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꧁༒𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 14 (parte 2)༒꧂

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Mark... ¿Mark?

El astuto de Mark llamaba a Damesse con la intención de despistarlo cuando estuvo a punto de tirarse sobre mi para acabar con todo el juego previo con el que yo experimentaba peligrosamente. A veces olvidaba que delante de mí tenia a un hombre del cual desconocía la edad exacta, quizás me superaba por algunos años, pero definitivamente él tenía mucha más experiencia, práctica de la cual yo carecía. No había previsto que eso pueda suceder y recordé no subestimar al oficial bueno y mucho menos al corrupto.

El que haya esperado a que yo tenga un orgasmo, me demostraba lo perverso y retorcido que era. Buscaba la satisfacción viendo o escuchando a otros teniendo relaciones o solo escuchando gemidos. Me sorprendí a mi misma pensando en exactamente eso. Los sonidos de placer derramándose en una habitación, proveniente de los dos hombres que me daban miles de vueltas en mi cabeza, que me perturbaban los sueños y me humedecían mi parte más privada. Mark y Damesse jadeando por la excitación en búsqueda de aire para oxigenar su cerebro mientras derramaban placer y el sudor les tiña la frene mientras sufren un castigo en mis manos. Los imaginé juntos, de rodillas a cada uno de mis lados y...

—Dime, hermano— contestó esperando respuestas del otro lado mientras se acomodaba la abultada entrepierna, lanzándome una mirada cargada de advertencias por mi provocación satisfactoria.

Esperó una respuesta del otro lado, pero automáticamente se corto la llamada. Apartó el móvil de su oreja y miró la pantalla que se iluminó con el mensaje de un número.

Se tardo unos segundos en verlo, pero poco después me dirigió una mirada indescifrable, pero que no atraía nada bueno.

—¿Qué sucede? —inquirí con curiosidad a medida que me acercaba a él para darle un abrazo y volver a sentir esa calidez que su cuerpo emanaba en cada ocasión que me tocaba.

Situó frente a mi la pantalla de su móvil, dejando a la vista los pasillos y secciones que yo tanto conocía en vivo y en directo.

Hombres y mujeres dándose placer con caricias, orgias, bondage, algunas personas pasaban a temas más serios de masoquismo y muchas más cosas que le daban un aspecto más perturbador de lo que era. Esas paredes recubiertas de un material que insonorizaba cada sector, prohibiendo que los gemidos, gritos, latigazos y el sonido de los grilletes removiéndose con manía luego de un latigazo, esos quejidos de agonía cuando alguien llegaba a la sima.

En el video, a mi lado, se encontraba la dueña de aquel imperio en el barrio lúgubre y mal hecho, caminaba conmigo guiándome a la sección en la cual yo había encontrado mi perdida de cordura.

Las imágenes se terminaban justo ahí, donde ambas ingresábamos secundadas por dos hombres que cerraban detrás nuestro.

—¿Qué es ese lugar? —interrogó intentando mantener la poca calma que tendría yo en su lugar, o quizás no era necesario que lo haga. No le veía nada de malo, al menos eso pensaba hasta que él descubrió mi pequeño secreto. Con cada descubrimiento me daba mas cuenta de la perversidad de la situación. ¡Mark iba a ser mi maldito tío y yo fantaseaba con tenerlo sometido!, doblegado a mis peticiones, quejándose de placer cuando lo rosaba con una fusta o cuando apretaba alguna parte dolorosa de su cuerpo. O verlo simplemente de rodillas esperando a que yo haga algo, expectante a mis acciones y a lo que quería hacerle. ¿Qué demonios tenía en la cabeza?

Miré nuevamente el video mientras intentaba explicar los sucesos con una gran maraña de mentiras, pero ¿acaso podría ocultárselo? Supuse que de eso se trataban las relaciones, de confiar y permanecer, y yo quería que él confié en mí. Solo que quería eso sin involucrar a Mark que, por el momento, no tenía idea de que yo era una clienta habitual en el club de la mujer que él me había advertido no volver a ver por razones que desconocía su veracidad.

—Creo que es obvio lo que es, ¿no? —exclamé casi olvidando que dentro del closet estaba Mark oyendo todo. Necesitaba cambiar de tema para que no se enterase de forma prematura de que yo era su ama, su dominante y su dueña dentro del juego de roles en el gran Morbis Desire.

Su mirada reprobatoria me generó algo, algo que no quería sentir. Me sentí ligeramente juzgada cuando sus ojos se clavaron como dagas filosas.

—Si, veo lo que es. Lo que no entiendo es porqué lo haces, Corina. —reclama con furia creciente.

—¿Disculpa? —lancé —No sabía que debía rendirle cuentas a alguien de lo que hago, de lo que me gusta y de lo que me complace.

Me puse de pie para volver a vestirme con la ropa que se esparcía sobre el piso de mi habitación.

—¡Estas cosas son las que debes contárselas a la persona que tienes a tu lado! —bufó.

Rei con ironía, para secretos él era especialista.

—Perdón, no recuerdo cuando me contaste que trabajabas en un club de stripers y te dejabas manosear como un cualquiera. —refuté con ansias de terminar con esta estúpida discusión sobre lo que estaba o no bien. Porque sabía que de los dos la que iba a perder era yo.

—¡Es mi trabajo! —levantó la voz, provocándome que me acerque a él rápidamente, propinándole una bofetada que resonó hasta el más allá, haciéndolo viajar al otro lado del mundo.

—¡Y lo que viste es mi pasatiempo! —bufé mientras él giraba el rostro lentamente hacia mí.

—Si me vuelves a poner una mano encima... —comenzó.

—¿Qué? —reclamé parándome a centímetros de su rostro, trasmitiéndole todo el enojo que me causaba sus palabras, intentando minimizar mis gustos, intentando opacar mi pasión, juzgando lo que tanto me gustaba. —¿acaso yo te hice sentir una mierda cuando te vi bailándole a otras mujeres? —negué moviendo mi dedo índice delante de su rostro. Él apartó la vista, demostrando un poco de culpa por su forma de juzgarme. Tomé su mentón entre mis dedos, girándolo para que vuelva su vista a mí. —No te hice sentir una mierda, en cambio dejé que hagas lo que nunca nadie hizo conmigo y es tocarme. Asique evita juzgarme y vete de mi habitación y de mi casa.

Terminé, apartándome y dejando en medio de la habitación para ir a abrirle la puerta. Se detuvo unos segundos en el umbral, pensando en algo para refutarme, pero lo obligué a irse cuando ambos sentimos un sonido en el closet. Mis nervios se intensificaron cuando él dirigió su vista a ese lugar en el que se ocultaba el hombre causante de mis sueños húmedos.

Él se retiró del lugar y yo cerré la puerta detrás de él, mientras me encaminaba a mi cama para pensar, analizar lo que acababa de suceder. Había alejado a alguien que consideraba importante, alguien a quien le había tomado aprecio y gusto. Pero mi mente se empeñaba en recalcarme que no sería por mucho tiempo ese dolor en el pecho causante por el nudo que se me había formado. No pensaba derramar ni una misera lágrima porque él no era nadie para juzgar mis gustos. Nadie lo era. Sentí frustración y enojo. Debía desatar la ira que sentía en el cuerpo causada por su mirada juzgadora.

Corrí a mi closet y tomé lo que había al fondo. Mi caja con el uniforme de correr.

No había notado la presencia hasta que una mano cálida envolvió mi muñeca, enviándome una electricidad incómoda, haciéndome detener por un segundo.

—Estás enojada, no salgas de esa forma. —pidió trasmitiéndome compasión a pesar de que lo había puesto en una posición incómoda al hacerlo presenciar algo tan vergonzoso como a mí teniendo intimidad con su hermano. ¿En que carajos estaba pensando? La culpa empezó a corroer mi cuerpo, haciendo el nudo mucho mas grande y nublando mis ojos.

—Apártate —refunfuñé soltándome de su agarre.

—Entonces déjame acompañarte —demandó imponiendo su actitud de policía bueno mientras salía del closet que con él dentro, parecía de tamaño minúsculo aquel lugar, pero el lugar no era pequeñísimo, si no él, todo su cuerpo gritaba peligro y seguridad a simple vista, pero yo había visto lo receptivo que era cuando estaba a mis pies. Su espalda ancha y sus músculos trabajados, sus muslos cubiertos por la tela del pantalón, ceñido en la cintura dándole un aspecto más apetitoso. Nada de eso era relevante cuando lo tenía de rodillas rogando una caricia, rogando que lo someta o que le apacigüe esa necesidad de sumisión.

Maldita sean, hormonas estúpidas.

Mis pensamientos se habían vuelto más culposos mientras me daba cuenta de todo lo que había hecho mal, de todas las personas a las cuales heriría si no me apartaba y me dejaba de tonterías de niños.

Me reí, no pensaba llevarlo al lugar donde todos lo odiarían. A simple vista se veía que era un oficial, y uno que había puesto tras las rejas a muchos de ellos por al menos unas noches.

—Eh...—intentó llamar mi atención mientras yo solo me intentaba poner el uniforme sobre la ropa que tenía puesta, lo cual lo hacía muy incómodo, pero no podía soportar más estar ahí, junto a él y su estúpido olor adictivo y las ganas que tenía luego de mi encuentro con Damesse en el que me masturbé frente a él y Mark.

Estúpida. ¡Estúpida!

—¡Te he dicho que te apartes! —bufé con más molestia que hace unos momentos —Tú y tu maldita costumbre de aparecer donde no te llaman —agredí con veneno en cada palabra.

Sentí otra decepción más por parte de uno de los hermanos. Genial, agreguemos otro mas a la lista.

—Te harás daño si sales con esa furia —recalcó plantándose frente a mí, agachándose para tomar algo ubicado en su tobillo que no supe que era hasta que el frío metal envolvió una de mis muñecas y me arrastró hasta el pie de mi cama, aferrando la otra parte de las esposas al barrotes de ella.

—¡Eh, ¿Qué crees que haces?! —me sacudí con violencia intentando zafarme, pero él era muy fuerte. Él tenía poder, potencia, llevaba el mando si de rudeza se tratase, pero no podía creer que había sido apresada en mi propia habitación.

—Te dije que te harás daño si sales a esta hora y en tu estado —agregó mientras yo respiraba lentamente para resistirme el impulso de golpearlo hasta que sufra como un esclavo de antaño.

Mentalmente estaba anotando cada una de las cosas que hacía Mark para luego darle una reprimenda por cada error.

Entró a mi habitación sin permiso, interrumpió mi intercambio de placer con Damesse e incluso se atrevió a encadenarme a mi cama. Debería ser al revés.

—Está bien, tío —murmuré como una niñita mientras remarcaba el parentesco más para mi misma y para ahuyentar todos mis turbios pensamientos de lo que le haría cuando me suelte —. Me tranquilizare.

Él negó con su rostro, sabía cuando yo mentía y es que no era tan difícil de darse cuenta. Mis labios se torcían y me tocaba la nariz mientras me mordía el labio por los nervios al mentir.

Se apartó de mi lado y caminó hacia la puerta, haciéndome desear cada sector de su cuerpo mientras se movía hacia la puerta y cuando pensé que se iba a ir de la habitación, decidió cerrar la puerta con seguro y volvió a mi lado, sentándose frente a mí, generándome dudas, temor y temblor en mis partes privadas por mi imaginación desbocada.

¿Qué se sentiría sentarme sobre su regazo mientras él me contemplaba? Con sus ojos descubiertos mirándome como en ese mismo momento sentía que me miraba.

—Ahora creo que tú y yo tenemos muchas cosas de las cuales hablar. Tienes mucho más para decir de lo que creo —aseguró haciéndome temblar el alma. Mi farsa se estaba acabando. Y que miedo daba —. Comienza por decirme que se siente soñar que estoy sobre tí —mi rostro se tornó de un tono rojizo cuando el calor subió por mis mejillas.

—Yo no... —me removí incómoda ante la sensación de ser tentada a lo prohibido.

—¿Qué se siente mojarte pensando en mi toque o en mi cuerpo? —investigó mientras que a sus ojos se le añadía un tinte de maldad. —Tienes toda la noche para darme detalles de lo que sientes. O... ¿prefieres experimentarlo?

¿Qué carajos estaba sucediendo con Mark y desde cuando era tan atrevido?

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Mis corazones ♥️
Espero disfruten este viaje conmigo.
En esta ocasión voy a dedicar mi capítulo a alguien que siempre, pero siempre me deja comentarios hiper hermosos.
Arlen_99
♥️ Gracias ♥️

Y también para una bella que también deja sus preciosos comentarios
😈YailaAlvarez😈

Nos vemos en
🔥Morbis🔥

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