-Un descanso-
Se podía sentir la tensión en el lugar, el director dio paso al almuerzo y posterior a un breve descansado para que todos pudieran tomar un descarnado.
Lily se fue directo al baño del segundo piso a refrescarse en soledad (nadie se acercaba a por Myrtle) y para su suerte Petunia también la siguió.
—Supongo que tu mente es un lio en estos momentos— dijo Petunia viendo a su hermana cepillarse los dientes, Lily le dio una mirada gélida a su hermana.
Lily inclino su cabeza hacia el lavabo y dejo que el agua corriera para quitarse la espuma de la boca. Se dio cuenta de un detalle del grifo, una pequeña serpiente grabada de manera discreta.
— ¿Por qué este grifo tiene una serpiente? — se preguntó mientras se miraba al espejo y se lo desenredaba.
—Lily Joy Evans— dijo Petunia— Mírame
Lily dejó su reflejo sobre el espejo para ver a su hermana mayor, la mirada intensa de Petunia la hizo sentir como una niña asustadiza nuevamente.
—Tienes que mejorar, Lily— Petunia se mostró seria.
—No me juzgues Petunia. Estoy dando mi mejor potencial, muchos pienso que soy caza fortunas por comprometerme con James— respondió a Lily.
—Lo sé— , Petunia respondió sacando su polvorera con espejo y retocándose el maquillaje— Vi la mirada de chicas, sangre pura supongo, te ven como molestia cuando Potter te besa o recalca tu belleza.
Petunia apretó ligeramente los labios, si bien Lily y ella tenia sus diferencias, no soportaba la ida de su hermana siendo tildaba como una oportunista.
—Ganales en su propio juego, Lily— continuo Petunia— No anheles ser igual a ellas, superarlas.
—No se como— Lily se abrazó a si misma.
—Edúcate en las Vías Antiguas, prepárate, edúcate— Petunia tomó el mentón de su hermana para que la mirara fijamente— Pero sobretodo, domina hasta el ultimo de tus sentimientos. Crea tu armadura Lily, no dejes que te vean como un mosquito..
Lily miró a su hermana, esa corriente que canta su magia, esa voz que tanto le teme.
—Bueno. ¿A que dama podemos pedir tu protección?— preguntó Petunia— ¿Tu futura suegra?
—No. Lady Potter No.
—¿Y por qué?— Petunia alzó una ceja— Tu serás Lady Potter algún día. Que mejor aprender de ella.
—Ella será muy dulce conmigo— respondió a Lily— Me trataría como cristal.
—¿Lady Black?
—Seria como hacer un trato con el mismísimo diablo.
—¿Entonces quién, Lily?
—Madame Longbottom— dijo Lily enderezando su placa de Prefecta— Ella poco le importa si me pongo a llorar. Al contrario me haría llorar más fuerte.
—Suena bien— sonrió Petunia— Ahora busquemosla.
Lily asintió con la cabeza.
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Walburga camino junto a Orión por los pasillos buscando a Sirius.
A este punto ni ella sabia porque se quiso hacer que ese muchacho idiota recapacitará.
Ignorar su sangre, ignorar su derecho a su herencia Black para andar por la vida como un traidor de la sangre.
Cuando lo tuvo en brazos por primera vez, a pesar del dolor de las horas de parto, sabia que su hijo seria un formidable Lord Black
Walburga cumplió su deber, dio un heredero y un segundo hijo a la casa de los Black. ¿Y como acabaron? Sirius en Azkaban, aun no se sabe el porque y Regulus muerto.
—¿Dónde se metió Sirius?— masculló molesta.
—¿Lo están buscando?— dijo una voz suave por detrás. Walburga giró para ver una chica de ojos soñadoramente celestes y con el cabello trenzado en cuentas coloridas, llevaba el uniforme de Ravenclaw
—¿Sabes a dónde se fue Sirius?— preguntó Orión.
—Están en el patio— sonrió ella— Al parecer Sirius y la señorita Luzardo se están enfrentando en un duelo.
La chica se despidió para luego irse del lugar dando saltito como un conejito alegre.
—Ese muchacho idiota— escuchó a decir a Orión. Nuevamente los dos se dirigieron hacia el patio.
Y como la chica dijo, ahí estaba Sirius en pleno duelo contra la señorita Luzardo.
Walburga no pudo evitar sonreír con sus ojos victoriosos. Sirius podría ser un traidor a su sangre, pero seguía siendo un Black.
Los movimientos en duelo de Sirius fueron un reflejo de las enseñanzas de Orión: ágiles, precisos, perfectos.
La chica al contrario, sus ataques eran torpes y poco precisas, se notaba que estaban forzados mucho al contrario de Sirius que no parecía tener dificultades.
— ¡Estupefacto! — conjuró Sirius rompiendo el protegido de la chica, la varita de ella salio disparada.
La chica cayó al piso al piso de frente y rápidamente el chico Pettigrew corrió hasta ella para ayudarla a ponerse de pie.
—¡Ay, mis botones de gomita!— se quejó ella mientras se masajeaba su pecho izquierdo.
Sirius sonrió, con sus ojos grises emanando victoria.
Walburga sabia que el hijo que soñó estaba dentro de ese muchacho rebelde, solo debía pulirse.
Sirius giró y los vio, rápidamente sus ojos se abrieron y caminó hasta la chica.
—¿Te encuentras bien?—le preguntó.
—Mi físico si, pero mi autoestima no— respondió Luzardo recuperando su varita— No sirvo como duelista.
La chica los vio y palideció, rápidamente inclinó su cabeza.
—Lord y Lady Black— dijeron con un tono más modesto— No los había visto.
—¿Qué hacías batiéndote en duelo con una señorita?— preguntó Orión a Sirius.
—Empezamos a hablar de las formas de duelo— dijo Sirius con las manos en su bolsillo, una poso de un muchacho rebelde en vez de la postura de un heredero sangre pura. — Luego decidimos ir a la practica.
—Solo tuviste suerte— dijo la señorita Luzardo claramente disgustada por su derrota— Yo no estoy en el programa de duelos, me estoy preparando para ser traductora y ejercer mi rol como cuidadora.
—Entonces busca a un mago que te proteja— sonrió Sirius para después guiñarle un ojo— Después de todo, eres fácil de vencer.
La chica soltó un gruñido molesto, sus ojos se volvieron dorados. Walburga alzo una ceja. ¿Una animaga? Luzardo piso contra el piso fuerte antes de irse molesta y mascullando en español.
—Se acabo el descanso, Sirius— dijo Walburga a su primogénito.— Y por el amor a Merlín, compórtate.
Orion y Walburga lo dejaron atrás.
Walburga sonrió.
Solo debería hacer que Sirius aceptara su destino como el Heredero Black.
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