06
Seowoo | povs.
Desperté al sentir como mí teléfono vibraba a cada segundo. Aparté mí cabello de la cara y tomé el objeto que estaba a un lado mío y lo prendí. Sonreí al ver lo que pasaba.
Tenía 10 llamadas de papá y 12 mensajes de texto. Apagué el teléfono y lo dejé a un lado.
Me levanté de la cama y me estiré, sintiendo el cansancio en mis huesos. Pero no era solo el cansancio físico lo que me afectaba, era el emocional. Me sentía perdida, sin saber qué hacer con mi vida.
Me dirigí al baño para ducharme y prepararme para el día, pero mi mente seguía en blanco. No podía pensar en nada más que en mí misma. ¿Qué quería de la vida? ¿Qué era lo que me hacía feliz?
Después de ducharme, me vestí con un traje elegante, pero no me sentía como siempre. Me sentía vacía, como si algo me faltara. Me dirigí a la cocina para desayunar, pero no tenía hambre. Solo quería pensar en mí misma, en mis sentimientos, en mis deseos.
Me senté en el sofá y cerré los ojos, dejando que mis pensamientos me llevaran a un lugar de reflexión. ¿Qué era lo que me había llevado a este punto? ¿Qué era lo que me había hecho perder de vista mis objetivos y mis sueños?
Comencé a recordar mi infancia, mi juventud, mis momentos de felicidad. Y entonces, lo vi. Un patrón de comportamiento que se repetía una y otra vez. Me daba cuenta de que siempre había puesto las necesidades de los demás antes que las mías. Siempre había sido la abogada perfecta, la hija perfecta, la amiga perfecta. Pero ¿y si no quería ser perfecta? ¿Y si quería ser simplemente yo?
Tomé mí bolso y salí del edificio. Tomé un taxi como todos los días. Iba de camino al bufete para ponerle fin a todos mis lasos con el trabajo. Y mientras me dirigía al lugar, recordé la charla que tuve con mí amiga, luego de esa increíble noche.
—¿Donde carajos estabas, Seowoo? —preguntó preocupada, mientras me seguía para después, sentarnos en el sofá.
—Disfrute de una noche libre, al fin. —dije cerrando los ojos.
—¿Tú...te fuiste con un tipo? —ella tenía una mirada desesperada, como si estuviera ansiosa para que le cuente todo.
—Primero, estaba por volver a casa —comencé a contarle—. Pero él me siguió —se tapó la boca con la almohada, queriendo gritar—, dijo que podía llevarme a mí casa, le dije que no quería ir a casa, entonces...me llevó a la suya.
Y gritó con la almohada en la cara.
—Y pasó todo...
—¡Jamás creí que iba a escuchar esto! ¿Cómo era él? ¿Que te hizo sentir?
—No sé cómo explicarlo, él me hizo sentir tan bien... —mis ojos estaban perdidos recordandolo.
—Demasiado bien, diría yo. —sonreí al ver con la forma en la que me miraba.
—Me di cuenta de lo bien que es sentirse libre. Él me hizo sentir libre... —dije recordándolo.
—¿Que harás ahora?
—Hacer lo que más deseo; renunciar al bufete y dejar la profesión.
Me adentré a la oficina de mí padre, quien estaba charlando y tomando café en su sofá, con otro abogado.
—Abogada... —dijo, sorprendido por mí repentina aparición— ¿Que hace aquí?
—Quiero hablar con usted urgentemente, por favor.
El hombre que estaba con él, lo miró y asintió. Se paró e hizo una reverencia y se retiró. Mí padre tomó los papeles que estaban allí y fue a sentarse en su escritorio.
—Seowoo... ¿Cómo puedes entrar así?
—Quiero hablar con usted y es importante. —dije, intentando mantener la calma.
Mi padre me miró sorprendido, pero asintió y se sentó en su escritorio.
—¿Qué pasa, Seowoo? —preguntó, su voz era firme, pero curiosa.
Me tomé un momento para respirar profundamente antes de hablar.
—He estado pensando mucho en mi carrera y mi vida en general —dije, eligiendo mis palabras con cuidado.
Él se inclinó hacia adelante, interesado.
—¿Y qué conclusiones has sacado? —preguntó.
—Me siento un poco... estancada —dije, buscando las palabras adecuadas—. No sé si esto es lo que realmente quiero hacer con mi vida.
Se recostó en su silla, su rostro pensativo.
—¿Te refieres al bufete o a la profesión en general? —preguntó.
—No lo sé —dije, encogiéndome de hombros—. Solo sé que algo no está funcionando.
Mi progenitor asintió lentamente.
—Entiendo. ¿Has considerado hablar con alguien sobre esto? ¿Un mentor o un consejero?
Me sentí frustrada por su falta de comprensión.
—Papá, no es solo sobre mi carrera —dije, intentando explicar—. Es sobre mi felicidad.
Mi padre se encogió de hombros.
—La felicidad viene con el éxito, Seowoo. Y tú eres una de las mejores abogadas de este bufete —dijo, su voz firme.
Me sentí como si me hubiera golpeado.
—Eso no es lo que quiero —dije, mi voz baja pero firme—. Quiero ser feliz, no solo exitosa. —él me miró, sin entender.
—¿Qué diferencia hay? —preguntó.
Me di cuenta de que no podía explicárselo. No podía hacer que entendiera.
—Nada, papá —dije, levantándome de la silla—. Solo quería hablar contigo.
Él se levantó también, su rostro estaba serio.
—Seowoo, no puedes simplemente dejar todo así porque no te sientes feliz. Tienes responsabilidades.
Me sentí atrapada, como si no tuviera salida.
—Lo sé, papá —dije, mi voz casi un susurro—. Pero tengo que hacer lo que es mejor para mí. —se acercó a mí, me miraba una expresión muy fría.
—Seowoo, entiendo que estás pasando por un momento difícil —dijo, con su voz firme—. Pero no quiero que tomes una decisión apresurada.
Me sentí aliviada al ver que mi padre no estaba enojado.
—Gracias, papá —dije.
Me miró fijamente.
—Te daré dos meses para que reflexiones sobre tu futuro en el bufete —dijo—. Durante ese tiempo, no tendrás que venir al trabajo. Puedes hacer lo que quieras, pero espero que uses este tiempo para pensar seriamente en lo que quieres hacer con tu vida.
Me sentí sorprendida por su oferta.
—Dos meses —repetí.
Mi padre asintió.
—Sí. Dos meses. Y después de eso, espero una respuesta clara y definitiva sobre tu futuro en el bufete. No hay vuelta atrás —dijo.
Me sentí tensa ante su tono firme.
—Entendido, papá —dije.
Y se levantó de su silla.
—Recuerda, Seowoo, este tiempo es para reflexionar, no para distraerte. Espero que tomes una decisión sensata.
Espero les gusteee. Les está gustando?
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