que le siga. Ambos andamos hasta el final de la fachada del edificio, donde se encuentran unos barrotes incrustados que hacen de escalera.

El primero en subir es Jayden, quien se las apaña muy bien para ascender con una sola mano, ya que en la otra lleva la gasolina. En cuanto veo que él ya va por la mitad del trayecto, agarro bien el bidón que llevo entre los dedos de mi mano derecha y, a continuación, me dispongo a trepar por los barrotes oxidados. El chirriar de estos a cada paso que doy, hace que se me ponga la piel de gallina. Por no hablar de que el viento se vuelve más fuerte y temo que me tire.

De vez en cuando miro hacia a arriba para ver cuánto me queda, pero está tan alto que se me empieza a hacer eterno. Así que vuelvo a pegar la mirada en las barras metálicas para saber dónde pongo mis pies y mi mano libre.

Después de un rato, llego a mi destino. Dejo la gasolina sobre el tejado para tener mis extremidades superiores desocupadas y así poder impulsarme hacia arriba. Cuando realizo esta acción, subo una de mis piernas; acto seguido, hago lo mismo con la otra hasta quedar tumbada boca abajo sobre el techado.

En el instante que voy a ponerme en pie, me fijo en el material del que están hechas las tejas del techo. Son de amianto, y, si no me equivoco, es tóxico. No podemos quemar esto.

—Jayden, esto es...

Antes de que pueda seguir hablando, el dilatas me lanza un pañuelo de tela.

—Cúbrete la nariz y la boca con eso —pide señalándolo levemente.

No pronuncio queja alguna y recojo el trapo, para luego levantarme del tejado. Desdoblo el pañuelo y me lo pongo alrededor de mi rostro, cubriendo las zonas que el dilatas me ha mencionado. Tras asegurarme de que el nudo está bien apretado, me dispongo a coger el bidón que había dejado antes a un lado y espero paciente a las indicaciones de Jayden. No pasa mucho tiempo hasta que él decide volver a hablar.

—Ve al primer edificio, yo me ocupo de este. —Es lo único que dice.

Él se da la vuelta y comienza a derramar la gasolina por sus alrededores. Lejos de querer estar perdiendo el tiempo, me encamino hacia el otro tejado para realizar la tarea encomendada. Me muevo con pasos rápidos, pero al mismo tiempo cautelosos; las tejas suenan bajo mis pies y tengo la sensación de que puedo abrir un boquete con solo mirarlas.

En el momento en el que ya estoy pisando el tejado del edificio que había sido nombrado por la letra "A", destapo el bidón de combustible y comienzo a esparcirlo por el lugar. Me voy desplazando de a poco para cubrir cada centímetro. El olor que el líquido desprende me inunda las fosas nasales, a pesar de que tengo la zona resguardada por el trapo, no pasa desapercibido.

Cuando estoy a punto de acabar, un gran estruendo provoca que pegue un salto hacia atrás, asustada. Me doy la vuelta para poder ver de dónde ha venido, y es entonces cuando veo que el tejado del edificio "B" ha cedido bajo los pies de Jayden. Ahora él está con una de sus piernas dentro del agujero, mientras que el resto de su cuerpo se encuentra fuera, haciendo el esfuerzo de no caer.

De inmediato, tiro el barril y echo a correr hacia a él. Vigilo con detenimiento mis pisadas en las tejas, para evitar apoyarme sobre las que están en peor estado. Una vez que he llegado hasta el dilatas, le agarro de los brazos y tiro de él para poder sacarle del boquete. Este gruñe a causa del dolor que le estoy causando, ya que le estoy apretando con todas las fuerzas que tengo para que no se me escurra.

—¡Jayden! —grita la voz de Axel, proveniente desde abajo.

En cuanto consigo sacarle lo suficiente de la abertura, él alza la pierna hasta que consigue ponerla sobre el techado de nuevo. Con ayuda de mi agarre, se pone en pie. Su respiración agitada resuena por el lugar.

—¡Estoy bien! —chilla Jayden, con la intención de hacerle saber a Williams y al resto que no ha pasado nada grave—. Gracias —me agradece en un susurro.

—Estamos en paz. —Encojo ligeramente los hombros—. Vamos, terminemos con esto.

Dicho esto, ambos nos dirigimos a las escaleras, nuevamente. A la hora de bajarlas, esta vez nos es más fácil, ya que tenemos las manos desocupadas. Al llegar abajo, uno de los chicos nos da una de las tantas botellas que estaban preparando. Junto con esto, nos entrega también un mechero para prenderle fuego al trapo antes de lanzarlas.

Los integrantes de nuestro pequeño grupo ya tienen los pañuelos cubriéndoles el rostro; sabían de antemano a lo que se iban a enfrentar, por lo que se ve.

—Avisad a los del edificio "B" para que le prendan fuego ya —les pide el dilatas mientras se cubre el rostro con su respectivo trapo.

La chica, sin decir nada al respecto, estira su brazo hacia el cielo con la pistola entre sus dedos y aprieta el gatillo. El sonido que la bala ha provocado al ser expulsada, da comienzo a la segunda fase del plan. La luz de las llamas sale por las ventanas del edifico mencionado, haciéndonos ver que este ya ha sido quemado y que nosotros ya podemos seguir con el tejado.

El primero en lanzar la bomba Molotov es el otro chico, y tenemos la suerte de que la cuela en el sitio indicado. Seguido de él, lo hacen los demás, dando justo en el blanco. El techado comienza a arder en apenas unos instantes.

Enciendo el mechero y prendo fuego al trapo blanco de la botella. Miro hacia el techado y me pongo en posición de lanzamiento. Me quedo un par de segundos pensando en que, posiblemente, no sea capaz de hacer llegar la bomba hasta allí arriba. Al fin y al cabo, está muy alto.

Decido apartar esas ideas negativas de mi cabeza y procedo a tirar la botella hacia dicha zona. Sin embargo, en vez de caer sobre las tejas, se rompe contra la fachada, a unos metros de mi objetivo. El ruido de un disparo se hace presente en el lugar. Todos desviamos la mirada hacia el siguiente edificio, el cual ya está ardiendo.

—Kelsey, coge otra y ve tirándolas al "A". Luego corre —ordena Jayden, prendiéndole fuego a otra bomba.

Hago lo que me pide y agarro un par de las botellas que hay preparadas en el saco. Hecho esto, corro hacia el primer edificio. En cuanto llego, no puedo evitar mirar hacia mi derecha, viendo así a la gente encargada de quemar el interior salir corriendo hacia la salida del reciento.

Vuelvo la vista a donde me corresponde y enciendo una de las bombas. Acto seguido, la lanzo. Esta tampoco consigo colarla en el techo, vuelve a romperse contra la pared. Suelto un suspiro de frustración y prendo la otra. Adelanto un pie y echo el brazo hacia atrás, para coger impulso. Cojo aire por la nariz y lo suelto poco a poco por la boca. A continuación, la arrojo con todas mis fuerzas. Esta vez, lo consigo. El tejado comienza a arder por una parte.

Antes de que pueda siquiera girarme para ver cómo van Jayden y los demás, él aparece en mi campo de visión, corriendo hacia a mí. En el momento que llega a donde me encuentro, me agarra del brazo y tira de mí para que yo también empiece a correr junto a él.

—Ellos se ocuparán del resto —me comenta—. ¿Han salido Andriu y los demás?

—No los he visto —respondo entre jadeos, sin dejar de correr.

Justo en el instante en el que llegamos a la valla metálica caída, Axel aparece al otro esperándonos. Jayden frena en seco y camina hacia a él; yo le imito.

—¿Qué parte no has entendido de "salid corriendo, no esperéis a nadie"? —le regaña este, notablemente cabreado.

—No he visto salir ni a Fred ni a Andriu —contesta Axel, ignorando la pregunta del dilatas.

El corazón me pega un vuelco ante sus palabras.

—Habrán salido antes que tú, ¿no? —cuestiono con los nervios a flor de piel.

Mantengo los ojos en él, quien nos observa sin saber muy bien lo que decir.

—N-no tengo ni idea —tartamudea, asustado.

Jayden va a hablar, pero una explosión procedente de los edificios del polideportivo, le hace callar. Los tres nos giramos en el acto, viendo así las tejas de amianto bolar por los aires junto con el humo negro y las llamaradas azotando el cielo.

Los dos chicos y la chica que faltaban por huir, pasan corriendo por nuestro lado, como si su vida dependiera de ello.

—Joder, estarán en el local —pronuncia Jayden con voz temblorosa; aunque ha parecido como si quisiera autoconvencerse de ello, cosa que logra ponerme más inquieta.

Nos echamos una rápida mirada entre los tres, decidiendo que hacer. Pero otra explosión más y el sonido de las sirenas de los coches patrulla sentencian nuestra decisión. Todos echamos a correr.

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