Noche de la bestia.
Algo chapotea por las alcantarillas, algo grande y pesado.
Un rata camina tranquilamente, posándose sobre un gran montón de desperdicios para comer algo, cuando escucho aquellos pasos aproximándose. La rata se erizo y chillo de forma aguda, antes de salir corriendo despavorida, habiendo olvidado totalmente su alimento.
Aquellos pasos, antes acelerados ahora se ralentizan, aquellas cuatro enormes patas se sumergían una y otra vez en las asquerosas aguas.
Alla abajo, es normal encontrar todo tipo de desperdicios de origen humano, que ustedes podrán imaginar y por tanto puedo ahorrarme en describir. Pero algo humano y no tan común ahora goteaba sobre las aguas. Un líquido rojo, de olor y sabor metálico, vital para la vida: sangre.
El preciado líquido escurre desde las mandíbulas a casi dos metros del suelo, adornadas con enormes colmillos amarillentos.
Una habitación que cambia entre oscuridad y una intensa luz roja cada pocos segundos, con una alarma de bajo volumen sonando de fondo. Allí, una figura humana camina con precaución, pisando por accidente algo en el suelo, pues no lo diviso por la falta de luz. Al encenderse aquella luz roja, logra ver lo que es, un hueso humano, una costilla, aún con carne unida a ella. Esto le alarma e, inconscientemente, pega un brinco y un grito ahogado, retrocediendo un poco.
Quedando apenas por debajo de los dos metros en sus cuatro patas, la criatura los rebasa sin problemas al levantarse sobre sus extremidades traseras, sumergiendo una larga y escamosa cola en las sucias aguas, sin que esto le importe en lo más mínimo.
Sus patas delanteras ahora toman la función de largos y poderosos brazos. Con el derecho se apoya en la pared del túnel, mientras lleva el otro a su cara para, en un gesto bastante humano, tratar de pensar, intentar librar a su mente de la confusión que se apodera de ella.
-¿Qué demonios...?-
El ambiente ya de por si tétrico se pone tenso, pues aquel delgado individuo se percata de que no esta solo. En una esquina, a donde ni siquiera aquella luz roja llega a alumbrar, se oculta algo y son los ojos de este algo lo que alcanza a ver este individuo, pues brillan ante la poca luz en presencia de la oscuridad.
Un rugido molesto hace eco en las alcantarillas, mientras este ser avanza torpemente, ahora con ambas manos en su cabeza, tratando de parar el dolor causado por la lluvia de recuerdos que ahora lo golpean.
Un siseo aterrador se deja escuchar. El sujeto logra distinguir, gracias a la presencia de aquellos ojos antes casi a ras de suelo, como aquel que lo acompaña se pone de pie, rebasándolo por mucho. Y gracias a haberse acercado, ahora su silueta se alcanza a distinguir, siendo algo parecido a un... ¿dinosaurio?
Respiraciones violentas se apoderan de su cuerpo, ahora que se encuentra hincado sobre terreno lo suficientemente sólido, mientras al sujetarse la cabeza con tanta fuerza y desesperación, que las garras en sus dedos penetran su piel, dejando caer delgados hilos de sangre que acompañan a toda la mierda del lugar, solo que esta vez, la sangre si es suya.
Gracias a su lenguaje corporal, se nota que esa persona esta preocupada, pero aparentemente no lo suficientemente para correr, todo lo contrario, dispuesto a pelear.
Algo se escucha, un ligero sonido metálico precede a dos fuertes golpes en contra del suelo, que ponen en alerta al monstruo de la habitación. El humano, de alguna forma, a desprendido cuatro extremidades adicionales a las cuatro convencionales en todos los vertebrados, cuatro tentáculos plateados, todos con pequeñas luces propias en la punta y tenazas con filo.
-Siempre supe que estabas enfermo Kurt, pero esto... esto... es demasiado- afirmo, con desaprobación y desprecio en su voz.
En respuesta, su contrario rugió con fiereza, dejando al fin que la luz dejara ver su cuerpo.
El enorme lagarto alzo la cabeza y lanzo un rugido de negación, que de forma segura fue escuchado en la superficie, fuera del alcantarillado.
La gran bestia lanzo todo su peso en una gran embestida, pero a su oponente no le fue difícil esquivarla, sujetándose de la pared con dos de sus tentáculos y apartándose del camino, provocando que el monstruo chocara contra otra pared. El lagarto quedo aturdido unos segundos, procesando lo que acababa de pasar, pero lo comprendió rápido y giro para volver a atacar, pero esta vez, era turno del enmascarado.
Uno de los tentáculos se lanzo velozmente contra su pie izquierdo y hundió las tenazas en su carne, jalando hacia su portador mientras otros dos tentáculos golpeaban con toda la fuerza disponible al pecho del reptil, haciéndole chocar nuevamente contra el muro, solo que de espaldas esta vez.
Esos dos tentáculos se mantuvieron firmes en su posición conteniendo al monstruo, mientras el hombre posaba sus piernas en el suelo para que los otros dos apéndices artificiales se elevaran, haciendo chocar sus pinzas y mostrando un destello eléctrico, eso se veía doloroso.
En lagarto consiguió reaccionar oportunamente, tomando los dos tentáculos que lo sostenían con una sola mano para apartarlos, golpeando a los otros con la dorsal de su segunda mano para desviarlos, desequilibrando al octópodo, quien cayo de espaldas al suelo. Rápidamente el reptil dio un gran salto pero fue interceptado en el aire y su trayectoria acabo desviada, aterrizando de pie, si, pero lejos de quién era su objetivo. En señal de frustración, golpeo el suelo con la cola, generando grietas.
Con un rugido corrió para atacar, arrojando múltiples zarpazos con la intención de alcanzar el vulnerable cuerpo de su presa, pero siempre, antes de alcanzarla, esos molestos brazos robóticos se interponían, protegiendo a su anfitrión. En un momento dado, logro atrapar uno entre sus colmillos, pero este soltó una fuerte descarga que lo obligo a retroceder, no pudiendo notar como los cuatro brazos se sujetaron a la pared detrás de el, no hasta que se contrajeron para impulsar a quién los había construido, para que este impactara con ambas piernas contra su pecho, lanzándolo disparado en contra de la pared.
-Todas estas personas Connors- menciono, cuando uno de sus tentáculos bajo al suelo y rozo una calavera, por cuyo tamaño, debió pertenecer a un niño -Eres un maldito monstruo- el lagarto solo gruño, tensando sus músculos para lo que estaba por pasar.
Uno de los tentáculos le fue arrojado mientras notoriamente descargaba electricidad, pero la bestia logro interponer su antebrazo, donde su gruesa piel logro atenuar gran parte del daño recibido.
Su oponente se acerco y lanzo su otro tentáculo superior, esta vez lo bastante rápido para que el reptil no pudiera reaccionar, estrellando su cabeza contra la pared y liberando energía.
-¡Esto es lo que mereces bastardo!- grito fúrico, mientras torturaba a su adversario. Pero su traje le mostro una alarma.
Usando su larga cola, el lagarto había atrapado los dos brazos que mantenían al sujeto separado del suelo y los aparto para derribarlo, lanzando en el aire un zarpazo que lo lanzo lejos.
Al aterrizar, un dolor profundo se apodero de su pecho. Al observar, tenía tres grandes heridas a los largo del pecho. Gracias a la suerte, no eran demasiado profundas, pero la sangre brotaba de ellas y el riesgo no solo recaía en el hecho de que podría desangrarse, sino que el olor le dio una nueva motivación al depredador.
El lagarto volvió a saltar y el nuevamente lo desvió, pero esta vez de una mejor forma, logrando usar su peso e impulso para arrojarlo en contra de otra pared, para mala suerte, en el proceso, recibió un fuerte golpe de la cola del reptil. Su tecnología podía ser poderosa, pero su cuerpo aún era humano y tan solo dos ataques directos ya estaban repercutiendo negativamente en el. Debía acabar con esto rápido.
Recuperándose del golpe, el lagarto fue atacado por dos tentáculos, que se clavaron en la delgada piel de su abdomen y liberaron toda la electricidad que les era posible, provocando que quien alguna fue fue humano soltara un alarido de dolor, cayendo al suelo una vez la descarga termino, con humo brotando desde su piel quemada.
Y antes de poder hacer nada, sus brazos, piernas y cola fueron sujetados por tres de los mecánicos brazos (el tercero sujetando ambas extremidades inferiores y la cola) para después ser azotado contra la pared.
-¿Al menos has perdido toda cordura? ¿O sigues ahí malnacido? Disfrutando de la abominación en la que te convertirse- le pregunto de cerca, dejando gracias a la calma recién generada, que el lagarto escuchara claramente su voz. Aquello tuvo una reacción extraña, pues pareció reconocerlo y sus alargadas pupilas, se tornaron más redondas, no totalmente humanas, pero más cercanas a estas que a las de una bestia sin razón.
-¿Doc?- pregunto que su rasposa voz el reptil, con la cabeza baja.
-¿Ahora finges en búsqueda de clemencia? Das asco-
-¿Doc Oc?- volvió a preguntar, esta vez alzando la cabeza.
Esas dos palabras juntas, conmocionaron al científico, solo había una persona en el mundo, que lo llamaba así.
-¿P... Parker?-
-Doc, a... ayu... ayúdeme, por... favor- suplico con dificultad.
-Por dios ¿Qué te han hecho chico?-
En ese momento, un sonido particular fue emitido desde un lugar desconocido, provocando que las pupilas del reptil retomaran su fiero aspecto y este recobraba los instintos asesinos que hasta hace poco lo dominaban.
El reptil rugió y estiro su cuello tratando de alcanzar a Octopus y en respuesta este uso uno de sus tentáculos para sujetarlo del cuello y cerrar su boca; grave error.
Lo siguiente que sintió el científico, fueron las garras de su verdugo atravesando su abdomen.
Otto Octavius cayo al suelo de espaldas, pero de un coletazo dio varias vueltas para caer boca abajo. Fue entonces, que de forma violenta, el lagarto tomo los tentáculos y los arranco.
La agonía del científico pronto fue terminada, cuando el monstruo en el que su alumno se convirtió comenzó a arrancar y devorar su carne.
Un nuevo líquido mojo de repente la suciedad de las alcantarillas. No sangre, no saliva, lagrimas.
-¿Que he hecho?- se pregunto el lagarto, hecho en posición fetal entre la suciedad.
-Creo que estoy cerca- escucho no muy lejos de su posición, de nuevo, una voz conocida.
Se levanto para observar, llegando a donde un oscuro túnel del alcantarillado daba lugar a las vías del subterráneo.
-No- suplico, al reconocer quien era.
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