꧁༒𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 12 (parte 2)༒꧂
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No soportaba más la espera. Sentía por dentro mi corazón latiendo con mucha velocidad, mientras caminaba hacia el ascensor que me llevaría a la suite donde me esperaba la persona misteriosa que me hacía temer a lo inesperado. Esto no era igual a la adrenalina de andar a toda velocidad con mi motocicleta en una carrera clandestina, esta adrenalina me hacía cagarme del miedo.
No había podido contactarme con Damesse durante todo el día, tampoco había visto vida humana en mi casa y era como si todos hubiesen desaparecido por arte de magia.
Mi madre luego de la fiesta comunicó que se tomaría un retiro espiritual por dos días junto a mi padre. Mi tía decidió que era hora de mudarse a otra casa y habian vuelto a buscar departamento esa misma mañana, por lo tanto Mark se había ido con ella.
Damesse se había ido la noche anterior y me había avisado que tenía una reunión urgente sobre su trabajo.
Pam y André habían pasado parte de la noche anterior juntos, comprobado por mis ojos luego de ver fotos en Instagram.
Maldita curiosidad.
La curiosidad mató al gato.
El marcador del ascensor llegó a su fin y mi estómago parecía querer dar un vuelco de los nervios que sentía.
¿Y si Magda me descubrió y planeó esto para asesinarme?
O quizás mis padres habían planeado esto para darme un susto, o incluso también deseaban asesinarme por osar a dañar la reputación familiar.
Quizás Mark había leído el diario y también quería asesinarme. De todas formas iba a salir muerta.
Vaya pesimismo te cargas. Deja de leer en wattpad, exagerada.
Llegué a la puerta y luego de meditarlo por unos minutos en los que deambule por el pasillo, deslicé la tarjeta y la puerta se abrió. No iba a retrasar más lo que se suponía que iba a suceder y ya no quería ser material de risa para los que estaban viendo las cámaras de seguridad del pasillo. Viéndome ir y venir mientras pesaba las consecuencias de haber venido.
Todo se encontraba a oscuras a excepción de una luz al fondo. Era el momento exacto en que en las películas insertarían una melodía de suspenso, creando en los espectadores una sensación de nervios como los que yo estaba experimentando en ese preciso instante.
Caminé hacia la luz porque solamente quería llegar al final y morirme de una vez si era necesario. No soportaba más la curiosidad, la intriga, el querer saber quién husmeó en mi habitación sin mi permiso, quién había presenciado mi casi orgasmo mientras gemía por el ficticio cuerpo de Mark.
En la quietud de la noche solo se sentían mis pasos sobre el piso bañado en porcelana blanca y resplandeciente.
Cuando llegué al final del pasillo largo no podía creer a quién tenía en frente de mí.
-Corina Mostrangelo -saludó la voz melodiosa de mi compañía.
Llevaba una copa de vino en su mano, sentada como si fuese dueña del lugar en medio del sillon extra grande y delante de ella un catálogo completo de comida servida que podían alimentar a medio continente.
-¡¿Pam?! Deseo matarte en este momento -declaré entrecerrando mis ojos, apretando mis dientes y corriendo hacia ella para darle un golpe -. Me has hecho pasar unos nervios de mierda.
Ella se puso de pie riendo como si no hubiese un mañana y me acercó una copa de champaña, invitándome a sentarme con ella.
Sentí que mi cuerpo se relajaba al ver que la que había presenciado mi sueño, era mi única y mejor amiga. Suspiré agradeciendo a Dios y recordando esconder en algún lugar secreto aquél diario privado y prohibido donde se escondían algunos secretos innombrables.
-Deberías haber visto tu cara cuando entraste -comentó sin poder contenerse de la risa.
-¿Qué hacemos aquí? -investigué quitandome el calzado luego de calmar mi corazón acelerado y recostándome en el gran sofá suavemente mullido.
-André pagó por la suite para que tengamos una noche de sexo desenfrenado, pero Damesse le pidió ayuda en el trabajo y tuvo que ir -informó. ¿En qué podría ayudar André a un policía? -. No quise desaprovechar la habitación y apuesto que tú y yo tenemos mucho de que hablar -sugirió clavando su codo en mis costillas mientras alargaba la palabra mucho.
Sí. En definitiva había mucho de lo que teníamos que hablar, pero me apetecía relajarme un rato antes de hacer catarsis con mi amiga.
-¿Y si miramos algo en la tele?
Cambié de tema.
-No miras televisión. -increpó.
Unos minutos en silencio y su vista fija en mí no me permitía escapar de la conversación inevitablemente incómoda.
Terminé mi copa de champaña y agarré un recipiente colmado de papas fritas y mientras comía de a una decidí comenzar a hablar.
-Creo que metí la pata -admití con mi mal hábito de hablar con la boca medio llena.
-No creo que sea algo tan malo, Cori. ¿Qué hiciste? -cuestionó la voz de la sensatez.
-Le di a entender a Mark que conozco el el club de Reyna.
Sus ojos se abrieron con espanto mientas se atragantaba con su propia saliva.
-De verdad la cagaste -admitió -. ¿Y él qué hizo?
-Le dije que yo había curado sus heridas, que conozco el club y él solo se fur y me dejó hablando sola. Estoy segura que ya está conectando todo y va a descubrir lo abominable que soy. -comenté sintiendo mi pecho oprimirse por la sensación molesta de no saber qué sucederá.
-Ey, tranquila, un paso a la vez. No eres eso que dices -intentó calmar mi estúpida crisis mientras palmeaba mi pierna con cariño -. ¿Cómo sucedió? Digo, ¿cómo sabe de Derek y todo?
-Él preguntó muchas veces qué había ido a hacer al bar, seguramente vio las cámaras de seguridad de casa de cuando Derek lo llevó -confesé -. Mentí por él, Pam. Le dije a Magda que un compañero de trabajo lo había llevado y él comprobó que no fue así cuando vio las cámaras, él se dio cuenta que mentía e investigó como el estúpido policía que es.
Terminé mi plato de papas y seguí con el sushi. Ella me miraba como diciendo...
-No quería decirte esto pero... te lo dije, Cori, yo te dije que esto iba a suceder y no me quisiste escuchar o si lo hiciste no me diste importancia. Ahora lo que importa es saber que va a pasar. Primero habla con Mark.
-Voy a alejarme de él, no me acercaré jamás -prometí.
-Alejarte de él no soluciona el problema real -contestó mientras recargaba mi copa. - ¿Te gusta Damesse?
Su pregunta se respondía sola.
-Claro que me gusta mucho. Pero...
Pensé en Mark. Con él era puramente atracción física por que prácticamente no lo conocía más que lo que él dejaba ver en nuestra casa. Era un hombre atractivo y a simple vista parecía agradable con un toque misterioso. Con muchas cosas ocultas que por desgracia, me intrigaba y me incitaba a indagar en esas aguas que no eran permitidas para mí.
-Sin peros, céntrate en él.
Con Damesse era atracción física y mental. Su forma de ser era simple y me sentía muy cómoda a su lado. Cada día que pasaba con él me sentía más segura de mí misma y podía notar como con él podía ser yo sin tapujos. Pero el problema era que siempre llegaba a la misma conclusión, los dos me gustaban y no solo eso, me encantaban.
Mark me ofrecía su cuerpo en bandeja de oro y Damesse me ofrecía lo mismo. En ese momento me preguntaba por qué mi tía no se cansaba de Mark y hacía lo mismo que con los demás, reemplazándolo por otro y listo. Pero no, a ella se le ocurrió que él sea el indicado y conociéndola, no iba a ceder tan fácilmente.
-¿En qué piensas? -indagó mi amiga. Mis ojos transmitían todo lo que ella necesitaba saber -. Entiendo, pues te deseo suerte y te ofrezco consuelo cuando tengas el corazón roto -suspiró con cansancio.
-Voy a alejarme de Mark -accedí. No iba a permitir que nadie alguien pueda manejar de tal manera mi estado mental solo por el hecho de atraerme tan intensamente.
-Esa es una decisión muy sabia. -sonrió con tristeza, ella sabía que aunque lo diga, no iba a durar por mucho tiempo. - y si algún día hay que esconder un cadaver sabes que te ayudaré, ¿verdad?
Asentí con gratitud. Debía investigar que hacía ella en el auto de mi tía, pero ese momento se sentía demasiado agradable como para interrumpirlo con algo que en ese mismo instante se sentía insignificante.
Después de devorar la mitad de los platos que había pedido Pam, decidimos que era hora de hacer uso de nuestra juventud y aprovechar los pocos días que quedaban de vacaciones antes de ingresar a la universidad. Habíamos quedado en vestirnos apropiadamente para hacer una visita al club de señoritas que habíamos ido anteriormenre. Según Pam, esta noche había baile mixto de stripers hombres y mujeres.
(...)
-Dos gin-tonic -pidió mi amiga al barman moreno que vestía un pantalón blanco brillando por las luces de neón y un pequeño moño en su cuello como el resto de los mozos.
Él nos acercó las bebidas, guiñando su ojo en mi dirección. Sonreí con picardía y tomé los tragos para dirigirnos a la mesa que habíamos recervado con anterioridad. El club estaba repleto de hombres y mujeres, se notaba la diversión en la nochr y lo animados que estaban todos por ver los shows que ofrecerían los y las stripers.
Las luces desaparecieron de pronto y todos comenzaron a proclamar por el baile que iniciaría la apertura de una noche llena de sensualidad. Justo en ese preciso momento dos bailarinas subieron al escenario junto con un hombre. Creí reconocer a las dos mujeres, pero solo era un fugaz recuerdo y culpa de las máscaras valencianas que portaban, no podía observar sus rostros.
Comenzó a sonar el sonido del bajo de la canción I Feel Like I'm Drowning junto a la voz de Two Feet.
Las chicas vestidas con un precioso vestido de tiras color borgoña y cabello suelto, se movieron rodeando hombre de traje negro sin camisa, dejando a la vista parte de su pecho y vientre. Deseaba ver el rostro del hombre, para ver si su rostro era tan apetecible como el resto de su anatomía.
Maldita máscara inoportuna.
-¡Que hombre tan ardienre! -grité en broma.
La música apagaba mi voz mientras mi amiga gritaba cosas inintangibles al trío de stripers que se movian con sensualidad por toda la pista iluminadas por un gran reflector. Cuando terminé de hablar, dirigió su vista a mi y riendo me contestó.
-¡Sabía que lo reconocerías y me alegra mucho que no te moleste!
Mi capacidad reducida de entender lo que decía sumado al calor y el alcohol consumido recientemente, no me permitía procesar bien sus palabras distorsionadas por el sonido de la música. Acomodé mejor mi vestido negro al ponerme de pie y volví a hablar más cerca de su oído.
-¡¿Que no me moleste el qué?! -pregunté riendo mientras seguía viendo al trío como bailaba subiendo la temperatura de los espectadores. Aplaudí y silbé cuando el hombre acarició las piernas de las mujeres haciendo movimientos con su cintura pegándose a ellas, girando y tocando con maestría cada sector de sus cuerpos. Ellas le quitaban la chaqueta del traje dejando a la vista el cuerpo trabajado y reconocido...
Pam volvió su vista a mi y sin reír más, volvió a hablarme.
-Me alegro que no te moleste que Marco trabaje aquí -declaró apagando su voz justo en las últimas palabras cuando vio el cambio en mi rostro.
-¡¿Que Marco qué?! -grité dirigiendo mi vista nuevamente al escenario donde la última posición que habían hecho era con una mano de Damesse apretando la nalga de una de las mujeres y otra mano en el cuello de la otra mujer, a escasos centímetros de su rostro mientras una de ellas tocaba su pecho musculoso y otra cerca de su entrepierna.
André apareció detrás de Pam, tomándola por sorpresa cuando todas las luces del escenario se apagaron y mi atención estaba fija en la parte que había visto a Damesse en el escenario.
Antes de que mis amigos puedan detenerme, caminé hacia la parte trasera del escenario. El pasillo estaba abarrotado de mujeres y hombres en poca ropa, haciéndome sentir pequeña por los cuerpos esculturales de las mujeres preciosas que en comparación conmigo, parecían supermodelos, mientras yo solo era una estúpida niña llorona de dieciocho años con complejo de dominatriz.
-Maldito Damesse -maldije mientras me imaginaba al striper con el que había babeado al verlo tocar a otras mujeres y no conforme con eso, también lo habían tocado a él.
Lo raro de la situación era que en realidad no sentía celos, solo me hacía sentir un poco insegura el hecho de que todas estas mujeres podían disfrutar de su cuerpo libremente y en público, mientras que a mi me ocultaba su segundo trabajo. Y no solo era un segundo trabajo, era uno en lo que otras lo tocaban.
En mi mente se debatían miles de discusiones internas. Es solo un trabajo, decía mi lado coherente. Él toca a otras en su trabajo, contestó mi lado carente de calma y amante del drama.
¿Por qué todos mienten?
Llegué a puerta del camerino que tenía su nombre y entré sin golpear, si lo iba a encontrar haciendo algo indebido que sea en ese momento o nunca.
-¡DAMESSE! -bramé en mi entrada cinematográfica y llena de dramatismo.
-¿C-Corina? -preguntó con voz rara el hombre semidesnudo.
Porque las otras le sacaron la ropa, Corina, enojarte.
Su cara destilaba puro espanto y por alguna razón me causó mucha gracia. Ver a tremendo hombre sentirse pequeño y en aprietos por el momento me causó un ataque de risa que lo tomó por sorpresa mientras se acercaba a mi, lentamente, como si sospechara que estaba sufriendo un brote psicológico
No iba a dejar que me distraiga su torso desnudo o sus brazos marcados por los músculos, ni su rostro extremadamente atractivo. Nada.
-Tu expresión realmente fue un poema cuando me viste entrar -hablé entre risas, agarrándome del estómago que empezaba a doler víctima de mi risa incesante.
-¿No estás enojada por...? -investigó con cautela el hombre que me superaba en altura y tamaño, posando sus manos en mi cintura con delicadeza. Desde esa posición tenía que levantar mi rostro para poder verlo y una pequeña sonrisa se asomaba por la comisura de sus labios.
Me puse en modo serio automáticamente, terminando con mi risa de forma abrupta lo que lo hizo cambiar su rostro otra vez a uno asustado.
Lo empujé suavemente y le di una bofetada sin pasarme de la raya. Su rostro se volteó por mi fuerza ejercida y sus músculos se tensaron por tal acto desprevenido.
-Estoy enojada, enfurecida -fingí levantando la voz mientras hacía gestos dramáticos con mis manos y mi entrecejo fruncido.
Él giró con lentitud su rostro hacia mí y sus ojos ya no eran los mismos. Se veían encendidos pero no por el enojo, se veía... ¿excitado?
-Acabas de cometer un...
Lo interrumpí con una bofetada en su otra mejilla, causando que su rostro se voltee hacia el otro lado.
-Silencio -ordené levantando mí dedo índice.
Volteó nuevamente hacia mí con la misma expresión, acercándose el paso que se había alejado por culpa de mi empujón.
-Te voy a follar, Corina Mostrangelo. -sentenció apartando el dedo con el que lo señalaba. Sus palabras sonaban como una melodía para mis oídos. Al tenerlo tan cerca de mí, me rodeó con sus brazos por la cintura y antes de que pueda hacer algo, le contesté.
-No, Damesse. Yo te voy a follar. -advertí tomando el cabello de su nuca con una de mis manos mientras que con la otra ejercía precion en su pecho hasta hacerlo tomar asiento en un sofá.
-Se me olvidó que te gusta el poder -agregó mientras se ponía cómodo.
-No me gusta el poder -expresé -. Me gusta sentir que soy quien causa que... -hice una pequeña pausa mientras me ponía en cunclillas frente a él, entre sus piernas abiertas - tengas tantas ganas de mí que dejes tu placer en mis manos libremente, que me confíes tu cuerpo para hacerlo volar de placer.
Él me observaba desde su altura, mientras yo acariciaba sus piernas desde abajo hasta llegar a su cintura. Pude ver sentimientos contradictorios cruzarce en su cabeza, como si quisiera ceder el control pero no por completo.
Acercó su rostro a mi y pude notar una pizca de perdida en su cordura. Estaba jugando con su poder, eso me fascinaba.
Me tomó por debajo de mis brazos para hacerme poner de pié y colocarme en el lugar donde antiguamente estaba sentado.
-Si lo que quieres es ser la reina, Corina, el que debe estar de rodillas soy yo.
Maldita sea.
Apoyó sus rodillas en el suelo como si hubiese caído rendido ante mí, tomando una de mis piernas para quitarme el tacón. Acomodé mi espalda para ponerme cómoda y sentí una suave caricia provocada por sus labios en mi tobillo haciéndome causar un cosquilleo agradable en todas las zonas de mi cuerpo.
Mientras dejaba besos a lo largo de mi pierna, lo observé. Sus ojos cerrados me demostraban la concentración en su tarea por darme placer, pero por alguna razón no lo notaba totalmente convencido con la idea de que yo lleve el control en su totalidad.
Aunque lo disfrutaba, decidí detenerlo apoyando mis manos en sus mejillas, detuvo sus movimientos y levantó su vista.
-Damesse, no necesitas hacer nada que no quieras -informé.
Vi la contradicción en su rostro pero al final se puso de pie y caminó hacia lo que parecía un closet. Mis esperanzas porque algo llegase a pasar esta noche, se me estaban acabando.
-¡Sería muy amable de tu parte que no te levantes de ahí! -gritó desde adentro haciendo detener mis claras intenciones por salir corriendo.
Salió del closet y caminó hacia mí, tendiendo delante de mis ojos una corbata roja oscura.
-¿Para qué...?
-Puedes atarme, taparme los ojos, amarrarme a una silla y pedirme lo que quieras, Corina. Estoy a tus pies desde el día que me tocaste por primera vez.
Una emoción indescriptible invadió mi cuerpo y la necesidad de lanzarme sobre él me superó.
Me tiré sobre su cuerpo, colgándome como un koala y atacando sus labios con fervor. Se notó sorprendido al principio, pero rápidamente respondió a mi boca con un beso ardiente, lleno de calor y necesidad por más, mucho más. No oía más nada que el sonido de nuestras bocas encontrándose, un jadeo satisfactorio de parte de Damesse cuando mi mano se aferro al cabello de su nuca dando un ligero tirón para dar una pausa y tomar aire. Apreté mis piernas a su al rededor y volví a atacarlo, sin dejar que él reaccione.
Caminó conmigo mientras apoyaba sus manos en mis nalgas para ayudarme a sostener mejor, tomando asiento nuevamente en el sofá. Era como una burbuja donde no se escucha a más nada que nosotros y nuestras expresiones placenteras cuando las lenguas se rozaban con suavidad, cuando tomabamos con delicadeza el labio del otro o cuando nuestros pechos hacían contacto trasmitiendo la calidez de uno a otro. Tampoco escuchaba la música que sonaba en el club, mucho menos los murmullos de los stripers en el pasillo, nada más que solo y únicamente los sonidos de nuestra pequeña excitación causada por un beso fervorosamente ardiente.
Escuché el sonido de alguien tocando la puerta e interrumpiendo nuestro intercambio de sensaciones. Ambos ignoramos el ruido causante por la visita, pero la burbuja ya había sido desinflada con la interrupción. Los besos se detuvieron, nuestras miradas se cruzaron y el fastidio de Damesse floreció luego de volver a sentir los toques.
-Dame un minuto -pidió bajándome con delicadeza y dándome un casto beso en los labios. Me quedé de pie mirándome al espejo del pequeño tocador mientras lo esperaba, con una sensación efervescente en mi estómago.
-¿Qué se te ofrece, Dalia?
¿Dalia? ¿Cuántas Dalias puede haber en el mundo?
Millones.
-Traje champaña para celebrar el éxito de hoy. Nuestro jefe dijo que había concurrido más gente de lo normal y quise...
Me acerqué a Marco que sostenía la puerta con su antebrazo y lo abracé por detrás a la altura de la cintura. Claramente sería una marca de territorio para la mujer que osaba a tocar la puerta mientras intentábamos intercambiar calor corporal y sensaciones extrasensoriales.
Pero al ver a la visitante y ella verme a mí, lo confirmé. Su boca dejó de hablar y mi corazón se detuvo unos segundos mientras sus ojos se clavaban como colmillos de serpiente venenosa en mis ojos.
Era la misma Dalia del club.
Me cago en la madre que me parió.
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Este día en especial me siento muy feliz.
Una hermosa lectora me expresó lo mucho que le gustaba mi historia y me dio muchos ánimos para escribirles un capitulo que haga justicia a la espera.
Les agradezco a todos los que me leen y en especial a esos que dejan votos y comentarios en mis capítulos. Me encanta que me den sus opiniones y les estoy muy agradecida.
Este capítulo va especialmente para
Ruubion
R
uubion Por tu ayuda en la promoción de mi historia. 💖
🔥
Arlen_99 Gracias por tus comentarios hermosos. 💜
&
MarisleidiE Nuevamente, gracias por tus comentarios también. 💜
Nos vemos en
🔥Morbis🔥
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