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👑🌹 Capítulo 1

Mis ojos escuecen, duelen y los siento hinchados. Las mejillas se me comienzan a secar, ya que hace unos minutos que he conseguido parar mi llanto desconsolado. Sé que, por mucho que duela, no voy a conseguir arreglar nada. Casi han pasado un par de semanas y no he tenido noticias de Axel, solo sé que está en su casa sano y salvo, pero no ha querido contactar conmigo en ningún momento y yo no he querido insistirle porque también sé que él no quiere verme ni en pintura. Y me lo merezco.

Tampoco he sabido nada de Dean, si sigue trabajado en comisaría o no. Me dio un tiempo para que me mantuviera alejada de todo y no he rechistado, no era plan de empeorar las cosas más de lo que ya estaban. He preferido aguardar a que todo estuviese más calmado y a que yo me sintiese lista para poder hacer algo al respecto y arreglar de alguna forma todo el mal que he hecho sin quererlo.

En cuanto al asesinato de Charlie, nadie sabe quién fue el responsable de su muerte. El apagón que sufrimos justo en ese momento estaba muy bien planeado para que el culpable pasase totalmente desapercibido ante nuestros ojos y el de las cámaras. Es pensar en él y sentir como se me forma un nudo en el estómago.

—Sabías que esto iba a pasar, Kels. —Chelsea rompe el silencio.

Hemos estado media hora totalmente calladas, abrazadas la una a la otra en el sofá de mi casa. No porque fuese algo incómodo o molesto, sino porque ella sabía que la única solución era abrazarme y quedarse junto a mí sin decir nada, hasta que mi cabeza dijese "suficiente". Y desde entonces, seguimos en esa posición.

Me sorbo los mocos y seco la humedad de mis mejillas con las mangas de la sudadera que Axel me había dejado aquella mañana, antes de que todo pasara. Antes de que todo se arruinase. La rubia me acurruca aún más contra su pecho.

—Soy estúpida —susurro contra el cuello de mi amiga, rodeando su cintura con mi brazo derecho.

—No lo eres —me regaña—. Estabas haciendo tu trabajo. Nada de lo que ha pasado ha sido culpa tuya. —Lleva su mano derecha a mi cabeza y comienza a acariciarme el pelo—. Intentaste decírselo a Axel en más de una ocasión.

Sí, intenté decírselo. Pero las situaciones en las que siempre quería hacerlo, me lo impedían de una forma u otra. ¿Cómo narices iba a decirle que le había estado mintiendo durante tanto tiempo cuando se había hecho un tatuaje por mí? Soy una cobarde.

—Pero no lo hice.

—No lo hiciste porque no fuiste capaz, Kelsey. Y eso no es malo. Simplemente no querías hacerle daño y, además, él ya te lo estaba poniendo bastante difícil.

Demasiado difícil. A veces pasa por mi mente la pregunta de cómo habría sido todo si le hubiese contado antes la verdad. Posiblemente me hubiese acabado odiando como ahora, pero las cosas hubiesen pasado de forma menos brusca.

Le he estado contando todo lo sucedido a Chelsea desde la última vez que hablé con ella, omitiendo la parte en la que Williams me cuenta su historia. Prometí no contárselo a nadie y cumpliré con ello hasta que pueda llevar este caso a juicio.

—Si te sirve de consuelo... yo tampoco se lo hubiese dicho hasta el último momento —confiesa.

—La verdad es que no sirve de mucho. —Frunzo el ceño.

Chel se ríe y deja un pequeño beso sobre mi coronilla. Se revuelve en el sitio para acomodarse bien en el sofá.

—Soy pésima en esto, vaya.

—No importa, te quiero igual. —Le abrazo más fuerte.

—Yo también te quiero. —Deja de pasar sus dedos por mi cabello y desliza las yemas hasta mi mandíbula—. Por cierto, Fred me cae mal. Le odio. Ojalá le toque una Oreo sin cremita.

Al escuchar sus palabras, no puedo evitar soltar una pequeña carcajada. Este pequeño instante de diversión se esfuma a los pocos segundos. Respiro hondo y expulso el aire por la boca mientras le doy vueltas a una cosa en concreto.

—No entiendo tu odio hacia él —susurro.

—¿Qué no lo entiendes? Le dijo a su amigo que estaba saliendo contigo para alejarte de él. No he visto acto más ruin que ese.

Es verdad que cometió un error al hacer eso y que yo debería de haberle pegado un puñetazo por imbécil, pero en cierto modo le entiendo.

—A mí me parece un acto muy humilde. —Me encojo de hombros—. Pero también rastrero por la parte que me toca.

—¿Dónde ves tú lo humilde? —inquiere con exasperación.

—Solamente buscaba proteger a su amigo.

La rubia suelta un sonoro suspiro de frustración.

—¿Por qué te empeñas en sacar lo bueno de todas las cosas? —cuestiona—. Odia a Fred, te ha utilizado.

—Se ha disculpado.

—¡Santas castañas! —grita y se aparta un poco de mí, haciendo que yo levante la cabeza de su clavícula—. ¿Por qué lo defiendes?

Voy a decir algo al respecto, pero la repentina aparición de Bagheera en las piernas de Chel, me frena. Mi gato se acomoda encima de mi amiga y luego suelta un suave maullido en mi dirección, como si intentase decirme algo. Dirijo la mano a la cabeza del felino y la acaricio con mimo.

—Todos cometemos errores, Chelsea —contesto sin más—. Y todos merecemos una segunda oportunidad.

Ella me observa con neutralidad en su rostro, mostrándome su rendición ante la pequeña discusión que se ha formado sobre Turner. Él solo quiere el bien para Axel y se merece una oportunidad más para demostrar que no quiere hacer otra cosa que no sea ayudar; me ha salvado el pellejo en más de una ocasión. Charlie, a pesar de sus graves errores, también se la merecía, aunque el culpable de su muerte haya decido acabar con su vida antes de que eso ocurriera. Espero que Williams me dé a mí una sola para hacerle ver que también quiero lo mejor para él.

El sonido de mi teléfono móvil me saca de mis pensamientos en el acto. Desvío la mirada hacia donde se encuentra el dispositivo, sobre la mesita de centro. Chel lo toma entre sus dedos y mira la pantalla antes de entregármelo y decirme a quien pertenece la llamada. Una parte de mí espera que sea Axel, que quiere hablar las cosas conmigo y solucionarlo, pero esa pequeña esperanza se va tan rápido como ha venido.

—Es tu madre.

Tomo el móvil y lo descuelgo.

—Hola, mamá —saludo con la voz un poco ronca.

—Hola, mi niña. —Me la imagino sonriéndole a la nada, como si yo estuviese frente a ella—. ¿Qué te pasa? ¿Estás acatarrada o algo?

Se me forma un nudo en la garganta al recordar los motivos por los cuales estoy en el estado en el que me encuentro ahora y mis ojos vuelven a humedecerse sin permiso.

—Axel ha roto conmigo —respondo, aguantándome las ganas de llorar.

—¿Estabas saliendo con él? —Su voz me muestra desconcierto y asombro debido a que la noticia le ha pillado por sorpresa.

—Sí, bueno no... —me corrijo al recordar que ni siquiera le contesté a esa pregunta—. Teníamos algo...

Aunque ella no me lo demuestre, sé que no apoya que tuviese algún tipo de relación con Williams. No porque sea una "criminal", que no lo es, sino porque forma parte de mi trabajo. Mi madre conoció a mi padre en el trabajo y no les fue bien. No quiere que me pase lo mismo, pero es tarde para eso.

—¿Le contaste la verdad? —indaga.

—No, no me dejó hacerlo. —Niego con la cabeza—. Se enteró de una forma muy brusca y no quiso escucharme.

Cuando miro a mi amiga, esta asiente con la cabeza dándome la razón.

—¿Sabes qué? Voy a coger un billete a Nueva Orleans para verte. Necesitas de mis lasañas urgentemente.

No puedo evitar reírme.

—¿De verdad vas a venir?

—Por supuesto que sí. ¡Hank! —llama a mi tío—. ¡Cómprame un billete de avión para Luisiana!

—¡Si vas a ir a ver a mi sobri, yo también quiero ir! —le grita él de vuelta.

—¡Recuerda que tienes trabajo! —le recuerda Cristty.

—¡Mierda, coño, joder!

Al escuchar las quejas de mi tío, otra risotada se hace presente en el lugar. No sé cómo lo hacen, pero siempre consiguen robarme una sonrisa.

—Bueno, hija. Tengo que colgarte —dice mi madre—. Todo se arreglará, ya lo verás.

—Si tú lo dices...

—Hazme caso. Te quiero.

—Y yo a ti —susurro contra el altavoz del móvil.

Cuelgo la llamada y dejo el teléfono donde se encontraba antes.

—¿Tu madre vendrá a verte? —inquiere Chelsea.

Asiento en respuesta afirmativa, mostrándole una leve sonrisa en mis labios. Chel lleva sus manos a la cabecita de Bagheera y comienza a acariciarla suavemente, haciendo que él cierre los ojos disfrutando del tacto que la rubia le está proporcionando.

—¿Le dirás lo de tus heridas? —agrega.

Cuando esa pregunta sale de su boca, mi corazón pega un vuelco en el interior de mi pecho. No me había parado a pensar en eso. Mis heridas aún no están curadas del todo, por lo que es muy fácil que ella pueda llegar a verlas, ya sea por los vendajes o porque le dé por entrar en mi habitación mientras me estoy cambiando de ropa; eso solo traerá problemas.

No me permitirá acercarme a Axel ni un solo centímetro, sin importarle que él no haya sido el causante. Cuando se trata de mi seguridad, mi madre se vuelve muy protectora, supongo que como todas las madres. Ella ni siquiera estaba a favor de que yo empezase a formarme para ser policía, de hecho, intentó impedirlo más de una vez. Pero cuando vio que no podría hacerme cambiar de opinión decidió empezar a asimilar su derrota.

—No lo sé. —Suspiro—. Es capaz de llevarme de vuelta a Arkansas si se entera, pero...

—Si se lo ocultas, será peor —termina la frase por mí—. Pero ya no eres una adolescente de quince años, tiene que comprenderlo.

—Sí. Pero para ella siempre seré su niña.

Al decir esto, Chelsea asiente con la cabeza dándome la razón.

El repentino sonido de unos nudillos dando contra la puerta de mi casa, hacen que mi amiga y yo dirijamos la mirada hacia el pasillo que conecta dicho lugar con el salón, instintivamente. La rubia coge el cuerpo de Bagheera entre sus brazos para poder levantarse del sofá y, luego, lo deja sobre mis piernas.

En este momento, me fijo en el cabello de mi amiga. La raíz de su pelo ya empieza a verse castaña, debido a que le crece con mucha rapidez, y el color del tinte que se echó ya está dejando a la vista matices de su color natural a causa de los lavados.

—Voy a abrir —avisa.

Ella se da la vuelta y se encamina hacia la entrada. Poso la mirada en el cuerpo de mi gato, el cual se acurruca haciendo lo posible por encontrar una posición cómoda sobre mis piernas. Con intención de ayudarle, me acomodo en el sofá de tal forma que mis piernas acaban sobre el mismo cruzadas como los indios. Bagheera aprovecha esto para meter su cuerpo en el hueco que dejo entre ellas y, a continuación, posiciona su cabeza sobre mi muslo izquierdo. Sonrío y hago lo posible para no moverme y molestarle.

—¡Agh, qué asco me das! —exclama mi amiga a lo lejos.

Poso la mirada en el pasillo, esperando a que ella aparezca por el mismo con la persona que ha llamado a la puerta. Pero su comentario me ha dejado claro que se trata de Fred.

—Pero ¿qué he hecho yo? —se queja él con indignación.

—Fred, ¿qué tal si te quitas de en medio para que yo pueda pasar? —Una voz femenina se adentra en mis oídos, pero no pertenece a Chel, sino a Andriu.

Frunzo el ceño.

—Gracias —agradece ella, lo que me dice que Turner ha obedecido su petición.

Vuelvo la vista a mi gato, quien tiene sus ojos cerrados. Su respiración es tranquila, los movimientos de su tripa contra mis piernas me lo demuestran. El sonido de la puerta cerrándose y los pasos de Chelsea y el resto, hacen que me ponga nerviosa sin saber muy bien el porqué.

Tal vez sea porque Andriu no tenía ni idea de que yo era policía y, en cambio, ahora debe saberlo. También porque Fred es el mejor amigo de Axel, y si él está aquí es porque se ha enterado de lo ocurrido. Y no creo que venga con buenas noticias.

—Con que la niñata es policía, eh. —La voz de la pelo azul se hace presente en el salón.

Dirijo la mirada hacia donde se encuentra el comienzo del pasillo, viéndola a ella caminar de forma despreocupada hacia a mí. Esta se posiciona de brazos cruzados a unos pasos enfrente de mí, mirándome con una sonrisa que no me demuestra otra cosa que decepción, seguro, que por haberle estado engañando. Andriu se había sincerado conmigo y me había contado varias cosas que no se revelan a cualquiera, creo que esa es una de las razones por las que está tan molesta, porque confió en mí para hablarme de su pasado cuando ni siquiera sabía con quién lo estaba haciendo. Por no mencionar que he visto en todo en lo que están metidos y eso ahora debe de generar bastante desconfianza por si se me ocurre contarlo a las autoridades.

—Bien engañados que nos tenías —agrega.

Al escuchar sus palabras, un nudo se forma en mi garganta.

—Kelsey —me llama Fred, quien aparece detrás de su amiga.

Su ojo izquierdo coloreado de un suave tono morado es lo que más resalta de su rostro, lo que hace que yo me fije en él de inmediato y un tanto confundida. Tras unos segundos en los que no reacciono, las lágrimas comienzan a amontonarse en mis ojos, provocando que un sollozo ahogado salga de mi garganta. Esto consigue poner alerta a Bagheera, por lo que decide saltar al suelo para observarme desde ahí.

Turner se acerca a mí con pasos acelerados y yo me levanto del sofá. Cuando estamos a tan solo unos pocos centímetros, nos abrazamos fuertemente el uno contra el otro. Mis brazos se enredan en su cuello y los suyos alrededor de mi espalda, ejerciendo la suficiente presión para no dejar que me separe de él.

—Te lo dije. Mierda, te lo dije —susurra cerca de mi oído.

Todas las lágrimas contenidas comienzan a rodar por mis mejillas.

—Yo no quería que nada de esto pasara —le aseguro en un hilo de voz apenas audible.

—Lo sé. —Me aprieta con más fuerza—. Él también se ha enfadado conmigo.

No tardo en pensar en que, probablemente, el culpable de ese golpe en su ojo, haya sido Williams.

—Ha descubierto que yo sabía sobre ti en todo momento y que le he estado mintiendo —me explica—. Eso me ha llevado a contarle la verdad con detalle, incluido la razón por la que mentí sobre nuestra falsa relación amorosa. Se cabreó e intentó irse sin dejarme terminar, así que le agarré y él, al querer deshacerse de mi sujeción, movió el brazo de tal forma que me dio con el puño en todo el ojo sin querer.

Hago una mueca de dolor en mis labios.

—Se asustó tanto por la cantidad de sangre que salía, que no me dejó irme. Me llevó al hospital para que me echaran un vistazo y luego se disculpó —continúa hablando—. Después se fue sin permitirme tocar más el tema de antes.

—No olvides que, para tapar esa última mentira, le dijiste que estabas enamorado de mi hermana —interviene Andriu riéndose—. ¿Quién se cree eso?

Fred se separa de mí, deshaciendo así nuestro cálido abrazo. Acto seguido se gira un poco y posa la vista en su amiga, quien está acompañada por Chelsea. Él endurece la mirada, volviéndola más seria, como si su pregunta hubiese sido la más estúpida de todas. Andriu no tarda en borrar la sonrisa de su cara.

—Joder, te gusta mi hermana —afirma ella.

—Que te hayas dado cuenta justo ahora, me duele —responde Fred.

—¿Cómo pretendes que me dé cuenta si eres igual con todas las chicas? Incluso con los chicos. Muestras tu lado coqueto hasta con las piedras.

Eso explica a qué se debieron sus intentos de ligar conmigo desde el primer día que me vio. Por aquel entonces, él no sabía de mi verdadero yo, por lo que su plan de flirtear para alejarme de Axel aún no había pasado por su cabeza. Eso llegó más tarde.

—Aunque debo admitir que, verte hacer eso con los chicos que no te conocen, hace gracia. —Suelta una pequeña carcajada—. Sus caras son un cuadro.

Chelsea mira la escena con seriedad, asesinando de vez en cuando a Fred con la mirada, cosa que me divierte un poco.

—Bueno, no estamos aquí para discutir sobre mi forma de socializar —se queja el moreno algo ofendido y vuelve a mirarme—. Kelsey. ¿Qué harás respecto al caso de Axel? ¿Dejarás la investigación?

—No. —Niego con la cabeza.

—Esa cabezonería te ha metido en este lío, Kelsey —me recuerda Andriu dando un paso hacia nosotros—. Debiste dejar el caso cuando todo empezó a ponerse turbio, debiste dejarlo cuando empezaste a salir con Axel.

Suspiro con exasperación.

—No voy a permitir que Axel viva con la carga de cuatro asesinatos, que no ha cometido, sobre su espalda —le aseguro al mismo tiempo que arrugo el entrecejo—. Aunque me odie y no quiera volver a verme, pienso terminar esto y hacer que la verdad salga a la luz.

Cuando Turner escucha esto salir de mi boca, abre los ojos de par en par, alterado.

—Si haces eso te matarán —advierte él entre dientes—. Ni siquiera tienes una ligera sospecha de quien es el asesino.

Jé.

—Ah, no. Sí que la tengo —admito y me seco las lágrimas.

Todos ponen su atención en mí, a la espera de que siga hablando.

—Antes no empecé a investigar como es debido —les hago saber—. Marshall y yo estuvimos organizando la información y sacando teorías, pero como yo estaba centrada en mi trabajo de vigilar a Axel, no investigué. —Doy un par de pasos hacia atrás y me siento en el sofá—. Pero desde el asesinato de Charlie, la lista de sospechosos se ha reducido a un solo lugar. Y ahora es cuando pienso sacar mis estudios de criminalista a la luz.

—¿A qué lugar se ha reducido la lista de sospechosos? —indaga la rubia con curiosidad.

La pelo azul me insta con la mirada para que una contestación salga de mi boca tan rápido como sea posible. Se hacen una idea de mi respuesta, lo sé, pero aun así opto por aclararlo.

—A la comisaría. La asesina es alguien que trabaja allí.

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