30. Jack O'Lander
Noche de Halloween. Niños disfrazados pidiendo dulces de casa en casa, personas con disfraces por las calles, familias reunidas viendo películas o haciendo cualquier actividad, amigos festejando... Y las características linternas de calabaza.
- Kardia, ¿qué te dije de molestar a los niños?
- No seas tan cruel conmigo, Mita~- Rió el peli-violeta, mirando a los pequeños aferrados al Omega rubio.- Solo les contaba una historia.
- Sísifo va a querer cortarte la cabeza cuando se entere que estás asustando a sus hijos... Y yo también si Milo tiene pesadillas por tu culpa.- Mencionó el Omega, meciendo a su hijo menor en brazos.- Te dejé a cargo media hora, mientras iba con Shaka a comprar unas cosas a la tienda, y los encuentro gritando y llorando asustados. ¡Y arrojando juguetes a la puerta para "matar al monstruo"!
El Alpha no pudo ignorar más la marca rojiza en la frente de su Omega, y soltó la carcajada. Simplemente no había podido resistir asustar un poco a los niños después de haberlos acompañado a pedir dulces, pero al parecer, se le había ido de las manos.
Asmita bufó, antes de mirar a su hijo más pequeño y a los hijos de sus amigos, aún temblando nerviosos. El único que estaba tranquilo era su hijo mayor, quién también había terminado pagando por las bromas de su padre, llevándose un par de golpes de muñecos y autos de juguete en la frente.
Finalmente suspiró y acarició el cabello de los pequeños, mostrándoles una suave sonrisa. Bajó a su hijo de sus brazos, y se acercó a su Alpha para susurrarle algo.
- Más te vale encontrar una forma de calmarlos antes de que sus padres vengan por ellos, o duermes en el patio un año.- Murmuró en el oído del peli-violeta.- Sin contar lo que Sísifo, Regulus, Shion, Hasgard y Aspros quieran hacerte cuando descubran que sus hijos van a tener pesadillas por un mes por tus historias.
Ahora era Kardia quién sintió un escalofrío. Sabía bien que su Omega podía dar más miedo que todos los monstruos juntos... Corrección, hasta los monstruos, fantasmas, duendes y cualquier otra cosa saldría huyendo despavorida al verlo enojado. Y era aún peor ahora que estaba en cinta por tercera vez.
- No te preocupes, cariño.- Sonrió nervioso.- Yo me encargo. Tú descansa un poco, ¿sí? No es bueno para ti ni para la bebé que te alteres de esa forma.
- De acuerdo, cielito.- Le devolvió Asmita esa sonrisa que solo él reconocía.- Todos tuyos. Y no quiero oír un solo grito de miedo más, ¿de acuerdo?
- ¡A la orden, capitán!
- Bien, Kardia, estás a cargo. Y Shaka, estás a cargo de tu padre.
Asmita solo les sonrió a los niños, y se marchó escaleras arriba para descansar un poco, tal y como Kardia había sugerido. Si su retoño más pequeño terminaba con pesadillas, se las pagaría ese Alpha después.
Kardia observó a su Omega hasta que lo perdió de vista, y después miró a los niños, que lo veían fijamente, aún algo temblorosos. Debía pensar en algo rápido.
Al buscar un escape, como una salvación caída del cielo, miró unas calabazas sobre la mesa de la cocina, entre todas las cosas que Asmita y Shaka habían llevado de la tienda.
- Niños, ¿alguien sabe por qué hacemos lámparas de calabaza en Halloween?- Cuestionó a los infantes, caminando hasta la mesa, tomando una de las calabazas en sus manos.
Los niños se miraron entre ellos y después la calabaza, buscando alguna pista, pero al parecer, nadie tenía la menor idea.
- Bueno, hace mucho, mucho tiempo, en Irlanda, existió un hombre llamado Stingy Jack.- Contó Kardia, jugando un poco con la calabaza.- La leyenda dice que era un borracho y un bribón, pero también muy inteligente. Tanto que engañó al diablo.
- ¿Cómo va a engañar algo que no existe?- Cuestionó uno de los gemelos que cuidaban.- Mi papá dice que esas cosas no existen.
- Pues si no existen, ¿por qué estabas asustado y gritando como loco hace rato, Saga?
- Soy Kanon.
- Quién seas. No cambia el hecho de que estabas muriéndote de miedo... Y que eres igual de odioso que tu padre.- Replicó el mayor, murmurando la última frase.- Así que cállate y déjame continuar la historia.
El niño estaba por alegar de nuevo, cuando un ruido lo hizo pegar un salto igual que al resto. Pero resultó ser solo el viento golpeando contra la pared la ventana de la cocina, misma que Shaka fue a cerrar.
Kardia se mordió la lengua para contener la risa, y se aclaró la garganta para continuar con la historia.
- Cómo decía... Jack era un borracho sin remedio, se la pasaba de fiesta en fiesta, bebiendo, apostando y ganando cada juego de azar. Hasta que un día se le ocurrió hacer un pacto con el diablo para asegurar su victoria en todos los juegos.- Continuó el Alpha su historia.- El diablo aceptó el trato, acordando que duraría diez años, antes de que fuera a reclamar su alma como pago. Y sorprendentemente, Jack aceptó sin oponer resistencia.
- Qué tonto, eso era para sospechar del borracho desgraciado.- Soltó un pequeño Alpha de cabellos azulados.
- Esa boca, Angelo...- Regañó al niño.- Ni para que tu padre te niegue, no solo eres una fotocopia suya, también eres igual de malhablado... Pero es problema de tus padres. En fin.- Añadió.- Cómo les decía, Jack y el diablo sellaron el trato, y éste se efectuó. Jack pasó los siguientes diez años siendo un maestro del juego, nadie era capaz de ganarle ningún juego o apuesta. Desde póker hasta dados, no había una partida en que la suerte no se inclinara a su favor.
Mientras les contaba la historia, Kardia había comenzado a cortar el tallo de la calabaza y a sacar la pulpa con una cuchara, con el claro objetivo de hacer una linterna.
- Cuando los diez años pasaron, el diablo fue a cobrar su deuda, y Jack aceptó.
- ¿Y solo eso?- Cuestionó el segundo niño más pequeño.
- Paciencia, Aioria.- Le dijo su hermano mayor.- No puede terminar así... ¿Verdad, tío Kardia?
Kardia seguía sacándole la pulpa a esa calabaza, mientras sonreía al ver la reacción de los niños. Era evidente quienes los habían engendrado, eran como versiones pequeñas de sus amigos.
- Así es, Aioros. No termina así.- Sonrió, continuando con su narración.- Jack le dijo: "Está bien. Iré contigo, pero no creo que seas tan poderoso como todos dicen." El diablo obviamente se ofendió muchísimo y alegó lo contrario, pero Jack seguía insistiendo en que no era tan poderoso.- Añadió.- Entonces el diablo lo desafío a ponerle un reto imposible, solo para demostrarle lo poderoso que era. Y Jack respondió: "Si eres tan poderoso, entonces hazte tan pequeño que quepas en el bolsillo de mi pantalón."
Los niños escuchaban atentos el relato, y cómo Kardia por fin terminaba de limpiar la calabaza.
- El diablo se rió, y dijo que eso era algo muy fácil. Así que se hizo muy pequeño, y se metió en el bolsillo de Jack.- Contó el peli-violeta, comenzando a raspar ligeramente la cáscara de la calabaza con un cuchillo pequeño.- Pero cuando quiso salir, no pudo.
- ¿Por qué?
- Porque Jack antes había guardado una cruz de plata bendecida en su bolsillo, y había dejado atrapado ahí al diablo.- Contó con una pequeña risa.
- Lo dicho, qué tonto era.- Musitó Kanon.
- Quizás. Pero el punto es que Jack a cambio de liberarlo, le pidió diez años más de vida. Y el pobre diablo, sin más opción, aceptó.- Rió el Alpha, continuando con su boceto.- Y así pasaron otros diez años.
- ¿Y qué pasó después de eso, papá?
- El diablo volvió a cobrarle, pero esta vez no iba a caer en los trucos de Jack.- Respondió.- El viejo no le puso un reto ni nada, pero le dijo que tenía una última petición, antes de irse al infierno: una manzana.
- ¿Una manzana?
Kardia asintió ante la pregunta al unisono de los niños.
- Una manzana fresca y recién cortada del manzano más grande del pueblo.- Sonrió el peli-violeta, observando su boceto finalizado en la calabaza.- Pero ya estaba muy viejo para cortarla por su cuenta, así que le pidió al diablo que le bajara una. Y el diablo decidió aceptar, y comenzó a subir al árbol para bajarle la manzana.- Añadió, comenzando a tallar la calabaza.- Pero el astuto de Jack llevaba con él varias cruces de plata benditas, y mientras el diablo estaba ocupado trepando el árbol, comenzó a colocarlas alrededor para impedirle bajar. Para cuándo el diablo se dió cuenta del engaño, ya era tarde. El pobre se había quedado atrapado en la copa del árbol.
Los niños soltaron una pequeña risa al imaginar la escena narrada por el mayor. Para fortuna de Kardia, su idea había funcionado.
- El diablo, frustrado y harto del borracho y sus burlas exclamó: "Bien, haz ganado. Pide lo que quieras." Así que Jack respondió: "Mi alma es mía y no puedes tocarla." Y así fue.- Añadió, cortando los trozos de la calabaza con cuidado.- Pero cuando el borracho muere y no lo aceptan en el cielo, fue al infierno. Pero el diablo le recordó su deseo: "Su alma es suya y nadie puede tocarla." Así que lo echó a patadas y le arrojó unas brazas ardientes, que usó para fabricar una linterna con un nabo para alumbrar su camino.- Siguió, terminando la cara de su calabaza.- Desde entonces, vaga sin cesar por todo el mundo con su linterna, sin que nadie pueda tocarlo. Pero el diablo no quiere ni verlo, así que las Jack O'Lander sirven para ahuyentarlo en Halloween.
- ¿Y entonces por qué usamos calabazas en vez de nabos?
- ¿Podrías hacer esto en un nabo, Kanon?- Cuestionó, señalando el diseño de su calabaza.
- Soy Saga.
- Quién seas.- Replicó.- Las calabazas son más grandes, así que es más fácil que el diablo, los monstruos y los fantasmas las vean y se espanten.
Mientras hablaba, Kardia colocó una vela dentro de la calabaza, y al terminar de hablar, encendió el pabilo, haciendo brillar la linterna.
- Así que, ¿quién quiere hacer un Jack O'Lander para ahuyentar a los monstruos?
- ¡Yo!
De inmediato, los niños saltaron a la mesa, buscando una calabaza para tallar, con ayuda y supervisión de Kardia.
El Alpha peli-violeta suspiró aliviado, quizás no era Jack, pero había sido lo suficientemente inteligente para salvar su trasero.
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