III.
―El sueño de Albus ―leyó Dumbledore.
El día antes del 1 de Septiembre, la mansión Malfoy era un desastre. Draco, Roseanne y Lyra estaban más estresados que mismos chicos. Que si llevaban los libros. Que si tenían la cantidad justa de túnicas y uniforme en general. Que si llevaban dinero para comprar dulces en el carrito. Que si llevaban ropa para los fin de semana. Y por último, que si habían guardado todo en sus baúles.
―Salieron responsables los Malfoy, ¿no? ―se burló Fred en voz alta.
Roseanne rodó los ojos.
Cuando cayó la noche, Draco le pidió a los elfos de su casa que hicieran un banquete para aquella cena. Todos comieron bastante. Pero Albus no.
Harry frunció el ceño, preguntándose si él tenía algo que ver.
Comió un poco y se dedicó a escuchar la conversación. No comía porque sentía un nudo en el estómago. Aquel nudo le recordó el día antes de iniciar su primer curso.
Otra vez tenía un mal presentimiento.
―¿Por qué todos los años pasa algo malo? ―se quejó Harry.
―La vena problema, Harry ―respondió Roseanne.
―¿Qué pasa, Albus, por qué no comes? ―preguntó Lyra, preocupada.
Albus sintió sus mejillas calentarse lentamente.
―Em... ―Suspiró―. No tengo... hambre.
―A Albus le pasa algo ―opinó Hermione.
Lyra se dio cuenta al instante que no era falta de hambre, era nerviosismo. A ella también le pasaba eso la noche anterior a sus inicio de curso. Así que, al entenderlo, no dijo nada al respecto.
―Que linda eres con mi sobrino ―se burló Roseanne.
―No soy linda, solo creo que mi yo con 38 años no le gusta ver a la gente mal ―respondió Lyra.
Al termino del banquete, todos se fueron a dormir.
―Albus ―llamó Lyra cuando Albus estaba a punto de salir del comedor―. ¿Puedo hablar contigo?
―Uhhh, problemas ―se burló Sirius.
Lyra observó como el rostro de Albus perdía color.
―Nada malo, Albus ―lo tranquilizo―. Solo te quería decir que, si te cuesta dormir, intenta leer algo.
―Buen consejo ―opinó Remus.
―¿Que hablas, lunático? Es una serpiente, todo lo que hacen está mal ―espetó Sirius de mal humor.
―Eso ya es mucho, Sirius, puede que no te agraden y todo eso, pero eso no significa que todo lo que hagan vaya a estar mal ―respondió Remus.
Sirius solo rodó los ojos, cruzándose de brazos.
Albus se mordió el labio inferior con nerviosismo y vergüenza.
―Gracias, señora Malfoy ―murmuró.
―Señorita, no estoy casada. Además, llámame Lyra, me haces sentir vieja ―pidió sonriendo.
―Si no estás casada, ¿con quien tuviste a Dana? ―preguntó Hermione.
Lyra se encogió de hombros.
―Tal vez me divorcié.
Albus asintió con la cabeza una sola vez.
―Gracias ―volvió a decir Albus antes de salir.
Subió las escaleras lentamente y al dirigirse a su habitación, tuvo que respirar profundamente, porque el nerviosismo iba a acabar con él. Al llegar, se recostó en su cama, sin nada de sueño.
―Tu hijo tiene insomnio, Potter ―dijo Lyra.
Volteó a la izquierda y vio un librero, con pocos libros, pero habían libros. Se levantó a pesar de tener frío y agarró cualquier libro que vio.
Ya con el libro en mano, se volvió a acostarse y se acomodó de modo que pudiera leer bien ese libro. Cuando iba por la página 100,
―¿Tanto? Que raro ―dijo Sirius.
―Que tú no leas nada no significa que quien lea es raro ―espetó Roseanne de mal humor.
se dio cuenta que se estaba quedando dormido. Dejó el libro de lado, y se acomodó para dormir. Luego de un rato logró conciliar el sueño y cayó en los brazos de Morfeo.
―¡A LEVANTARSE!
El grito de Roseanne resonó en el lugar.
―Uy, arruinas el sueño de los demás, Rosie ―se burló Sirius.
―Uno, no arruino nada, si van a tomar el tren deben despertarse temprano y segundo, no tienes derecho a llamarme "Rosie", Black, para ti soy "Potter". ―gruñó Roseanne.
Los cinco se despertaron de golpe, sin entender nada. Luego cada uno se dio cuenta que era 1 de Septiembre, así que iban a tomar el tren que los llevaría a Hogwarts. Uno a uno bajaron con sus baúles en mano y obviamente vestidos con ropa muggle.
Con el auto muggle que Draco había comprado, todos se subieron. Tardaron poco en llegar King's Cross. Al llegar, Lyra se consiguió carritos para llevar todas las cosas. Caminaron por la estación. Mientras caminaban, algunos miraban el cabello blanco de los Malfoy y otros veían los baúles extraños que llevaban.
Al cruzar la barrera al mundo mágico, se detuvieron cerca del tren para despedirse. Roseanne abrazó a Scorpius y a Ara. Y Lyra abrazó a Dana, Rose y Albus. Draco los miraba con una sonrisa muy pequeña.
―Malfoy sonriendo, que sorpresa ―se burló Ron.
―¿Qué te metes tú, Weasley? Que se nota que tu hija no te quiere ―espetó Draco, sin dejarse pisotear.
Ron suspiró sin decir nada más.
Finalmente los cinco chicos se subieron al tren y entraron a un compartimento vacío. Albus, de pronto, se dio cuenta que tenía mucho sueño. Tal vez por dormir poco... Acomodó su cabeza en el hombro de Dana y poco a poco se fue quedando dormido.
―¡Hay que matarlo!
―Ya empezamos mal ―se quejó Ginny.
―¿Cómo, Ara?
Albus pestañeó, sin entender donde estaba. Al enfocar bien, observó a cinco chicos. Eran él y sus amigos. ¿Pero, que estaba pasando? De pronto, vio como Ara sacaba una espada negra de su ¿bolsillo? Al ver mejor esa espada, recordó la vez que usando esa espada, Ara había transformado un bicho en un polvo dorado.
Poco a poco, de un muro, fue apareciendo un bicho. No puedo ver bien porque alguien lo zarandeaba.
―Esos tienen más mala suerte que Harry, Ron y Hermione juntos ―opinó Ginny―. Para mi pesar.
―¡Albus!
Albus parpadeó, cegado por la luz de una varita.
―¿Que pasa? ―se quejó.
―Ya vamos a llegar, anda a vestirte ―le espetó Rose, tirándole su uniforme.
Albus frunció el ceño hasta que recordó que iba a Hogwarts y que en Hogwarts no se usaba ropa muggle. Así que se levantó y salió del compartimento con su uniforme en mano. No tardó tanto en vestirse, pero al volver oyó una conversación.
―Esa zorra de Ara se cree la mejor por ser más poderosa que los demás de su cabaña.
―¿Quién se atreve a insultar a mi hija? ―espetó Atlas―. Estando muerto o no, no dejaré que le hagan daño a Ara.
―Aprende, Harry ―se burló Roseanne.
Albus frunció el ceño, pero siguió caminando, hasta que llegó al compartimento en donde estaban sus amigos.
―¿Si quiera dormiste anoche, Al? ―le preguntó Rose, con el ceño fruncido.
Albus se mordió el labio inferior.
―Sí.
―No te creo ―espetó Rose, con seguridad―. A las tres de la mañana me levanté porque quería tomar un vaso con agua, y tú luz estaba prendida. Y sé perfectamente que tú duermes con la luz apagada.
―Que inteligente tu hija, Ron, de seguro lo sacó de Hermione ―sonrió Ginny.
―Me ofendes, Ginny ―se quejó Ron.
―Lo sé ―sonrió Ginny, algo cínica.
―Me dormí a las 4:30 ―confesó Albus finalmente.
Rose suspiró.
―Dormiste muy poco, Al, no es saludable dormir tan poco ―dijo Ara.
Albus se sonrojó hasta las orejas.
Cuando el tren ya estuvo completamente quieto, todos los estudiantes se empezaron a bajar, empujándose entre ellos. Fue difícil para el quinteto bajar. Pero cuando lo lograron, se dirigieron a los carruajes.
―Ya quiero comer algo, me muero de hambre ―se quejó Rose.
―Hija tuya tenía que ser ―se burló Harry, mirando a Ron.
―Hija del tío Ron tenías que salir ―se burló Albus.
Harry se sonrojó al darse cuenta que había dicho casi lo mismo que su hijo.
―Cállate ―gruñó Rose como respuesta.
―¿Alguno va a intentar unirse al grupo de quidditch? ―preguntó Ara.
―Yo no ―respondió Albus―. Me dan pánico las alturas.
―Que desperdicio, sangre de Harry y Ginny que son excelentes jugadores ―se quejó Oliver.
―Primero que nada, Oliver, mi hijo no tiene por qué jugar quiddicht, y segundo, ¿si te das cuenta que Albus es de Slytherin? Lo que significa que está en el equipo contrario ―espetó Ginny, saliendo en defensa de su hijo.
―Yo sí ―respondió Rose con seguridad.
―Genial, va a salir como yo ―dijo Ron con leve arrogancia.
―Yo no ―respondió Scorpius―. No me llama la atención.
―Yo tampoco ―respondió Dana―. También me dan miedo las alturas. ¿Y tú, Ara?
―No. Tampoco me llama la atención ―respondió Ara. Luego sonrió con burla―. ¿Alguien se dio cuenta que Albus y Dana le tienen pánico a las alturas? Son tal para cual.
―Si Albus y Dana no terminan juntos voy a llorar ―dijo Roseanne con dramatismo.
Albus y Dana se sonrojaron fuertemente.
El resto del viaje en el carruaje fue bastante agradable. Cuando llegaron a la entrada del castillo, los cinco chicos se bajaron del carruaje y siguieron a los estudiantes mayores para saber a dónde ir. Y cuando llegaron al Gran Comedor, los cinco supieron que ese sería un gran año. ¿O no?
―Rayos.
―Fin del capítulo.
holis
andaba inspirada así que les traigo el capítulo 3 de este fanfic
no c si vaya a empezar el capítulo 4, por falta de imaginación
de todos modos, amo cuando comentan, así q comenten pliss <3
eso, lxs quiero. :)
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