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59: La final de Quidditch

A medida que avanza abril se acerca la final de Quidditch, y se nos nota en las caras. Cedric ya dejó de pedirme ayuda para Pociones y trata de arreglarse solo con las tareas imposibles que le da mi papá, y no solo porque es inmoral robarle las respuestas al profesor, sino porque muchas veces viene a hablarme y no reacciono. Estoy agotada. Wood nos tiene trabajando como abejas, volando de aquí para allá, y Cedric dijo (por lo menos en el momento en que abrí las orejas) que si esto seguía así, iba a hablar con Wood para que nos diera un descanso.

—No, pero tú no entiendes —le dije ese día—, es muy importante que ganemos.

Él sacudió la cabeza con reprobación, pero cuando le recordé que la otra opción era que Slytherin ganara, se quedó leyendo sus apuntes sin decir más comentarios. Los de Ravenclaw y Hufflepuff nos apoyan por completo para que podamos vencer de una vez a Slytherin, que hace años que tiene la gloria en Quidditch.

Hoy nos entregaron los resultados del modelo de examen de Transformaciones. ¡Me saqué un uno! Jamás pensé que me iba a ir tan mal, pero ahora no sé qué esperaba, si todavía no soy capaz de transformar los caracoles en canicas. No hay manera. Ahora no sé cómo voy a hacer para aprobar el examen. ¿McGonagall no tiene un hijo perdido que me pueda ayudar a aprobar?

...

El día antes de la final terminamos el entrenamiento antes de lo normal para tener tiempo para descansar, y a la mañana siguiente todos estamos con ánimo de partido. Katie y yo tenemos ojeras casi hasta la boca y estoy segura de que ronqué a la noche. Parvati y Lavender deben desear tanto que ganemos que incluso se aguantan eso sin decir nada.

A la mañana, me despierto de un sobresalto mientras todos duermen y me cambio para ya estar lista; cuando bajo a la Sala Común, encuentro a Harry en el sofá de siempre, con la frente apoyada en sus manos.

—Buenos días —le susurro y nos sentamos a esperar a que se haga la hora decente de levantarse. Supongo que nadie del equipo está durmiendo, todos deben estar en sus cuartos mirando el techo y pensando en el partido.

Cerca de las siete, Fred y George bajan la escalera con todo el ánimo del mundo y nos echan unas miradas pícaras, ya que parece que estuvimos toda la noche juntos. Pongo los ojos en blanco, pero me alegro de que los gemelos existan. Cuando comienza a haber más gente levantada, nos juntamos los siete jugadores y bajamos a comer. En el Gran Salón nos reciben con una lluvia de aplausos y saludamos contentos a la gente. Mirando con el rabillo del ojo veo a los Slytherin en su mesa, tratando de animarse entre sí. Mi primo está pálido y parece aún más delgado que de costumbre entre sus dos gorilas.

—Ganen, ganen por favor —nos dice Hermione cuando llega a la mesa en el desayuno—. No puedo concentrarme de tan solo pensar en Malfoy ganando.

—¿Dudas de nuestro equipo? —le digo—. Tenemos a Harry y tenemos la Saeta. Y también tenemos muchas ganas de darle una patada a Malfoy donde se la merece.

—¿Exactamente dónde? —preguntan los gemelos.

Wood despliega un mapa de la cancha de Quidditch sobre la mesa y termina de explicarnos unas tácticas a las cazadoras, mientras Katie ya se durmió sobre su plato vacío. Luego Wood nos apresura a salir aunque casi nadie pudo comer; todavía hay gente llegando para desayunar y todos aplauden nuevamente al ver que nos levantamos. Los de Slytherin, por supuesto, recogen su dignidad del suelo y no nos miran.

—Buena suerte —me dice Cedric, trayéndome un café de prefectos.

—Exactamente lo que necesito —le digo, sin querer aclarar si es la suerte o el café.

Antes de salir del Salón, escucho que Cho Chang saluda a Harry y le desea éxitos.

—Ah, con que las cosas van bien por ese lado —le digo dándole un codazo, pero luego me quedo quieta porque al hacerlo Harry se puso rojo y yo casi tiré mi café al suelo.

A medida que nos alejamos del castillo por los terrenos, siento que la emoción sube y sube hasta colmarme. Mis manos empiezan a sudar y empiezo a ver mejor. Le sonrío a Katie y ella intenta responder pero bosteza, así que le doy mi taza de café. En los vestuarios nadie para de hablar. Todos nos movemos de un lado a otro mientras Wood le recuerda a Harry, que sigue sonrojado, que tiene que atrapar la Snitch en cuanto llevemos cincuenta puntos de ventaja.

—Y nada menos de cincuenta —dice—, porque si no, no quedaremos en la cima y los Slytherin podrían ganarnos de todas formas.

—Está bien, ya entendí —se fastidia él y me mira. Hace un gesto con la cabeza y nos alejamos del resto. Me mira con seriedad y siento una piedra en el estómago.

—Lo siento, Harry, yo... Lo de Cho era un chiste, es obvio que no hay nada entre ustedes, solo...

Harry hace una mueca y sacude la cabeza.

—Es otra cosa —dice—. Escucha, no sé por qué no te lo pude decir hoy temprano, si no había nadie...

Oh, no, no. Harry, activa tus CICEA, ¡activa tus CICEA! Yo estoy con Cedric, no puedo, no debo...

—Me desperté cerca de las cuatro de la mañana y miré por la ventana —dice— y vi al Grim.

—Oh. —Abro los ojos como platos, cortando mi línea de pensamiento—. ¿Estás seguro? Oh, no... entonces Trelawney tenía razón.

—No, espera, no era solo el Grim, también vi a Crookshanks. Y él miraba al Grim. Así que no puede ser un presagio de muerte para mí, si el gato también lo veía.

Hago una mueca y pongo mi mano en su hombro. Espero que al menos mis CICEA funcionen.

—Ojalá tengas razón, tiene sentido —le digo y Wood nos llama a buscar las escobas—. Um... bueno, no te mates en el partido.

—Tú tampoco.

Eso es amistad. Y no amor. Las CICEA vencen.

Cuando salimos a la pista, siento como las miradas de la tribuna van directo a la incomparable Saeta de Fuego de Harry. Todos temíamos que no llegara sana al partido por algún sabotaje de los Slytherin, así que Harry la mantenía aferrada durante todo el entrenamiento aunque no estuviera volando, y cuando estábamos en clase la guardaba en su baúl bajo llave. Los esfuerzos funcionaron. Con esta maravilla vamos a ganar sin dudas.

Solamente espero que el Grim no aparezca. No sé si Trelawney está tan equivocada; en el partido en que Harry se cayó por los Dementores, vio al Grim.

Al ver las tribunas llenas, a Wood le brillan los ojos y su entusiasmo me hace olvidar mis miedos.

—Vamos, equipo, ¡vamos, vamos! Es el momento, al fin...

—¡Aquí viene el equipo de Gryffindor! —exclama Lee desde el amplificador—. ¡Wood, Bell, Johnson, Blair, los hermanos Weasley y Potter!

Se oyen aplausos y gritos de apoyo que salen de todos lados, y siento la emoción del partido como si ya me hubiera subido a la escoba.

—¡Y aquí los de Slytherin! ¡Flint, Gassner, Newman, Earles, Rawson, Somerhalder y Malfoy!

Me abstengo de abuchear, pero alguien en las tribunas lo hace por mí. Por otro lado, todos los de Slytherin en el público saltan de sus asientos y mueven la bandera plateada y verde. Desde aquí veo a mi papá con una sonrisa en el rostro, y me pregunto si su odio por Gryffindor (y especialmente por Harry) es tan grande como para desear que yo pierda.

Madam Hooch llama a los capitanes al centro de la cancha; Wood y Flint se dan las manos y tratan de romper cada uno la muñeca del otro; luego suena el silbato y subimos a las escobas. La de Harry se eleva en el aire mucho más rápido que las otras y pronto es un puntito en las alturas.

—¡La gran final, el partido que todos estuvimos esperando —dice Lee—, en vivo en el estadio de Quidditch de Hogwarts!

Al parecer Lee se consiguió una radio muggle o fue a un partido muggle en vacaciones, porque ya escuché a Dean contando sobre los relatores de futobalas y suelen hablar de esa manera.

—Slytherin contra Gryffindor, luego de varias victorias de Slytherin, creo que todas las casas están esperando al fin una derrota...

Y McGonagall no le dice nada. Es verdad que nunca hubo tantas expectativas en una final; la semana pasada, un chico de sexto de Slytherin se peleó con uno de cuarto de nuestra casa en un pasillo y ambos acabaron en la Enfermería. Me dijeron que estaban discutiendo sobre qué equipo apestaba más.

El juego comienza. Angelina, Katie y yo seguimos la táctica que nos presentó Wood y nos repartimos por toda la cancha. Yo estoy encargada de volar bajo, así que mi misión no es hacer puntos, sino conseguir la Quaffle. Ya hablé con Fred y George y estaré vigilándolos para ver a qué cazador de Slytherin atacarán cada vez, para poder atrapar la pelota cuando se le caiga. Además, Wood está convencido que es mejor que yo me quede abajo por si Draco encuentra la Snitch cuando Harry aún debe esperar a que tengamos cincuenta puntos más que el otro equipo. Me pregunto por qué exactamente yo voy a poder evitar que Draco la atrape. ¿Le llegó a los oídos la historia de la bota de nieve voladora?

Mientras doy mi vuelta al perro sin perro por la parte de abajo del juego, y me aburro como nunca me sucedió en un partido, miro hacia arriba y veo a uno de los bateadores de Slytherin viniendo directamente hacia mí. Pego un grito de banshee y me largo de ahí, pero él ya tiene la Bludger cerca y la lanza hacia mi cabeza.

Me salvo por milímetros y no vuelvo a mirar atrás hasta que estoy a la altura de los aros de Gryffindor. Ahí me detengo cerca del final de la cancha y trato de recuperar la respiración.

—¡Leyla! ¡Ve a tu puesto! —dice Wood desde los arcos.

—No puedo —le digo—, no puedo, me persigue...

—Johnson con la Quaffle, Johnson con la Quaffle... —dice Lee—. ¡Va hacia los arcos! ¡Lanza! ¡Y ANOTA! ¡DIEZ A CERO A FAVOR DE GRYFFINDOR!

Sin darme tiempo a celebrar el gol, me zambullo hacia abajo para esquivar otra Bludger. En el camino casi me choco con Angelina, que está espantada.

—¡Me persiguen! —nos gritamos una a la otra y nos reímos.

—Flint se abalanzó sobre mí y dice que "no me vio".

—A mí me están lanzando las Bludgers con bate y todo.

Sacudimos la cabeza y volvemos cada una a su puesto. Fred y George no se quedan atrás y también toman sus bates con firmeza y le lanzan las Bludgers a los cazadores de Slytherin. Pronto esto se trata más de una corrida entre jugadores que de un verdadero partido de Quidditch. A Katie le pegan con la Bludger en el estómago y casi se cae de su escoba. El bateador sigue su camino para hallar una nueva víctima y atrás de él aparece Fred, que le da con el bate en la cabeza.

Madam Hooch llama a un penal para cada casa.

—Lo siento, Madam —dice Fred—, me pareció que era la Bludger... Además, me dijeron que es cabeza dura, no le puede hacer daño.

—¡La idea es evitar que los cazadores hagan el punto, no matarlos! —se escandaliza Madam Hooch.

—Ay, mi cabeza...

Angelina y yo tratamos de mantener a Katie en la escoba mientras ella intenta volver a respirar. Por suerte le di el café, de otro modo ya estaría desmayada en el suelo de la pista. Angelina se queda con Katie mientras me pasan la Quaffle para lanzar en el penal. Soy la elegida porque fui la menos accidentada hasta ahora.

El guardián, Somerhalder, es enorme y solo es un año más grande que nosotros. Juro que cubre dos aros a la vez.

—¡TÚ PUEDES, LEYLA! —dice Lee y veo las banderas de Gryffindor en el aire.Suena el silbato. Inspiro y lanzo con todas mis fuerzas al centro. Somerhalder está a pocos milímetros de atraparla, pero la Quaffle pasa limpiamente por el aro.

—¡Blair anota! ¡VEINTE A CERO A FAVOR DE GRYFFINDOR!

El público aplaude y Fred y George vuelan hacia mí, uno de cada lado, como si se fueran a estrellar conmigo, pero frenan a último momento.

—¡Nuestra niña anotó! —dicen, poniendo sus manos en mi cabello para festejar.

Luego, con el cabello bastante despeinado y una sonrisa en el rostro, me hago a un lado para ver el penal de Slytherin. Lanza Flint, que tiene sangre en la nariz por el golpe contra Angelina y los ojos como en llamas. Wood está frente a los arcos, con las manos listas y la mandíbula apretada.

—Wood es un excelente guardián, veremos qué sale de esto —dice Lee—. No lo creo, ¡la atrapó! ¡Qué guardián, qué guardián!

Harry, que se había quedado congelado viendo los penales como todos nosotros, vuelve a su búsqueda de la Snitch. Mientras, Katie consigue la Quaffle y esquiva al cazador Newman, que intenta meterse en su camino tres veces.

—¡Bell se prepara para lanzar! ¡Qué jugadora! Y... ¡ESO FUE A PROPÓSITO!

Newman se "confundió" la Quaffle con la cabeza de Katie y la pobre chica salió disparada hacia cualquier lado, pero pudo mantenerse en la escoba.

El silbato suena y hay un nuevo penal para Gryffindor. Lanza Katie, que es un milagro que siga en el juego todavía, y anota.

—¡TREINTA A CERO! —exclama Lee—. Toma eso, Flint.

Los de Slytherin consiguen la Quaffle y hacen unos movimientos poco convencionales para pasar entre Katie y Angelina, pero yo dejo de mirar cuando veo a los dos bateadores de Slytherin: están apuntando a Harry y las dos Bludgers van directamente a él, una de cada lado. Yo no sobreviviría a algo así, pero Harry Maravilla Potter esquiva los dos golpes mortales. Luego los bateadores, enfurecidos y sin más Bludgers para lanzarle, vuelan directamente hacia Harry para estrellarse contra él. Harry se queda inmóvil hasta el último momento, y deja que los dos se choquen entre sí.

Las carcajadas resuenan y busco la cara de mi primo para ver su humillación, pero él está lejos de nosotros, buscando la Snitch, y Harry también vuelve a la búsqueda.

—Johnson recoge la Quaffle y vuela a toda velocidad, Flint la persigue... ¡Métele el dedo en el ojo, Angelina! Era un chiste, profesora. Flint tiene la Quaffle y cambia de dirección... se prepara... ¡Wood, atájala, atájala yaaa! No puede ser, Flint anota... Ahora Gryffindor va treinta a diez. Vamos, chicos, no pierdan la ventaja.

Luego de un intento fallido de anotar, el equipo de Slytherin se rinde y deja de usar los métodos convencionales del Quidditch. El bateador Earles toma la punta de mi escoba y tira de ella, y quedo agarrada con solo una mano. George aparece atrás y, mirando hacia otro lado, como si quisiera comprobar si llueve o no, le pega un codazo en la cara a Earles.

—¡DOBLE PENAL! —dice Madam Hooch y hace sonar el silbato.

—Lo siento, creí que era mi bate —dice Earles.

—Y yo jamás pensé que esa cosa sería una cara —dice George, encogiéndose de hombros.

Vuelvo a sentarme en mi escoba y es mi turno de lanzar. Estoy furiosa, pero en ese momento comienza a salir el sol detrás de una nube y lanzo mientras Somerhalder trata de acostumbrar sus ojos a la luz.

—¡TANTO DE GRYFFINDOR! ¡CUARENTA A DIEZ! ¡VAMOSSSSS!

Katie y yo chocamos las manos en festejo pero nos mantenemos alerta. No estoy segura de si la nube se hubiera corrido si hubiese sido el turno de lanzar de otro. Pero no cobran falta por climagia, así que no importa.

Katie anota. Vamos cincuenta a diez. Fred y George se van uno a cada lado de Harry y mantienen los bates en alto. Earles y Rawson aprovechan que las Bludgers quedan sin dueño y las lanzan contra Wood.

—¡FAAAALTAAA! —exclama Lee con furia. Madam Hooch hace sonar el silbato y tiene el rostro colorado por el enojo.

—¡Solamente pueden lanzar una Bludger al guardián si la Quaffle está dentro del área! ¡Penal para Gryffindor!

Angelina lanza y anota en un periquete, porque Somerhalder todavía está intentando asimilar la regla que dijo Hooch. Este chico no se adapta a los cambios.

—¡SESENTA A DIEZ A FAVOR DE GRYFFINDOR!

Ahora es seguro que Harry tome la Snitch. Ya no es necesario que yo vigile a mi primo. Harry está rondando la parte de abajo, cerca de la pista, custodiado por Fred y George, y luego los tres suben a revisar arriba. En el camino, Fred se encuentra con la Bludger y se la lanza Newman, que deja caer la Quaffle. Angelina la atrapa en el aire y vuelve a lanzar contra Somerhalder.

—¡SETENTA A DIEZ A FAVOR DE GRYFFINDOR! ¡Esto es increíble! ¡Vamos, Angelina, vamos!

La copa es nuestra, la copa es nuestra, es nuestra...

Harry vuela por arriba, solo, porque los gemelos no pueden seguir su velocidad. Va de un extremo a otro de la pista y vuelve, arriba y abajo, seguido unos metros atrás por mi primo. Cuando parece que Harry la halló, mi primo hace su último esfuerzo para alcanzarlo y se aferra a la cola de la escoba. La velocidad baja inmediatamente y veo la sonrisa triunfal de Draco. Ambos se dicen algo muy agradable y se invitan uno al otro a tomar té y jugar al bridge juntos, y luego frenan en seco. Parece que Harry perdió la Snitch de vista.

Madam Hooch llama a penales otra vez.

—¡Jamás vi un comportamiento tan terrible!

—¡Tramposo, tramposo! —grita Lee—. ¡Miserable! ¡Cerdo!

McGonagall, lejos de retarlo, está con el puño en alto y el sombrero torcido a un lado, gritando contra Draco.

Me toca lanzar a mí en el penal, pero estoy tan furiosa que lo lanzo afuera. Todos estamos con las caras rojas y gritando sin parar. Slytherin tiene la Quaffle y Flint anota. Wood tampoco puede jugar bien con la presión tan alta.

—Setenta a veinte —dice Lee con odio en cada palabra— por el gol del sucio capitán...

Harry y Draco forcejean, cada uno tratando de tirar al otro de la escoba y llegar primero a la Snitch. Angelina recoge la Quaffle y es el centro de atención de todos los de Slytherin, que salen volando hacia ella de cada rincón del estadio.

Harry frena, da media vuelta y también se suma a la carrera.

—CUIDAAADOOOOOOO —grita. Va tan rápido que los de Slytherin frenan en el acto para salvarse y dejan el camino libre para Angelina. Harry cambia de dirección con un simple movimiento y se queda observando cómo Angelina anota.

—¡OCHENTA A VEINTE A FAVOR DE GRYFFINDOR!

Mientras celebramos, Harry vuelve abajo y vemos que Draco ya está yendo detrás de la Snitch. En una carrera de vida o muerte, a máxima velocidad, Harry logra alcanzarlo y estira la mano. Suena el silbato y Harry se eleva con la Snitch en su puño.

—¡VICTORIA PARA GRYFFINDOR! —grita Lee—. ¡GRYFFINDOR, CAMPEONA LEGÍTIMA DE LA COPA DE QUIDDITCH!

Madam Hooch está rodeada por los jugadores de Slytherin que se quejan de supuestas faltas que ella no vio, pero no los escucha y trata de irse con los profesores. Los de Gryffindor volamos hasta el centro de la pista y en el suelo nos damos un abrazo gigante.

—¡Viva Potter! —grito yo.

—¡VIVA POTTER! —repiten los otros y elevan a Harry sobre sus hombros.

—¡Ganamos la copa! ¡Ganamos!

McGonagall salta en su lugar y luego se ríe cuando pasa cerca de mi papá. Él cuando me ve asiente, reconociendo que fue una buena jugada.

En medio de la euforia siento unas manos en mis hombros. Cedric viene a celebrar y yo salto y me cuelgo de su cuello y nos damos un beso triunfal. Con el rabillo del ojo veo que nos están mirando, pero ya no me importa.

Ganamos la copa y estoy besando a Cedric Diggory. ¿Qué más puedo pedirle a este año?


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¡Espero que les haya gustado! Valió la pena la espera.

Si todo va bien, habrá un capítulo el próximo viernes. :)

PD: ¿Vieron? ¿¿Vieron?? Volvió la firma. Es buena señal.

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