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👑🌹 Capítulo 27

Unos suaves maullidos consiguen despertarme. Abro los ojos con lentitud y pesadez mientras apoyo los codos en el colchón, en un intento de incorporarme. Diviso mi teléfono móvil sobre la mesilla de noche. Estiro uno de mis brazos entre quejidos de dolor hasta que mis dedos consiguen cogerlo. En el momento que lo desbloqueo y veo que son las nueve de la mañana, mi barbilla cae al suelo. Ya no solo por el hecho de que llego un pelín tarde al trabajo, sino que por culpa de las constantes pesadillas que me vienen a golpear ahora cada noche, no he dormido ni tres horas.

Me mato.

Vuelvo a dejar el teléfono en su sitio y dirijo la vista al suelo, lugar en el cual se encuentra Bagheera sentado mirándome fijamente. Otro maullido sale del interior de su boca.

—¿Qué ocurre, bicho? —inquiero con voz somnolienta mientras deslizo mis piernas por el borde de la cama, hasta que mis pies dan con el frío suelo, cosa que hace que me estremezca—. ¿Dónde has dejado al alien?

Bagheera vuelve a maullar. Debe de dolerle la herida.

Cojo entre mis manos su cuerpo, lo más delicadamente posible, y lo pongo sobre mis piernas. Observo la cicatriz de la operación, y no es que tenga mala pinta, al contrario, creo que se está curando bien. Aunque bueno, supongo que el dolor que él siente no tiene mucho que ver con el estado de la herida. Le va a molestar hasta que se le cure del todo.

Le vuelvo a dejar en el suelo, con cuidado de no hacerle daño. Una vez que sus patitas estás sobre este, comienza a caminar a paso muy lento hacia la salida de mi habitación; me da mucha lástima verle así.

Me levanto de la cama como si de una anciana me tratase, parece que me voy a romper en cualquier momento. Arrastro los pies hasta llegar a la salida de mi cuarto y, cuando llego, empujo la puerta entreabierta del mismo. Al salir al salón y posar la vista en el centro del lugar, no puedo evitar sonreír de ternura.

Phillip se encuentra tumbado en el sofá, durmiendo boca abajo y agarrando con fuerza la mano de su hermano. Axel duerme en el suelo, está tumbado sobre su lado izquierdo bajo un par de mantas a los pies del sofá. Ambos están en calma, como si de dos angelitos se trataran. Anoche, cuando íbamos a volver a nuestras casas, Phillip insistió en dormir conmigo. Y bueno, Axel no quiso irse sin su hermanito. Así que aquí están los dos.

Al notar que el cuerpo de Lipy se encuentra desarropado, me acerco a él con cuidado de no pisar y despertar a su hermano mayor y vuelvo a taparle con las mantas que han acabado en el suelo. Hecho esto, me dispongo a ir a la cocina para preparar el desayuno y dar de comer a los gatos. En lo que dura el trayecto, no puedo evitar pensar en Marshall. Ni siquiera me ha llamado para echarme la bronca por no estar en comisaría a mi hora. Supongo que sigue sin querer que trabaje en el estado en el que estoy.

Cuando llego, Andrea aparece en mi campo de visión mirando a su respectivo comedero con fijeza. La pobre me está esperando para que se lo llene. Sin hacer esperar más a los gatos, les echo su comida en ellos; por suerte, el saco es más pequeño que el de los perros y no tengo que hacer mucho esfuerzo a la hora de cogerlo y hacer lo propio. Hecho esto, me acerco a la nevera para poder sacar la leche y empezar a preparar nuestro desayuno, sin embargo, un repentino grito me lo impide.

—¡Mierda, Lipy! —La voz de Axel resuena por el lugar.

Frunzo el ceño sin entender muy bien lo que pasa. Hace nada estaban durmiendo tan tranquilos y ahora parece no ser así; ni siquiera ha pasado un minuto desde que he salido del salón. Me doy la vuelta y me dirijo con pasos apresurados a dicho lugar. En el instante en el que llego, no puedo evitar abrir los ojos de par en par y reírme a carcajadas.

Jé.

Phillip se ha caído del sofá y ha ido a parar encima de su hermano, a quien no parece haberle hecho mucha gracia eso. Lipy no se ha dado cuenta todavía de lo que acaba de ocurrir, ya que sus ojos se abren dificultosamente debido a que tenía un sueño profundo.

Axel agarra a su hermano por los hombros y le pega un leve meneo para que se termine de despertar, de esa forma le será más fácil levantarle de su cuerpo. Estoy a punto de acercarme a ellos para ayudar, pero me detengo al escuchar otra queja proveniente de la boca de mi novio.

—¡Phillip, Phillip, mis huevos, joder! —grita este, intentando quitarse de encima a su hermanito.

Doy unos cuantos pasos hacia ellos para poder ver mejor la situación y, efectivamente, el niño le está aplastando su entrepierna con una de sus rodillas. Dolor; esa es la única palabra que se me viene a la cabeza al verlo.

Lipy termina por abrir del todo sus ojos; él posa la mirada en su hermano mayor, quien tiene el rostro envuelto en sufrimiento. Y bueno, yo soy tan cruel que sigo riéndome.

—Buenos días, Axel —le saluda el pequeño con voz somnolienta.

—¡Buenos serán para ti, mocoso! —espeta Williams, llevando una de sus manos a su entrepierna para protegerla del daño que Phillip sigue infligiendo en ella.

El niño desvía la vista hacia la zona afectada de su hermano, cosa que provoca que este comience a reírse también sin parar. Ante el acto del pequeño, Axel le lanza una mirada asesina que hace que sus carcajadas cesen de forma inmediata. Phillip se levanta de encima de su hermano mayor y se sienta en el sofá mientras se aguanta las ganas de volver a reírse de la situación que ellos mismos han provocado.

—Lo siento —se disculpa Lipy.

Axel suelta un sonoro suspiro de sus adentros mientras se retuerce en el suelo. Por mucho que me esfuerce, no soy capaz de retener por más tiempo la tremenda risotada que acaba por salir a los pocos segundos de entre mis labios. Phillip posa la mirada en mí al escucharme y no tarda en mostrarme una sonrisa que parece más de diablillo que de otra cosa.

—¿Te encuentras bien? —inquiero arrodillándome justo a su lado.

Este despega la espalda del improvisado colchón que le hice en el suelo hasta quedar sentado y a mí misma altura. Sus ojos marrones se fijan en los míos.

—Lo estaría si dejarais de reíros de mí —responde escondiendo una sonrisa en sus labios—. Joder, Phillip, que puntería.

El pequeño vuelve a reírse. Bagheera, al escuchar el jaleo que tenemos montado, decide acercarse a ver lo que sucede. Y, en el momento justo en el que Axel aparta las manos de sus atributos, mi gato no tiene mejor cosa que hacer que pasar por encima de ellos para después tumbarse panza arriba sobre el abdomen de mi novio. Por suerte el animal no pesa tanto como Lipy, por lo que no creo que le haya dolido mucho esta vez.

—Hoy parece ser el día de pisarle las pelotas a Axel —afirma él mirando a Bagheera con fingida molestia.

La respuesta de mi gato es un suave ronroneo mientras restriega su cabecita por el pecho de Axel. Él no tarda en acariciar con cuidado su cuerpo magullado, cosa que el animal agradece cerrando los ojos y disfrutando de su tacto.

—Voy a hacer el desayuno —anuncio levantándome del suelo.

—Espera, voy a ayudarte —se ofrece Phillip antes de que su hermano pueda decir algo al respecto.

En ese mismo instante me doy cuenta de algo importante relacionado con él.

—Oye, ¿tú no tienes clase? —indago con una ceja arqueada.

Este niño va a ser el número uno en cuanto a faltas de asistencia se refiere.

—Mañana es Navidad, Kelsey —me hace saber con obviedad—. Estoy de vacaciones.

Rayos. He perdido la noción del tiempo.

🐈

Cuanto más nos vamos acercando a comisaría, más nerviosa me pongo por el tema de Dean. Él todavía no me ha contactado, no sé a lo que estará esperando. Si está siendo amenazado por la asesina, ella ya ha tenido que hacerle saber que me encuentro de nuevo por aquí. No sé qué pensar al respecto, creo que es mala señal que no esté intentando pararme los pies. Se me ha pasado por la cabeza contactarle yo misma, pero en seguida me he dado cuenta de que el teléfono que él usaba para hablarme pertenece a comisaría, por lo que Dean ya no es dueño de este.

Intentaré hacer todo lo posible hoy para que se sienta amenazado y tenga que venir a mí, aunque es un plan peligroso. No por Dean, sino por la asesina. Pueda que ella se harte y quiera actuar por su propia cuenta.

—Ten cuidado, ¿vale? —La voz de Axel me saca de mis pensamientos, haciendo que me percate de que ya estamos a pocos pasos de la entrada de mi trabajo.

Ahora se ha empeñado en acompañarme a todos sitios debido a que estoy justo en el punto de mira de los Árticos. Voy a decirle que mientras esté ahí dentro no me pasará nada, ya que estoy rodeada de policías, pero luego me acuerdo de lo que ocurrió con Charlie y opto por mantenerme callada.

—Lo tendré, no te preocupes —le aseguro deshaciendo el agarre de nuestras manos.

—Te veremos esta tarde —interviene Phillip sonriente.

Paso una de mis manos por su cabeza, alborotándole el cabello; esto no parece hacerle mucha gracia, ya que me echa una mirada con fingida molestia. Cuanto poso la mirada en Axel para despedirme de él, no me da tiempo ni a abrir la boca, pues sus labios se estrellan contra los míos de forma inmediata, haciéndome cerrar los ojos y disfrutarlo por los segundos que dura.

—Agh... qué asco... —Lipy no tarda en hacer notar lo asqueado que se siente tras nuestro acto.

Ambos rompemos el beso para prestarle atención al pequeño. Su nariz se encuentra arrugada, su entrecejo está fruncido levemente y sus labios forman una mueca de repugnancia. Todo un cuadro.

—Cuanto crezcas dirás, "qué asco más rico" —comenta Axel burlándose de su hermanito.

Phillip pone los ojos en blanco y yo no puedo evitar sonreír por las muecas que hace.

—Anda, venga. Hay que sacar a pasear a Sparkie —añade tirando con suavidad de la mano de Lipy para que comience a caminar—. Hasta luego, reina.

Dicho esto, los dos se alejan de mí a un paso normal, hablando entre ellos de forma cariñosa y risueña. No pierdo más tiempo y me dispongo a entrar en comisaría. Sin embargo, cuando hago esto, alguien sale tan rápidamente de la cafetería que provoca que choquemos de una forma tan brusca que terminamos en el suelo.

Las punzadas de dolor se hacen presentes por todo mi cuerpo, lo que hace que en mi rostro salga a la luz una expresión de sufrimiento que consigue alertar al personal de mi alrededor. Unas manos me agarran por debajo de mis brazos, incorporándome así poco a poco.

—¿Estás bien? —me pregunta el hombre que me está ayudando a levantarme.

Asiento con la cabeza mientras consigo ponerme en pie a los pocos segundos. Cuando poso la mirada al frente, puedo ver la persona con la que me he chocado: Chelsea. Mi ceño se frunce al verla. Estoy segura de que fue a ella a quien vi ayer en la cafetería. Ella era la que se estaba escondiendo de mí. ¿Qué narices oculta?

Ella está tirada en el suelo, con el delantal que llevaba yo cuando ejercía de camarera aquí desde un principio y la bandeja con un par de cafés derramados por el lugar. Sus ojos azules se fijan en los míos en el acto, los cuales se abren de par en par cuando consigue procesar mi imagen. Escucho como maldice por lo bajo.

—¿Qué estás haciendo aquí? —cuestiono notablemente cabreada.

Me deshago del agarre del compañero de trabajo que había acudido en mi ayuda y me acerco un paso a Chel, lo que provoca que ella lo retroceda.

—Eh... puedo explicarlo... —se excusa.

Su voz tiembla por los nervios.

—Ya estás tardando —espeto.

—¡Chelsea! —Una voz masculina se hace presente a la espalda de mi amiga.

Al fijar la vista en dicha dirección, veo a Dexter corriendo hacia nosotras, con la vista fija en la rubia teñida que aún sigue en el suelo. Cuando llega hasta ella, la agarra de los brazos y la ayuda a levantarse hasta que esta consigue ponerse en pie.

—¿Te has hecho daño? —quiere saber el chico haciendo un escáner completo de su cuerpo.

Chel niega con la cabeza y le da un leve golpe en el pecho para captar su atención. Hecho esto, no tarda en señalarme para que él pueda verme. Cuando los ojos de Dexter dan con los míos, su expresión tiene la misma trasformación que la de mi amiga hace escasos segundos.

—¿Vas a decir algo o qué? —presiono, observándoles con seriedad—. Y sin más mentiras, Chelsea.

—H-había una vacante para este puesto y... bueno, ya ves. —Se encoge levemente de hombros.

—Te vienes conmigo —ordeno—. Ahora mismo.

La rubia le echa un rápido vistazo a Dexter, quien parece estar diciéndole algo con la mirada, pero no soy capaz de descifrarlo. Chel, tras soltar un sonoro suspiro, asiente con la cabeza. Ambas caminamos hacia el ascensor sin mirarnos siquiera, y mucho menos hablarnos.

Estoy harta de sus mentiras y de que se dedique a ocultarme cosas como estas. Me está haciendo sospechar de ella, aunque no quiera, y creo que Dexter tiene mucho que ver en esto. ¡Joder! Hasta el mismísimo Charlie me advirtió de él, dijo que no era de fiar. No quiero que Chelsea ande por aquí cuando corre un grave peligro y tampoco quiero pensar que está involucrada. Pero si tiene una relación con este chico... algo hay... No sé si ella puede estar siendo extorsionada, está voluntariamente por estos lares o no sabe absolutamente nada de lo que pasa con su novio. Ojalá me esté equivocando.

A los pocos segundos de llegar, las puertas se abren. Paso al interior del elevador y me quedo esperando de brazos cruzados a que Chelsea haga lo mismo. Una vez que entra y se posiciona a mi lado, presiono el botón de la primera planta. Las puertas se cierran y un incómodo silencio se hace presente en el lugar.

—Kelsey, no te enfades... —pide mi amiga, sin embargo, la interrumpo con una mirada que ella interpreta como que es mejor que se quede callada.

Cosa que agradezco interiormente, ya que todo lo que diga ahora no va a hacer otra cosa que enfadarme todavía más.

En cuanto el ascensor para en nuestra respectiva planta, las dos salimos de la cabina y ponemos rumbo hacia mi despacho, el cual se encuentra con la puerta cerrada. Durante el camino voy sacando las llaves y, en el momento que llego, la abro.

—Pasa y siéntate. —Señalo la silla que hay al otro lado de la mesa.

Ella baja la cabeza para evitar mirarme y hace lo que le pido sin rechistar. Cierro la puerta para impedir que alguien interrumpa nuestra charla y, luego, procedo a sentarme en mi respectivo lugar, lado contrario al de Chelsea.

—¿Cuándo pensabas decirme que estabas trabajando aquí? —cuestiono cruzando los brazos sobre mi pecho.

La rubia se encoge de hombros y pega la vista en la madera de la mesa.

—Chelsea... —insisto al borde de mi agotamiento de paciencia.

—En algún momento.

Ruedo los ojos ante su contestación.

—¿Por qué te escondiste de mí ayer?

Cuanto esta pregunta sale de mi boca, noto a mi amiga tensarse en el sitio; eso quiere decir que no he fallado. Ella se remueve incómoda y se atreve a subir la mirada hasta la mía. Su boca se abre para decirme algo, pero ni un solo sonido sale de su interior.

—Porque... porque tenía miedo por tu reacción —tartamudea.

Arqueo una ceja sin creerme ni una sola palabra.

—No me crees, ¿verdad? —afirma con pesar.

—Son muchas las cosas que me ocultas, Chelsea —confirmo su sospecha—. Y muchas las mentiras que sueltas. Te estás comportando de una manera muy extraña.

La rubia teñida suspira con frustración mientras deja caer su espalda contra el respaldo de su silla.

—Así que haz el favor de contarme toda la verdad —suplico y me incorporo, para después apoyar mis brazos sobre la mesa.

—Dexter —pronuncia el nombre de su novio—. Dexter me consiguió este trabajo. Lo niños pequeños no se me dan bien, ya lo sabes.

Me quedo observándola en silencio, con una expresión neutra plasmada en mi rostro a la espera de que continúe hablando.

—El día que me encontraste por aquí fue mi primer día de trabajo —añade—. Dexter se ofreció a mostrarme la cafetería y todo eso. Y... bueno. En lo de que estoy saliendo con él no estaba mintiendo. Llevamos juntos desde antes de que Axel te descubriera.

Vale, me estaba ocultando más cosas de las que me esperaba.

—De acuerdo. Pero eso no responde a por qué te escondías de mí. —Arqueo una ceja—. Ni a por qué razón me ocultas todas estas cosas.

—No es por nada en especial, de verdad —se apresura a decir al mismo tiempo que niega con la cabeza—. Simplemente lo hice y ya está. Tampoco quería molestarte con estas cosas sin importancia. Tú ya tienes tus propios problemas.

Frunzo el ceño al notar de nuevo sus mentiras, pero decido dejar de insistir porque no me va a contar nada. Y de esta forma lo único que consigo es perder el tiempo.

—Puedes irte. —Suspiro.

Ella alza las cejas con sorpresa y, a continuación, se levanta de su asiento no muy convencida de que yo haya cedido tan rápido.

—Oye... tengo información para ti —dice al cabo de unos segundos, provocando que ponga toda mi atención en ella—. Dexter me ha contado lo que te pasó con Lina y, bueno, yo estaba presente también ese día y pude escuchar algo, por eso luego no pude evitar preguntarle y...

—¿A dónde quieres llegar con esto, Chelsea? —le interrumpo.

Sus ojos azules se quedan fijos en los míos durante unos segundos en los que ninguna decimos nada.

—He investigado a Lina —suelta de golpe, dando un paso hacia atrás, como si me tuviese miedo.

Eh... ¿qué?

—¿Qué has hecho qué?

No me gusta lo que acabo de oír, acabará metiéndonos en un lío.

Chel me muestra una sonrisa cómplice en la que enseña toda su dentadura; las ganas de echarle mano al cuello aumentan.

—Ella comenzó a trabajar aquí una semana antes de que matasen a Charlie —explica con la intención de que me centre en eso y olvide el tema de la investigación que ha hecho por su cuenta—. Pudo prepararlo todo, tuvo tiempo de sobra. Y con todos los incidentes que has tenido con ella... creo que puedes llegar a hacerte una idea de quién es en realidad.

La verdad es que ella es mi principal sospechosa, pero eso no quita que sospeche de otras, como por ejemplo Rosa.

—Vuelve a tu trabajo —pido señalando la salida de mi despacho con un leve meneo de cabeza.

Vaya, me estoy empezando a parecer a Marshall.

Chelsea no dice nada más al respecto y se dirige con pasos apresurados hasta la puerta. Tras abrirla, sale sin molestarse en cerrarla de nuevo.

Hay una cosa que tengo más que clara: no pienso quitarle el ojo de encima.

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