T R E S
~ VIERNES EN LA NOCHE... ~
Mike la pasó inquieto gran parte de la noche, imaginando cómo sería encontrarse con aquellos chicos por primera vez. Su estadía en esa ciudad estaba costando más de lo que había esperando, podía incluso asegurar que sin el trato cercano que Rius le estaba dado, habría enloquecido en poco tiempo. Para alguien tan solitario y aislado como Mike lo era ahora, le era conmovedor ver el empeño que ponía en tratarle como un amigo.
Ahora, después de más de un mes sin compañía, estaba a punto de tener una reunión con gente que parecía especial.
Ese era el motivo de su insomnio.
A la mañana siguiente, el turno de Mike y Rius comenzó a las 9:00 am, para alcanzar a completar las ocho horas laborales. Y tal como el sábado pasado, Mike pasó todo su turno con ambos chicos. Le gustaba compartir el tiempo con ellos, eran una dupla interesante. Rius era un inquieto extrovertido que no temía expresar lo que cruzara por su mente. Javier, en cambio, era un ser mucho más reservado que prefería dejar hablar a los demás, y por la forma en que prestaba atención a quienes lo acompañaban, era fácil distinguir que disfrutaba de la compañía.
—¡Auch!
—¡Perdóname, Mike! —accidentalmente, Rius le acababa de golpear en el hombro derecho mientras transportaban cajas con mercancía en la bodega—. ¿Te pegué muy fuerte?
—No, no. Estoy bien, tu caja estaba pesada —se lamentó Mike, sujetándose el área herida, pero pronto se irguió para seguir trabajando. Rius, a su lado, atento a sus movimientos, no estuvo satisfecho
—Déjame revisarte, por favor.
—No hace falta, no fue nada grave.
—Insisto, quiero asegurarme de que no pasó nada, ese grito no fue por algo leve.
Rius le perseguía desde una esquina de la bodega a otra, pues Mike se apresuró a continuar con el traslado de las cajas. Faltaban pocas y no eran muy pesadas, pero se estaba cansando y quería terminar pronto. Le comenzó a frustrar que Rius no se concentrara en su trabajo.
—¡Sigue con lo tuyo! Yo estoy bien.
De inmediato Rius dejó de seguirlo, incluso le pareció ver que se sobresaltaba por su reacción. Quizá se había pasado un poco... Sin embargo, Rius no dijo nada más y siguió movilizando las cajas restantes. Aquello había incrementado la culpa en Mike, pero tampoco se atrevió a decir algo.
Al terminar volvieron al mostrador, como Javier les había pedido. Allí se lo encontraron mascando una goma de mascar y deslizando con aburrimiento el dedo por su celular, ajeno a su alrededor. De esa manera, con algunos descuidados mechones de cabello cubriendo ambos lados de su cara y la expresión distraída, lucía muy atractivo. Mike y Rius seguían sin cruzar palabra.
—¿Terminaron? Gracias, muchachos —les habló cuando estuvieron cerca, bloqueando su celular. El tiempo que había convivido con Javier, fue suficiente para que Mike se diera cuenta de que casi nunca sonreía. Eso era para lamentarse, pues su sonrisa era verdaderamente única—. Falta media hora para salir, empiecen a hacer corte.
—A la órden, jefe —contestó Rius, adelantándose a su caja.
Mike también volvió a la suya, pero se sorprendió al encontrarse con un teléfono al lado del teclado. Éste no era suyo. Tenía la pantalla negra con cientas de grietas y se notaba en muy mal estado.
—Lo hallaste, gracias —dijo Javier, apareciendo por su espalda. Le extendió la mano, pidiendo el aparato que Mike tomó casi por reflejo.
—¿Es tuyo?
—Sí. Lo acabo de olvidar aquí.
Mike asintió y se lo dio sin más apuro. Javier sonrió sin mostrar los dientes.
—Gracias. Cuando terminen con su corte pueden irse.
~ ♡ ~
~ SÁBADO EN LA NOCHE... ~
♡
Resultó que, tal como Rius había previsto, Mike se llevó muy bien con el team. Ahora, pasado de unos cuantos tragos, veía lo ridícula que fue la razón de su insomnio.
Se sintió... querido junto a ellos. Fue incómodo al principio, pues no había hablado con Timba ni Raptor hasta que Rius creó el grupo, pero ellos hicieron su mejor intento de incluir a Mike a sus conversaciones, de hablar como si se conocieran desde antes.
Incluso en un ambiente animado, Mike se dio cuenta de que Javier continuaba con el ceño fruncido. Cuando le acompañó en el sillón vacío, queriendo convivir un poco más con su jefe fuera del trabajo, él le observó con ojos oscuros hasta causarle un escalofrío en la columna. Después le sonrió, muy dulce.
—¿Te diviertes? —le preguntó. Y Mike, entusiasmado, asintió tan rápido que su cabeza dio vueltas. En realidad no había bebido tanto, pero sus músculos se sentían cansados. Por más que le gustara beber, nunca había tenido mucha resistencia. Por eso mismo, se había comprometido a tomar con moderación. Ellos seguían siendo extraños.
—Si. Me siento bien, no me había divertido así desde que llegué aquí.
Javier asintió. —Así son los chicos. Pueden parecer hostiles, pero se preocupan por los que los rodean.
—En serio se los agradezco —Mike se recostó en el sofá, aprovechando para dirigir su mirada hacia el techo blanco—. También me siento cómodo contigo, Javier.
—¿Ya no soy "jefe"?
La risa que soltó en seguida no había pasado desapercibida para Mike. Fue la primera vez en esas dos semanas que le escuchó reír, y tal parecía que su consternación le era más graciosa, porque siguió riendo un pco más. Prefirió no decir nada para no interrumpirlo.
—Bueno, ahora estamos fuera del trabajo... ¿Te molesta que te llame por tu nombre?
—Para nada, Mike.
—¡Mike! —la voz fuerte de Raptor le asustó—. ¡Ven a jugar Just Dance con nosotros!
De pronto todos los pares de ojos les volteaban a ver, sonrientes y todos con un control en la mano. Se levantó rápido, dedicándole una mirada de disculpa a Javier antes de retirarse. Él le hizo una señal de que no se preocupara, que se divirtiera, y pudo adivinar que el no necesitaba ponerse a bailar con ellos para divertirse.
~ ♡ ~
En algún momento de la noche, mientras la música continuaba en un volumen moderado para no infortunar a los vecinos del edificio, Mike se percató de que la sombra de Timba se alejaba de ellos. Lo vio dirigirse a la terraza con pasos cansados y, para su propia sorpresa, descubrió que le fue inevitable preocuparse.
—¿No ha bebido demasiado? —le cuestionó Mike a Raptor, quien estaba más cerca de él en ese momento, bailando con la pared.
—¿Rubén? Nah, el alcohol le hace bien.
—Pero...
—Estamos en un lugar cerrado, Mike. Y nos cuidamos entre todos —le respondió Rius, acercándose tras adivinar que Raptor no respondería más. Estaba bastante entretenido con el ritmo de la música.
Tenía razón. No había forma de que pudieran accidentarse ahí, pero aún así, no fue consciente del momento en que empezó a caminar a la terraza. Abrió las puertas de vidrio con delicadeza y encontró a Timba con el cuerpo recargado en el barandal de la terraza, casi perdido viendo al cielo oscuro.
—¿Te puedo hacer compañía?
—Claro, claro —le respondió, arrastrando las palabras. Su ebriedad era evidente, incluso sin el olor a alcohol que destilaba de su ropa. No lo encontró desagradable.
Se acercó a la baranda, dejando espacio para que al menos otro invitado más cupiera enmedio, y se entretuvo apreciando la belleza de la madrugada, contando las estrellas que brillaban como pecas para el cielo. La luna menguante apenas se dejaba ver, envidiando a las nubes sinvergüenzas que pasaban por encima de ella.
—¿Por qué estás aquí? —le preguntó Timba luego de unos segundos de silencio. Mike volteó a verlo, sólo para descubrir que él ya tenía la mirada fija en su perfil, mirándole con ojos abiertos y las pupilas dilatadas.
—Rius me invitó —se dio el lujo de burlarse. Se sorprendió con el rostro serio del contrario.
—No, no, no. Me refiero aquí conmigo.
—Yo..., te vi muy solo...
Para entonces, el muchacho ya estaba disminuyendo la distancia. Mike fingió no darse cuenta y centrarse en el cielo que igualmente los contemplaba, pero sintió que sus codos llegaron a rozarse.
—¿Y qué te hizo salir a buscarme? Los demás se divierten adentro.
—U-uhm...
Mike quiso responder cualquier cosa que se filtrara en su desordenada mente, mas su aliento se esfumó en el momento que el otro les hizo quedar frente a frente. Las pupilas de Timba seguían dilatadas, incapaz de dejar de escanear su rostro. Sus dedos fríos también acariciaban superficialmente sus brazos, sus manos y mejillas, y Mike sintió su propio corazón acelerado bajo el pecho contrario. Sus alturas no eran demasiado notables, Mike apenas tenía que alzar el mentón un par de centímetros para alcanzar sus ojos, y aún así se sintió pequeño junto a él.
—Pareces un gatito —masculló Timba frente a su cara, su aliento pesado chocando en su nariz. Siguió sin ser desagradable—. Eres muy lindo.
Y sin más, Timba se inclinó para alcanzar sus labios y robarle un deseado beso. Sus manos se quedaron en sus mejillas, pero aún así tuvo la gentileza de no aprisionarlo con su cuerpo, y fue algo que Mike apreció. Fue lo que menos esperaba recibir esa noche. Se atrevió a cerrar los ojos y acariciar los dedos que continuaban en sus mejillas.
Y aquel sutil toque despertó a Timba de su trance, que se separó como si de pronto los labios ajenos ardieran.
—Lo siento —susurró, sin atreverse a mirarlo de nuevo. Mike si lo miró, sólo unos segundos que fueron suficientes para notarle las mejillas húmedas. No se atrevió a preguntarle si estaba bien, o porqué lloraba—. ¿Volvemos adentro?
Mike tartamudeó una afirmación y siguió al chico hasta las puertas de vidrio, con las mejillas rojas. En el interior del hogar, visualizó a Raptor llegando al lado de Timba, para servirle de apoyo y guiarlo hasta el pasillo, seguramente para llevarlo a descansar. También vio cómo Javier pasaba a su lado en dirección a la puerta de vidrio con un manojo de llaves. No quedaba duda de que los habían visto y eso volvió más tímido a Mike.
Aprovechó que el camino hacia la salida estaba despejado para dirigirse casi corriendo.
—Yo me retiro —anunció en la puerta, tanteando el cerrojo con dedos torpes—. La pasé muy bien, nos vemos el lunes en la tienda.
—¿No te quedas? —cuestionó Rius adormilado desde el sofá.
—¡No! No, gracias. Pediré un taxi, no me hospedo muy lejo de aquí. ¡Adiós!
Que noche tan inesperada.
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