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👑🌹 Capítulo 13

El sonido de mi teléfono móvil provoca que todos mis sentidos se fijen en él, despertándome al instante. Tras apartar las sábanas de mi cuerpo, acompañando la acción con un sonoro gruñido, estiro mi brazo hasta dar con el aparato que hay sobre la mesita de noche. Una vez en mi mano, lo descuelgo y me lo llevo al oído.

—¿Diga? —contesto con somnolencia, a pesar de que he intentado con todas mis fuerzas que no fuese así.

—Kelsey, siento llamarte tan temprano, pero debo ponerte al corriente de esto para que vayas avisando a Axel con tiempo. —La voz de Marshall entra en mis oídos, resonando por mi cabeza durante pocos segundos.

No sé por qué, pero esto no me da muy buena espina.

—¿Qué es lo que pasa?

Deslizo las piernas por el borde del colchón, incorporándome en el acto de la cama. Mantengo los ojos pegados en el suelo, esperando la respuesta de mi jefe con impaciencia y cierto miedo en mi interior.

—Es sobre el juicio —responde, haciendo que se me corte la respiración en ese momento.

El pensamiento de que quizás se lo hayan rechazado o que se lo hayan atrasado durante más tiempo de lo previsto golpea mi mente con fuerza, consiguiendo ponerme más nerviosa que antes. Ahora mismo no nos conviene ninguna de esas dos opciones. Cuanto antes pueda estar Phillip con su hermano, mejor.

—¿Es algo malo? —indago con la esperanza de que me diga todo lo contrario a lo que pienso.

—Depende de cómo lo mires. —Es lo único que me dice.

Esa respuesta no me ayuda en nada a calmarme.

—Han adelantado el juicio todo lo que han podido. Será dentro de cinco días a las seis de la tarde —añade.

Justo en el momento en el que escucho esas palabras, un sonoro suspiro de alivio sale de mis adentros. Aunque sé que es un plazo de tiempo bastante corto, es bueno que no lo hayan retrasado por tantos meses como suelen hacer. Lo malo de esto es que vamos a tener que ir más rápido de lo previsto para tenerlo todo preparado para cuando llegue el día.

—Joder, ya me estaba asustando. —Me llevo una mano al pecho.

—Lo siento, Kelsey —se disculpa soltando una breve risilla—. Dile a Axel esto y que se vaya buscando un buen abogado que esté dispuesto a trabajar lo más rápido que pueda.

—De acuerdo. —Asiento con la cabeza.

—Hasta luego.

—Adiós.

Dicho esto, cuelgo la llamada. Antes de bloquear la pantalla del móvil, me fijo en la hora: las seis y media de la mañana. Una mueca de cansancio se hace presente en mi rostro, pero bueno, es lo que hay. Así que, sin perder más tiempo, le mando un mensaje a mi madre para que venga lo antes posible aquí y se quede a cuidar del hermano de Axel mientras yo no estoy; voy a ir a avisarle ahora mismo, el tiempo es oro en estas situaciones.

Hecho esto, dejo el dispositivo donde estaba y, luego, salgo de mi habitación. El renacuajo de Phillip aparece en mi campo de visión, durmiendo en el sofá y con Sparkie a sus pies. Ayer volvió a insistirme para quedarse a dormir en el salón. No le entiendo, se está más cómodo en la cama.

Meneo la cabeza y me río levemente al recordar nuestra pequeña batalla para ver quién se quedaba el sofá; si es que no tiene remedio este niño. Con los pies a arrastras, me dirijo hacia el baño para asearme antes de irme a ver a Williams, sin embargo, cuando entro y pongo la vista al frente, me acuerdo de que ayer me cargué el espejo.

—Ah —murmuro.

Tengo que comprar un espejo nuevo, vaya.

🐈

Los nudillos de mis manos golpean con suavidad la puerta de su piso, esta vez con más miedo que el resto de veces, ya que ayer las cosas se quedaron algo tensas entre nosotros y, a decir verdad, no tengo ni idea de cómo va a reaccionar hoy ante mi presencia. Solo espero que no se deje llevar por sus emociones y me deje contarle esto que, a mi parecer, le interesa. O al menos, le debe de interesar, porque se trata del futuro de él y su hermano.

Antes de que pueda volver a golpear la puerta, esta se abre, dejándome ver a un Axel completamente adormilado y sin camiseta; vaya. Él se frota uno de sus ojos con el puño izquierdo y, después, enfoca la vista en mí.

—¿Qué ocurre? —quiere saber en un susurro.

—Tengo noticias acerca del juicio.

Pronunciadas estas palabras, el chico que tengo enfrente pone toda su atención en mí, lo que supongo que es bueno porque no intentará echarme. Tras apartarse la mano de la cara, este frunce el ceño, dándole un aspecto de seriedad.

—Será dentro de cinco días. Debes buscar un abogado ya mismo para que vaya poniendo toda la información que pueda servir de ayuda en orden —continúo hablando.

Él aparta la mirada de la mía, fijándola en el suelo mientras su expresión se endurece un poco tras los segundos que gasta en pensar en lo que sea que esté rondando por su cabeza. Williams carraspea con la garganta y vuelve a mirarme para decir lo siguiente:

—Kelsey, no puedo permitirme un abogado.

Su voz sale calmada, algo que no creía posible todavía. Mi ceño fruncido y la expresión de confusión que debe tener mi rostro en este momento, le da motivo a Axel para añadir una explicación a su respuesta.

—Mi padre era quien me daba el dinero para poder cubrir todas mis necesidades básicas. No tengo suficiente dinero para pagarle a un abogado.

Al decir esto, sus brazos se cruzan sobre su pecho con firmeza, como si esto le tuviese cabreado. Sin embargo, su rostro tranquilo muestra todo lo contrario. Ahora, la que desvía la mirada soy yo; mis ojos van a parar a algún punto del final del pasillo mientras mi cabeza intenta pensar en algún tipo de solución para esto y, en apenas unos instantes, doy con ella.

—Mi tío es abogado —suelto de golpe.

Saco el teléfono de uno de los bolsillos de mi abrigo, notando la mirada de Axel pegada en mí en todo momento, navego por la lista de contactos de mi móvil hasta encontrar el número de Hank, el hermano de mi madre. Solo espero que esté libre y pueda ayudarnos con esto.

—Kelsey, sea tu tío o no, sigo sin tener dinero —comenta buscando mis ojos.

En cuento marco el número de Hank y me llevo el móvil al oído, alzo la vista hacia el hermano de Phillip, quien me observa con detenimiento, esperando con paciencia a lo siguiente que yo vaya a hacer.

—No te preocupes por eso —le tranquilizo negando levemente con la cabeza.

Al tercer pitido, el hermano de mi madre decide descolgarme la llamada.

—¡Pero bueno, si tengo sobrina! —exclama él con alegría—. Como no me llamabas, pensé que no tenía.

Una pequeña risotada sale del fondo de mi garganta, contagiándosela de inmediato. Me relamo los labios y bajo la mirada hacia el pecho de Axel, un tanto nerviosa, pues no es seguro que él nos pueda ayudar.

—Tío Hank... necesito que me hagas un favor.

Un silencio se hace presente en el lugar, lo que provoca que me remueva algo incómoda en el sitio.

—¿Qué es lo que pasa? —inquiere con seriedad en su voz.

Mi tío suele tener algo parecido a un sexto sentido. Sabe cuándo algo va bien y cuando no, aunque a veces llegue a ser molesto, otras puede servir de mucha ayuda.

—Necesito que hagas de abogado para...

Me quedo callada a mitad de frase, sin saber que decir para continuarla. Subo los ojos hasta los de Williams, con la esperanza de que me ilumine el camino y me diga cómo podría referirme a él en este momento, pero nada sale de su boca. Simplemente se queda observándome en silencio y con una expresión neutra en su rostro. Carraspeo con la garganta.

—... para... para un amigo. —Termino, mordiéndome el labio inferior como acto reflejo.

En cuento esa única palabra sale del interior de mi boca, Axel arquea una ceja a la vez que el comienzo de una sonrisa de medio lado va a apareciendo en sus labios. Ay, la virgen.

—¿Qué clase de delito ha cometido tu amigo? —indaga el hermano de mi madre.

—Ese es el caso. No ha cometido ninguno —contesto—. Le acusan del asesinato de cuatro personas. Él no ha tenido nada que ver con ninguna de esas muertes y tenemos pruebas que lo demuestran. Solo necesitamos un abogado que le defienda.

El silencio vuelve a reinar entre ambos.

—¿Cuándo es el juicio?

—Dentro de cinco días.

—¿¡Qué!? ¡Eso es muy poco tiempo para tenerlo todo preparado! —se queja Hank.

Está a punto de darle un ataque de nervios, y le comprendo, pero él es nuestra única solución ahora mismo. No creo que ningún otro abogado acepte este trabajo sin una buena suma de dinero.

—Por favor, tío Hank. Te necesito. Él te necesita —le suplico.

Las palmas de las manos me comienzan a sudar por la inquietud que me causa esta situación, por lo que me las limpio discretamente en la tela de mis pantalones mientras que espero una respuesta por parte de mi familiar.

—Está bien. Iré mañana para allá —accede soltando un sonoro suspiro de sus adentros—. Pero tu madre se tendrá que venir a Arkansas ese mismo día para que tus abuelos no se queden solos, ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

—¿Está tu amigo ahí?

—Sí —afirmo.

—Pásame con él.

Me aparto el móvil del oído y, con una sonrisa queriendo ensancharse en mi cara, se lo tiendo a Axel, quien lo toma de entre mis dedos con un brillo de ilusión en sus ojos. Este pasa su lengua por el borde interno de su labio inferior y luego traga saliva.

—¿Hola? —habla Williams y, después de unos segundos, dice lo siguiente—: vale, sí. Está bien.

Este apoya su mano libre en el marco de la puerta, mientras que su mirada anda perdida en algún punto del suelo. Cruzo los brazos sobre mi pecho, sin quitarle el ojo de encima para estar lo más atenta posible a la conversación que están manteniendo y a los gestos que tenga como reacción a lo escuchado. Los minutos pasan y él no vuelve a abrir la boca, deduzco que Hank se está extendiendo los necesario para explicarle bien y con claridad las cosas antes de cortar la llamada.

—De acuerdo. Muchas gracias —agradece el chico antes de colgar la llamada.

Axel se queda unos segundos mirando la pantalla del móvil, la cual se encuentra apagada.

—Mándame el número de tu tío —pide y me devuelve el dispositivo.

En cuanto lo tengo en mis manos, le envío en un mensaje de texto el contacto de Hank. Acto seguido, me guardo el aparato en el bolsillo en el que se encontraba antes.

—Kelsey, no voy a poder pagarle —repite en un murmullo, a la vez que vuelve a cruzarse de brazos.

—Te lo voy a pagar yo.

—No te voy a dejar hacer eso. —Niega con la cabeza y su expresión seria regresa.

—Me da igual —sentencio.

Ambos nos quedamos en silencio, mirándonos el uno al otro. Decidida a romper la incomodidad que hemos creado en tan solo un momento, me doy media vuelta para comenzar a caminar hacia las escaleras, sin embargo, su voz me impide dar el primer paso.

—Oye, reina... ¡Kelsey! —rectifica en el instante en el que decido volver a girarme para tenerle de frente—. Kelsey.

Se aclara la garganta un tanto avergonzado. Yo doy un paso hacia él, haciendo que este lo retroceda unos cuantos centímetros de nada. Ladeo la cabeza hacia la derecha y me mantengo observándole expectante hasta que opte por arrancar y decirme lo que tenía pensado.

—¿Puedo ver a mi hermano?

La pregunta me pilla de sorpresa, dejándome anclada en el suelo sin saber muy bien que contestarle. Una parte de mí dice que no debería dejarle, ya que va en contra de la ley, pues él sigue siendo culpable de los asesinatos. No obstante, la otra parte me pide a gritos que lo deje, que haré feliz, no solo a él, sino también a Phillip.

—La ley no me permite dejarte hacer eso —respondo viendo como su expresión decae—. Pero llevo saltándome las normas desde el principio, así que...

Una pequeña sonrisa aparece de golpe en su boca, llenándome de ternura.

—Venga. —Le hago un gesto con la cabeza para que se mueva.

La alegría en su ser se hace más presente cada vez.

—Dame un segundo. —Dicho esto, corre hacia su habitación.

🐈

—¡Ya estoy en casa! —anuncio de mi llegada en cuantos abro la puerta de mi hogar.

En apenas unos segundos, los golpecitos en el suelo de pequeñas patitas corriendo hacia aquí junto con el sonido de un par de pisadas, inundan el lugar.

—¡Kelsey, Kelsey! Mira lo que le hemos hecho a Andr...

Las palabras de Phillip cesan en el momento en el que aparece en nuestro campo de visión. Él sujeta entre sus brazos a Andrea, la gata esfinge que se encontró por la calle, pero esta tiene una pequeña diferencia, y es que lleva puesta sobre su cabeza una peluca negra y larga que le oculta el cuerpo entero.

Seguro que mi madre ha tenido mucho que ver en esto.

Bagheera corre hacia la cocina perseguido por Sparkie, quien decide abandonar su persecución al llegar a la entrada de dicho lugar. El animal se tumba en el suelo mientras saca su lengua repetidas veces. Cuando vuelvo la vista hacia el niño, este mantiene una expresión de seriedad y estupefacción en su rostro, como si hubiese visto un fantasma y no fuese capaz de asimilarlo.

—Hola, Phillip —saluda su hermano a mi espalda.

El renacuajo afloja sin quererlo el agarre de la gata, provocando que el animal caiga al suelo de pie y consiguiendo así deshacerse de la peluca. Segundos más tarde, una sonrisa de oreja a oreja se va haciendo visible en los labios del niño, mostrándonos su dentadura. Axel da unos cuantos pasos hacia su hermanito, al mismo tiempo que él le imita y ambos quedan unidos por un fuerte abrazo.

—Te he echado de menos —confiesa el pequeño Williams entre lágrimas—. Yo no quería creer a papá. De verdad que no. Lo siento.

—Lo sé, tranquilo —susurra el mayor contra la cabeza del muchacho, apretándole contra su cuerpo con fuerza y, sobre todo, con miedo de volver a perderlo—. Yo también te he echado muchísimo de menos.

Al desviar la vista hacia el fondo, donde comienza el pasillo, mi madre aparece en mi campo de visión. Ella se mantiene observando la escena con una cálida sonrisa en su cara, supongo que yo estaré exactamente igual. Esto es muy conmovedor.

—Tengo que irme, Lipy —comenta Axel con la voz quebrada, separándose un poco de él.

El renacuajo apoya su barbilla contra el abdomen de su hermano para poder mirarle a los ojos.

—No quiero que te vayas —dice él, dejando caer más lágrima por sus mejillas.

—Tengo que hacerlo. Nos veremos pronto.

Cuando dice esto, posa sus labios sobre la coronilla de Phillip y deja un pequeño beso en ella. Al separarse de su hermano, sus ojos dan directamente con los de mi madre, lo que hace que este dé unos cuantos pasos hacia atrás, hasta chocarse conmigo.

—Tú debes de ser Axel, ¿no? —interviene Cristty con una sonrisa de oreja a oreja que no me gusta ni un pelo.

El nombrado asiente con la cabeza con lentitud.

—Veamos, Axel. ¿Tú sabes lo que es un cond...?

—¡Mamá! —le interrumpo, consiguiendo que deje de hablar—. Calla.

Ella rueda los ojos a la vez que suelta un sonoro suspiro. Yo comienza a sentir mis mejillas arder de a poco por la vergüenza que casi me hace pasar. En cuanto la mirada de Axel se fija en mí, el ardor sube hasta mi cabeza, haciéndome parecer un tomate a punto de estallar, como si de una bomba de relojería me tratase.

Ayuda.

—¿Puedo hablar contigo un momento fuera? —inquiere el chico en un susurro.

Asiento con lentitud como respuesta a su pregunta. Él se da la vuelta y sale de mi casa. Yo, después de fulminar con la mirada a mi madre, quien se encoge de hombros a la defensiva, salgo hacia el pasillo del portal y, acto seguido, cierro la puerta del piso a mi espalda para tener algo de intimidad. Williams mayor mete sus manos en los bolsillos delanteros de sus pantalones, con la vista fija en el suelo.

—¿Iba a decir lo que yo creo que iba a decir?

—Omítelo —pido con la esperanza de que lo deje estar.

Él coge una bocanada de aire y la va expulsando de a poco. Su mirada se desvía de la mía por unos segundos y luego la vuelve a fijar en mí, supongo que después de haber meditado lo que va a decir a continuación. Noto que las lágrimas se le acumulan en el barranco de sus ojos y eso me parte el alma.

—¿Me prometes que todo esto va a salir bien?

Verle a punto de desmoronarse y llorar, disparan mis ganas de abrazarle, pero no puedo hacer eso. Si lo hago, estoy segura de que él me apartará como las veces anteriores, así que opto por no arriesgarme.

—Te lo prometo.

Una de sus manos viaja hasta mi mejilla, para luego acariciarla suavemente con su dedo pulgar durante un rato que logra sorprenderme.

—Nos vemos en el juicio —finaliza la conversación.

Él aparta sus dedos de mi piel y comienza a alejarse de mí con pasos lentos. Creo que voy por buen camino.

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