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Capítulo 2

—Yo quisiera leer— pidió Remus. La profesora le entregó el libro a su alumno favorito.

Cordelia era una bruja.

Cordelia ladeo la cabeza con esa extraña carta que tía Petunia le había entregado.

Cordelia era una bruja. No como esas feas brujas llenas de arrugas y verruga con risas horribles.

— Maldito L. Frank Baum— dijo una Gryffindor de tercer año.

—¿Y quien es ese?— le preguntó en un susurro James a Lily.

—El autor del Mago Oz— contestó Lily también en un susurro— El libro me aburrió y la película me dio pesadillas.

—Oh— asintió con la cabeza James.

Mucha gente le decía que era una niña muy bonita.

Sus padres habían sido asesinados en medio de una especie de guerra civil dentro del mundo mágico.

—¿Y cómo afecta esto mi futuro?— preguntó Cordelia.

—¿Cómo puede ser así tan de fría?— preguntó indignada Molly.

—No es fría, solo no se estanca en lo trágico— dijo Regulus.

Muchos Slytherin le dieron la razón, de que servía hundirse en un luto que ella jamás sintió. Solo la limitaría.

Sirius miro a la hermana de Lily, estaba seguro que esa mujer sin corazón jamás mencionó a James y Lily. Petunia se dio cuenta de la mirada gris y le devolvió una mirada de aburrimiento, era guapo, eso no lo negaba, pero se veía como un idiota.

—Los planes siguen siendo los mimos— tía Petunia — Tu objetivo es lograr un buen prospecto de matrimonio. La ventaja que había escuchado es que muchos magos de familia que tienen una inmensa fortuna. Así que tu objetivo es atrapar a un chico.

—Si tía Petunia

—Solo concéntrate en destacar como una señorita elegible— le dije — Eres una dama, no un soldado. Las mujeres deben ser las que mantienen el hogar unido. Busca un buen partido para tener tu propia familia.

Lily apretó los labios. ¿Atrapar a un chico con inmensa fortuna?

Lily desde su compromiso ha tenido que crearse una coraza contra la mirada desdeñosa de muchos sangre pura que la veían como una caza fortunas por salir con James. 

Ella no era una ninguna interesada, fue educada en los valores del trabajo.

Familia. Cordelia tiene una familia anhelada.

Un esposo que sea capaz de velar por ella ya cambio Cordelia le daría hermosos bebés.

James hizo una mueca preguntadose donde estaban sus amigos. Estaba seguro que si precioso corazón hubiera estado mejor con Sirius, incluso con Madame Longbottom.

Lily por su parte entendía parte del pensamiento de Cordelia ( pero no lo compartía), ella también se había imaginado desde su infancia a un buen hombre que la haga reír y salir de excursiones como su padre lo hace con ella.

Pero por Merlín, como si el matrimonio fuera el único destino de una chica.

—Escribámosle la respuesta a la profesora McGonagall— dijo tía Petunia. —Ella fue la que acompañó a Lily en su primera visita al callejón.

—¡Si, Minnie estará con Bambi!— se emocionó Sirius.

—Es la profesora McGonagall, Sirius— le regañó Walburga a su hijo mayor.

Sirius hizo una mueca mirando a James desde la mesa de Slytherin, ¿Por que accedió a sentarse junto a sus padres?

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Estimada profesora McGonagall.

Me complace invitarla a mi hogar para solicitar su ayuda con lo respecto a mi visita al Callejón Diagon por mi varita , los respectivos materiales y el uniforme adecuado para mi estadía en Hogwarts.

Muy cortésmente.

Cordelia E. Potter.

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— Es una misiva muy redactada— dijo Lady Potter— Corta, sencilla pero con una formalidad bien utilizada.

—La señorita Petunia será una buena tutora para la pequeña Cordelia— agregó Lord Potter.

Petunia se sintió impresionada, recibir elogios de personas desconocidas.

Minerva llegó al día siguiente de haber recibido la carta de la pequeña Cordelia. Hace años que no había regresado a Prive Drivet luego de que la pequeña bebé pelirroja llegara en brazos de Hagrid luego de esa fatal noche de Halloween.

Euphemia parpadeó confundida. No es que tuviera nada contra Hagrid, al contrario le agradaba el hombre, pero porque el seria el encargado de llevar a su nieta al mundo muggle. Ella miró a su esposo que también tenia la duda plantada en su rostro.

Ella respiró y tocó el timbre de la puerta. El día era soleado y ligeramente cálido.

Cuando la puerta se abrió, Minerva casi perdió el aliento.

La bajita niña de cabello pelirrojo le sonrió. Cordelia Potter era casi una copia exacta de Euphemia.

Los mismos rizos rojizos en tono rojo anaranjado, la misma nariz y las mejillas de golondrina.

Excepto por sus ojos. Eran los bonitos ojos de Lily.

—No hay que negar que la belleza la heredó de los Herondale— dijo Fleamont con orgullo mientras tomaba la mano enguantada de su esposa y dejaba un casto beso en los nudillos.

—Y tiene los impresiónate ojos de Lily— agregó James dejando un beso rápido en los labios de Lily. El rostro de Lily compitió con el color rojo de su cabello, luciendo tan roja como una fresa.

Severus y Petunia hicieron una mueca de asco.

—Buenos días— dijo la niña sin perder la sonrisa— Usted debe ser la profesora McGonagall.

—Así es— contesto Minerva recuperando el habla— Un gusto conocerla, señorita Potter.

Cordelia se movió un poco del marco de la puerta y con elegante gesto le obligo a entrar. Con la misma sonrisa le indico el camino hacia la sala donde una mujer rubia y de huesos delgados estaba esperando.

Minerva rápidamente la reconoció como la hermana de Lily. La última vez que la vio fue en la boda de James y Lily.

Aurora Evans sonrió, le complacía saber que sus hijas estuvieron en su boda mutuamente. Tal vez hayan arreglado la cosas entre ellas.

Ahora esperaba que Lily y Severus resolvieran sus diferencias, extrañaba seriamente la presencia del chico en su casa.

En la mesita del centro había tres tazas de té con diversos postres muy bonitos decorados en forma de flor.

—¿Desea con miel o con azúcar, profesora McGonagall?— preguntó la señora Dursley.

—Azúcar por favor — respondió Minerva. Observó la postura de Cordelia, recta y parecía tener un buen uso de la etiqueta por la gracia que había tomado la taza.

Muchas damas sonrieron, la niña recibió una buena educación en etiqueta.

—Se notaba su buena educación— dijo Bellatrix— No como otras— miro de reojo a Lily.

Lily no dijo nada, solo pellizcó molesta el pastelillo en sus manos y comió un pedazo.

—Me gustaría que me contara lo que me espera en Hogwarts— pido Cordelia.

—Serán siete años de educación mágica— empezó a contar Minerva — En esos años de educación mágica se le enseñará lo necesario que una bruja deberá saber. Por supuesto se espera, señorita Potter que acate el reglamento de la institución.

—Al menos tendremos la certeza que la niña no es nada revoltosa como lo es Potter— dijo Lucius. James se mostró indignado.

Euphemia por su parte vio seriamente a su hijo.

Luego del té y el repaso de la lista de materiales, llegó el momento de abordar al callejón Diagon. Minerva notó que el cabello de Cordelia estaba suelto y dudo de su hablar del código que había en la sociedad mágica (dominada especialmente por sangre puras y New Bloods)

—Por favor, es necesario— dijo Narcissa— Una heredera no puede ignorar tales nociones, incluso si la madre nunca hizo un esfuerzo en aprender y el padre las ignora casi en su totalidad.

Lily pellizcó otro pedazo de pastelillo y lo comió en silencio.

—Le recomiendo, señorita Potter— dijo Minerva llamando la atención de la niña — Que se recogiera el cabello.

—¿Por qué?— preguntó la señora Dursley

—Las brujas tienden a magia guardar en su cabellera por lo que siempre lo mantienen sujeto en trenzas o redecillas —empezó a explicar Minerva —Además, solo el esposo de una bruja tienen el derecho de ver el cabello de una bruja suelto.

Minerva grabó con cariño a su difunto esposo y como él solía cepillarle el cabello en las noches

Minerva sonrió triste a recordar a Elphinstone, su poco tiempo de matrimonio fueron felices para ella y no ha tenido el valor para abrir su corazón nuevamente.

Hizo una nota mental de preguntar a los duendes por el cepillo de sangre y magia de los Potter, que probablemente este en las bóvedas familiares.

Todos en la mesa de Gryffindor miraron como James Potter se quedó helado.

—¿James?— lo llamó preocupada Lily.

—Si Cordelia no fue dejada con su cepillo significa que morimos antes de su tercer cumpleaños— contestó James. Fleamont miró a su hijo triste le colocó su mano sobre su hombre.

James no era tan partidario de las Vías Antiguas, pero poder ser el responsable de encargarse para crear una reserva de magia y poder cepillarlo era algo que siempre había querido.

—Continua Moony, por favor— pidió James.

La niña asintió con la cabeza y se dirigió a su habitación para recogerse el cabello. Luego de algunos minutos regreso con su cabello trenzado en una corona enroscada con una cinta que hacia juego con su vestido color celeste pastel.

Un completo encanto era Cordelia Potter si alguien le preguntará

—¿Lista señorita Potter?— preguntó Minerva

—Totalmente lista— respondió Cordelia.

—Awww es tan princesita que siento que la adoro— dijo Narcissa enternecida.

—Yo igual— sonrió Andrómeda.

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El Caldero Chorreante no era nada impresiónate, pero el Callejón Diagon si.

Cordelia pudo sentir la magia fluir por sus dedos cuando puso un pie en el lugar. Se mantuvo al lado de la profesora McGonagall en todo momento

Lily medio se relajó, había escuchado muchas noticas en la radio y televisión de niños arrancados de las manos de adultos en la calle que temía por su hija.

Además, la profesora McGonagall estaba con ella, y confiaba en su maestra.

El banco era impresiónate y algo aterrador por las criaturas que lo administraban.

La profesora le presentó su llave y uno de los duendes las condujo hasta una bóveda.

Fleamont Potter arqueó una ceja. ¿Por que la llave de las bóvedas las tenia un docente y no su nieta?

Algo pasaba y no le daba nada de confianza.

Montones de monedas de oro y plata se apilaban de manera ordenada en numerosas filas que apenas pudo contar.

Así de adinerada se debía sentir Emma Woodhouse.

Muchas chicas, mestizas y nacidas de muggle rieron por la referencia.

—¿De que se ríen?—preguntó Walburga con una expresión seria.

—Es que Emma Woodhouse es la protagonista de una novela muggle, Lady Black— contestó Ted.

—Y no cualquier novela muggle— dijo Petunia— Austen por supuesto. La mejor autora que Inglaterra ha tenido.

—Ahhh el Coronel Brandon— sonrió Lily.

—Darcy— se escuchó decir a una Ravenclaw con voz de enamorada.

La profesora le explicó lo básico sobre el sistema financiero del mundo mágico y Cordelia guardó un puñado de Galeones, Sickles y Knuts en su bolsito.

—¿Los Potter no tiene joyas?— preguntó interesada Cordelia.

—Las joyas de las Damas Potter— explicó el duende— Hay varias piezas que a lo largo de los años los Lores Potter han mandado a fabricar para sus damas.

— ¿Y dónde se encuentran?— volvió a preguntar Cordelia con calma, no quería lucir como una interesada.

—Aquí mismo, pero se le habrán entregado las joyas cuando alcance la mayoría de edad— respondió el duende y Cordelia se contuvo de fruncir el ceño.

¡No podía creer que tendría que esperar que años para tener acceso a sus joyas!

—Eso si es indignante— dijo Bellatrix— Esperar mucho tiempo por las joyas.

—Una niña no debería andar con joyas tan joven— contestó Lily.

—Es por la estética, Evans— respondió Bellatrix— Las joyas tienen encantamientos destinados a la protección de su portadora. Contra maleficios o pociones dosificadores.

—Ohhhh— dijo Lily comprendiendo. Ella tenia una daga que consiguió disfrazada en callejón Knockturn cuando fue por sus útiles.

—Pero hay ciertas piezas a las que pueden tener acceso en este momento si desea verlas en este momento, Lady Potter—agregó el duende poniendo de mejor humor a Cordelia.

—Estaría encantada de ver esas piezas— sonrió Cordelia.

Dentro de un pequeño cofre había cinco piezas de joyería que Cordelia se enamoró al instante.

La primera era una gargantilla de perlas color gris y en el centro una especie de ópalo negro.

El segundo era un juego de cuatro pasadores de diamantes en flor de lirios.

—Recuerdo estos pasados— dijo la profesora— James los había mando a hacer para que Lily los usara en su boda.

James sonrió, era claro que le daría joyas a su futura esposa. Ese era el deber un mago poder proveer y proteger a su dama e hijos.

Nuevamente el animo de James decayó pensando en que el no estaría para su precioso corazón.

Sirius miró desde la mesa de Slytherin como su hermano del alma estaba con una mirada de surtimiento y le dieron ganas de irlo a abrazar, pero la mirada férrea de sus padres lo obligaron a estar ahí.

Cordelia sintió nostalgia al saber que su padre había mandado a elaborar joyería para su madre el día de su boda.

La tercera pieza era pulsera de oro rosa con relieve en forma de enredadera.

El cuarto era unos zarcillos de oro con un pequeño rubí en cada uno (El rubí era la piedra preciosa que correspondía a su mes de nacimiento)

Y la ultima y la mas hermosa en opinión de Cordelia era una redecilla de oro negro con algunos destellos de plata para sujetar su cabello.

Cordelia no dudo en llevarse el joyero como un consuelo para apaciguar su espera por las demás joyas que le pertenecían.

—Son joyas sencillas y modestas, algo básico para una señorita de su edad— asintió Walburga.

—No le dieron su anillo de heredera— notó Druella— Duendes incompetentes , olvidarse de ese detalle.

Euphemia también se dio cuenta de eso. Le faltaba su anillo.

Luego de Gringotts fueron por los libros de la lista y Cordelia, por sugerencia de la profesora McGonagall, llevó libros que explicaban la sociedad mágica. Etiqueta, tradiciones, todo lo necesario para que Cordelia brille en sociedad.

Muchos señores y damas miraron a Dumbledore seriamente, estaban sumamente disgustados que el director eliminará esos libros esenciales del materia inicial, sobre todo para los nacidos de muggles.

La siguiente parada fue a Madame Malkin donde Cordelia acarició las diversas telas de seda y tul en diferentes tonos.

Solo se llevó su uniforme pero se enteró que podía mandar a hacer túnicas y vestidos necesarios en cualquier momento.

La visita a Ollivander fue lo más incómodo por el extraño anciano y su forma de hablar.

Cordelia palideció ante la mención del hombre que mató a sus padres y que sus varitas eran hermanas de núcleos.

Lily comió de un mordisco lo que quedaba su pastelillo, solo Severus notó la mirada de preocupación que irradiaron de los ojos de Lily.

Dumbledore no perdió ese detalle. El único fénix que había dado dos plumas era Fawkes, y la primera pluma estaba en la varita de Tom.

Lo que animó más a Cordelia fue el obsequio de la profesora McGonagall, una preciosa lechuza blanca como la nieve y de ojos amarillos que se asemejaban al oro.

Lo que quedó del verano, Cordelia lo invertiría en saber del mundo mágico y como poder brillar socialmente en él.

Petunia sonrió, si ella educó a la niña como esperaba, Cordelia tendría el mundo mágico a sus pies.

—Fin del capitulo — dijo Remus.

—Discúlpenme, necesito tomar algo de aire— dijo James llevándose de su asiento y saliendo del Gran Comedor.

Sirius rápidamente se puso de pie, pero el agarre de la mano de su madre sobre su muñeca lo detuvo.

—¿A donde crees vas?— preguntó Walburga seriamente a su hijo.

—No te interesa— contestó Sirius zafándose del agarre de ella y corrió detrás de James.

El rostro de Walburga se transformó en una mueca de molestia, sobre todo cuando los demás vieron como su hijo le faltaba el respeto de tal modo. 

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