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Una vez en un sueño

Día 1Reencuentro

No sabía exactamente dónde estaba, se sentía perdido, desorientado; observó a su alrededor esperando darse una idea de donde se encontraba, pero no sirvió de mucho. Estaba en un lugar hermoso, pero no había nada, no lo comprendía, ¿cómo un lugar tan vacío podía ser tan bello? Camino sin rumbo, maravillado y extrañado.

¿Cuánto tiempo llevaba caminando? No tenía idea, tenía la sensación de que acababa de comenzar y al mismo tiempo, sentía que había comenzado hace mucho tiempo; ¿horas, semanas, meses? Tal vez, no estaba seguro, se sentía perdido y en casa, asustado pero feliz, cómodo y angustiado, todo al mismo tiempo. Tal vez se había vuelto loco, no encontraba otra explicación.

Siguió caminando, sin saber que más hacer y entonces algo lo hizo detenerse, una sensación extraña se extendió por su cuerpo, un nudo en la boca de su estómago lo obligó a voltear y observar el camino por donde venía, o sí es que, a esa extraña, pero hermosa nada podía llamársele camino.

Fue entonces que lo noto, un pequeño niño de unos 10 años, con pecas en su rostro, ceño fruncido y mirada amargada; lo observaba atento, serio y frío, como juzgándolo, recriminándole el haberlo dejado solo. Pronto vio como la figura de ese niño se desvaneció y poco a poco fue convirtiéndose en un hombre.

Un hombre musculoso, con un tatuaje muy notorio en su brazo, esas pecas que parecían haberse marcado más en su adultez, sonrisa dulce y mirada feliz. Un hombre que lo miraba anhelante, con cariño y emoción, sin juzgarlo como su versión infantil lo hacía, este hombre le observaba con nostalgia en la mirada y un deseo implícito de acercarse, de hablarle.

Lo vio agitar su brazo en un saludo lleno de energía y emoción, dar un par de pasos en su dirección mientras su sonrisa se hacía más grande, noto como abrió sus labios y le grito, pero no pudo escucharlo, no llegó sonido alguno hasta sus oídos.

Entonces el hombre volvió a hablarle, se veía feliz, emocionado, pero él seguía sin escucharlo, cada que ese hombre hablaba lograba oír una especie de murmullo, dicho con una voz extraña, distorsionada. No lo comprendía, ¿por qué no podía entenderle?

Estaba desesperado, él quería escucharle, hablarle, abrazarle, pero no podía, estaba paralizado y eso le molestaba mucho más; aquel hombre continuaba llamándole acercándose cada vez más, seguía feliz, pero se notaba extrañado. Cuando lo tuvo frente a sí, a tan solo unos metros, vio como una vez más hacía el intento por hablarle y, de nuevo, igual que las veces anteriores, solo llego a sus oídos ese extraño murmullo.

—No puedo escucharte —dijo en un murmullo, temblando y a punto de romper en llanto.

El hombre frente a él sonrío triste, negó lentamente con la cabeza y sin tratar de decir nada más, se dio la vuelta para comenzar a marcharse.

—¡No, espera! Por favor no te vayas —la desesperación en su voz era notoria— necesitamos hablar.

Pero nada más pudo hacer, no se detuvo, no quiso escucharle, simplemente se dio la vuelta y así como se acercó, poco a poco vio como desapareció hasta dejarlo de nuevo completamente solo.

Despertó gritando, se encontraba muy agitado y empapado en sudor, tampoco podía dejar de temblar. Cuando se calmó un poco pudo notar a Koala a su lado, con el ceño fruncido y mirada preocupada.

—¿Te encuentras bien? —le dijo con voz tranquila pero severa— ¿De nuevo has tenido pesadillas?

—No ha sido una pesadilla, solo soñé con Ace.

La chica relajo su expresión y pudo notar un destello de lastima brillar en su mirada. No era secreto para ella, que él se sentía demasiado culpable por no poder ayudar a Ace cuando fue la guerra; si bien hablar con su hermano menor y saber que no le resentía nada había aliviado gran parte de esa culpa, no podía borrarla por completo.

Y él lo entendía, sabía que Ace, así como Luffy, jamás lo culparía por lo que paso. Pero ni sabiendo eso, podía borrar del todo ese sentimiento de su corazón y no importaba lo mucho que los demás le repitieran que no había estado en sus manos, no importaba lo mucho que él tratará de ignorarlo, ese malestar no se iba, lo tenía bien arraigado dentro de su ser.

Koala lo sabía y por esa misma razón no decía nada, ni siquiera trataba de consolarlo, era consciente que sería en vano de todas formas. Suspiro y lentamente, como temiendo perturbar la paz que había comenzado a reinar, se retiró dejándolo solo.

Sabo no entendía del todo lo que ese sueño significaba, era consciente de que tenía que ver con cómo se sentía, pero no tenía idea del porqué, de pronto, había comenzado a tenerlo.

Algo dentro de él le decía que era importante, que no era un sueño común y corriente como cualquier otro, pero no podía descifrarlo y poco a poco eso iba mermando su paciencia, tenía miedo de un día ya no querer ir a dormir más, porque para su mala fortuna, la regularidad con la que soñaba eso aumentaba conforme el tiempo transcurría.

Suspiro frustrado y se levantó de la cama, no tenía mucha hambre así que estaba pensando saltarse el desayuno y preguntarle a Koala si faltaba mucho para que llegarán a su destino. Tenían una misión muy importante y esperaba que eso, le ayudará a distraerse un poco.

Al salir a cubierta busco a su compañera y rápidamente la encontró hablando con un Maestre, tenía un semblante preocupado y eso lo alerto bastante.

—¿Qué sucede? ¿Tenemos algún problema? —dijo una vez que llegó a su lado.

—Si, al parecer la turbulencia de anoche se debió a un rey marino, la bodega se dañó, pero pudieron arreglarla sin mayores consecuencias.

—Bien y cuál es el problema entonces.

—Se perdieron muchas provisiones, no lograremos llegar a nuestro destino con lo que tenemos en bodega.

Suspiro molesto, bien ahora tendrían que desviarse y eso solo era una pérdida de valioso tiempo.

—Bien, dile al navegante que corrija el curso a la isla más cercana que marque el log, nos reabasteceremos y retomaremos el curso con el eternal pose lo más pronto que nos sea posible.

Koala y el Maestre asintieron al mismo tiempo para después marcharse en busca del navegante. Él simplemente se presionó el tabique de la nariz y volvió a suspirar.

Estaba molesto, ya habían llegado a tener imprevistos así, pero en estos momentos, lo que él necesitaba era distraerse y no podría hacerlo pronto debido al incidente. Era una pérdida de tiempo claro estaba, pero jamás sería capaz de hacer pasar por hambre a sus hombres en altamar; él podía soportarlo, pero no les daría esa carga a sus compañeros.

Se retiró a la proa del barco y se quedó ahí observando el mar, no tenía cabeza para hacer nada más de todas formas. La imagen de su hermano invadía por completo su mente.

Cuando el grito de tierra a la vista llegó, la noche ya estaba por caer y él seguía exactamente en el mismo lugar, no había comido tampoco; agradecía que Koala estuviera lo suficientemente ocupada para no prestarle atención, de lo contrario ya se hubiera llevado una buena riña por parte de su compañera.

Estiró sus brazos dándole descanso a sus agarrotados músculos y con paso lento, se dispuso a desembarcar junto a algunos cuantos de sus compañeros de tripulación. Estaba tranquilo ya que al menos llegaron a la isla ese mismo día, así que, con algo de suerte, no tendrían que desperdiciar mucho más tiempo del que ya habían desperdiciado.

Al pisar el puerto lo primero que llamo su atención fue la vegetación de la isla, una muy parecida al lugar donde nació y vivió durante un tiempo. La brisa nocturna golpeó su rostro junto a una enorme oleada de nostalgia.

Haber tenido a su hermano en la mente todo el día no le ayudo, ya que los sentimientos comenzaron a desbordarse, así como las lágrimas que ya se habían comenzado a acumular en sus ojos.

Se retiró del puerto lo más rápido y sigiloso que pudo, no necesitaba que nadie intentará averiguar qué es lo que le pasaba, ni siquiera él mismo lo sabía. Justo en ese momento, solo quería internarse en ese bosque que tantos recuerdos le traía y perderse quizá hasta bien entrada la madrugada, tal vez para ese entonces, la montaña rusa de sentimientos seguramente ya hubiese terminado.

Camino entre los árboles y la maleza, internándose cada vez más a ese espeso bosque, no le preocupaba ningún animal peligroso, no podía detectar ningún peligro con su haki, por lo que podía concentrarse en admirar la naturaleza a su alrededor.

No supo exactamente en qué momento perdió la noción del tiempo, el cielo aún seguía obscuro por lo que fácil podría haber estado ahí solo un par de minutos, aunque él sentía que ya llevaba muchas horas perdido en ese lugar.

Un escalofrío recorrió su espina dorsal y le obligó a prestar más atención al lugar donde se encontraba, sentía como si de pronto hubiera despertado de un trance. La vegetación a su alrededor era menos densa y se encontraba en lo que parecía ser un claro, con un lago cristalino que reflejaba la luz de la luna de forma casi mágica.

De alguna manera esto se sentía igual que su sueño y eso lo lleno de miedo, no quería ver a Ace y no poder escucharlo ni hablarle. En un sueño era pasable y aun así despertaba con un sabor amargo en la boca por lo que si esto llegaba a pasarle en verdad, terminaría por destrozarlo.

Su pequeño momento de pánico fue interrumpido por el sonido muy sutil de unos pasos acercándose a él. Con la ansiedad llenando de nuevo cada poro de su ser se dio la vuelta, ni siquiera notó que no paraba de temblar. Tenía la esperanza de ver a Koala, con el ceño fruncido y a punto de darle otro sermón, pero lo que vio solo lo paralizó.

Ahí, con una sonrisa reluciente se encontraba su hermano, podía jurar que algo en él resplandecía de forma mágica, sin duda demasiado realista y mil veces mejor que ese sueño que lo había estado invadiendo los últimos meses.

—¿Piensas quedarte ahí parado mirándome como un bobo toda la noche? O de nuevo te vas a reusar a escucharme.

No supo cómo pasó, pero cuando reaccionó estaba abrazando al moreno mientras no paraba de llorar, ¿de verdad estaba pasando, ese realmente era Ace?

—No sabía que Luffy te había contagiado lo llorón —el mayor de los dos correspondió el abrazo mientras ligeras lágrimas bajan por sus mejillas.

—Te he extrañado tanto, no sabes lo horrible que fue recordarte y darme cuenta que te había perdido.

—Yo también te extrañe mucho, cada día siempre pensaba en ti.

—Ace lo siento —apretó a su hermano aun con más fuerza—, de verdad lo siento tanto, si yo hubiera estado allí...

—Basta Sabo —el mayor rompió el abrazo y tomo la cara de su hermano para verlo a los ojos—, deja de culparte si hubieras estado ahí probablemente el resultado hubiera sido el mismo, soy demasiado terco.

—Demasiado estúpido y orgulloso más bien —dijo tratando de limpiar las lágrimas que no dejaban de salir—, aún que me lo digas, no puedo perdonarme, te perdí y casi pierdo a Luffy y ni siquiera fui consciente de ello.

—¿Y de que te sirve culparte?

Ace camino hacía el lago y se sentó en una de las rocas de la orilla, observando el reflejo de la luna y las estrellas.

—No puedes cambiar nada Sabo, de hecho, debería ser yo quien pida disculpas, mi comportamiento fue tonto e inmaduro y puse en peligro la vida de Luffy por eso.

Sabo lo siguió y se sentó a su lado, mirando lo mismo que su hermano mayor veía.

—No me arrepiento de nada, se lo dije a Luffy y ahora te lo digo a ti. Fui libre, viví mi vida como quise, hice grandes amigos, encontré una gran familia y si tuviera que repetir todo, probablemente lo haría de la misma manera. ¿Si yo estoy bien con mis decisiones, porque tú no?

El rubio suspiro cansado, normalmente el que daba los sermones a sus hermanos era él. Aun así, no podía negar que Ace tenía un punto.

—Supongo que tienes razón, creo que lo que más me dolía era saber que no podría verte nunca más.

—Bueno, aquí estamos. ¿Porque no me cuentas como es tu vida con los revolucionarios?

El rostro de Sabo se iluminó y comenzó a contarle a su hermano toda su vida con los revolucionarios. Ace lo escuchaba atento, riendo en varias anécdotas y regañando a su hermano en algunas otras.

Entre una historia y otra, el tiempo se les escurrió como agua entre las manos y cuando Sabo notó los primeros rayos de sol entendió que era momento de decir adiós.

—¿No puedes quedarte un poco más?

—Lo siento Sabo, sabes que no.

—Sí, lo sé, es solo que fue muy poco tiempo y fueron tantos años, hay muchas cosas que aún quiero contarte.

—Descuida hermano, nos volveremos a ver —extendió sus brazos y abrazo al rubio con fuerza.

—Es injusto, es como si el destino hubiera querido que jamás nos encontráramos.

—Y, aun así, por unos breves instantes estuvimos juntos.

—¿De verdad volveré a verte?

—Claro que sí, algún día estaremos los tres juntos de nuevo.

Sabo cerró los ojos al sentir como Ace rompía el abrazo, no quería ver como se marchaba, ya le estaba costando bastante está despedida. Pudo sentir como Ace le revolvía el cabello y lo último que escucho fue un lejano "nos vemos".

—¡Sabo!

Abrió los ojos asustado; lo primero que notó es que estaba a la sombra de un árbol y no cerca a la orilla del lago, lo segundo, fue la mirada furiosa de Koala sobre él.

—¿Por qué siempre haces estas cosas? Todo el mundo estaba preocupado, yo estaba preocupada. ¡Ni siquiera le avisaste a alguien que saldrías a explorar!

El rubio se levantó aturdido, ¿un sueño? No era posible, estaba seguro de haber cerrado los ojos hace solo unos cuantos segundos. Miro a su alrededor aún en un pequeño estado de shock. ¿Todo había sido un sueño, realmente no había visto a su hermano?

Su respuesta llegó con una ligera brisa que movió sus cabellos de la misma manera que Ace lo había hecho antes de despedirse. Entonces lo notó, el calor que su mano había proporcionado seguía ahí presente, diciéndole que efectivamente, lo que había pasado no era un sueño.

Koala detuvo su sermón cuando vio las lágrimas de Sabo, preocupada tomo su rostro y le miro directo a los ojos. Ella no podía hacer nada, no podía consolarlo, era consciente de que no era quien debía sanar su dolor, pero estaba preocupada. Sabo había estado deprimido varios días por lo que verlo llorar así, de la nada, solo aumento su preocupación.

—Sabes Koala, pude ver a Ace.

La sonrisa que le dio después de esa frase, fue una de las sonrisas más hermosas que jamás le había visto poner. Curiosa se sentó a su lado.

—¿De verdad? —el chico asintió con entusiasmo, aumentando aún más su sonrisa.

—Sí, una vez en un sueño

Cómo dicen en mi rancho: más vale tarde que nunca. Les traigo por fin, el primer OS de esta week.

Está vez quise hacer un reencuentro entre los dos hermanos mayores. La verdad es que siempre dejo a Sabo de lado, no solo en OS sino también en las historias ASL que tengo, siempre me centro más en la relación Ace/Luffy y la verdad es que ya van varios que me lo dicen jajajaja

La verdad es que si lo noté hace bastante tiempo y es que para serles sincera creo que estaba resentida con Sabo, se que no fue su culpa perder la memoria ni todo lo que pasó debido a eso, pero mi mente inmadura aún así estaba resentida con él.

Pero ya he hecho las paces y realmente quiero retribuirle un poco todo lo que lo aleje, por eso está vez el OS está centrado en estos dos hermanos que realmente son la definición de tragedia completa. Espero traerles más cositas de estos dos pronto.

Y si, ya lo he dicho muchas veces, nunca voy a dejar de escribir sobre la muerte de Ace. Tragedia es mi segundo nombre, su muerte mi trauma y una fuente infinita de ideas y fics.

Nami Scarlet

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