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33: Mentiras y encubrimientos

Capítulo treinta y tres

Mentiras y encubrimientos


Después de la noche más tranquila que tuve en mucho tiempo, dado que ya ha pasado la prueba y Cedric volvió a mi lado, esperaba que todo mejorara. Pero la primera clase de Pociones resulta ser una calamidad.

Yendo a la clase, Harry nos cuenta cómo hizo para sobrevivir a la prueba y cómo se le ocurrió lo de las branquialgas. Resulta que se quedó en la sala común, esperándonos a nosotros tres, que jamás aparecimos, hasta que a eso de las tres de la mañana se durmió sobre los libros y despertó diez minutos antes de la prueba, sin idea de qué hacer y con la nariz de Dobby casi en su frente. Dobby tenía la solución: un puñado de branquialgas. Realmente ese recurso ni se me había ocurrido.

—Muy bueno lo de las branquialgas —le dice Neville a Harry antes de que empiece la clase. Claro. Neville sabe de estas cosas. ¿Por qué no le preguntamos a él?

Empieza la clase. Miro al frente y mi papá da una indicación con la varita para que empiece a aparecer la receta de hoy en el pizarrón. Se acerca a donde está sentada Pansy Parkinson con sus amigas y les quita una revista de la mano, sobre la cual estaban cuchicheando, pero antes de hacerla un bollo se detiene y una sonrisa aparece en su boca.

—Vaya, vaya. El corazón roto de Harry Potter —lee.

Harry se pone rojo hasta la coronilla y extiendo el cuello para ver qué es. Corazón de bruja. Nada bueno puede salir de esa revista.

—Veamos...

Y va leyendo la nota, escrita por nadie menos que Rita Skeeter. En resumen dice que Hermione Granger (sin ningún atractivo y de dudosa simpatía) es la novia de Harry Potter y que juega a dos puntas con el campeón búlgaro y estrella de Quidditch, Viktor Krum, quien le dijo que "nunca había sentido algo así por una chica" y la invitó luego de la segunda prueba a visitarlo a Bulgaria en el verano.

—Maravilloso —concluye mi padre y cierra la revista y la devuelve a su dueña—. Skeeter también dice que Granger está usando pociones de amor para atraer a los dos campeones aunque están prohibidas en Hogwarts. ¿Creen que debemos restarle diez puntos a Gryffindor? —consulta con los alumnos de Slytherin, que aplauden—. Parece que hay unanimidad.

—Esto no puede estar pasando —murmuro.

—¿Y no han visto la columna de rupturas, donde hay una notita sobre Blair? —se ríe Millicent Bulstrode—. La desesperada, se llama. Recomiendan no volver con tu ex.

—¿Krum te invitó a Bulgaria? —le pregunta Ron a Hermione indignado—. ¡Obvio que dijiste que no?

—¿Podemos leer la nota de no volver con tu ex en voz alta también? —dice Parkinson con una gran sonrisa y señala la página indicada. Mi papá sacude la cabeza y dice:

—Dado que las vidas amorosas de ustedes son más grandes que mi aula, debo separarlos. Veinte puntos menos para Gryffindor.

Nos manda a Harry, Hermione y a mí a tres puntas distintas del aula. Yo termino sentada al lado de Draco, Hermione con Pansy y Harry en el escritorio de mi papá. Ron se queda sentado donde está, refunfuñando por lo bajo.

Mi padre está siendo un cerdo con Harry. Aprecio que no haya leído la parte donde Skeeter habla sobre mí y Cedric. Ya tendré mi sermón de su parte, supongo, y también las mil y una preguntas de Lavender y Parvati y las demás chicas, y ni quiero pensar en Selene, y en lo mal que le debo caer a Cho ahora...

Concentrada.

Estaba diciendo: Harry la está pasando mal. Mientras preparamos las pociones de hoy, puedo escuchar sin mucho esfuerzo lo que le va diciendo.

—Para mí no eres nadie especial —murmura él entre dientes mientras Harry pica los ingredientes sin inmutarse. Sé que debe estar rabiando pero no podemos seguir perdiendo puntos—. No dejes que la prensa se te suba a la cabeza, Potter, no olvides que no eres nadie. Y no quiero que te metas nunca más en mi oficina a robarme ingredientes.

—¡Pero yo no he sido! —estalla él, dejando el cuchillo sobre la mesa.

—Por favor —se enfada mi padre—. ¿Piel de serpiente arbórea africana? ¿Branquialgas? Es obvio de dónde sacas las cosas y sucede que a mí me faltan exactamente esas. ¿Te habrás robado también las bases de las pociones multijugos?

Harry se muerde la lengua y vuelve a trabajar, sin decir nada. Sí robamos la piel de serpiente en segundo año para hacer la poción multijugos, y no puede delatar a Dobby por las branquialgas.

—¡Si te encuentro una vez más paseando por los pasillos, estás perdido, Potter! Sé que fuiste a mi oficina esa noche que estabas deambulando. Que hayas comprado a Moody no significa que yo sea también parte de tu club de fans.

Mete una mano en su túnica y parece que sacará la varita para atacarlo, pero en su lugar saca una botella con un líquido transparente.

—¿Sabes lo que es esto? Veritaserum. Un par de gotas y empezarás a cacarear toda la verdad que yo te pida. Cualquier día se me podría caer un poco en tu jugo de calabaza y nos estarías revelando todos tus secretos, y nadie sabría que fui yo en el Ministerio.

Eso no puede pasar. Harry está sufriendo, y si toma la poción, contará demasiadas cosas. Sé que ha estado en contacto con Sirius hace poco y eso es algo que nadie tiene que saber. La tensión entre ellos dos está a punto de estallar. Por eso me levanto de mi asiento y anuncio:

—He sido yo. Yo robé las branquialgas para Harry.

...

Obviamente estoy castigada. Estoy en la oficina de mi papá, que hoy se ve más sombría que nunca. Mientras él revuelve sus cosas y vuelve a contar los frascos y los ingredientes, va murmurando:

—Las branquialgas... ¿Cómo me vas a hacer eso en clase?... No sé quién te ha educado...

Nadie, mi mamá me dejaba tirada por ahí y yo tenía que sobrevivir a mis hermanas y a las criaturas mágicas con las que mi otro padre se entretenía todo el día. Siguiente pregunta.

—Aprovechando tu inmunidad, ¿eh?... Sabes que no voy a hacerte daño... Pero tú tampoco deberías... —Abre un frasco, revuelve los ingredientes con la varita y empiezan a brillar con una luz verde. Deja el frasco y revisa otro estante—. Ya lo voy a agarrar a Potter. Diez puntos menos para Gryffindor. Y ahora tú... ¿Cuerno de bicornio? ¿Falta otra vez? —Marca en su lista—. Y ahora tú otra vez con Diggory, ¿eh? Todo un espectáculo lo de la segunda prueba. Se te está contagiando la sed de atención de Potter. Insistí en que no podías ser el rehén de Diggory, pero no, todos estaban de acuerdo en que era eso... Pedí que volvieran a consultar al Cáliz de Fuego pero seguía sacando tu nombre. Quienquiera que haya metido el nombre de Potter en octubre también estuvo jugando ahora con eso, parece.

Luego de revolver otro estante, cierra la puerta del armario de golpe y se sienta del otro lado del escritorio, frente a mí.

—Ahora, lo más importante, ¿qué fue esa pelea con tu hermana en medio del salón? ¿Querías hacer un espectáculo con tus poderes? ¿No quieres escribir "Soy clímaga, cómanme" con sangre en la pared del pasillo? ¿Otra vez estás fuera de control?

Hay un silencio. Él mantiene su mirada, bastante furiosa y muy seria, y yo murmuro un "Lo siento" muy bajito.

—Eso no alcanza. ¿Viste cómo observaba Moody? Apuesto que ahora mismo está del otro lado de la puerta espiando... —Se detiene un segundo, se levanta y cruza la oficina a zancadas. Abre la puerta de golpe y, si bien del otro lado no está Moody, sí está Karkarov.

—Al fin dejas de evitarme, Snape —dice él.

—Ahora no...

—Tenemos que hablar. Deja de huir.

—Más tarde.

—¡Mira! —No llego a ver bien, pero creo que se levanta la manga de la túnica—. Se está volviendo más fuerte. Se siente, Snape. Tienes que haberlo notado.

—Dije que ahora no.

Karkarov da un salto y asoma la cabeza dentro de la oficina, y llego a levantar un libro y abrirlo delante de mi cara justo a tiempo para que no me reconozca.

—¿Tienes una alumna dentro? —pregunta con curiosidad justo cuando Snape cierra la puerta en su cara. Ambos se quedan afuera hablando y bajo el libro de golpe, con el corazón agitado. ¿De qué están hablando? Ya había visto a mi papá tocándose el brazo antes, ¿ahora tiene algo en común con Karkarov? ¿Qué lo preocupa tanto?

Cuando mi papá vuelve a entrar, yo miro el suelo con cara de nada.

—No te robaste más ingredientes para Potter, ¿no? ¿O vas a seguir cubriéndolo?

—No, papá.

Silencio.

—No te vio, ¿no?

—Creo que me cubrí bien la cara.

—Espero que no haya escuchado nada de lo que estábamos diciendo.

—Las paredes son gruesas, yo no escuché casi nada de lo que decían afuera.

Me mira unos segundos, se toca el brazo y suspira.

—No es nada que deba interesarte por el momento. Lo que debe preocuparte ahora es no llamar más la atención. Tendremos que retomar de alguna manera las lecciones para que vuelvas a controlar tus poderes.

—Pero estoy mejor.

—Karkarov no debe tener la más mínima sospecha. Y Moody... Dumbledore confía en él pero yo no. Está obsesionado conmigo.

—¿Por qué Dumbledore te dio una segunda oportunidad? —pregunto de golpe—. ¿Qué pasó?

Pone las manos sobre el escritorio y me mira intensamente. Siento que me está leyendo la mente.

—¿Potter te dijo eso? —dice, como si me lo hubiera robado de la cabeza—. ¡Yo sabía que estaba ahí esa noche! Es tan odioso como su padre y siempre quiere salirse con la suya, rompiendo todas las reglas, metiéndose con quien no debe.

—¿Pero qué quiere decir...?

Pero no logro terminar de hablar y él no contesta. Se sienta y señala la puerta. Yo arrastro los pies y me voy.

...

A la mañana siguiente, Hermione recibe una lluvia de cartas de odio, una de ellas llena de ácido que le quema las manos. Son todas admiradoras de Harry que leyeron la nota de Skeeter en Corazón de bruja y ahora la odian por romperle el corazón. Tengo miedo de que me lleguen cartas a mí por haber vuelto con Cedric, pero no hay nada.

Harry también recibe una carta, de Sirius. Terminamos de desayunar rápidamente y nos vamos al pasillo a leerla, y en el camino nos encontramos a Cho y sus amigas, que me miran de muy mal modo. Harry se queda mirándola unos segundos y Hermione insiste en que lea la carta. Tiene las manos irritadas por el ácido, realmente debería ir a la Enfermería, pero insiste en quedarse a escuchar.

—Dice que nos vemos el sábado en Hogsmeade —nos cuenta Harry.

—¡Hogsmeade! Pero es muy peligroso que esté ahí —dice Hermione—. Lo van a atrapar.

—Lo sé, pero lo necesito y él está. Creo que podrá decirnos cosas que necesitamos. Pide que llevemos comida.

—Yo me encargo de eso —digo.

Los siguientes días no son mis mejores días con las chicas de Hogwarts, que no están contentas con que Cedric y yo estemos juntos otra vez, pero yo estoy feliz con él. Es una de las pocas cosas que están bien en este momento, ya que en las clases de Pociones mi papá le hace la vida imposible a Harry y yo me siento al fondo y no digo nada, solamente pico los ingredientes y revuelvo el caldero. Por eso termino todas las tardes en el pasillo que lleva a la sala común de Hufflepuff, y luego de pasar el rato con Cedric me doy una vuelta por las cocinas y saco comida para Sirius.

El sábado ya tenemos un gran paquete para llevarle a Hogsmeade, y para disimular que salimos con todo eso del castillo, Harry pone todo en su mochila y le echa encima su capa de invisibilidad. No se ve del todo convincente, pero detrás de nosotros están los gemelos Weasley y Filch les dedica toda su atención para ver que no estén llevando nada prohibido, por lo que salimos con éxito del castillo.

Cuando nos separamos del camino habitual y comenzamos a ir hacia la colina que nos indicó Sirius en la carta, veo que Draco nos mira con sospecha y para disimular les pido a los chicos que nos sentemos donde estamos y simulemos haber llegado a destino. Yo saco un mazo de cartas del Snap explosivo y nos entretenemos con eso hasta que Draco se cansa y ya nadie nos vigila. Entonces se acerca a nosotros un enorme perro negro y mueve la cabeza hacia las colinas que están más al sur. Los cuatro lo seguimos, tratando de mantener su ritmo, y luego de más de media hora llegamos a una especie de cueva cavada en una de las colinas más altas. Allí el perro se transforma en humano y veo a Sirius Black en persona otra vez, y detrás de él, a Buckbeak el hipogrifo.


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Espero que les haya gustado, pronto el próximo capítulo.

Que anden bien :)

BMW.

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