Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

꧁༒𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 9 (parte 1) ༒꧂

.❅──────✧❅✦❅✧──────❅.

Habían pasado tres horas desde que Mark me encontró en el club de señoritas y yo huí segundos después, pero no había rastros de él en Morbis Desire.

—¿Has considerado la opción de hablar con él sobre esto? —indagó Reyna. Se veía majestuosa sentada en su sofá de cuero gris, un vaso de whisky en su mano, sus piernas cruzadas y su traje blanco de dos piezas que exudaba clase y elegancia.

—Hola tío Mark, ¿sabes? Soy yo quien te ata a los barrotes de cama con tu cinturón para satisfaser gustos —imité una obra de teatro con mis manos y mi voz—. No, creo que no va a funcionar. Carezco de conocimientos sobre este juego de roles, Reyna. —negué mientras observaba bien las cámaras de seguridad que apuntaban a la habitación que habíamos utilizado con anterioridad.

—¿Te has puesto a pensar en los riesgos que corres? Digo, solo son separados por una tela diminuta que cubre sus ojos. Podría verte en cualquier momento y a la mierda todo en un segundo —comentó chasqueando sus dedos.  Para ser sincera, no pensé en ello. Reyna tenía mucha razón —. Por otro lado, yo podría ayudarte con lo de los conocimientos sobre la relación dominante y sumiso.

Asentí en acuerdo, quizás debería tener en cuenta la oportunidad que ella me ofrecía.

Cambié de cámaras para ver en el resto del club, pero no había rastro de él por ningún lado. Me sentía frustrada porque temía que con mi imprudencia lo haya hecho alertar sobre esto. Lo que me hacía dudar, ya que si él se hubiese enterado no estaría todo tan calmado.

—La calma antes de la tormenta —susurré para mi misma.

El sonido del teléfono de Reyna comenzó a tararear una melodía, mientras yo cambiaba con mi dedo índice una por una cada cámara haciendo sonar la tecla del ordenador. Solté un bufido de cansancio cuando la lista volvió a comenzar.

Reyna estuvo hablando por unos largos minutos y yo, luego de buscar por todas partes, decidí rendirme e irme a casa a descansar o quizás como excusa para ver si había ido ahí.

Luego de mucho tiempo en búsqueda, ya no me apetecía quedarme a observar al resto de las personas que practicaban lo que tanto me gustaba y excitaba ver: el sexo.

Llevaba tiempo siendo la pequeña protegida de Reyna en el club. La misma noche que entré por las puertas de Morbis Desire, ella hizo contacto conmigo y me trató como a su hija, causándome una sensación de familiaridad, brindandome afecto y cariño. Ella había hecho muchas veces el papel de una madre al ayudarme en cosas que nadie más tenía el poder de explicarme. Lo que sabía del sexo, lo sabía gracias a ella y a su magnífica forma de explicar algunos asuntos delicados. Eso, junto a lo que veía en el club, era suficiente para tener muchos conocimientos y perspectivas sobre el sexo, al menos en la teoría porque en la práctica estaba absolutamente perdida, por el momento.

Me despedí con un beso al aire y tomé mi pequeña cartera para luego salir por la puerta de la oficina y finalmente por las puertas del bar despidiéndome de Derek.

El aire gélido impactó en mis mejillas y mis ojos se cristalizaron levemente, sentí que mi nariz se enfriaba y mis hombros se contrajeron para mantener mi cuerpo templado. Pensé en una idea para volver a casa, pero no me quedaba otra que caminar hasta una parada de taxis o llamar a Pam y ella seguramente se encontraba con su adonis André. Yo no iba a cometer la semejante aberración de interrumpir lo que sea que estén haciendo.

—¿Necesitas que te lleve? —emergió una voz desde la oscura calle. Podía ver un cigarro encendido que era abentado a la acera y luego pisado por una bota de cuero negra que apenas se veía a la luz amarillenta del faro de la calle.

Podría haberme asustado por la sorpresa de ver a este hombre nuevamente fuera de este lugar. ¿Acaso me espiaba a mi también? O, quizás, ya sabía que era lo que yo venía a hacer, lo cual era atar a su hermano o simplemente querer darme placer a su costa. Pero ahí estaba, de pie a unos pasos de mí con su casco en el brazo y esperando una respuesta de mi parte. Su pantalón de jean de un color celeste claro y desgastando en algunas partes, le quedaba magnífico junto a la chaqueta de cuero negra que yo ya conocía. Debajo se veía una camiseta blanca y un collar de hilo. Su cabello alborotado por haberse quitado el casco recientemente le daba el toque perfecto a su rostro varonil y sexy.

—¿Por qué estás aquí? —indagué luego de observar toda su anatomía.

—Pam y André dijeron que podía encontrarte aquí y dado que tienes algo con ese... hombre, decidí no entrar para no molestarte. Simplemente esperé. —respondió dejando el casco sobre el asiento de su Ducati.

Recordé haberle dicho que me veía a escondidas con Derek y un suspiro de alivio imperseptible emergió de mi pecho, al menos no dudaba de lo que yo hacía ahí dentro.

—No quiero que me lleves. —murmuré dándole la espalda para caminar por la noche oscura.

—Cori —su voz se sentía abatida, me detuve —, discúlpame de verdad. No quería que las cosas se den de esta manera.

—No pretendas que haga como si nada luego de enterarme que investigas a mi padre.

Sentía mi actitud como un tempano de hielo, fría. Y yo era así, de esa forma. Nada me importaba porque nunca a nadie le importé lo suficiente como para preocuparse de como me sentía, ¿por qué yo debería preocuparme por los demás?

El hecho de que me haya pedido disculpas, me hacía sentir que quizás a él le importe mi perdón.

—Es mi trabajo, ¿qué podía hacer? —se acercó unos pasos a mí mientras sentía una furia crecer en mi interior.

—Damesse, puedo aceptar que investigues a mi familia porque confío en que somos buenas personas. Lo que no puedo aceptar es que me hayas utilizado para entrar en mi casa y ver de cerca lo que hace mi familia. Sin consentimiento, sin hablarlo conmigo antes, ¡sin siquiera contarme tus malditos planes! —levanté la voz con enojo y frustración. Agradecía que no había nadie fuera de este lugar.

—No fue así. En verdad me empezaste a gustar y no supe como manejarlo.

Sus palabras me molestaban aún más por su incapacidad a decirme que no sentía nada por mi, que solo quería jugar conmigo.

—Y la adolescente hormonal soy yo —respondí con burla. Volteé para hablarle de frente y se encontraba a unos pocos centímetros, lo que causó que mi rostro golpee su pecho —. No me importa lo que sientas, ni lo que quieras —mentí con voz hostil, ya no sabía como responder —. Lo único que me importa es que no dañes a mi familia y cuando descubras que mi padre no ha hecho nada que no deba, te tendrás que tragar tu trabajo y te irás de nuestras vidas para siempre.

Él rodeó mi cintura con sus brazos, sin titubear. Me hizo soltar una maldición cuando mi cuerpo se pegó al suyo, con precisión. Me sentía frustrada porque aunque quisiera negarlo, toda la situación con mi familia me hería, pero era también una excusa para evitar sentir algo. No quería sentir nada por él ni por nadie más.

—Apártate, Damesse, de lo contrario haré que te duela el estómago por patearte los testículos —dije con lentitud y en un susurro amenazante.

—¿De verdad deseas que me aparte, Corina? —preguntó, apretándome un poco más y brindándome calor de su cuerpo. La sensación era extraordinariamente satisfactoria. Su cuerpo pegado al mío, sentir sus músculos a través de las prendas, ver su rostro desde abajo debido a su altura.

Sus ojos eran verdaderamente intrigantes. Conocía sus intenciones con mi familia, pero dudaba de sus intenciones hacia mi.

¿Qué esperaba?

¿Qué quería?

Sus labios me provocaban, me daba ansias de volver a probarlos. Esos que anteriormente me habían hecho flotar en una nube suave y esponjosa hasta el mismísimo cielo. Solo para después devolverme a la tierra y hacerme dar cuenta que no podía confiar en él, sabiendo lo que me había ocultado.

Que hipócrita de mi parte era sentir todo esto sabiendo que, yo más que nadie, ocultaba secretos.

—No quiero que me toques, Damesse, no dejaré que me nubles el juicio con toda tu fealdad. —aparté sus manos con lentitud, pero antes que las suelte, él las tomó entre las suyas y entrelazando nuestros dedos.

—Basame una vez más, al menos de despedida. —pidió haciendo que mi corazón tiemble al saber que quizás sería la última vez que toque sus labios. No quería, no quería que fuese así y por supuesto no dejaría que su atractivo me vuelva a cegar.

Acerqué mis labios a los suyos, con lentitud. El aroma a tabaco reboloteaba en el aire junto con la malta de la cerveza.

—Escucha ésto, Damesse —sus ojos intentaban hipnotizarme —, jamás volverás a tocar mis labios ni aunque de ello dependa mi vid...

Soltó una de mis manos y con la rapidez de un gato, posó sus labios sobre los míos y su mano en mi nuca para evitar que me aparte. Era electrizante sentir la suavidad y la ternura de sus labios carnosos, fríos y húmedos.

Buscaba excusas en mi cabeza para alejarlo, para apartarlo de mis labios y hacer que se vaya. No podía ganarme, no podía perder el orgullo por este hombre que me causaba un vacío en mi cráneo.

Apreté mis dientes en su labio inferior aplicando un poco de fuerza para rasgar su piel sensible y me solté de sus brazos rápidamente.

—Agradece que no fueron tus testiculos. 

Me di media vuelta e ignoré todo lo que él decía, absolutamente todo. Quizás él no me conocía aún lo suficiente como para saber que en un momento así, lo único que yo necesitaba era silencio para pensar en todos los pros y contras.

Pros: conocer a alguien nuevo.
Contra: conocer a alguien nuevo.

No quería hacerlo, aunque Damesse me causara intriga no quería conocerlo y a su vez quería saber todo, en absoluto, de él. Mis dieciocho años estaban pasándome factura porque a pesar de lo que él había hecho, el beso que me había dado me hizo arder la piel.

Sonreía mientras divagaba sobre lo que pensaba hacer, caminé al menos unas doce calles y no me di cuenta casi del tiempo que había pasado. Seguía encerrada en mi mente imaginándome que tan malo sería buscar a Damesse y obligarlo a arrepentirse más sobre lo que me ocultó, aunque olvidaba el pequeño detalle de que no fue solo él quien lo ocultó, si no también Magdalena.

A solo una calle de llegar a casa reconocí un auto negro que siempre estaba estacionado en el garaje de casa, pero no podía ver quién estaba dentro por sus vidrios polarizados. Reconocía la matricula, solo me preguntaba... ¿Qué hacía el auto de mi madre a estas horas fuera de casa?

Dentro del vehículo se escuchaban voces muy furiosas. Una voz era de mujer y la otra... no pude descifrar quien era.

Me detuve y opté por esconderme detrás de un árbol para evaluar la posibilidad de dar la vuelta y que no me vea fuera de casa a tan altas horas de la noche, pero justo cuando estaba por tomar la decisión, el auto encendió las luces y retomó la calle a toda velocidad.

Mi madre en la madrugada. ¿Quién lo hubiese dicho? Quizás mi familia tenía más secretos de los que yo pensaba.

¿Y Si Damesse tenía razón?

.❅──────✧❅✦❅✧──────❅.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro