Jungkook | povs.

Entré a casa, despojandome del saco y los zapatos. Todo estaba oscuro, como siempre.
Subí a la planta superior, cansado después de una larga noche. Al llegar a mi habitación, encontré la puerta abierta. Entré y vi a mi esposa, YoonA, sentada en la cama, con una sonrisa seductora en su rostro. Estaba vestida con un negligée transparente, y su cabello estaba suelto, cayendo sobre sus hombros. La habitación estaba iluminada solo por la luz de la luna, lo que la hacía parecer aún más hermosa.

—Hola, cariño —dijo, su voz baja y sensual—. Te he estado esperando.

Se acercó a mí y me tomó del brazo. Me senté en el borde de la cama, mirandola. Pero me sentí incómodo. Mi mente aún estaba con aquella mujer, la desconocida que había conocido en el bar. La forma en que me había hecho sentir, la conexión que habíamos establecido....

—Hola —respondí, tratando de sonar natural—. Estoy cansado. Ha sido un día largo.

Su cuerpo estaba cerca del mío.

—Puedo ayudarte a relajarte —susurró, podía sentir su aliento en mi oído.

Me sentí atrapado. No quería estar allí, no quería hacer eso. Pero sabía que no podía rechazarla sin riesgos. No ahora, no cuando mi mente estaba en otra parte.
Tomó un poco de distancia y con lentitud y siendo sensual, se quitó aquel vestido, quedando desnuda frente a mí. Miré hacia el suelo, comencé a jugar con mis manos. Ella ya no provocaba nada en mí.

—No tienes que hacer esto...

Ella desesperada, se acercó a mí.

—Lo siento... —me tomó del rostro e hizo que la mirara— Yo confío en ti, sé que no me engañaste. —tenia los ojos llorosos.

"Claro que lo hice" pensé.

—No solo es eso. —suspire, tratando de usar las palabras correctas— ¿No crees que toda nuestra relación se enfrió?

Era momento de enfrentar la realidad.

—¿Qué? —no pudo contener las lagrimas— Jungkook... Yo te amo y no deje de amarte. ¿Acaso tú, ya no sientes nada por mí? ¿Ya no me amas?

La habitación quedó en un silencio inexplicable, era incómodo.
No quería responder, así que me levanté, tomé la frazada que estaba cerca y la cubrí.

—Deberías vestirte —dije, tratando de sonar gentil, pero firme.

YoonA asintió, aún con lágrimas en los ojos. Me sentí incómodo, sabiendo que había herido sus sentimientos.

—Necesito pensar con claridad —dije, dando media vuelta para salir de la habitación.

—Jungkook... —llamó YoonA, su voz débil.

Me detuve en la puerta, sin mirar atrás.

—Descansa, YoonA. —dije, y salí de la habitación.

...

Me senté en un banco en el parque, mirando hacia el lago. El sol comenzaba a ponerse, pintando el cielo de colores cálidos. Me gustaba venir aquí para despejar mi mente.

Pensé en mi conversación con YoonA la noche anterior. Me sentí culpable por herirla, pero sabía que no podía seguir mintiendo. Nuestra relación se había estancado, y no sabía cómo revivirla.

Mi mente se desvió hacia mujer que había conocido en el bar. No sabía nada de ella, pero había algo que me atraía. Su sonrisa, su risa, su forma de escuchar.

Me pregunté qué habría pasado si nos hubiéramos encontrado otra vez en el bar. ¿Habríamos conectado de manera más profunda? ¿Habríamos descubierto algo especial?

Sacudí la cabeza, tratando de sacar esos pensamientos de mi mente. No era justo para YoonA, y no era realista. Y no sabía si volvería a verla. Pero no podía evitar sentir que había algo más allá de mi relación actual. Algo que me esperaba, algo que me haría feliz.

Me levanté del banco y comencé a caminar de nuevo. No sabía qué futuro me esperaba, pero sabía que debía seguir adelante.

Me dirigí hacia la oficina de mi padre, pensando en la conversación que tendríamos sobre la empresa. Al llegar, vi a Ji-Hyun saliendo de la oficina, su sonrisa falsa y engreída iluminando su rostro. Me sentí repelido por su presencia y traté de ignorarla, pero ella me detuvo, con su voz dulce y manipuladora.

—Jungkook, hijo —dijo, su tono cargado de hipocresía—. ¿Qué haces aquí?

Me detuve, con mi mirada fulminante clavada en ella. Odiaba la forma en que siempre trataba de sonar tan inocente y preocupada, cuando en realidad era una serpiente venenosa que se había infiltrado en nuestra familia.

—Vengo a trabajar. —respondí, mi voz era cortante y desinteresada.

Pero Ji-Hyun se interpuso en mi camino, su cuerpo delgado y elegante bloqueando mi paso. Su perfume caro y empalagoso me mareó, recordándome la falsedad que la rodeaba.

—Tu padre y yo acabamos de discutir sobre el futuro de la empresa —dijo, tenía una sonrisa astuta y calculadora—. ¿Sabes qué decidimos?

Mi instinto me advirtió que algo no estaba bien. Ji-Hyun nunca hablaba de la empresa sin una intención oculta.

—¿Qué pasó? —pregunté, y mí voz salió tensa y desconfiada.

—Tu padre ha decidido darle más responsabilidad a Lee Jae-hwan —dijo, viendo mi reacción—. ¿No te parece bien?

Mi ira se desató. ¿Cómo podía mi padre ser tan ciego?

—¿Por qué? —pregunté, mi voz baja y amenazante.

—Porque es el mejor para la empresa —respondió, tenia una mirada desafiante—. Y tú deberías estar contento de que alguien capaz tome las riendas.

Me sentí enfurecido. ¿Qué estaba haciendo Ji-Hyun? ¿Qué había hecho para manipular a mi padre de esta manera?

—Hablaré con mi padre —dije, pasando de largo, con la mirada fulminante clavada en ella.

Ji-Hyun se rió, ese sonido era como un cuchillo que cortaba el aire.

—Claro que sí, querido —dijo—. Pero no creo que cambie de opinión.

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