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9. El trato

Medianoche, otra vez no podía dormir. Ya comenzaba a acostumbrarse.

Cómo cada noche de insomnio, salió de su cama con cuidado de no despertar a quién dormía a su lado, abandonó su habitación y bajó las escaleras, hasta llegar a la planta baja. Se asomó por la ventana que daba al patio trasero, y ahí pudo ver esa figura a la luz de la luna...

Alto, con un aire imponente, largos cabellos azulados que danzaban con el viento nocturno, piel pálida como la luna, y esos tétricos ojos carmesí.

Parado enmedio del enorme patio, mirándolo fijamente, esbozando su típica sonrisa engreída, luciendo ese par de colmillos caninos.

Al inicio le daba temor, pero ahora solo bufaba molesto cada que lo veía. Ya estaba acostumbrado a ser acosado cada noche por ese ser.

- ¿Se te perdió algo, Aspros?- Interrogó, saliendo de su casa, encarando a ese ser de la noche.

- Nada en especial, Asmita.- Rió el peli-azul, sujetando su mentón.- Solo vigilo lo que por derecho es mío.

- Nada es tuyo, idiota.- Gruñó, zafandose del agarre.

El demonio soltó una risa descarada, mientras el rubio frente a él se mantenía a la defensiva.

- Tenemos un trato, Asmita. Que no se te olvide eso, ni tu posición.- Siseó, volviendo a acariciar su mentón.- Tu alma prácticamente ya es mía. Solo es cuestión de tiempo para que la muerte te alcance y te tenga por el resto de la eternidad en mis manos.

Asmita gruñó, intentando soltarse sin éxito alguno. Al final dejó de luchar, pero sin dejar de desafiar con la mirada a su captor.

- ¡Mita!

Al escuchar esa voz llamándolo, de inmediato lo buscó con la mirada. Sabía bien que el desgraciado de Aspros no tenía escrúpulo alguno, y no quería exponer a las personas que más amaba.

- Vaya... Así que sigues teniendo a tu lado a ese inútil.- Rió el demonio.- Vaya forma de desperdiciar tu alma, Asmita. Hacer semejante sacrificio por un Alpha que te dejará y te quitará toda tu fortuna en cualquier momento...

- ¡Mita!, ¿estás afuera?

Estaba por replicar algo, pero la insistencia de la voz de su amado lo interrumpió de nuevo.

- En fin... Aunque tu alma es demasiado valiosa por su antigüedad, no dejas de ser un simple humano tonto.- Rió con suavidad, para después soltarlo.- No se te olvide la deuda que tienes pendiente.

Después de esas palabras, el demonio se desvaneció con el aire de la noche, hasta no dejar el menor rastro de su presencia en ese lugar. Dejando en completa soledad al rubio por unos segundos.

- Mita, ¿qué haces aquí?

Asmita tomó una profunda bocanada de aire, y esbozó su mejor sonrisa para voltear a ver a su Alpha, que sostenía en brazos a sus pequeños medio dormidos.

- Kardia... Nada, solo no podía dormir.- Respondió con una sonrisa, acercándose a su familia.- ¿Pasó algo?

- Solo Shaka tuvo otra pesadilla y despertó a Milo.

Tomó a su pequeña copia en brazos, acariciando sus mejillas para calmarlo. Mientras su Alpha mecía al pequeño bebé de apenas seis meses en brazos.

- ¿Tuviste un mal sueño, cielo?

El niño de casi dos años se abrazó a su padre Omega, sollozando en su pecho, mientras el mayor intentaba calmarlo.

- Tranquilo, Shaka. Fue solo un sueño.- Dijo Kardia, abrazándolos a todos.- Tus papás está aquí para protegerte, a tí, a tu hermano.

Asmita a duras penas contuvo las lágrimas, esbozando una dulce sonrisa, abrazando a su hijo. Había descubierto que sus hijos de alguna manera, se percataban de la presencia de ese demonio.

Hace más de un año que se había condenado a sí mismo, todo por el amor que le tenía a su Alpha.

Kardia había caído enfermo de gravedad, y nadie lograba dar con la causa ni una cura. El dinero era cada vez más escaso, y para rematar, había descubierto que esperaba otro bebé, teniendo ya uno de seis meses.

La situación era crítica. No encontraba una salida, pero simplemente rendirse no era opción. Por su familia haría lo que fuera necesario... Y ahí fue cuando apareció Aspros, ofreciéndole aquel trato.

Solucionar todos sus problemas financieros, devolver la salud a su esposo, y asegurar el bienestar de su familia... A cambio de su alma.

El precio a pagar era muy alto, pero era eso, o ver morir a su amado y condenar a sus hijos a una vida difícil... Bien, no importaba. Si era por ellos, cualquier sacrificio valía la pena.

Desde que aceptó ese trato, todo se solucionó como por arte de magia. Aunque las visitas nocturnas de ese malévolo ser ya se habían vuelto habituales.

- Mejor volvamos a la cama.- Mencionó, una vez que sus hijos estuvieron más tranquilos.- ¿Duermen con nosotros?

Shaka asintió, aferrado a las ropas de su progenitor.

Kardia le dió un corto beso en los labios, y abrazó a ambos rubios, para volver a su hogar, junto a toda su familia.

Todo, ante la atenta mirada de ese ser nocturno, observando a su presa a la distancia. Algún día sería suya esa alma, por el resto de la eternidad. Solo debía tener paciencia.

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