꧁༒𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 15 (parte 1)༒꧂
.❅──────✧❅✦❅✧──────❅.
Mi cavidad cerebral había quedado vacía luego de las preguntas que hacía Mark, demandando una respuesta de mi parte. Pero no me salía ni una mísera palabra. Como si el gato me hubiese comido la lengua y, quizás, esa era la mejor alternativa para sacarme del enredo mental en el que me encontraba por culpa de sus descaradas preguntas que me hacían humedecer la ropa interior tras los recuerdos.
Comencé a atar cabos.
Sus preguntas incesantes, mencionó mi perfume...
—Bueno, si no quieres contestar tengo un libro que me interesaría leerte —comentó mientras se ponía de rodillas para buscar algo debajo de mi cama.
—Ni se te ocurra tocar mi diario, Mark, por que te juro que...
—¿Que qué? ¿Qué vas a hacer? —interrogó con voz firme y directa, como un padre regañando a su niña después de haber hecho algo malo —¿Vas a hablar?
Su insistencia mientras levantaba el diario y hojeaba las paginas de mi diario me hizo molestar y avergonzar
—No tienes derecho a tocar eso —bufé, estirando una pierna para golpéalo, pero él me esquivó hábilmente mientras me lanzaba una mirada de advertencia.
—Tócame, Mark. Te deseo —comenzó a leer haciéndome ruborizar ante su descarada lectura.
—¡Ya basta! —inquirí con el calor en las mejillas y en mi zona íntima que amenazaba con empaparse por el deseo y la vergüenza que me provocaba.
Él volvió a mirarme con sus ojos entrecerrados como advirtiéndome algo que no pensaba hacer, callarme.
Se puso de pie dejando cerca de mi el diario. Lo agarré con mi pie y lo acerque a mi escondiéndolo inútilmente detrás de mi espalda con la intención de que termine con la tortura de avergonzarme. Caminó a donde se encontraba mi escritorio con el lapicero, tijeras y... cinta.
—Voy a leerte mi favorito —comentó volviendo a acercarse a mi lado, tomando aciento más cerca de mis piernas y yo estaba segura que estirándome podría darle una patada para que deje de hablar pendejadas. Estiró un pedazo de cinta mostrándome una clara advertencia —, pero no me gustan las interrupciones, ¿o prefieres actuar con madurez y contestar mis preguntas?
Asentì con vehemencia en respuesta. Todo sea por que no me tape los labios y por que no tome mi diario para seguir leyendo.
—¿Qué quieres saber? —pregunté rendida, no me quedaban muchas más alternativas.
—¿Qué sabes de Reyna? —interrogó con semblante serio.
—Solo que tiene un club en el bar de Derek —él asintió animándome a seguir. Lo pensé un momento por que aceptar que era yo quien lo dominaba en aquel lugar, me mandaría directamente a un juicio total ante sus ojos. Se molestaría, me reprocharìa por haberlo escondido, me expondría y me miraría con otros ojos.
Pero ¿eso cambiaria algo?, después de todo, él ya conocía mis sueños húmedos, mis deseos ocultos y parte de mis conocimientos sobre el club. Me preguntaba cómo se sentiría él cuando supiera que era yo la que lo sometía superando a todas con las que había intentado sin ningún resultado factible.
Yo no era tímida en ese sentido, yo era la mujer que se atrevía a todo sin dudar. Darle un trago de su propia medicina era lo que yo deseaba hacer y hacerlo arrepentirse por haberme abordado de esa forma.
—Intenta escapar de nuestros brazos, Corina. Apuesto que no podrás hacerlo jamás. Aun sabiendo que somos prohibidos, nos deseas. —continuó dictando mi sueño sin siquiera leerlo directamente del diario, intentando volverme a avergonzar mirándome a los ojos como si así me pudiese generar temor. Pero eso no era lo que yo sentía. Yo sentía deseo, pasión, lujuria, sentía anhelo por su cuerpo, necesidad de su piel.
Me causaba cierta sensación de excitación saber que dentro de su mente, él se imaginaba lo que yo escribía, pero intentaba jugar con mi mente, avergonzándome, creyendo que así iba a obtener algo a cambio. Pero para jugar yo era experta.
—¿Estás seguro de que quieres respuestas, querido tío Mark? —interrogué con una sonrisa destiladora de perversidades ante la imagen de Mark de rodillas pidiéndome compasión luego del castigo al que lo sometería si seguía insistiendo con información.
Me recompuse en la cama, sentándome tanto como las esposas me lo permitían y luego acaricié su muslo con la palma de mi mano libre, ante su mirada cargada de sensaciones inexplicables, pero estaba segura que lo que más se acentuaba era la confusión, la excitación y el miedo. Me encantaba ver como se aterraba de mi atrevimiento al sobre la pierna sobre la tela de su pantalón.
Subí mi mano, viajando hasta su cintura recreándome con la vista de poder tocarlo con su vista puesta en mí y no cubierta por la tela que me hacía dudar de sus sentimientos, pero ahora viéndolo en vivo, en directo y a los ojos, me daba cuenta de lo atractivo que era mientras mi mente se llenaba de sus ojos.
Cuando obtuve lo que quería de su bolsillo, me retiré lentamente y dejé de tocarlo para guardar la llave detrás de mi espalda y ver su reacción ante mi atrevimiento.
—Estas muy jodida de la cabeza, Corina. —juzgo él entre murmullos, quedándose estático y a su vez conmocionado por alguna extraña razón que mi cerebro desconocía o fingia desconocer.
—No te apartaste, asique estás tan jodido como yo, querido tío —afirmé mientras me terminaba de quitar las esposas bajo su pasmado rostro —. Ahora, ¿de verdad quieres saber lo que se siente soñar contigo? —investigué mientras me ponía de rodillas sobre la cama y me acercaba a su regazo como un gato.
Él estaba rígido, no se movía del lugar y mucho menos cuando acerqué mi rostro al suyo, apoyando mi mejilla contra la suya creando una caricia agonizante.
—¿Qué haces? —murmuró como si estuviese bajo un hechizo y pude notar que era el mismo hechizo que me causaba estar bajo las manos de Damesse. Era hipnotizante y maltratador el sentimiento del sometimiento que se experimentaba bajo el tacto de la persona correcta.
—¿Te sientes incómodo? —susurré acercándome a su oído. Su respiración se tornó más pesada mientras solo podía escuchar ese sonido. —¿Deseas que me aparte? —insistí volviendo a acariciar su muslo mientras sentía el aroma varonil que portaba en su cuello. —. Acaso... ¿te excita esto? —interrogué alejándome para poder verlo y al dirigir mi vista a su abultada entrepierna, sonreí al haber logrado lo que deseaba y era demostrarle que...
—Estás tan jodido como yo, Mark, y aunque intentes disimularlo el cuerpo no miente —concluí tomando las frías esposas de metal con las que él me había apresado, intentando no hacer ningun sonido —. No puedes negarte a darme placer, porque yo te proveo de él. No puedes prohibirme acercarme a tí, porque inconscientemente volverás para pedirme que te obligue a arrodillarte —continué mientras volvía a su oído, intercalando con uno y luego con otro. Sus ojos se mantenían cerrados a la espera que mi tortura acabe, pero mi tortura recién empezaba.
—Por favor...—balbuceó intentando poner una barrera, pero yo tenía artillería pesada para derribar todo lo que se interpusiera entre él y yo.
—Por favor ¿què? —demandé, apretando su muslo con una mano mientras que con la otra manipulaba las esposas hábilmente, creyéndome una experta en la materia.
—Detente —suplicó con la voz razgada al borde del quiebre, mientras su cuerpo seguía tieso.
—¿Sabes cuándo me detendré? —juguetee con mi nariz en su lóbulo — Cuando me supliques que lo haga, cuando ya no puedas obedecer mis demandas por gusto y no por temor.
—Necesito que te detengas ahora, de lo contrario muchas personas podrán salir lastimadas —volvió a pedir, apoyando su mejilla en la mía, causándome picazon por su barba creciente y cediendo sutilmente ante el deseo avasallador.
Tomé sus dos muñecas, colocándolas detrás de su cuerpo sin que se de cuenta ya que estaba perdido en sus pensamientos sobre lo que estaba bien y lo que estaba mal, mientras yo solo podía pensar en las ganas de él que tenía, ganas de desgustar su cuerpo, sus labios, quería poseer cada milímetro de su alma y tener el poder de torturarlo mentalmente para que reclame el placer que quería ofrecerle.
—Está bien, me detendrè si eso es lo que quieres, Mark —aseguré deslizando las esposas por sus muñecas, apresándolo y sorprendiéndolo cuando abrió los ojos y me dedicó una mirada cargada de deseo tortuoso. —Entonces, ¿me detengo?
Su vista se nublo y estuve casi al borde de retractarme, pero su voz me detuvo.
—Cúbreme los ojos.
.❅──────✧❅✦❅✧──────❅.
Capítulo dedicado a las preciosas de
MarisleidiE,
YailaAlvarez
Y para mi bebita linda que sigue apoyándome Rosicgs
Nos vemos en
🔥Morbis🔥
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro