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5. Sirena

La casa del lago, un perfecto lugar para pasar un fin de semana entre amigos. Alejados de la vida citadina, y todos los deberes de la vida universitaria.

- Gracias por invitarnos, Shiryu.

- No es nada, pero por favor no rompan nada.- Respondió el azabache de larga cabellera.- Mi abuelo fue muy claro al respecto.

- Por supuesto.

- Oye, Shiryu...- Llamó su atención uno de sus amigos, desde la cocina.- Creo que dejaron esto para tí.

El pelinegro fue al encuentro de su amigo, notando una hoja de papel en sus manos, misma que le fue entregada.

La tomó y observó con detenimiento, notando que tenía algo escrito.

"Shiryu:

Si te encuentras leyendo esto, es porque tú y tus amigos ya deben encontrarse en la casa.

Me alegra saber que lograron llegar con bien, pero ahora debo darles unas reglas que deben seguir al pie de la letra. Seguramente las recuerdas:

1. No salgan de la casa después de la medianoche.
2. No vayan solos al lago, especialmente si es de noche.
3. Si llegan a escuchar un canto o una voz que los llama mientras duermen, ignorenla, cubranse los oídos y escondanse bajo las mantas hasta el amanecer.
4. En caso de que escuchen el canto o una voz, huyan cuánto antes apenas salga el sol. No se queden una segunda noche.

Por favor, sigan estas reglas. Sabes bien lo que puede pasar si desobedecen alguna.

Buena suerte. Tengan cuidado."

- Wow, vaya que tu abuelo es muy bromista.

- ¡Tienes el mejor abuelo del mundo!- Exclamó Seiya, emocionado.- ¿Cuántos abuelos se toman la molesta de dejar una nota así solo para ambientar mejor el fin de semana?

Sus amigos no tardaron en reír, creyendo que se trataba de una pequeña broma inofensiva del abuelo de su amigo. Conocían al señor y sabían que solía ser algo bromista. Pero se extrañaron al notar que Shiryu no se reía en absoluto, luciendo más serio de lo normal. Cómo si un recuerdo amargo le hubiera llegado a la mente.

- ¿Estás bien, Shiryu?- Preguntó preocupada la única chica del grupo.

- No es nada, Saori.- Negó, doblando la hoja para guardarla.- Solo... Solo hagan caso a la reglas por favor.

Los otros cuatro jóvenes se miraron entre ellos, mientras veían a Shiryu marcharse a una de las habitaciones.

No comprendían el porqué de esa reacción, ¿habían dicho algo malo?

- Eh, bueno... ¿Alguien quiere ir a nadar?- Propuso Hyoga, intentando aligerar la tensión.

- Estoy dentro. A eso venimos después de todo, ¿no?- Respondió Seiya.- Voy por mi traje de baño. ¿Vienen, Saori, Shun?

- Claro.- Accedió el peli-verde después de unos segundos.

- Adelantense ustedes, chicos.- Avisó Saori.- Iré a ver si Shiryu está bien.

Los otros tres chicos asintieron, y después de cambiarse, se pusieron en marcha a su destino: el enorme lago cristalino que estaba a solo unos metros de la casa.

Mientras, Saori, fue en busca de Shiryu, llamando a la puerta de la habitación.

- ¿Está todo bien, Shiryu?- Preguntó, sentándose junto a su amigo en el borde de la cama.

- En realidad... No mucho, Saori.- Suspiró el azabache.

- ¿Tiene algo que ver con... Eso?

Shiryu asintió, agachando la vista, sintiendo un pequeño escalofrío. Saori se mantuvo callada, ella también estaba algo nerviosa.

- La verdad... No recuerdo mucho de ese día, Shiryu... Pero, sé que fue algo real.

- Éramos muy jóvenes en ese entonces, Saori.- Mencionó, tallándose el oinege de la nariz.- Teníamos solo 5 y 6 años... Pero... Todo fue mi culpa...

El peligro comenzó a sollozar, y la joven solo atinó a abrazarlo, mientras se le escapaban las lágrimas en silencio.

Hace diecisiete años había ocurrido ese terrible suceso, que jamás olvidarían. La razón de porqué en todos esos años no habían vuelto al lago, hasta ahora...

- ¿Crees que podemos con esto?

- No lo sé, Saori...- Suspiró con frustración.- Ella sigue aquí, y no se va a ir... No hasta que...

- La enfrentemos, y acabemos con esto.- Completó la frase la peli-lila.- Lo sé. Aún así, ya no hay vuelta atrás. ¿Estás listo?

- Sí.

Ambos se pusieron de pie, buscaron algunas cosas en la habitación, y salieron de la casa, con el lago como destino.

Cuando llegaron, sus amigos ya se encontraban ahí, nadando y pasándola bien. Ellos, aunque algo nerviosos, se les unieron para evitar levantar alguna sospecha.

Cuando el sol comenzó a ponerse, se dieron cuenta de que la hora estaba cerca, pero primero debían poner a todos a salvo. Ya habían logrado su objetivo, ya no tenía caso continuar exponiendolos.

Durante la noche, cenaron, rieron, cantaron chistes y anécdotas, hasta que fue la hora de irse a dormir. El primero en retirarse a su habitación fue Hyoga, seguido minutos después por Seiya, y después Shun. Cuando solo quedaron Shiryu y Saori, fueron a buscar los objetos que dejaron en la habitación y comenzaron a prepararse.

- No te los quites, pase lo que pase.- Le recordó la chica, pasándole los tapones para los oídos.

- Lo sé.- Asintió el azabache, colocándose los objetos.- Vamos.

Saori asintió, y ambos se pusieron en marcha, pero al estar en la puerta de la casa, notaron algo que no estaba en el plan.

- ¡Hyoga!

Al ver a su amigo, caminando, con la mirada perdida, hundiéndose cada vez más en el agua, dónde estaba esa cosa, Saori no pudo evitar gritar.

Ese monstruo dirigió su atención a ella, mostrando una perversa sonrisa.

- ¡Saori!

La chica no pudo contenerse. No iba a perder a nadie más por culpa de ese monstruo horrendo.

Corrió con todas sus fuerzas, adentrandose al agua sin dudar, luchando con todas sus fuerzas para llegar hasta el rubio, justo antes de que se hundiera.

Intentó llevarlo de vuelta a la orilla, pero entonces esa bestia saltó encima de ella, hundiendola en el agua.

A pesar de no poder ver con claridad, y el aire cada vez más escaso en sus pulmones, Saori luchó con todas sus fuerzas contra esa criatura. Podía sentir como su piel sufría desgarres con las afiladas garras, incluso la fuerte mordida en su hombro, así como percatarse de la sangre dispersandose por el agua.

Sentía que cada vez era más y más arrastrada al fondo del lago, pero si ese iba a ser su fin, se aseguraría de no irse sola. Aún con toda la dificultad, logró sacar la daga oculta en su ropa, y usando todas sus fuerzas restantes, apuñaló a esa bestia humanoide en el costado del cuello.

Hasta ese momento dejó de escucharse ese infernal canto, cuando el monstruo comenzó a retorcerse, nadando con desesperación en círculos, después de soltarla.

Sus ojos comenzaron a cerrarse del cansancio, sintiendo su vida apagarse... Era su fin, pero al menos había logrado salvar a su amigo, y vengarlo a él...

- Saori... Saori, despierta por favor...- Le suplicaba entre sollozos Shiryu, mientras trataba de reanimar su frío cuerpo.- ¡Saori!

Todos estaban atónitos por lo ocurrido. Hyoga reaccionó estando enmedio del lago, siendo llevado a la orilla por Shiryu.

Apenas reaccionó, Shiryu se lanzó al fondo del lago, llamando a Saori. Seiya y Shun terminaron despertandose por todo el escándalo, y salieron a ver qué ocurría.

Lo siguiente que vieron, fue una criatura humanoide, con rasgos de pez emerger del agua, para después hundirse y perderse, dejando únicamente un rastro de un espeso líquido negro detrás. Después, Shiryu salió del agua, con Saori en brazos, completamente inconsciente.

Intentaron reanimarla, sin ningún éxito... Se había ahogado.

- ¡¿Qué demonios está pasando aquí, Shiryu?!- Cuestionó Seiya, mirando con horror toda la escena.- ¡¿Qué era esa maldita cosa?!, ¡¿qué le pasó a Saori?!

- Todo esto es mi culpa...- Sollozó el pelinegro, sosteniendo el frío cuerpo de su amiga.- Si... Si no hubiera sido tan estúpido hace diecisiete años... Nuestro primo habría muerto por salvarnos... La sirena no habría despertado, y Saori no estaría muerta...

- ¡¿De qué estás hablando, Shiryu?!- Interrogó Hyoga.

- Nuestras familias solían ser muy apegadas... Veníamos de vacaciones aquí cada verano.- Comenzó su relato entre lágrimas.- Pero, cuando Saori y yo teníamos 5 y 6 años... Rompimos las reglas del abuelo, salimos a medianoche de la casa, y... La sirena nos atacó. Su canto solo afecta a los hombres, así que, yo terminé casi ahogándome. Pero Saori logró despertar a todos, y pudieron salvarme... Pero Mu...

- ¡¿Mu?!- Exclamaron todos, al reconocer ese nombre.

Era un primo que Shiryu y Saori tenían en común, y que había muerto ahogado en el mar cuando eran más jóvenes. Según lo que ellos les habían contado.

- Mu fue el primero en llegar... Y justo antes de caer en la hipnosis, me empujó fuera del lago, para que mi madre y otras mujeres de la familia pudieran ponerme a salvo...- Reveló Shiryu esa verdad que por años mantuvieron oculta.- Él se sacrificó para salvarme... Igual que Saori se sacrificó ahora. Por eso no volvimos aquí, hasta ahora. Ella no iba a descansar hasta llevarse a uno de nosotros... Y lo logró.

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