24: El club de duelo
Capítulo veinticuatro: El club de duelo
El sábado, Hermione, Ron, Harry y yo terminamos de preparar gran parte de la poción antes de las siete, justo a tiempo para unirnos a todos los otros que se quedaron en el castillo. Dejamos el caldero sobre un retrete limpio, fielmente inspeccionado por Ron, para asegurarnos que nadie lo encuentre en caso de que usen ese abandonado baño. Después de lo que encontramos allí el otro día, nadie puede estar seguro de nada.
En las puertas del Gran Salón hay un gran cartel, de nuevo con partes púrpuras, que dice "Club de Duelo". Todos estamos muy intrigados, murmurando entre nosotros, tratando de adivinar qué haremos y quién dirigirá todo.
-Quizás sea Flitwick. Me han dicho que de joven ganó muchos concursos de duelo.
-Dumbledore venció a un mago tenebroso en 1945, es probable que sea él.
-Cualquiera menos Lockhart -dice Harry, al mismo tiempo que las puertas se abren y vemos dentro a un demasiado sonriente Lockhart. Está vestido en un ridículo traje ajustado, como un traje de buzo, pero púrpura. Debí haberme dado cuenta antes por todas las otras cosas de ese color.
-Bienvenidos, bienvenidos -dice Lockhart-. Pasen.
Él se sube a una tarima que hay en el centro del comedor, como una larga mesa. Las cuatro mesas de las casas fueron movidas hacia los costados, y ahora hay espacio para que todos los alumnos nos paremos alrededor del escenario que se armó nuestro querido profesor de Defensa.
-Buenas noches -saluda Dumbledore cuando se sube junto a Lockhart-. Antes de que el profesor Lockhart comience con sus lecciones, quería informarles algo. Estas clases las hemos ideado la profesora McGonagall y yo, porque creemos necesario que tengan un buen entrenamiento para defenderse ante cualquier situación que se les presente. Es parte de su educación en Hogwarts, como cualquier otra materia.
Lockhart carraspea y luego enseña sus dientes en una sonrisa exagerada.
-Ahora los dejo con el profesor.
El director se baja y Lockhart toma el centro del escenario.
-Bienvenidos a mi clase magistral...
Disimulo mi risa en un terrible ataque de tos, y varios me miran. Al darse cuenta de quien está entre ellos soy yo, todos dan un paso hacia cualquier otro lado, y no porque los vaya a contagiar. Por más que Selene y Draco me crean incapaz de hacer algo más que tontear, y que mis amigos confíen en mí, para el resto sigo siendo una de los sospechosos, sino la más sospechosa de todos.
De los que estaban a mi alrededor, el único que no se ha alejado es George; es más, al ver que todos se alejan da un paso hacia mí y me sonríe. Zorrangelina no parece muy contenta.
-Como ha dicho nuestro querido profesor, Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore, todos ustedes deben estar bien entrenados para poder combatir a todos los males que pueden desafiarlos en la vida, de los que me he defendido incontables veces (para más detalles pueden consultar mis obras). Así que hoy comenzaremos con nuestro club de duelo. Permítanme presentarles a mi asistente de hoy, el profesor Severus Snape, quien dice saber un poquito sobre auto-defensa en los combates y ha accedido a ayudarme en una pequeñísima demostración antes de empezar con nuestra clase de hoy.
Todos murmuran, ya que sabemos que Snape sabe muchísimo sobre artes oscuras. Yo simplemente miro, porque cerca de mí está solamente George, y tampoco está tan cerca que digamos. Pareciera que me rodea una burbuja.
-Pero no quiero que se preocupen, porque seré muy cuidadoso y no le pasará nada al querido Severus. No se quedarán sin su profesor de Pociones.
-Sería genial que se mataran entre sí -oigo que murmura Ron.
La forma en que mira Snape a Lockhart es escalofriante, llena de odio y de malos deseos. Solo un imbécil como Lockhart seguiría sonriendo como lo hace ahora.
Snape sube al escenario y apunta con su varita a Lockhart.
-Evidentemente mi asistente está tan entusiasmado con poder ayudarme que se ha salteado unos pasos... Severus, primero debemos hacer la reverencia. -Lockhart inclina la cabeza, pero Snape ni siquiera parpadea-. Ahora extendemos nuestras varitas, sí, muy bien. -Snape aún no se ha movido de su posición de ataque, y Lockhart parece más idiota que nunca-. Contaré hasta tres antes de hacer el primer embrujo.
-Es que no sabe contar más que eso -murmuro lo suficientemente bajo como para que solo George oiga. Él me mira y me sonríe.
-Debe tenerlo anotado en la manga.
-Ahora bien, tengamos en cuenta que ninguno tiene intención de matar.
-Yo no diría eso -dice Ron. La cara de Snape es su fundamento.
-Uno... dos...
-Sí, está leyéndolo de su manga.
-¡Tres!
-¡Expelliarmus!
Un rayo de luz roja golpea a Lockhart, que sale disparado hacia atrás por el impacto y cae del escenario de espaldas. Draco y sus gorilas vitorean, pero Hermione está espantada.
-¿Creen que esté bien?
-Espero que no -contesta Ron con una sonrisa imborrable, incluso cuando Hermione lo fulmina con la mirada.
Para alivio de mi amiga, Lockhart se incorpora con cierto esfuerzo y se sacude la túnica.
-Bueno, lo que acabamos de ver fue una satisfactoria muestra del hechizo de desarme y, como bien podrán ver, he perdido mi varita... ¡Ah, gracias, señorita Brown! He dejado que el hechizo llegara a mí simplemente para mostrárselos, ya que me pareció conveniente, pero en caso de haber querido podría haber frenado su efecto de inmediato. Como el profesor Snape es tan solo mi ayudante, no se podía esperar mucho, y déjenme decir que su acción fue totalmente predecible. Pero para ser el secundario, no estuvo tan mal.
Snape no tardará mucho en matarlo si sigue así, y Lockhart se percata de ello, porque pronto dice:
-Bueno, ya basta de demostración, ¡a practicar! ¡Pónganse en parejas!
No llego a mirar a ambos lados antes de que George rompa la distancia entre nosotros dando un paso.
-¿Te pones conmigo? -me pregunta.
Miro a Zorrangelina con desconfianza.
-Tranquila, no vendrá a comerte -me asegura.
-¿Qué pasa? ¿Se pelearon?
-Aún no, pero creo que no faltará mucho para que eso pase. Me está cansando. Además, somos amigos, ¿no? Nadie dice que no pueda estar contigo. Y no le temo a la heredera.
Me guiña un ojo y yo sonrío. Él en verdad confía en mí, y no dudó ni un segundo, sin necesidad de que yo anduviera detrás, dando explicaciones y rogándole que me escuchara. Esto es una novedad, sobre todo sabiendo lo que piensa Percy de mí.
Cuando miro al resto de las parejas, noto que Snape separa a Ron y a Harry. Harry queda emparejado con mi primo, Ron con Neville, y Hermione con Millicent Bulstrode, una chica de Slytherin tan enorme que se parece a la ilustración de la sección de ogros de los libros de Lockhart.
-Veamos, señor Malfoy, qué puede hacer con el famoso Potter -dice Snape fríamente. Cuando se da vuelta evito su mirada, por si nota mis ojos culpables. De ningún modo debe enterarse de que husmeé en su armario y hurté la piel de serpiente.
-Preparen sus varitas -dice Lockhart, ahora más sonriente porque Snape está en la otra punta del salón-. Cuando les dé la señal, usen el hechizo de desarme contra el oponente. Solamente para desarmarlo, no queremos heridos.
Draco y Harry juntos realmente no son una buena combinación, pero no tengo tiempo para fijarme en ellos. George está a pocos metros de mí, estamos ambos enfrentados, sosteniendo nuestras varitas en alto.
-Verás que cuenta hasta tres de nuevo -dice George.
-Y que sigue fijándose en el puño de su traje para hacerlo -agrego. Comprobamos muy pronto que es cierto.
-, dos... ¡tres!
-¡Expelliarmus!
La varita de George salta de su mano y cae a un lado. La mía vacila en mi mano, tratando de dar un brinco, pero la sostengo con firmeza.
-A que me has dejado ganar -digo.
-No, no. -Por su rostro de sorpresa parece que dice la verdad-. En verdad que fuiste más rápida, pero no dejaré que vuelva a pasar. Dame la varita.
-Jamás me había salido el hechizo a la primera. Vamos de nuevo -propongo.
Nos enfrentamos de nuevo, ahora con menos distancia entre nosotros, y las ganas de competir brillan en nuestros ojos. Ambos volvemos a gritar el hechizo y nuestros rayos rojos se conectan en una sola línea de poder. Ninguno suelta ni cede, los dos peleando por ganar.
-Muy impresionante -dice Lockhart, irrumpiendo en nuestro momento-, pero jamás me pasaría una conexión semejante a mí, no señor. Esto es una clara muestra de inexperiencia...
Pero de repente se hace silencio entre los alumnos y profesores, y todos escuchamos la batalla de hechizos que se desató entre Draco y Harry.
-¡Rictusempra!
-¡Tarantallegra!
-¡Edel...!
-¡Alto, alto! -dice Lockhart con desesperación, pero es Snape el que exclama "Finite incantatem!, el mismo hechizo que usó Hermione para desencantar a la Bludger. Draco, que estaba riendo como loco por los efectos del hechizo de Harry, y Harry, que estaba bailando una tarantela alocada, caen al suelo, inmóviles.
-No se preocupen, no se preocupen, todo estará bien -dice Lockhart al acercarse sigilosamente a los dos chicos. Cuando se sientan y prueban que están vivos, todo el salón vuelve a respirar.
Pero ellos dos no son los únicos que tuvieron dificultades; Ron se separó de Neville, quien tuvo que juntarse con Justin Finch-Fletchley. Ahora ambos están envueltos en una nube de neblina verde y apestosa de origen dudoso que está comenzando a llenar el salón; Millicent Bulstrode y Hermione parecen haber tenido una discusión, y ahora la chica ogro está sosteniendo a Hermione por el cuello y haciéndola gritar.
-Suéltala, vaca -le digo a Millicent, separándola de Hermione-. Vete con tu toro y deja a mi amiga en paz.
Aunque es medio metro más alta que yo, aún tengo mi reputación de heredera y no cualquiera se mete conmigo. Bulstrode me mira con odio pero se aleja sin una palabra.
-Gracias. -Hermione se masajea el cuello con expresión de dolor.
-Ni lo menciones.
-Casi le saco un ojo a Neville con mi varita rota -dice Ron cuando se acerca a nosotras-, y tuve que irme con Seamus. Ahora espero que el pobre sobreviva a esa cosa que salió de la varita. Dean ya está llevándolo con Madam Pomfrey.
Lockhart vuelve a subirse al escenario, y me parece ver que Snape pone los ojos en blanco, pero miro hacia otro lado antes de que él pueda verme a mí.
-Creo importante que ustedes aprendan a desviar hechizos indeseados. Un par de voluntarios serán necesarios. ¿Qué hay de Fred Weasley y Lily Blair-Black?
-Ella es Leyla, y yo soy George.
-No, no son para mí -decide Lockhart. Parece que odia que lo corrijan-. ¿Qué hay de Longbottom y Finch-Fletchley?
-Mala idea, profesor -dice Snape-. Longbottom haría tantos desastres con algo tan simple, que tendríamos que enviar a Finch-Fletchley en trozos a la Enfermería. Necesitamos a otra pareja... ¿Qué tal Malfoy y Potter?
-Excelente idea, asistente, brillante sin duda. Vengan todos más cerca para poder ver bien. Harry, es tu momento de brillar, y nadie piensa que eres un estirado, ¿te das cuenta? Te han elegido, utiliza bien este tiempo de fama, estando junto a mí.
Harry parece querer que se lo trague la tierra, y Snape no podría estar más feliz.
-Ahora, cuando Draco te apunte, tú tienes que hacer esto.
Hace unos complicados movimientos y su varita cae al suelo. Se agacha a recogerla con la vergüenza pintada en la cara mientras dice:
-Vaya, vaya, mi varita está un poco nerviosa...
-Eh, profesor... -dice Harry-, ¿no podría mostrarme de nuevo cómo interceptar el hechizo?
-¿Asustado, Potter?
-Ya quisieras, Malfoy -escupe Harry.
-Sólo haz lo que yo hice -dice Lockhart.
-O sea, usted quiere que tire mi varita al suelo.
-¡Uno, dos... tres! ¡Ahora!
Las miradas de Snape y Draco se cruzan por un instante antes de que mi primo grite:
-¡Serpensortia!
Una larga serpiente negra sale de la punta de su varita y avanza hacia Harry, mirándolo con fríos cálculos, captando sus movimientos.
-Chicos, ¿ya nadie respeta lo que dicen los mayores? -Lockhart camina hacia la serpiente y apunta con su varita-. No tienen por qué temer, soy un experto en esto. Una vez pude domar a una serpiente con una pajilla de beber. Para más detalles, consulten...
-¡Haga algo! -chilla Parvati Patil.
Lockhart mueve su varita, y esta vez no la deja caer, pero los resultados de su hechizo no son muy efectivos: la serpiente se enfurece y se enrosca para elevarse y atacar. Las chicas gritan, yo también grito, y sin pensarlo tomo la mano de George. Lo miro, y me sorprende ver que no ha apartado la mano.
-Ni un movimiento, Potter -le dice Snape-, yo me encargo. Profesor Lockhart...
-No, yo puedo. -Lockhart vuelve a intentar desvanecer la serpiente, y esta vez logra que salga volando tres metros hacia arriba y caiga frente a Justin.
-¿Es usted idiota? -digo cuando no puedo contenerme más. Doy un paso hacia delante, aunque sin soltar la mano de George (que está bien aferrada a la mía), para intentar ayudar, pero una mano más grande se posa en mi hombro para frenarme. Snape me indica que me quede en mi lugar, aunque no me corrige lo que dije sobre Lockhart.
Harry da un paso hacia la serpiente y con seguridad le susurra algo a la serpiente en algo que parece una lengua llena de sonidos guturales, casi escupiendo de vez en cuando. La serpiente sigue balanceándose frente a Justin hasta que se vuelve hacia Harry y queda quieta. Snape la hace desaparecer con un movimiento de varita, pero los problemas solamente acaban de llegar.
-¿A qué crees que estabas jugando? -dice Justin, pálido, y se va del salón. Harry parece más perdido que nunca. Varios lo miran con desprecio y los murmullos no tardan en crecer hasta llegar a un griterío.
Snape también está mirando a Harry cuando Ron sube y tira de su manga.
-Ya vuelvo -le digo a George con un hilo de voz, y Hermione y yo los seguimos hacia fuera. Todos nos miran mientras vamos por los pasillos hasta conseguir un lugar aislado.
-¿Por qué no nos dijiste? -dice Ron, como si estuviera ofendido.
-¿Qué cosa?
-¡Que hablas pársel! -dice Hermione-. Puedes hablar con las serpientes.
-Escuché sobre esa lengua -digo-. Pero está relacionada con las artes oscuras, como todo lo que tiene que ver con serpientes.
-Exactamente por eso debiste contarnos -insiste Ron.
-Yo... yo no sabía que hablaba pársel -dice Harry-. ¿Pero no entendieron lo que dije?
-No, pero fue bastante obvio que le ordenaste a la serpiente que atacara a Justin.
-Yo le dije que lo dejara en paz. Ustedes estaban ahí, debieron oírme.
-¿Qué parte de "hablas pársel" no se entiende? Pudiste haber dicho cualquier cosa, y por la forma en que atacaba la serpiente, parecía que la incitabas a hacerlo.
-No es raro que Justin haya reaccionado así.
-Ya me ha pasado una vez antes, le eché a mi primo Dudley una boa constrictor en el zoológico. Es una larga historia, pero la boa me dijo que jamás había estado en Brasil. No me miren así, apuesto a que montones de personas también entienden a las serpientes.
-No -dice Ron-, no es algo común. Ya te dijimos que está relacionado con las artes oscuras.
-Harry, presta atención -dice Hermione lentamente-. Salazar Slytherin era conocido por hablar pársel.
-Y el escudo de Slytherin tiene una serpiente, por si nadie se había dado cuenta -digo-. No llamamos "serpientes" a los de Slytherin porque se porten como tales, aunque lo hagan.
-Ahora todo el colegio pensará que eres su tátara-tátara-tátara-tataranieto, o algo por el estilo. Estarán seguros de que tú... que tú eres el heredero de Slytherin. O que al menos tienes algo que ver.
-Al menos me dejarán en paz a mí, espero. Lo siento -me disculpo-, eso fue egoísta.
-Pero el Sombrero...
-¡Leyla! ¡Leyla!
-Hola, Cedric. ¿Corriste hasta aquí por mí?
-Se podría decir -jadea-, pero eso no importa. Escucha, ahora todos están diciendo que el heredero... que tú... Bueno, no importa, pero me acabo de dar cuenta de que fui un estúpido.
Veo que al final del pasillo sale más gente, entre ellos George.
-No entiendo -le digo a Cedric.
-Dejé que esa gente me influenciara con las mentiras que inventaban sobre ti, y ahora dicen lo mismo sobre Harry Potter. Los rumores van y vienen y no tienen fundamentos, pero lo que hay entre nosotros es real. Son sentimientos y confianza... y vale más que lo que pueda decir cualquiera de ellos. Solamente espero que puedas perdonarme algún día.
-No estoy enojada contigo, y te perdono, no te preocupes por eso... Pero creo prefiero pasar ahora un tiempo con quienes no dudaron de mí ni un instante, y a quienes no les importó lo que dijeran de mí.
Vuelvo a ver a George, ahora más cerca, y sonrío. Cedric asiente, triste.
-Claro. Entenderé todas las decisiones que tomes. Solo quiero que sepas que me importas mucho.
-Gracias, pero jamás entenderás mis decisiones, estoy bastante chiflada. -Y con eso me doy una vuelta y me voy sola hacia el piso de arriba, imaginándome las caras de confusión de todos detrás de mí.
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