👑🌹 Capítulo 28
Un coche de color negro, específicamente un Seat, aparece justo enfrente de mí, a unos pasos de la entrada de la comisaría. Me quedo parada durante unos segundos mientras me dispongo a observarlo con detenimiento. Al poco tiempo, la ventanilla que corresponde al sitio del conductor se baja, dejándome ver así a un Fred sonriente con unas gafas de sol puestas.
Comienzo a reírme sin poder evitarlo; Fred es un ridículo andante. Son las ocho de la tarde, está anocheciendo y no hay sol que pueda llegarle a molestar como para que use ese accesorio en concreto. Por no hablar de que hoy no ha sido un día soleado en ningún momento.
—Admira mi nuevo bólido, bella flor —pronuncia curvando sus labios en una sonrisa felina.
Arqueo una ceja al escuchar de nuevo ese horroroso mote y, tras negar levemente con la cabeza, camino hacia el vehículo aparcado cerca del arcén de la acera en la que me encuentro. Me agacho un poco para poder meter mi cabeza por la ventanilla y así poder estar más o menos a su altura; es entonces cuando me percato de la presencia de Axel en el asiento del copiloto y de la de Phillip en la parte trasera, quien me observa con alegría.
—Al final te has salido con la tuya y te lo ha comprado, eh... —comento empujando el hombro del moreno en forma de broma.
En el instante en el que estas palabras salen de mi boca, noto como Axel baja la mirada y se lleva una de sus manos a la nuca, como si estuviese avergonzado.
—En realidad no lo he comprado yo —admite este observando un punto fijo en el suelo del automóvil—. No me ha dejado pagarlo.
Frunzo el ceño con confusión al no entender muy bien la situación, sin embargo, a los pocos segundos me doy cuenta de lo que sucede. Williams me dijo que no tenía dinero suficiente para pagar a un abogado, así que dudo que lo tenga para comprarle un coche a su amigo.
—Cuando consiga un trabajo te lo iré pagando a plazos —le dice a su amigo luego de subir la vista hasta su rostro—. Te lo prometo.
—No, no te voy a dejar —asegura Turner negando con la cabeza—. Me da igual que lo haya pagado yo, tú me lo has regalado. Y eso es lo que voy a ir diciendo, hermano.
No puedo evitar sonreír por la ternura que ambos me provocan. Me alega saber que han hecho las paces, que se han perdonado. Las cosas serían muy distintas si estuviesen peleados todavía.
—Por cierto, ¿qué hacéis aquí? —inquiero.
—Quería que vieras esta preciosidad —responde el moreno mientras se baja las gafas de sol por el puente de la nariz.
—Y hemos quedado con el resto en el nuevo local —añade Axel inclinándose un poco hacia adelante para poder verme mejor—. Quieren que veamos cómo ha quedado.
—Acordémonos también de que te quieren matar, Kelsey —me recuerda nuestro amigo—. Ahora mismo, tanto Axel como tú corréis un grave peligro. Tú por ser el objetivo y él por quererte tanto. Pueden usarle de cebo. Es mejor que ninguno de los dos os quedéis solos.
—Fred, ahora todos estamos en peligro. No solo nosotros dos.
Al decir esto, él se queda unos segundos en silencio, sin embargo, luego asiente con la cabeza dándome la razón. Cuando veo que este comienza a subir la ventanilla del coche, no les hago perder más tiempo y me dirijo a la parte de los asientos traseros. Abro la puerta y me siento en mi respectivo lugar, justo al lado de Phillip, quien no tarda en poner sus ojos en mí; antes, en el instante en el que me había visto, estaba feliz. Ahora está algo más serio y creo saber el porqué.
Está asustado, y es entendible. Yo también lo estoy.
Tras volver a cerrar la puerta, me abrocho el cinturón de seguridad. Al notar que Lipy sigue observándome, extiendo mi mano derecha hacia él. El pequeño no duda en entrelazar sus dedos con los míos y, al parecer, esa simple acción ha conseguido calmarle, ya que una cálida sonrisa se abre paso en sus labios.
—Oye, Kelsey —me llama Axel.
Desvío la vista hacia a él, quien está girado levemente en mi dirección para poder verme. La expresión seria de su rostro ya hace que mi cabeza se haga una idea de lo que quiere preguntar.
—¿Te ha contactado?
Su voz sale de forma apresurada, se puede ver a simple vista que está impaciente por saber del tema y que busca una respuesta positiva al respecto. Pero por mucho que me duela, voy a tener que decepcionarle, pues no he tenido ni una sola noticia de Dean; a pesar de que he hecho todo lo posible hoy para llamar su atención, por supuesto, dentro de los límites establecidos por mí para no correr riesgos innecesarios.
—No. —Niego con la cabeza—. Si en lo que queda de día no sé nada de él, mañana mismo dejaré el caso.
Su expresión cae abatida al escuchar mi sentencia, posando sus ojos en algún punto concreto del suelo del coche. Él asiente con lentitud y luego regresa a su posición inicial en su asiento. Fred, al ver el estado y reacción de su amigo, posa una de sus manos en la rodilla más cercana de Williams, en un intento de darle los ánimos que acaban de ser tirados a la basura. Después, el moreno arranca y sale del aparcamiento improvisado que se ha creado él solito en el bordillo de la acera.
🐈
La mano de Lipy se va aferrando a la mía a cada paso que damos por las estrechas calles del barrio en el que Andriu y yo estuvimos la última vez. El menos transitado de todos, en el que parece que todo está completamente abandonado, pero en realidad no es así. La mayoría de las viviendas están habitadas, aunque no lo parezca. Puedo sentir que tiene miedo, y no me extraña. Este barrio por la noche podría confundirse con el pueblo deshabitado de una película de terror.
Axel y Fred caminan unos pasos por delante de nosotros, tanteando el terreno. Si aquí es donde vinimos a hacer una entrega, supongo que este lugar no es muy tranquilo, por lo que hay que tener cuidado; es mejor llegar sin ningún tipo de sorpresas. Por esta misma razón, el moreno no ha querido aparcar el Seat por aquí cerca, no quiere que se lo rayen.
Cuando fijo la vista en la espalda de Williams, veo como este nos mira por encima de su hombro, asegurándose de que no nos separamos de su lado. Al segundo, decide darse la vuelta y caminar hacia nosotros. Una vez que se ha posicionado a nuestro lado, le toma a su hermanito la mano que le queda libre, supongo que para darle más seguridad.
—Ya era hora de que llegarais. —La voz de la pelo azul se adentra en mis oídos—. Podríais haberos dado un poco más de prisa, ¿no creéis?
En cuanto vuelvo la mirada al frente, me percato de que ya hemos llegado, ni siquiera me he dado cuenta de que faltaba poco.
Andriu se encuentra con la espalda apoyada en la segunda puerta del local, la de metal negro que no nos costó tanto abrir la vez anterior. La primera, la cortina metálica, está enrollada y sujeta sobre sus cabezas. Jayden aparece al lado de la pelo azul, de brazos cruzados, y Ann está sentada en el suelo, con sus rodillas flexionadas y pegadas contra su pecho.
—Hemos venido andando lo que faltaba de camino, ni de broma aparco por aquí mi preciosidad —se defiende Turner acercándose a la pelirroja, quien no tarda en levantarse del suelo para ponerse a su lado—. Por cierto, cuando quieras lo estrenamos —le susurra a su novia y pasa uno de sus brazos por encima de los hombros de esta.
Arrugo la nariz al escuchar las palabras del moreno al mismo tiempo que dirijo la mirada hacia a Ann; se ha puesto igual de roja que un tomate. Ahora ya sé lo que tengo que hacer: no volverme a sentar en los asientos traseros de su coche.
Jayden, sin intercambiar ni una sola palabra con alguno de nosotros, abre la puerta del local para luego adentrarse en el lugar. Seguido de él, entramos los demás. Una vez en el interior, Axel se dispone a bajar la persiana metálica y a cerrar la segunda puerta para evitar que alguien entre y que, como consecuencia, tengamos problemas; es mejor prevenir que curar.
La estancia se queda a oscuras a causa de la acción del hermano de Lipy, por lo que no tardo en sentir los brazos del niño rodear mi torso con fuerza. Un gran estruendo seguido de un grito ensordecedor, hace que pegue un salto asustada hacia atrás, cosa que provoca que choque contra el pecho de mi novio; o eso creo. Unas manos tomando mis hombros, confirman mis sospechas.
—¿Puede alguien encender la luz? —pregunta la voz de la pelo azul—. Creo que me he tropezado con un bote de pintura.
A continuación, risas provenientes de distintos puntos del local resuenan por todo el lugar.
—No, en serio. Encended la luz —suplica—. No veo... espera... ¿qué es esto...? ¡Eh, una rata! ¡Encended la maldita luz de una jodida vez!
En ese mismo instante, las bombillas se encienden iluminando todo a su paso. Lo primero que aparece en mi campo de visión es una Andriu tirada en el suelo y con sus piernas enredadas en un bote de pintura vacío; menos mal que no estaba lleno. La pelo azul dirige la mirada hacia un rodillo de pintura que se encuentra tirado a su lado y puedo escuchar como un suspiro de alivio sale del interior de su boca.
—Ah, era un rodillo —comenta tomándolo entre sus manos.
Jayden se acerca a ella, escondiendo una sonrisa traviesa en sus labios y, acto seguido, pasa sus manos por debajo de los brazos de esta para así levantarla con cuidado del suelo.
—¿Lo habéis hecho vosotras? —indaga Axel a mi espalda, separándose de mí para luego caminar hacia el frente.
Al no comprender del todo su pregunta, sigo la trayectoria de su mirada, la cual me lleva hasta la pared que hay al fondo; esta está completamente pintada de blanco y en medio hay escrito en letras grandes y con pintura negra lo siguiente:
"Los leales."
—Así es —responde Ann observando la obra maestra que han hecho ella y su hermana.
—Oh, sí. Los leales han vuelto —interviene Fred echándole a Axel una mirada cómplice—. Y con nuevas integrantes.
Cuando él pronuncia estas palabras, abraza a la pelirroja contra su pecho y a mí me guiña un ojo; nos está haciendo saber que se refiere a nosotras dos. En el momento en el que veo a Axel acercarse con pasos lentos hacia a Andriu, los músculos de todo mi cuerpo se tensan.
De hecho, puedo notar como el nerviosismo le ha invadido el cuerpo, ya que sus ojos se abren un poco más de lo normal y observan con atención cada movimiento de mi novio. Solo espero que no haga nada de lo que pueda llegar a arrepentirse. Ha pasado tiempo desde su pelea, no hay razón para abrir la herida.
En cuanto él se posiciona a un paso de ella, el rodillo que la pelo azul sujetaba en sus manos, se resbala de entre sus dedos y cae al suelo. El silencio inunda el local y las miradas de los presentes se encuentran fijas en ellos dos. Incluido la de Phillip, quien va aflojando el agarre de sus brazos en mi torso.
—Perdóname —pide Axel en un hilo de voz apenas audible.
Pero, por suerte, todos lo hemos podido escuchar con claridad.
Andriu no dice nada al respecto, simplemente reacciona de la mejor forma en la que podía haber reaccionado. Enrolla sus delgados brazos alrededor del cuello de Axel de forma inmediata, provocando que él se quede estático en el sitio, sin saber cómo reaccionar ante eso. Finalmente, opta por corresponderle el abrazo con fuerza. Las lágrimas comienzan a rodar por las mejillas de nuestra amiga.
Unos aplausos que empiezan con lentitud y terminan por ir en aumento, aparecen de la nada por parte de Ann y Fred. Sonrío al presenciar la situación. Jayden cruza los brazos sobre su pecho y se aleja un par de pasos de ellos dos, para dejarles algo de intimidad. Sus labios se estiran hasta mostrar la típica sonrisa que ahora ha ido obteniendo un aire de ternura, tapando así el terror que antes imponía.
Axel deshace el abrazo con su amiga y ahora se dispone a apartarle las lágrimas de la cara, pero de nada sirve; ella sigue llorando a moco tendido.
Apenas pasa un segundo y los ojos del dilatas conectan con los de mi novio. Por alguna extraña razón esto me da buena espina. Por primera vez en la vida tengo la sensación de que algo va a ir bien. En cuanto la pelo azul se aparta, Williams extiende su mano hacia Jayden con la intención de que se la estreche.
—Empecemos de nuevo —propone este—. Dejemos a un lado los malos rollos.
El dilatas ni siquiera se lo piensa, entrelaza su mano con la de él y le da un fuerte apretón.
—Queda sellado, no vale echarse atrás —le dice Jayden arqueando una de sus cejas.
—Esto ya no se merece un aplauso, esto se merece celebración —dice Fred entre risas—. Eso sí, el alcohol lejos de Kelsey, por favor.
Eh...
—¡Oye! —me quejo fingiendo molestia.
—Lo siento, bella flor. Pero tú te emborrachas hasta con agua —se burla para hacerme de rabiar.
Eso lo ha aprendido de mí; con lo que me gusta hacer de rabiar a la gente. Luego de unos instantes en los que me mantengo pensado, se me ocurre un plan que no tardo en proponerles para ver si están de acuerdo, así que de un silbido llamo la atención de todos. Phillip clava con suavidad su barbilla en mi costado para poder verme, ya que sigue abrazado a mí.
—Mañana es Navidad —informo—. Cenemos todos juntos. Olvidemos todo lo que está pasando por un rato.
—Me gusta la idea —opina la pelirroja.
Fred y Andriu asienten con la cabeza dándole la razón, mientras que Jayden se muestra indiferente, por lo que supongo que le dará igual.
—Pues mañana todos en mi casa —sentencia Axel con alegría.
Esta debe de ser su primera Navidad en años.
🐈
Subo las escaleras de mi edificio hasta la planta en la que resido, un tanto agotada, pues es bastante tarde. Nos hemos entretenido demasiado en el local hablando de diversos temas, que no nos hemos dado ni cuenta de la hora. Lo bueno de esto es que a Ann y a Fred no les ha importado ir a por comida a algún restaurante de comida rápida para cenar algo. Eso sí, han tardado demasiado, pero prefiero no dejar volar a mi imaginación. Una vez que alcanzo el último escalón, una voz se adentra en mis oídos.
—Cuanto tiempo, señorita Davenport.
La respiración se me corta por unos segundos y mi cabeza se mueve en todas las direccionas en busca del dueño de esa voz. Y entonces le veo. Es Dean. Él se encuentra recostado en la pared, al lado de la puerta de mi casa.
—Te estaba esperando —le hago saber a la vez que me voy acercando poco a poco.
Sus brazos cruzados sobre su pecho y la expresión de extrema seriedad en su rostro me avisan de que está cabreado. Debo tener cuidado con lo que digo.
—Ah, ¿sí? —Ríe sin gracia—. Pensé que era algo más lista, señorita.
—Mis intenciones no son malas —aseguro—. Quiero proponerle un trato.
—¿Para qué lo vuelva a romper?
—Necesito que me escuche.
El señor Collins descruza los brazos y separa su espalda de la pared. Cuando guarda las manos en los bolsillos de sus pantalones, sé que está dispuesto a escuchar todo lo que tengo que decirle.
—Usted quiere deshacerse de la asesina, yo también —comienzo con la explicación—. Si me deja seguir con la investigación haré que ese deseo que tenemos en común se haga realidad. Sin la necesidad de que se manche las manos de sangre. Pero solo si me asegura que no corremos ningún riesgo. Ni yo ni nadie al que quiera. Si no es así, dejaré el caso. No quiero meterme en más problemas.
Arruga el entrecejo y la expresión de su cara se suaviza. Parece que se está pensando seriamente mi propuesta.
—Dígame... ¿Por qué tanto empeño en descubrir a la culpable? —cuestiona con curiosidad.
Me remuevo incómoda en el sitio. Un escalofrío me sube por la columna vertebral hasta alojarse en la parte trasera de mi cabeza.
—Es por Axel, ¿verdad? —afirma—. Quiere encontrarla.
Asiento con lentitud, confirmando su teoría.
—Está bien. Quiero poner mis condiciones para cerrar este trato —accede—. Como ya sabe, estoy siendo amenazado por ella. No seré yo quien revele su identidad. La razón de mi existencia está en juego aquí, señorita. Estoy haciendo todo lo posible para recuperarla, así que, hasta el momento, quiero que siga haciendo lo que ha hecho hasta ahora.
Acentúo el cejo a la espera de que continúe hablando.
—Investigue lo que quiera, pero como delate a la asesina, no habrá más oportunidades. Ahora, señorita Davenport, trabaja para mí. No hará nada hasta que yo mismo le avise. Cuando recupere a mi vida, podrá terminar su trabajo. Podrá hacer público el nombre de la asesina. Mientras no rompa ninguna de las reglas impuestas, estaréis a salvo. ¿Lo ha entendido?
Sus ojos se fijan en los míos, ejerciendo presión.
—Entendido. —Extiendo mi mano.
Cuando él la estrecha, el trato queda cerrado.
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