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Silbón



La luz se encendió en medio del escenario, Calisa Soler apreció sentada en medio del lugar, su cabeza gacha indicaba que en ocultaba algo entre sus manos, rápidamente una sonrisa apareció en su rostro... el público aguardó en silencio su próximo movimiento, súbitamente Calisa levantó el mentón y subió el micrófono hasta una distancia próxima a sus labios— ¡Ya estamos listos!, puedes comenzar a hablar.

Otro foco iluminó el escenario a un lado de ella, El Brayan levantó su mano y saludó alegre al público— mira mami —habló con voz sonora—, ¿que lo que' es?

—Estamos felices por tenerte aquí el día de hoy, cuéntanos tu historia.

Brayan asintió y miró en dirección de los asientos— bueno... mi primera vez fue a los 13...

— ¡Eso no! —sonrió nerviosa—, lo del Silvon —corrigió.

— Ah... eso —se rascó la nuca mientras fruncía sus labios en una mueca—, bueno estem: era de noche, hace tiempo, en mi ranchito —de detuvo a pensar un momento en sus palabras—, y le estaba dando los huesos al perro; en eso vi que mi vieja estaba con unas cajas y bueno... uno tampoco e' tan desconsiderao' y la ayudé, pero vertale esas bichas estaban mas pesadas que mi tia en navida', total —continuó—, mi mai salió y me metí en el cualto, cuando en eso escucho unos silbidos, verga, me asusté —admitió—, pero como yo soy bien arrecho salí del cualto y agarré mi navaja y comencé a hablar «¿quién anda allí?» —citó las viejas palabras—, no me respondieron y yo molesto pol que en mi casita nadie se mete «mardito, salí de ahí»; escuché un silbido bien cerquita, coño e la madre yo tenía el pupu entre las piernas. «¡coño marico, déjate vel, no seas riduculo, pelea como macho!». El silbido otra vez «¡Mielda, sal de ahí!», el silbido volvió a pasar «yo creo es en nadien», entonces el silbido que parecía susurrante se escuchó una vez más detrás de mi, ahí lo supe «¡El Sirvom!», «¡EL SIRVOOOM!», grite más duro que mi madre cuando me llama a comel «¡En mi casa no te metes!», entonces comencé a recitar el Padre Nuestro. Y en eso llegó mi mai «¡COÑO!, ¡¿QUE TE PASA A TI VALE?!» yo vi que plendio el bombillo, vi una cosa marrón enrollada en el suelo, una parte de mi se alivió pero otra se enfureció tremendamente, «¡nada!, que el marico perro este no me deja tlanquilo».

«¡A MI NO ME HABLES ASÍ!», mielda, a sacao' la chancla «s-si mami, yo me quedo teikirisi», guardó la chancla y yo salí mandao pal cualto, no sin antes darle una mirada de muerte al perro marico ese. Subí y fui pal baño, pero me llevé un buen susto.

Calisa pestañeó en su lugar— ¿e-eso es todo?

— ¿Qué más quiere? —preguntó el Brayan en su lugar mientras tomaba un trago de agua.

La presentadora pareció dudar en sus palabras, pero sin decir acotar nada más decidió ponerle fin al programa— nada, me ha parecido maravilloso... espero que al público presente les haya gustado este... bueno —vaciló en sus palabras—, esta emisión —sonrió—. Hasta la próxima.

—¡Chao! —sonrió alegre por última vez El Brayan.

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