꧁༒𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 12 (parte 1)༒꧂
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Diez minutos de completo silencio. Tiempo en el que contemplé todas mis alternativas sobre lo que debía o no contarle. Un lapso decisivo en el que se jugaba mi futuro, felicidad de muchas personas, mi integridad y mi reputación de hija ejemplar.
¿Qué pasaría si le confesaba todo? No podría hacerlo porque yo era la persona más cobarde que había conocido en mi propia existencia.
Otra pregunta que flotaba en mi mente era que si él tanto sabía que yo conocía ese lugar, ¿porqué no me lo decía? ¿Por qué no me increpó con eso?
Había una gran posibilidad de que él no supiera la verdad aún. No podría ocultarlo por más tiempo, pero si podía aplazar lo inevitable hasta poder encontrar una solución, era suficiente por el momento.
—No estoy seguro de lo que estás ocultando, Corina, pero Reyna es peligrosa. —confesó luego de que me tomé suficiente tiempo para analizar mis opciones.
Sus palabras me causaron intriga. Reyna jamás había hecho algo que me perjudicara, al menos no directamente.
—¿Qué quieres decir? —consulté mientras me quitaba los tacos que me estaban empezando a molestar por estar de pié durante tanto tiempo sin hacer nada.
Su silencio no atraía nada bueno. Apoyó sus manos a cada lado de su cintura, observándome detenidamente.
—Me cuesta mucho creer que no tienes idea de lo que Reyna hace —prosiguió —. Es información confidencial y no puedo decírtelo, pero de verdad necesito que te alejes de ese lugar. No sabes todo lo que podría sucederte si no escuchas mis advertencias.
Oh si, sabemos muy bien lo que sucede allí.
—Derek me llamó porque estabas ebrio, Mark, no sé que piensas que hago ahí pero solo fui para ayudarte. Luego me fui y él te trajo luego como se lo pedí.
—No te creo —confesó acercándose a mi.
—No es mi culpa que no me creas. —aseveré molesta.
—Sí, es tu culpa por mentir, Corina. Te estoy dando la oportunidad para que me digas qué carajos haces por las noches escapándote por la ventana de tu habitación, cuando finges para tus padres que estás durmiendo y te vas a ese bar horrible.
—¿Cómo sabes que salgo por la ventana?
¿Cómo cambio la dirección de toda la conversación? Hablábamos de Reyna y luego giró todo al preguntarme qué hago por las noches. Mark era muy impredecible. En un momento era una persona que pedía a gritos ayuda y luego cambiaba totalmente a alguien que investigaba y buscaba respuestas. Respuestas que no podía darle.
—¿Por qué vas al bar de Derek? —insistió volviéndose a colocar frente a mi.
Me sentí pequeña. Me sentí sin palabras. Mi corazón deseaba decir la verdad y dejar de ocultar lo que con vehemencia protegía, pero mi cerebro clamaba por resguardarlo hasta encontrar una salida que me favorezca. Mis ojos ardían ante la sensación de no encontrar opciones que puedan ayudarme a salir de este hueco. Mi vista estaba nublada por las lágrimas que se acumulaban sin piedad. Era inevitable sentir el escozor y los terremotos dentro de mí. Esos que amenazaban con derrumbar todo lo que con inmadurez había construido.
La fuerza de la atracción me había hecho desviarme del camino que debía haber seguido. El camino de lo que estaba bien, lo permitido, lo que no sería juzgado por nadie.
¿En qué momento había llegado a desviarme de tal manera?
Mordí mi labio inferior con fuerza para poder contener las emociones que estaba teniendo. Él me tomó suavemente por los hombros y sentí que su mirada se suavizaba. La hostilidad de sus palabras desapareció y me sentí cobijada por sus ojos.
—No puedo decírtelo —murmuré sin perder sus ojos de vista.
—¿Está pidiéndote que hagas algo en contra de tu voluntad? —susurró sosteniendo mi mirada mientras yo abrazaba con fuerza mi propio cuerpo.
Su pregunta me hacía sentir mucho peor.
Si él supiera lo que yo iba a hacer al bar, me odiaría por el resto de su vida. Me aborrecería hasta el final de los tiempos y yo no quería eso. Yo solo quería ser una adolescente normal sin tener esta estúpida obsesión con alguien que no podría ni en esta, ni en la próxima vida, pertenecerme.
—No —negué con mi rostro que se empezaba a humedecer por las lágrimas que inevitablemente querían salir, como las verdades que tenía que contarle.
—No vas a manipularme con tu llanto. No vas a hacer eso conmigo, Corina. —bufó con molestia haciendo que mis dientes aprentaran mucho más mis labios en busca de contener cualquier emoción. —¡Madura de una maldita vez y deja de llorar como una niña! —volvió a insistir tomándome de los hombros.
—¡¿De verdad quieres saber por qué mentí por tí?! —bramé con impaciencia, quitando sus brazos.
—¡Anda, dilo y deja de evadir la puta realidad! —devolvió el tono de voz haciendo gestos con sus manos para que prosiga.
—¡Mi tía está en sus cincuenta! ¿Cómo crees que tomará la noticia de que su prometido prefiere irse todas las noches a un bar de mala muerte en vez de volver a la cama con ella? —indagué empujándolo por la impotencia de no encontrar escapatoria.
—¿Qué sabes de...?
—Soy una maldita niña llorona, ¡pero sé cuando alguien necesita ayuda y tú, Mark, la necesitabas! —interrumpí —¿Quieres que vaya y le diga la verdad? ¡Puedo hacerlo! Le contaré todo a ver si tanto te gusta que la sinceridad escape de mi boca—volví a empujarlo haciéndolo retroceder —. Le contaré en las condiciones que estabas, cómo tuve que limpiarte cada maldita herida de tu cuerpo, le contaré que estabas ebrio en ese maldito lugar. ¿Eso quieres?
Mi voz chillona lo hizo quedarse en silencio, pero sosteniéndome la mirada sin titubear.
—¡¿Por qué fuiste a ese maldito lugar?! —insistió, acabando con mi última gota de cordura.
—¡Reyna me llamó por que estabas herido en su maldito club! —grité con más fuerza. No me extrañaría si alguien me había oído y sinceramente me importaba tres pepinos.
—¿Sa-sabes del club? —preguntó con incredulidad.
—¡Me lo has preguntado cientos de veces, Mark! —Sus ojos estaban desorientados, su rostro desencajado y su boca ausente de palabras —¡¿Qué?! ¡¿Por qué me miras así?! —cuestioné con impaciencia.
Sus pasos tambaleantes se dirigieron a la puerta de salida, dejándome con mil interrogantes en mi boca. ¿Qué había pasado?
A caso... ¿él hablaba de otra cosa?
Has metido la pata hasta el fondo, niña llorona.
Fui hasta el baño de mi habitación para poder lavarme la cara y retocar mi maquillaje. Después de todo, había una fiesta en la que debía estar presente a pesar de la discusión reciente.
Bajé y no encontré rastro de él por ninguna parte de la casa. Era probable que él se abría ido luego de esperar por tanto tiempo.
(...)
Recostada en la quietud de mi cama, disfrutando el delicioso aire que entraba por la ventana haciendo mecer las cortinas blancas de la habitación. Un suspiro de satisfacción abandonó mis labios al sentir un cosquilleo en mi estómago mientras mi blusa se deslizaba suavemente hacia arriba. Sentí el movimiento totalmente calmo, como si quien lo hiciera no quisiera que me de cuenta. Sentí humedad sobre la piel de mis costillas y una corriente recorriendo mi cuerpo cuando otra mano acarició mi cintura tan sutilmente que si no hubiese tanta tranquilidad, no la podría haber sentido.
Una fuerza un poco más intensa hizo que mis piernas se separaran dando espacio a algo entre ellas. Calor humano.
Apreté sábanas en mi puño y cuando sentí una mano subiendo por mi pecho...
Abrí bruscamente mis ojos, confundida, aturdida, pero al final de cuentas estaba totalmente excitada por sentir por primera vez a alguien brindándome atención de esta forma.
—Vuelve a cerrar los ojos y no quiero que los abras hasta que termine. —advirtió su voz reconocida.
Hice lo que me pidió.
Lo único que había visto era una sombra negra sobre mi cuerpo.
Gemí cuando su mano acarició mi muslo subiendo lentamente trazando un sendero impasible. Sentí la yema de sus dedos recorrer un camino hacia mi cintura, tomándose el tiempo para apreciar la textura mi piel erizada por el tormentoso deseo que mi cuerpo comenzaba a experimentar.
Detuvo sus movimientos justo cuando estuve a punto de abrir mis ojos, pero mi obediencia me obligó mantenerlos más precionados. No quería que eso se acabe. Si debía ser paciente, lo sería.
Sentí movimiento entre mis piernas y la figura masculina se puso de rodillas entre ellas. Escuché el sonido de un cinturón ser desprendido y mi desesperación por saber que ocurría no me permitía relajar.
El tacto de su mano volvió a detallar mi cuerpo con delicadeza.
—No podemos hacer esto, Corina, pero no puedo contenerme —habló la voz masculina —. Necesito hacerte esto.
Su mano acarició la tela que cubría mi parte más íntima y privada. Un jadeo sobrevoló la habitación cuando creó una fricción magnífica con su mano nuevamente, al mismo tiempo sentía sus labios recorrer mi vientre con tranquilidad. Apreté más fuertes las sábanas entre mis manos.
—Cuando recuerdo lo que me hiciste en Morbis mira me pones. —confesó mientras tomaba mi mano y la apoyaba sobre la tela de su ropa interior, dejándome en el tacto su miembro erecto y listo para lo que sea. Lo apreté suavemente en mi mano y gemí cuando su mano tomó un nuevo camino dentro de mí ropa interior.
—Tócame, Mark. Te deseo. —declaré.
Un brusco sonido en la puerta de mi habitación me despertó haciéndome exaltar.
—Oh, ¡mierda! —maldije cuando sentí humedad en mi mano y mi corazón latiendo a toda velocidad. Mi rostro estaba ardiendo y mi cuerpo un poco más.
Era la primera vez que me tocaba a mi misma mientras tenía un sueño de este tipo y quien sea que haya estado en mi habitación, lo había presenciado.
Me levanté rápidamente y caminé hacia la puerta de la habitación con la esperanza de descubrir quién era la persona que había inmiscuido donde no debía.
Al no ver a nadie, volví dentro y observé mi diario sobre el escritorio. El diario donde escribía todos mis sueños de la noche abierto en la página donde había soñado con Damesse y Mark.
—Me cago en mi existencia. —murmuré.
Cuando pasé la página, una pequeña nota apareció en la última hoja en blanco.
Hotel Shoreham
33 West 55th
Suite 42
Mañana 1AM
Era claro. Quien había entrado a la habitación me esperaría en la dirección indicada. Pero... ¿abandonaría la cobardía para saber quién habría presenciado mi sueño y leído mi diario lleno de escenas candentes e inocentemente descriptivas?
Arranqué la hoja y caminé hacia mi cama con mi preocupación aflorando de manera descomunal.
—¿Qué voy a hacer?
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Un saludo especial
para las nuevas fieles que me leen.
Esta vez la mención especial se la lleva
MarisleidiE
🔥
brianisvga
🔥
&
MorenaMartinezamaro
Gracias por leer esta historia.
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