VII.
―Peleas familiares ―leyó Dumbledore.
Ara se quedó despierta hasta la madrugada pensando en todas las posibilidades que tenía y todas las cosas que podían pasar si ella les confesaba su secreto. Pero eran sus mejores amigos, y sabía que no iban a reaccionar mal. Pero... ¿y si no le creían? ¿Y si la trataban mal? ¿Y si dejaban de ser sus amigos?
Además que tenía el presentimiento que sus amigos no eran solo unos magos.
―Mierda ―se quejó Roseanne en voz baja.
Había algo más... algo oscuro, algo peligroso. Y esa voz que quería acabar con ella. ¿Qué era y cómo sabía su secreto?
Ara no sabía que hacer.
Dana y Rose estaban preocupadas de Ara. La oyeron toda la noche llorar,
―Uy, pobrecita ―dijo Hermione―. No debería pasar por eso sola.
Más de uno le dio la razón.
y cuando la quisieron consolar, se dieron cuenta que ella se había encerrado, literalmente, pero al parecer se le olvidó silenciar su espacio.
―¿Sigue durmiendo? ―preguntó Rose a Dana cuando la vio en los sillones de la sala común.
Dana asintió, despegando por unos segundos la mirada de su libro.
―Pero debemos investigar de todos modos ―dijo Dana tras unos segundos de silencio. Luego suspiró, puso su marca paginas y cerró su libro―. Ahora. Anda a buscar a Albus y Scor.
Rose asintió. En menos de cinco minutos, los cuatro chicos estaban caminando hacia la biblioteca.
―¿Y Ara? ―preguntó Albus frunciendo el ceño.
―¿Y ese interés? ―se burló Roseanne de Harry―. Mira que a tu hijo le gusta Ara.
―No ―dijo Lyra―. Todos sabemos que a Albus le gusta Dana.
―Durmiendo ―contestó Dana.
―Ha estado todo el día durmiendo ―añadió Rose.
―Ojalá no le haya pasado nada malo ―murmuró Scorpius, mordiendo su labio con nerviosismo.
Sus amigos asintieron con la cabeza.
―Cuando oíste la voz... ¿viste que Ara también escuchó? ―preguntó Scorpius a Albus, intentando atar cabos. Albus asintió―. Tal vez, ella está así por lo que dijo la voz. Andrew ya mencionó algo sobre mestizos, tal vez es él el que quiere atacar Hogwarts...
―Ara escuchó algo más ―dijo Dana de pronto―. Ella estaba realmente asustada.
Rose suspiró.
―Hay algo que Ara no nos está contando.
―Exacto. Ahora hay que esperar que cuente toda la verdad ―dijo Hermione.
Dicho eso, los cuatro chicos se quedaron en silencio. No tardaron mucho en llegar a la biblioteca. Para su suerte, no había tanta gente. Como siempre, los cuatro se sentaron en la mesa más alejada de todas, en donde tenían más privacidad.
―Algo está pasando con Ara ―dijo Dana, sacando un libro de encantamientos―. ¿Qué hacemos?
―Podemos hablar con ella ―opinó Albus.
―¿Y crees que ella nos diga la verdad? ―preguntó Rose alzando una ceja―. Porque si realmente le está pasando algo, entonces llevaría más de un año mintiéndonos en la cara. Que le digamos ahora no significa que nos vaya a decir la verdad.
―Tiene su punto ―observó Lyra.
―Ella no es una mentirosa, Rose ―dijo Dana, mirándola con seriedad.
―Entonces, ¿por qué no nos ha dicho que le pasa? ―gruñó Rose. Luego suspiró―. No quiero decir que ella es una mentirosa, porque los cinco somos mentirosos.
―Un grupito de mentirosos, ya entiendo por qué son de Slytherin ―espetó Ron.
―¿QUÉ DIJISTE, PEDAZO DE IMBÉCIL? ―gritó Roseanne muy molesta levantándose de su asiento.
―Lenguaje ―la regañó Snape.
Roseanne gruñó y se sentó.
Pero es que no entiendo que le pasa. Quiero ayudarla, pero no sé como.
―Yo también quiero ayudarla, Rose ―dijo Dana―. Pero no ganamos nada hablando mal de ella.
―Exacto ―apoyó Albus―. Debe estar pasándola mal... con lo de las voces y que Zabini no la deja en paz...
Roseanne y Lyra miraron mal a Blaise.
―¿Y si nos deshacemos de Zabini y listo? ―preguntó Rose sonriendo con burla―. La matamos y ocultamos el cadáver... he visto la suficiente cantidad de películas de asesinatos para saber como ocultar un cadáver. }
―Ella da miedo ―murmuró Ginny.
Albus la miró sorprendido, pues él no sabía eso de ella.
―¿Cuándo viste esas películas?
―Desde que convencí a mi papá para que pagara Netflix veo esas películas ―contestó Rose―. Son lo mejor.
Dana se rió entre dientes.
―¿Me puedes pasar tu cuenta? ―pidió Dana, juntando sus dos manos y poniendo cara de perro mojado.
―Mira, Ly, ella divaga tanto como tú ―comentó Roseanne.
―Eso no es verdad ―se quejó Lyra.
―Sí lo es ―dijeron varios.
―Dale, pero cuando no estemos en Hogwarts porque aquí no hay wifi ―contestó Rose.
―¿Wi cuanto?
―¡Eres la mejor! ―chilló Dana, recibiendo un regaño de la señora Pince―. Ups.
―Ya, dejemos de hablar de Netflix ―pidió Scorpius cansado de desviarse del tema todo el resto―. Vinimos aquí a investigar, no a planear asesinatos o hablar de series en ne-... en esa cosa rara.
Dana se rió con burla.
―¿Como no conoces Netflix? ―preguntó sonando burlesca, pero con interés.
Scorpius puso sus ojos en blanco.
―Debemos investigar.
―Uy, que aburrido ―dijo Fred con burla.
―No es aburrido, Weasley ―espetó Roseanne―. Tiene razón, estaban allí para investigar.
Estuvieron casi una hora y media
―¡¿Una hora y media?! ―exclamó Fred muy sorprendido.
estudiando todo lo que debían saber sobre la cámara de los secretos. Albus estaba nervioso, ¿y si aquella voz que escuchó venía de la cámara? ¿Por qué solo él y Ara pudieron escucharla?
No quería más problemas.
Cuando salieron de la biblioteca, Rose y Dana pidieron ir a ver si Ara se había levantado. Tardaron un poco en llegar a la sala común de Slytherin. Al entrar, vieron a Ara sentada en los sillones, leyendo uno de sus libros muggles favoritos.
―¡Hola! ―sonrió Ara al ver a sus amigos entrar―. ¿Dónde estaban?
―En la biblioteca ―contestó Rose.
―¿Y por qué no me avisaron? ―se quejó Ara cerrando su libro.
―Estabas durmiendo, y sé que odias que te despierten ―respondió Dana―. ¿Estás bien? Te oímos llorar en la noche...
Ara se puso pálida. La habían escuchado... ¿la habrán escuchado hablar? Esperaba que no. Al ver como la miraban Dana y Rose supo que no la habían escuchado hablar. Su secreto estaba a salvo... por ahora.
―Necesito saber su secreto ―se quejó Roseanne muy nerviosa.
―Sí, tuve una pesadilla, pero no es nada ―respondió Ara agitando su mano una sola vez para restarle importancia―. Y bien, que estudiaron.
―La voz que escuchamos es imposible que sea un basilisco, pues el último basilisco conocido fue asesinado por mi padre en su segundo año ―dijo Albus―. Así que, aunque me aterra admitirlo, hay otro monstruo en Hogwarts.
―Mierda ―susurró Roseanne, y no fue la única. Nadie quería otro monstruo en Hogwarts.
Y estoy seguro que Andrew White tiene algo que ver.
Ara suspiró.
―Tengo hambre ―dijo Ara de pronto―. ¿Podemos ir al comedor?
―Yo también tengo hambre ―sonrió Rose.
―Ella siempre tiene hambre ―dijo Harry―. Como su padre.
Albus se rió con sorna.
―Tú siempre tienes hambre ―se burló.
Harry se sonrojó un poco.
―Como padre e hijo ―se burló Hermione.
Rose se encogió de hombros.
Los cinco chicos salieron de la sala común. Caminaron por las mazmorras y subieron las escaleras que los llevarían al corredor. Caminaban lentamente, pero tres chicos se interpusieron entre ellos y la entrada al comedor. Eran James Potter, Pilar Hart y Gwen Collins.
―¿A dónde van, raritos? ―se burló James.
―Tu hijo es un imbécil, Harry ―espetó Roseanne―. Ni siquiera respeta a su hermano.
―No creo que sea taan malo ―dijo Harry.
―¿A dónde crees, imbécil? ―espetó Ara molesta.
James la miró.
―Uy, ¿no te enseñaron modales, rarita? ―espetó James con burla―. Oh, cierto, tus padres murieron antes que pudieran enseñarte.
―Ahora sí lo mano ―espetó Atlas molesto―. Mi hija no es una rarita, y ese niño debería recordar que su padre era huérfano, así que debería saber que no es chistoso.
Aunque lo negara, eso realmente le dolió a Ara.
―Déjanos en paz, James ―espetó Rose muy molesta.
James retrocedió un poco al ver la mirada cargada de odio e ira de su prima.
―Ella me encanta ―dijo Lyra.
Él sabía que Rose podía ser... agresiva cuando quería.
―¿Qué pasa? ¿Me tienes miedo, primito? ―se burló Rose.
James la fulminó con la mirada. Albus apretó sus puños y se acercó a James con intención de golpearlo, pero una voz los interrumpió. Era el profesor Longbottom.
―A salvar el día, Longbottom ―dijo Lyra.
Neville se sonrojó.
―¿Qué está pasando acá? ―preguntó Longbottom con voz firme―. ¿Que hiciste, James?
James puso sus ojos en blanco y se alejó.
―Ni creas que esto se acaba de acá, hija de Hécate
―¿Hija de Hécate? ―murmuró Roseanne―. ¿A qué se refiere?
―espetó Gwen, mirándola con una mirada que solo Ara comprendió. Dicho eso, se alejó también, seguida de Pilar.
Ara tragó saliva y se mordió el labio. Conocía a Gwen, ella era lo opuesto a todos sus hermanos. Podía ser muy peligrosa. Pero Ara sabía que habían más personas como ella dentro del castillo, y tal vez, aquel nuevo monstruo tenía algo que ver con su herencia.
―Fin del capítulo.
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