꧁༒𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 13 (parte 2)༒꧂
.❅──────✧❅✦❅✧──────❅.
¿Qué decir en un momento así? ¿Cómo enfrentarse a algo tan inmensamente peligroso? ¿Cómo no caer en la telaraña de lo inevitable?
—¿Qué haces en mi habitación? —interrogué con calma luego de debatir mis opciones, mientras colocaba mi abrigo en el perchero junto a la puerta.
Se quedó sentado sin hacer nada, simplemente cerró el diario de mis sueños nocturnos y lo dejó sobre la cama. Sus rodillas estaban flexionadas frente a él, apoyó sus manos en ellas sumergiendo su rostro en aquel lugar que parecía serle reconfortante.
—¿Puedes...? ¿Puedes curarme? —preguntó con voz lastimera al cabo de unos segundos. Vi que la caja con lo que había comprado en el sex Shop reposaba sobre mi mesa de noche y por prudencia fui la tomé y la dejé dentro del closet.
Sentí que mi corazón se rompía en pedazos y, aunque quisiera, no podría escapar de su amarre. No podía negarle ningún pedido aunque quisiera, me tenía atrapada y no podría escapar tan fácilmente.
—Debería verte un médico —cuestioné pasando frente a él. Tenía su rostro cubierto por sus brazos y sentía la tristeza en el aire —. Toma asiento en mi cama y espérame que voy por el botiquín.
La forma más rápida de quitármelo de encima era haciéndome lo que me pedía. No quería perder el tiempo discutiendo los pros y contras porque estaba completamente segura de que había más contras que pros. Pero es que el sentimiento de que él me pertenecía, rebasaba cualquier realidad como que él, en poco tiempo, formaría parte de mi familia al casarse con Magda. Y aun sabiendo eso, mi mente trastornada se empeñaba en convencerme de que siga el camino hacia él.
Regresé con un montón de vendas que ocultaba en mi baño para cuando debía curarme a mi misma tras alguna caída en mi motocicleta. Extrañaba correr, pensaba en decirle a Pam que me busque alguna carrera lo más pronto posible para descargar todas las emociones que tenía por culpa del hombre sentado en mi cama, y el otro hombre que me debía algunas explicaciones por haberme ocultado el detalle de trabajar en un club de stripers.
—Debería quitarme la camisa, si no te incomoda...
—La única forma de que te cure es que te la quites. No tengo superpoderes que atraviesen tela, Mark.
Comenzó a desabrochar su camisa y juro que me dedicó miradas fugaces. Dejó a la vista un montón de dolorosas laceraciones cubiertas por las vendas que yo misma le había colocado anteriormente.
—Me va a doler —afirmó más para sí mismo que para mí, sentándose sobre mi cama y yo detrás de él.
Quité todas las gasas con mucho cuidado, dejándolas en el tacho de basura de mi habitación y buscando en mi mente algún tipo de conversación que pueda distraerlo de los dolores para aliviar la tensión de sus músculos.
—¿Han encontrado departamento?
Se tomó unos segundos para contestar, mientras lo veía concentrado en no emitir señales de dolor quizás para demostrar que tan fuerte era. Mis manos intentaban hacer un trabajo prolijo mientras pasaba el ungüento con anestesia para los dolores intensos, pero de todas formas debía limpiar cada herida y así evitar una infección que pueda perjudicarlo mucho más.
—No encontramos nada que nos guste a ambos —soltó —. A ella le gusta lo moderno y a mí me gusta más lo rústico. ¡Auch! —exclamó cuando sin querer apreté de más el algodón sobre su herida abierta.
—Lo siento. Y... ¿Buscan aquí en la zona o quieren irse más lejos?
La verdad que esta conversación me interesaba tres pepinos. Lo único que quería era que desaparezca ya mismo de la habitación porque su torso desnudo no me ayudaba a concentrar. Y mucho menos saber que él conocía mis sueños con ellos dos y se hacía el tonto, y lo hacía muy bien.
—Sí, estamos buscando aquí en Midtown.
Terminé de curar una herida profunda y proseguí con otra. Me brindaba consuelo saber que él no podía mirarme. Quizás de esa forma no iba a descubrir las ganas que tenía de poseer su alma y su cuerpo.
Te ibas a alejar, dijiste, embustera.
Muchos minutos más tarde y, cuando al fin pude curarle casi todas las heridas, él decidió volver a hablar.
—La razón por la que investigo a Reyna es por trata de personas —declaró, dejándome congelada por unos segundos —. Mi investigación no me permite involucrarte en nada por tu seguridad, pero quiero que sepas que es necesario que estés al tanto de las circunstancias a las que te expones a pesar de que te advertí que te alejes de ella. —me miró sobre su hombro sin voltearse.
¿Reyna? ¿Trata de personas? En mis dos años conociéndola jamás había intentado tal cosa que pueda perjudicarme y había tenido muchas oportunidades de hacer cualquier cosa.
—Solo fui a buscarte porque me lo pidieron, no se nada de lo que Reyna hace. —me excusé inútilmente.
Mentira, dile la verdad de una vez.
—Supongo que te creo —murmuró en medio de un jadeo doloroso, pero para mis oídos era placer —, Derek me contó que te conoce porque vas a su bar a beber.
—¿Y tú qué es lo que vas a hacer? —pregunté deteniéndome para dirigir mi vista a sus ojos y boca.
—Investigar.
—¿Y esa noche fuiste a investigar una de las mil maneras de morir? —murmuré volviendo a concentrándome en un corte profundo y sangrante. Su silencio me mostraba lo difícil que se le hacía expresarse libremente. Y era obvio, no iba a venir corriendo a decirme que engaña a mi tía o que le oculta cosas. No podía esperar que me confiese sus mil secretos en una noche. —¿Sabes, Mark?, puedo tener solo dieciocho años, parecerte una niña inexperta en ciertos aspectos y demás, pero estas heridas no son causadas en peleas de bar. —proseguí intentando no dejar escapar más información que la necesaria.
Se volteó rápidamente, mirándome con sus ojos cargados de inquietud por mis conocimientos sobre sus golpes causados por un látigo.
—No engaño a Magda, lo juro. —Se defendió casi mecánicamente.
Era verdad porque técnicamente no había concretado la acción del engaño carnal con nadie que yo haya podido presenciar, pero de todas formas mentía al ocultarlo. Era estúpido comparar sus secretos con Magda que los de Damesse conmigo. Marco había ocultado muy habilidoso el club de stripers sin levantar sospecha alguna, y Mark iba a autocastigarse a un club de sexo. No sé qué era peor.
—No lo sé, Mark —dudé —. Sin embargo creo que se lo ocultas y eso no está nada bien.
Volvió a voltearse hacia adelante, pensativo, y proseguí con la última herida.
De atrás podía ver su cuello, su cabello desordenado por las circunstancias, su perfil estilizado cuando volteaba a decir algo y su mandíbula se movía. Su nariz respingada y sus ojos brillantes a causa del dolor o los recuerdos. Me daba ganas de morder su cuello, acariciar su espalda, pasear mi mano por su torso desnudo y muchas cosas más que claramente no podría hacer.
—No puedo decirlo, Corina, me caga de miedo que Magda conozca mis problemas y me abandone. —expresó con pesar e incluso arrepentimiento por lo que hacía.
Me sentía mal por este Mark vulnerable. Personalmente siempre lo había visto como un hombre fuerte con gustos peculiares y masoquistas, sin embargo me estaba demostrando esa parte oculta de él. La parte peligrosa que me podía hacer entenderlo un poco más y querer acompañarlo en el camino del dolor que estaba atravesando.
—No voy a decirle a mi tía, no me pertenece contarle que es lo que haces o dejas de hacer. Pero sí puedo darte mi opinión al respecto cuando la necesites—comenté ganándome un asentimiento de su parte —. Terminé.
Me puse de pie para limpiar todo lo que había usado y él me ayudó a llevar todo al baño. Debía cubrirse su torso porque me desviaba del camino de lo correcto. Ver su vientre marcado y desnudo me hacía desear cada vez más subirme sobre él y acabar con todo el problema que acechaba y amenazaba con destruir todo a mi alrededor solo para conseguir lo que tanto deseaba. Someterlo a los placeres que yo misma quería provocar.
Había estado toda la tarde pensando en cómo alejarme de él sin arrepentimientos y ahora mismo sentía que todos mis principios estaban a punto de irse por la borda. Necesitaba alejarme de él, pero mi corazón tenía otros planes incompletos y deseosos de concretarse con urgencia.
Volví del baño hacia la habitación y él se encontraba en el medio de la misma, contemplando el vaivén de la cortina blanca. Su torso desnudo me dejaba una hermosa imagen de su espalda cubierta por gasa, su cintura estrecha cubierta por un pantalón de vestir negro. Se le marcaba el trasero y no pude evitar detenerme más de lo normal en esa sección tan apetecible y perfecta de su anatomía.
—Corina, ¿estás escuchándome? —escuché que decía cuando mi vista se había instalado en su perfecto trasero.
—¿Q-qué decías? —pregunté saliendo de la sensación de adormecimiento o hipnotismo al ver su anatomía.
—Por eso sueñas conmigo —bromeó sacando a la luz sus conocimientos sobre tales sueños.
No pude evitar que el calor suba a mis mejillas y que una sensación extraña se instalara en mi pecho. Él seguía mirando por la ventana como si no acabase de descubrir que sueño con él. Camino hasta mi cama y tomó entre sus manos mi diario, inspeccionando con cuidado las últimas hojas.
Era extraño, pero no me molestaba que conozca esa faceta oscura de mis sueños porque al fin y al cabo solo era eso, sueños.
—No sueño contigo —negué inútilmente.
—¿Cuántos Mark's conoces, Corina? —preguntó seriamente aproximándose hasta estar frente a mí a una distancia prudente, apoyando la palma de sus manos a cada lado de su cintura mientras aguardaba pacientemente una respuesta con su mirada más juzgadora. Mi diario yacía nuevamente sobre mi cama.
Era obvio que él estaba experimentado en interrogar a criminales o sospechosos, pero él se olvidaba que yo también sabía cosas de él, y si algo había aprendido criándome cerca de mi padre abogado era que debía negociar para tener una tregua aceptable.
—Hagamos un trato, querido tío Mark —respondí remarcando la palabra que nos unía en parentesco —. Si tú no mencionas esos sueños recurrentes que tengo, yo no menciono que vas a un bar con servicios... extra.
Su rostro quedó pálido, como una hoja de papel.
—Eres buena negociando —aceptó acercándose un paso más —, sin embargo, tengo muchos videos en los que escapas por la ventana desde hace dos años cuando eras menor de edad. ¿Qué ibas a hacer? Supongo que te ibas a... ¿Correr carreras ilegales? —replicó entrecerrando sus ojos.
Reí con ironía ante las circunstancias en la que nos encontrábamos: él intentando chantajearme descaradamente, mientras yo buscaba mil excusas para no obligarlo a arrodillarse y besarme los pies u otra parte.
—Mark... —me acerqué a él restando mucha distancia — ¿Acaso ves a mis padres por aquí? —señalé al rededor con mis manos —. A ellos les da exactamente lo mismo lo que yo haga o deje de hacer ahora, antes o en el futuro.
Terminé de hablar y llevé mi mano a su cabello para acomodarlo en la parte trasera. No se lo esperaba y yo sonreí inocentemente ante su rostro repleto de incógnitas por mi forma de actuar tan descarada.
—Deberías irte—sugerí dando media vuelta para evitar cometer una estupidez.
—¡¿Qué carajos haces en el bar de Derek?!—aseveró con su voz viril y atractiva, haciéndome detener y volver mis pasos, replanteando en mi mente la idea de obligarlo a arrodillarse.
Me acerqué hábilmente y sin pensarlo apreté su mandíbula ejerciendo fuerza con una de mis manos, sin darle alternativa de reaccionar o incluso pensar en algo.
—¡No vuelvas a levantarme la voz! —protesté con molestia mientras apretaba mis dientes. Eso merecía un castigo.
—¿Qué vas a hacer? —murmuró fijando sus ojos en los míos y relamiendo sus perfectos labios rubíes, mientras sus manos permanecían tensadas a cada lado de su cuerpo como si no pudiese moverlas si no era una orden.
—Si te dijera lo que voy a hacer, debería matarte luego —pronuncié en voz baja acercándome tanto que sentía su respiración agitaba y sus pupilas dilatadas. Notaba mucha tensión en el aire, y de verdad quería arrancarle los labios de un beso.
Subió sus manos y apretó mis antebrazos, intentando apartarme pero sin esforzarse lo suficiente como para poder efectuar la acción.
—Confiesa que haces en ese lugar porque juro que voy a hundir toda esa mierda y si no te apartas te hundirás también.
Cuenta, Corina, confiesa.
—Ojos que no ven, corazón que no siente. —declaré a un centímetro de su rostro, prendiendo la mecha de una bomba que estallaría en cualquier momento.
—¿Aún hay alguien despierto? —oí esa voz melodiosa que tanto conocía, alguien había llegado a casa y estaba subiendo las escaleras. Me alejé rápidamente, pero cuando estaba a punto de separarme por completo, Mark me tomó del brazo con rudeza.
Su rostro se encontraba confundido y contrariado, como si quisiera decir algo y no se atraviese, pero si algo quería decir debía hacerlo lo antes posible porque los pasos cada vez se acercaban más a donde nuestros cuerpos estaban casi en pegados.
—¿De dónde sacaste esa estúpida frase?—preguntó presionando mi brazo.
—Voy a ver si Corina duerme —comentó una voz masculina en la lejanía, ¿qué hacía Damesse en mi casa a altas horas de la noche?
—Métete al fondo del closet y no salgas —susurré con pánico al prever que alguien se aproximaba. Me solté de su agarre y empujándolo rápidamente hacia el armario donde escondía mi ropa de correr en moto. En el camino tomé su camisa y se la lancé justo antes de que entre al pequeño espacio y me recosté sobre mi cama, intentando disimular mi desespero por la visita nocturna inesperada.
Visualicé mi diario y lo escondí rápidamente bajo mi cama. Mi respiración se había agotado y mi corazón se detuvo unos segundos cuando la puerta se abrió lentamente, quizás porque él pensaba que yo dormía y no quería despertarme.
Si Damesse supiera que su hermano se escondía dentro del closet, estoy segura de que me abandonaría. Eso me aterraba porque Damesse me encantaba, pero había encendido la mecha con Mark y el problema era que me gustaba el juego. Y pensando en jugar... ¿Qué sentiría Mark si me viese en la cama con Damesse?
.❅──────✧❅✦❅✧──────❅.
En esta ocasión quiero agradecer más que a nadie a Rosicgs, nuevamente. Esta vez por darme el empujón que me faltaba para poder terminar el capítulo.
También quería agradecerles a tres hermosas chicas que comentaron mi último capitulo, les mando un beso eeeenorme en la distancia.
JossRigo1801 😈
Derlypamela😈
&
finn57924😈
Nos vemos en
🔥Morbis🔥
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro