En un teatro de sombras fue como supieron de esta leyenda tres niños unidos por el destino, la leyenda narraba a un pirata que descubre por accidente en una isla un tesoro, y no solo eso, un elixir que proporcionaba la Juventud Eterna.
Ahora ya veinteañeros, gracias a la tecnología descubrieron que podría ser verdad.
Fue así como estos tres jóvenes llamados **Jack, Mike y Tom** se aventuran en la selva en busca de un tesoro legendario.

La atmósfera está cargada de tensión y emoción.

—No puedo creer que invertimos nuestros ahorros en venir a buscar lo que nadie a encontrado— dice Tom

—¿Realmente crees que existe tal tesoro?—preguntó Jack con escepticismo.

—Las leyendas tienen siempre un origen, amigo mío—respondió Mike con una sonrisa confiada.

En ese instante, una lluvia torrencial comenzó a caer, como si la selva misma quisiera probar su valentía.
Jack resbala y accidentalmente se corta la pierna. Sus otros dos amigos lo ayudan a llegar a una cueva.

—Estarás bien, no te asustes Jack—murmura Mike.

—Creo que ya no podremos regresar hasta que se calme la lluvia— dice Tom viendo como una cortina de lluvia avanza hasta llegar con ellos.

Refugiados en la cueva intentando dormir, escuchan afuera unos pasos acercarse, acompañados de un ronroneó felino, los relámpagos dejan ver una silueta femenina, y entonces entre las gotas y el viento, una figura emergió una chica de hermosa apariencia, sus ojos parecían brillar en su tono verde esmeralda.

—Están perdidos—dijo Kiana con una sonrisa sutil.

Mike queda embelesado por su belleza.

—Queremos ir a lugar "Donde el vigor y la energía crecen de un árbol"—dice Tom sin quererse acercar.

—De acuerdo pero cuando lleguemos les diré cuál es el precio—dice Kiana.

—De acuerdo — dice Jack—. Y vienes con un…

—El es Shiva mi leal compañero— dice Kiana mientras el tigre frota su cabeza en su torso como si fuera un minino.—No muerde— Se ríe.

Entonces se dejaron guiar por esta chica que conocía la selva como la palma de su mano.

A través de ríos rugientes y montañas imponentes, Kiana los llevó más profundo en el corazón del bosque. Les mostró plantas misteriosas capaces de curar enfermedades mortales; cada paso revelaba los secretos ocultos del verde infinito.

Una noche, bajo la luna llena que iluminaba las sombras danzantes de la selva, llegaron a una cueva oculta.

—Aquí yace el tesoro que buscan—anunció Kiana.

Entre risas y sustos provocados por los animales nocturnos que observaban curiosos, descubrieron joyas centelleantes y oro resplandeciente, testimonio silencioso de civilizaciones olvidadas.

—Mira, figuras de barro de la civilización Olmeca— dice Tom sosteniendo una vasija azulada.

—Monedas Etruscas y chinas en el mismo lugar— anuncia sorprendido Jack.

Y la mirada de Mike sigue a Kiana y se da cuenta que el medallón que tiene puesto es egipcio.

—No pueden tomar nada de aquí— sentencia Kiana.

—¿Por qué creen que sigue aquí?— señala a la pared, donde un esqueleto con una yelmo español descansa en lo que perece ser una silla de cuero fino.

Caminan por un túnel con escritos tallados en las paredes y el techo, bajan hasta encontrarse con un cenote, y rodeado de agua un árbol rosado inamovible los espera.

La leyenda: «Juventud Eterna» comenzaba a tener forma ante sus ojos.
Un territorio invadido y secretos escondidos eran lo que parecía llenar la isla en la que estaban.
Shiva la tigresa los acompaña cuando por fin llegan al "árbol de la eterna juventud"

—¿Kiana cuánto tiempo llevas aquí?—cuestiona Jack.

—Más de lo que puedas imaginar— susurra  con un tono suave Kiana.

—Los escritos en la cueva de revelan que si tus intenciones son puras el fruto del árbol te mantendrá vivo mientras lo comas—reitera Kiana.

—Ya sé, tu eres una sobreviviente del primer accidente de avión registrado en 1807, el cuál jamás encontraron— dice Mike mirándola como si ella también fuera un tesoro.

—No tenía nada que comer, todo lo había perdido, Shiva me protegió de los demás animales y me guio hasta aquí, nunca intente salir de aquí— recuerda Kiana.

Kiana toma un fruto y se los da a cada uno.

—Mi herida sano—dice Jack mostrando su pierna.

—Sabe a durazno, es dulce como una fresa pero también áspero como un membrillo—sisea Jack.

—Miren parece que el árbol brilla— susurra Jack.

—Está por anochecer, descansemos aquí—indicó Kiana.

Shiva toma del manantial y se acuesta, Kiana se recarga en el para dormir. Los chicos están en la otra orilla del manantial y Mike va a hablar con ella.

Y sus rostros están siendo iluminados por el suave brillo del árbol cuando hablan:

—¿Por qué no vienes con nosotros?—pregunta Mike.

—El mundo al que pertenecía ya no existe— continúa susurrando—. Y Shiva y yo nos tenemos el uno al otro no podría abandonarlo— dice Kiana.

—Yo te protegería, lo prometo— dice Mike mirándola a los ojos.

Y ella sonríe y entonces se besan, y el luego vuelve con sus compañeros.

<<Al día siguiente....>>

—¡Tienen que irse!— dice Kiana apresurada.

—¿Qué ocurre?— Tom juntando sus cosas.

—Alguien está por descubrir el árbol, a lo mejor los siguieron—sisea Kiana.

— Deben estar buscándonos debíamos regresar hace dos días— susurra Jack.

—Seguro pensaron que nos perdimos—afirma Tom.

—Espera, ven con nosotros— ruega Mike tomando del brazo a Kiana, la tigresa Shiva le gruñe y el la suelta.

—Deben estar localizándonos por los celulares, apáguenlos— dice un Jack asustado.

—Si salen ustedes a encontrarlos en la otra dirección, podrían dejar de seguir el rastro— dice Kiana .

—¿Y tú qué harás?— pregunta Tom.

— Debo seguir ocultando la cueva, yo soy la única que sabe como estar aquí—asegura Kiana.

—No debe ser así,  no tienes que hacerlo—sisea Mike.

—Le debo a este lugar mi vida—dice Kiana.

— Tenemos que irnos— dice Jack mientras sale de la cueva con Tom.

— Nunca te olvidaré— suelta Mike antes de irse conteniendo las lágrimas.

Entonces ella observa su partida hasta que sus figuras se pierden a lo lejos.

Estando en un helicóptero con mantas:

—¿Cómo sobrevivieron?— pregunta un soldado.

—Comiendo lo que teníamos— afirma Tom.

—Me refiero a los animales salvajes, es un milagro que estén enteros y vivos—dice el soldado.

Y entonces Mike comprende que Kiana los protegió, y piensa en la leyenda que había escuchado tantas veces de sus abuelos que ellos la habían presenciado.

Ya no era más que una simple historia.
Parecía que, después de todo, era real.

FIN.