18. La Viuda Negra
- ¿Estás seguro de que puedes continuar, Baian?- Preguntó una de sus acompañantes.
- Sí, no te preocupes, Tethys.
- Llevas cuatro horas manejando, y ya es más de medianoche.- Se sumó su otro acompañante.- Quizás sea mejor detenernos a descansar. Éste camino me da mala espina.
- Kanon tiene razón, ya todos estamos demasiado agotados como para seguir conduciendo.- Increíblemente, Isaac también se sumó a la moción de sus camaradas.
- No hay ningún hotel, y además, ya falta poco para que lleguemos.- Replicó a sus amigos.- Ustedes traten de dormir. Yo los despierto cuando estemos cerca.
Sus tres amigos intercambiaron una mirada. Kanon no era el único que tenía un mal presentimiento, pero el cansancio de llevar todo el día en carretera comenzaba a pasarles factura. Tratarían de resistir lo más que pudieran, pero sabían bien que no durarían mucho. Y no se equivocaron.
La primera en quedarse dormida fue Tethys, seguida unos minutos después por el copiloto. Kanon logró resistir un poco más, pero al final terminó vencido por el sueño.
Baian continuó pilotando el vehículo. No era la primera vez que se aventuraban en un país extranjero. En esta ocasión, habían decidido ir a Chile para visitar a un amigo que conocieron durante un programa de intercambio estudiantil cuando estaban en la universidad.
Hasta cierto punto, estaba acostumbrado a ser quien trasnochaba conduciendo, tenía buena resistencia, y no se asustaba con facilidad. De ser por los otros tres, se habían quedado a dormir en un hotel de la ciudad de la que salieron hace cuatro horas, y terminarían perdiendo un día entero de su viaje. Pero él no estaba dispuesto a eso.
La carretera por la noche podría ser espeluznante para la mayoría, pero a él le resultaba bastante tranquila y agradable. A esa hora no había nada de tráfico, podía apreciar el cielo estrellado y la luna, y disfrutar el paisaje nocturno.
Sí, definitivamente, la mejor hora para hacer un viaje por carretera, desde su perspectiva.
No había nada fuera de lo usual, hasta que de pronto, una figura apareció de la nada frente al vehículo. Intentó girar el volante para evitar golpearla, pero la distancia fue tan corta que solo consiguió perder el control del auto, sacándolo de la carretera y derrapar por la orilla, hasta chocar contra un árbol.
Cómo era de esperarse, todos sus amigos se despertaron, asustados y preguntándose qué demonios acababa de pasar.
Baian solo volteó a la carretera, notando como esa figura seguía ahí. Se dió cuenta de que era una mujer, con un largo vestido de color negro, y su rostro cubierto con un velo de igual color. La mujer estaba sollozando desconsolada, con las manos sobre el pecho, apretando un pañuelo en sus manos.
El castaño sintió una profunda necesidad de acercarse a ella y ayudarla. No podía evitarlo, sentía una profunda angustia por escucharla lamentarse de esa manera, y de inmediato bajó del auto, ignorando por completo las palabras de sus amigos.
Comenzó a caminar hacia esa mujer lo más rápido que podía. Al principio escuchaba las voces de sus amigos diciéndole algo, pero poco a poco se hacían más y más distantes, hasta que dejó de escucharlas, quedando solo los sollozos lastimeros de la pobre mujer.
- ¡Baian!
De pronto sintió como un pesado cuerpo caía sobre el suyo, haciéndolo golpearse contra el suelo, devolviéndolo a la realidad.
- ¡Reacciona, idiota!
- ¿Kanon?- Cuestionó desconcertado al ver a su amigo encima de él, después de taclearlo.- ¡Espera!, tenemos que ayudar a esa mujer.
- ¿Qué mujer, imbécil?
Al escuchar la voz de Isaac, se dió cuenta de que el peli-verde y Tethys también se habían acercado para ayudarlos a levantarse.
- Esa-
Al volver a mirar a dónde segundos antes se encontraba la mujer de negro, ésta ya no estaba. Solo la carretera vacía, con las marcas de los neumáticos al perder el control.
Sus amigos voltearon en la dirección que les señaló, pero ellos tampoco vieron absolutamente nada.
Isaac y Tethys se miraron entre ellos, y después a él, seguramente pensando que se había vuelto loco por el golpe.
- ¿Ves lo que consigues por idiota?- Lo regañó el peli-verde.- Seguro te estabas quedando dormido e imaginaste todo. De milagro no giraste a la dirección, sino ahora estaríamos en el fondo de ese barranco, imbécil.- Añadió, señalando el otro lado de la carretera, dónde tal y como le reprochó su amigo, se encontraba un barranco.
- Cálmense todos. Con discutir no ganamos nada.- Intervino Tethys, cesando con la disputa.- Lo único que importa es que todos estamos bien. Por ahora lo mejor es descansar, y en cuanto salga el sol, revisar el auto e informar a la compañía.
Isaac respiró profundo, suspiró y finalmente asintió, yéndose de vuelta al auto, al lado de la rubia.
Baian volteó a ver la carretera por unos segundos más, intentando hallar una explicación lógica para lo sucedido. No estaba durmiéndose, ni siquiera somnoliento, pero entonces, ¿qué había sido eso?
- ¿Nos vamos?- Preguntó Kanon a su lado.
- Sí.- Suspiró, algo nervioso por todo lo ocurrido.
Dieron un par de pasos, y hasta entonces Baian se dió cuenta de la enorme distancia que había recorrido, antes de que Kanon lo derribara.
- Yo también la ví.- Le confesó Kanon en un susurro, mientras caminaban.- No tengo idea de qué sea eso, Baian, pero sé que no es humano y no es bueno.
- ¿Qué quieres decir?- Preguntó temeroso, sabiendo que Kanon tenía ciertas experiencias con cosas como esa, y probablemente era el único que le habría creído aún si no la hubiera visto también.
- Baian, cuando chocamos, Isaac y Tethys te hablaron demasiadas veces, pero estabas en un especie de trance. Entonces fue cuando me asomé por la ventana y la ví, estaba mirándote.- Le contó el peli-azul lo ocurrido.- Después te bajaste del auto, y comenzaste a correr. Sabía que si no te detenía, sería la última vez que te vería. Así que salí y corrí detrás de tí lo más rápido que pude, hasta que te alcancé.- Añadió.- Ella permaneció ahí, hasta que Isaac y Tethys se acercaron.
No podía creer lo que Kanon le acababa de contar. Pero, tenía bastante sentido. Jamás había creído en cosas paranormales cómo fantasmas y esas cosas, incluso después de tener años de conocer a alguien como Kanon, pero ahora comenzaba a dudar.
- Por esta vez te salvaste, pero no creo que corras con la misma suerte dos veces. Así que deja de ser tan imprudente.- Le advirtió Kanon, antes de subir de nuevo al auto.
Definitivamente, era la última vez que viajaba, y en especial, conducía de noche.
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