En una tierra que antes era verde caminaba un ser de piel totalmente blanca en lo que ahora era un desierto de arena negra. Sófocles, el Anagiga de cuatro metros avanzaba ayudado por un enorme bastón de madera de Cebil. Sus ropajes de arena, de apariencia real, ondulaban con el viento del atardecer.

El enorme ser se detuvo en lo que al parecer era el centro del cataclismo que destruyo lo que era hace un día tierra sagrada y miro con sus tres ojos al joven inconsciente frente a él.

―Laxus despierta― dijo el Anagiga apuntando con la punta de su bastón al humano.

Una luz verde se empezó a formar en el extremo esférico del bastón y pronto conecto con la frente del joven héroe.

Laxus abrió los ojos como aquel que despierta aun con sueño. Sus vista estaba perdida y sus ojos se encontraban rojos e hinchados.

―Aléjate, no te acerques ― dijo el joven cubriendo su rostro con su único brazo.

El Anagiga soltó una pequeña carcajada.

―Pero si este es el lugar y momento destinado para nuestro encuentro― respondió el ser blanco como la quitina.

Laxus alzo su mirada, manchas de sangre marcaban las amargas lágrimas que recorrieron su rostro horas antes.

―Ahora ven, nuestro viaje comienza hoy mismo― sonrió el Anagiga.

Sófocles se inclinó y le ofreció su mano derecha al joven héroe que se encontraba físicamente perfecto, sin contar el brazo de menos, pero mentalmente desquebrajado.

El desconfiado humano estiro su mano con su vista aun perdida en el horizonte.

Apenas Sófocles lo agarro ambos desaparecieron en medio de un pequeño remolino de viento que se formó en donde segundos atrás se encontraban los dos seres.

La gran planicie que a partir de ese día, debido a los recientes acontecimientos, fue conocido como el desierto de la muerte azul quedo vacío en medio del sonido del viento. Fue entonces, cuando no hubo presencia de ningún ser vivo que una mano se levando de entre las arenas. A esta la siguió otra y en poco tiempo lo que parecía un humano había emergido por completo.

El peculiar ser empezó a caminar sin destino aparente, sus ojos morados estaban clavados en la lejanía. El siniestro Zombie desapareció acompañado de una sombra hecha a su imagen y semejanza.

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Hola, muchas gracias por haberme acompañado mientras escribía esta gran historia. Este es hasta ahora el primer libro, tengo pensados por lo menos otros dos ligados directamente a esta narrativa.

Acuérdense que voy a escribir 10 capítulos especiales de los personajes que más votos tengan en la encuesta que está en la página de Facebook del libro.

También les recuerdo el concurso que comenzó con la maratón para saber ¿Cómo les pareció la historia? ¿ qué le falto o que estuvo de más? Así, como hacerme todas las preguntas que aún faltan por resolver como: cuando el Anagiga le dice que su hermano le manda saludos, para que en el libro que sigue no se me olvide responder todas las preguntas que tengan.

Finalmente les vuelvo a dar las gracias por leer mi historia, por todos su votos y comentarios a lo largo de estos años. Estoy seguro que sin su apoyo no habría continuado con la historia después del percance de salud que tuve.

Les estaré informando si logro publicar el libro XD

La continuación se llama Héroes Olvidados

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