65: Reunión familiar
Capítulo 65
Reunión familiar
Mi papá me mira a los ojos sin bajar la varita.
—Detrás de mí, Leyla —dice. Yo me quedo inmóvil. Los ojos le brillan y mira a Black de reojo—. Ahora.
Obedezco y me paro detrás de él, con el corazón en la boca y la cabeza aún procesando toda la información que Lupin nos dio. ¿Qué hace mi papá acá?
—Encontré esto al pie del sauce boxeador —dice refiriéndose a la capa—. Me ha sido muy útil; muchas gracias, Potter. Ahora, viendo sus caras, creo que yo también debo dar una explicación.
No puedo verlo de frente, pero me imagino su sonrisa triunfal. Y no puedo odiarlo. Me quiere proteger de Black, por una vez no me mete en el mismo saco que a todos los alumnos que él odia. Pero... pero está equivocado... ellos no son malos...
—Estaba yendo a tu oficina, Lupin, para llevarte tu poción, y cuando no contestaste entré. La puerta estaba destrabada. Y en la mesa había un mapa de Hogwarts. Con un vistazo comprendí todo lo que sucedió y vine aquí para poner un orden a esto. Te vi correr por el pasadizo...
—Severus, no es lo que crees —dice Lupin.
—Le dije a Dumbledore mil veces que tú ayudabas a Black a entrar al castillo —dice mi papá— y he aquí la prueba. No pensé que tendrían el valor de usar este lugar como escondite. Al parecer me equivoqué y te consideré más listo y honesto de lo que eres.
—No, Severus, no escuchaste todo —dice Lupin—. Sirius no vino a matar a Harry, hay una buena explicación para esto...
—Hoy Azkaban tendrá dos prisioneros más. Lo que me interesa es saber qué pensará Dumbledore de esto. Te creía inofensivo. Un lobo domesticado.
—Idiota —dice Lupin—. No vas a enviar a un hombre inocente otra vez a Azkaban por una pelea que tuviste en la escuela.
Mi papá hace un movimiento con la varita y Lupin cae al suelo de un golpe. Intento acercarme, pero mi papá extiende un brazo para bloquearme el camino. Veo que Lupin está atado de manos y pies con sogas parecidas a serpientes, y tiene la boca amordazada.
—¡No, no! —grito—. ¡El profesor Lupin no ha hecho nada mal! ¡Suéltalo!
Black se abalanza sobre mi papá y tengo que hacerme a un lado por miedo a que ambos me aplasten, pero él hace a un lado a Black y apunta a sus ojos con la varita.
—¡No! —repito y zapateo el suelo—. ¡Basta! ¡No quiero asesinatos... asesinatos... intrafamiliares! ¡Ambos paren!
Sin mover su varita, Snape baja la cabeza y Black me mira de reojo, tratando de pensar.
—Black —dice Snape—. Dame un motivo para hacerlo, y lo haré.
Black ya casi no respira y ahora ambos se miran con odio.
—Profesor Snape —dice Hermione, rompiendo la situación tensa e incómoda—. Profesor... no perdería nada si oye lo que tienen para decir.
—Señorita Granger, me temo que usted será expulsada del colegio. Todos ustedes se hallan en un lugar prohibido y en compañía de un asesino prófugo y un hombre lobo. ¡Y trajeron a mi hija con ustedes! ¡Malditos ustedes que no quieren más que arruinarme!
Está furioso. Y ya no le importa quién esté delante de él.
—Leyla, vete ahora mismo por donde llegaste. Ve al castillo, con Madam Pomfrey. Usa la capa.
Yo me cruzo de brazos y me quedo en mi lugar. Snape sacude la cabeza y vuelve a mirar a Black.
—No, papá.
Él resopla, pero luego veo que vuelve a sonreír levemente para mirar a Black.
—La venganza es dulce —dice—. Estuve todo el año deseando ser yo quien te capturara.
—No entiendes nada —dice Black.
—Solamente tengo que llamar a los Dementores, no tendrás que caminar casi nada —agrega—. Estarán encantados de verte, Black. Quizás... hasta te den un beso, si me entiendes.
Black palidece aún más.
—No, no, escúchame, la rata... La rata del chico...
—Vamos todos afuera —dice sin oírlo. Con un chasquido, los extremos de las sogas que atan a Lupin saltan a sus manos y lo tiene como a un trineo humano—. Quizás los Dementores también tengan un beso para el hombre lobo, son tan generosos...
Yo me quedo en mi lugar, al lado de la puerta, y Harry da unas zancadas y se para a mi lado, bloqueándole el camino a mi papá.
—A un lado, Potter —dice él—, no necesito que te entrometas más. Agradece que te salvé.
—El profesor Lupin tuvo miles de oportunidades para matarme este año, estuvimos solos muchas veces, me daba clases de defensa contra los Dementores. Si hubiera querido, me hubiera matado hace meses. ¿Qué cómplice de Black dejaría escapar la oportunidad?
—No me pidas que entienda la mente de una bestia así —dice.
—¡Usted se niega a escuchar solamente porque se burlaron de usted en la secundaria!
—Cierra la boca, ¡no permitiré que me hables así! ¡Eres igual a tu padre, Potter! ¡Así me agradeces luego de salvarte! Tendrías que estar de rodillas frente a mí. Quizás debería dejar que Black te mate ahora, es lo que te mereces.
—¡NO! —grito al ver que mi papá levanta la varita. Harry lo imita y lanza un hechizo a la vez que Ron y Hermione. Los tres rayos dan sobre mi papá y él sale disparado contra la pared y cae al suelo. Tiene un hilo de sangre que le cae de de la cabeza y por el rostro.
—¡Papá!
Se me hace un nudo en la garganta y me fallan las rodillas. Gateo hasta donde está, tirado en el suelo, los ojos cerrados y sin signos de vida.
—Papá... papá... no... papá... ¿me escuchas? Papá...
Estoy llorando. Levanto la vista un segundo y veo a mis tres amigos sorprendidos.
—¿Es tu papá de verdad? —pregunta Black y yo asiento, secándome las lágrimas—. ¿Ese imbécil tiene una hija? ¿Pero qué diablos pasó en el mundo luego de que me encerraron?
Yo frunzo el ceño y él levanta las manos.
—¿Pueden desatar ya al profesor Lupin?
Hermione está inmóvil en su lugar.
—Agredimos a un profesor —murmura, con la mirada perdida—. Vamos a morir... Agredimos a un profesor... ¡Van a expulsarnos!
Ron pone los ojos en blanco y Black ayuda a Lupin a salir de las sogas.
—Gracias por acordarte —me dice Lupin—. Um... lamento lo de tu padre. Lo lamento por ti, en realidad. Pero había que detenerlo.
Me encojo de hombros y sigo mirando el suelo, evitando ver a mi padre inconsciente. No quiero volver a llorar frente a toda esta gente.
—Aún no estoy seguro de creer en usted —le dice Harry.
—Bueno, tendremos que darte algunas pruebas, entonces —dice Black—. Chico, dame la rata.
Ron sostiene a Scabbers contra su pecho firmemente.
—Nadie le cree que se haya escapado de Azkaban para matar a una simple rata. Y... y si Pettigrew pudiera transformarse en una rata, ¿cómo sabríamos cuál de las millones de ratas que hay es él?
—Ah, eso es muy fácil —dice Black ante la sorpresa de Lupin y mete una mano en su túnica. Por un segundo tengo miedo, pero solamente saca el recorte de un diario. Un recorte que yo misma separé del Profeta en el verano... Me pongo roja en la cara y vuelvo a mirar a mi papá para mantenerme con la cabeza fría.
—Miren —dice.
Allí está la foto de los Weasley en Egipto. En el hombro de Ron, claro, está Scabbers.
—¿De dónde sacaste eso?
Espero que no diga que se metió en la habitación de las chicas y revolvió los baúles, porque entonces me voy a enfermar.
—Fudge fue a visitar Azkaban y le pedí el diario. Y en primera plana estaba el maldito, en el hombro del chico. Fue inmediato, lo vi transformarse tantas veces... Y abajo decía que en septiembre volvería a Hogwarts, donde estaba Harry... No podía permitirlo, simplemente no podía.
—Increíble —dice Lupin mirando la foto y a Scabbers—. Su dedo...
—Le falta un dedo en la pata —dice Black asintiendo.
—Sí, ¿y qué? Nadie es perfecto —digo yo.
—Ingenioso —dice Lupin, absorto—. ¿Se lo cortó él?
Black asiente.
—Poco antes de transformarse, el muy cobarde —dice—. Cuando estaba arrinconado, gritó que yo había traicionado a Lily y a James, para confundir a todos. Y para que no pudiera echarle ningún maleficio, abrió la calle con la varita, mató a todos los que estaban en un radio de siete metros de nosotros y se metió en las alcantarillas con las otras ratas. Solamente quedó su dedo.
—Oigan, oigan, seguramente Scabbers tuvo una pelea con otra rata y eso es todo —insiste Ron—, no tiene por qué ser Pettigrew. Ha estado en mi familia desde siempre.
—Doce años, ¿no es cierto? —dice Black con una sonrisa y Ron se pone serio—. ¿Y jamás te preguntaste cómo una rata podía vivir tanto?
—La cuidamos bien...
—¡No! ¡Es porque es un mago! —dice Black.
—Y ahora ya no tiene tan buen aspecto —dice Lupin—. Apuesto a que empezó a empeorar su salud cuando Sirius se escapó.
—No, ¡es ese gato loco lo que lo espanta! —dice Ron, señalando a Crookshanks, que está en la cama al lado de la varita de mi papá, que voló hasta allí. Me levanto con ayuda de los muebles rotos que hay a mi alrededor y voy a recuperarla. Crookshanks hace un ruido horrible cuando me acerco y tomo la varita a toda velocidad para que no me clave sus garras otra vez.
—Ese gato es el más inteligente que vi en mi vida —dice Black—. Reconoció a Peter enseguida. Cuando me encontró, supo que yo no era un perro de verdad. Me ayudó desde el principio. Intentó acercarme a Peter, pero no funcionó. Y fue él quien me consiguió un papelito con todas las contraseñas de la torre de Gryffindor, estaban en la mesa de noche de un muchacho, según me hizo entender.
Neville.
—Pero Peter se dio cuenta de lo que pasaba y huyó. Fingió su propia muerte otra vez.
—¿Y por qué lo hizo? —dice Harry—. ¡Porque usted quería matarlo! ¡Lo iba a matar como mató a mis padres! ¿Qué culpa tiene de querer huir? Ahora ha venido a acabar con él, pero yo no se lo permitiré.
—¿Ah, no?
—Debí dejar que Snape lo entregara a los Dementores —dice Harry, pasándose la mano por la cara. Tengo ganas de llorar otra vez, pero me trago las lágrimas y me guardo la varita de papá en el bolsillo.
—No, Harry, escucha —dice Lupin—. Hasta ahora creíamos que Sirius había traicionado a tus padres, pero todo este tiempo estuvimos equivocados. Fue Peter quien los traicionó.
—¡NO! ¡ÉL MISMO ADMITIÓ QUE ERA EL GUARDIÁN DEL SECRETO, ANTES DE QUE USTED LLEGARA! ¡ADMITIÓ QUE LOS MATÓ!
—Es que... es como si los hubiera matado yo —dice Black—. En el último momento convencí a Lily y a James de que eligieran a Peter como guardián, en lugar de a mí, para que fuese más difícil encontrar su escondite. Todos creyeron que era yo, porque era lo más esperable. Así, podrían torturarme hasta la muerte, y yo no podría revelar su ubicación. La noche en que murieron, me había decidido vigilar a Peter, me pareció que ya no era de fiar. Cuando llegué a su guarida, ya se había ido. Me asusté. Fui a la casa de tus padres, la hallé destruida, y sus cuerpos... me di cuenta de lo que había hecho Peter. Y de lo que había hecho yo.
—Basta —dice Lupin—. Hay un medio infalible para demostrar nuestra historia. Dame a tu rata, Ron.
—¿Qué hará? —dice Ron.
—Si es una rata de verdad, no le sucederá nada malo. Y si no... verás.
—Espero que la historia termine aquí —digo— y no salgan luego con la idea de que Crookshanks es en realidad Madam Pince.
Black hace una mueca que demuestra que conoce a Pince y que no le gustaría saber que ha pasado incontables horas con la bruja bibliotecaria. Al menos le he dado un disgusto para compensar los males que él me ha causado.
Ron traga saliva un par de veces y le da la rata a Lupin. Scabbers que chilla, muerde y se mueve de un lado a otro para soltarse, pero Lupin la aferra firmemente y saca su varita. Black me mira.
—La varita de Snape —dice con la mano abierta y yo lo miro con los ojos como platos—. Por favor.
Muy a mi pesar, le doy la varita y ambos apuntan a Scabbers. A la cuenta de tres, le echan un encantamiento y la rata se queda dura en una posición extraña. Lupin la deja caer y golpear el suelo. Hay una luz que sale de él, luego se retuerce un poco y empieza a crecer y crecer en tamaño. Surge una cabeza de hombre, luego los brazos, las piernas. A los pocos segundos, Scabbers ha dejado lugar a un hombre bajito y regordete, con cabello claro y con parches sin pelo, que se retuerce en el suelo y se lleva las manos a la boca como una rata. Sus ojos son pequeños y húmedos y su piel parece tan gris como la de Scabbers.
—Hola, Peter —dice Lupin, y el hombre chilla con más fuerza.
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Vaya, vaya, este Peter...
Mañana, 1 de abril, subo otro capítulo por el cumpleaños de los gemelos. Tienen permiso para llenar este párrafo de comentarios con 🌂🌂🌂🌂🌂🌂🌂.
¡Hasta mañana y buen fin de semana!
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