Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 6


—Buenas tardes. —Edmund con total decisión entró a la sala de reuniones, acercándose hasta la mesa rectangular de patas cromadas y cristal tintado—. Siento haberlas hecho esperar. —Ofreció su mano a la mujer rubia que se ponía de pie para recibirlo—. Erich Worsley. —Se presentó, aunque suponía que ya ella lo conocía, al menos como el dueño del imperio para el que trabajaba.

—No se preocupe señor Worsley, sé que debe estar muy ocupado... Es un verdadero placer conocerlo personalmente. Natalia Mirgaeva. —No podía controlar el temblor que se apoderaba de todo su cuerpo, dejándola como a una estúpida delante de su jefe.

—¿El apellido es ruso? —preguntó soltándole la mano y observándola atentamente, mientras se obligaba a mantener el control y no dejar en evidencia sus emociones, como lo había aprendido en prisión, donde tuvo que hacerlo para esconder al más invasor de los sentimientos: El miedo.

—Sí señor, mis abuelos eran rusos... inmigrantes de la Guerra Fría.

—Siéntese por favor. —La invitó con una seña amable.

Ella obedeció y él también se sentó en la silla del frente, sin dejar de observarla, se desabotonó la chaqueta gris.

—Señorita Mirgaeva, ¿sabe por qué la hemos reunido aquí?

—Sí señor. —Le echó un vistazo a Katrina a su lado, sin poder pasar desapercibido que su jefe había pronunciado perfectamente su apellido, algo que raramente pasaba a quienes lo decían por primera vez—. La señorita López me dijo que necesita a alguien con experiencia en contaduría.

—¿Es usted esa persona señorita Mirgaeva? —interrogó sin desviar la mirada de los ojos verdes que rápidamente le rehuyeron.

—Tengo experiencia señor, estudié en Princeton e hice un postgrado en Harvard —comentó con voz vibrante, porque la mirada de su jefe le mandaba al diablo toda la seguridad que poseía.

Sabía que el señor Worsley tenía una mirada intensa, lo había supuesto al verlo en tantas fotografías, pero en ese instante comprobaba que más que intensa era avasalladora.

—¿Y qué hace en Worlesy Homes como una simple asesora inmobiliaria? —preguntó y ella bajó la mirada a las carpetas amarillas que tenía bajo sus manos donde resguardaba todas las referencias que había llevado adicional.

Edmund se quedó en silencio mientras observaba las delgadas manos de uñas mediamente largas y pintadas de vino tinto, con dedos igualmente delgados y un anillo con un zafiro negro algo exagerado decoraba el dedo anular de la mano izquierda. No había ningún otro tipo de alianza que le indicara que tuviera algún compromiso.

—Señorita Mirgaeva, podría mirarme a la cara y responder a mi pregunta —solicitó con voz pausada.

—Disculpe señor Worsley... realmente estoy un poco nerviosa —confesó porque sabía que eso podría ayudarle.

—¿Por qué está nerviosa? No soy un opresor. —Miró a Katrina que se mantenía en silencio, pero atenta a la entrevista realizada por su jefe.

—Lo sé señor... —Tragó en seco para pasar el nudo de angustia en su garganta y mostrarse segura, debía hacerlo si quería quedarse con el puesto—. Realmente tengo muy poco tiempo trabajando para usted, antes trabajaba en Dezan Shira & Associates.

Edmund elevó ambas cejas en un gesto de sorpresa que no quiso ocultar; por el contrario, quiso que ella se percatara de que lo había impresionado.

—Sin duda, eso es un gran aval, ¿tiene alguna carta de recomendación?

—Sí, se las he entregado a la señorita López.

En ese momento Katrina le pasó una carpeta al señor Worsley, él la recibió y la revisó. Encontrándose con una bonita carta y el prestigioso membrete de una de las mejores firmas contables.

—Creo que esto lo tomaré en cuenta —comentó cerrando la carpeta y haciéndola a un lado para volver la mirada una vez más a Natalia... Natalia, quien llevaba el cabello un poco más corto, pero rubio y liso como lo recordaba.

Quería que lo mirara, que lo reconociera y viera para quién estaba trabajando, pero al parecer al chico del fútbol americano de Princeton lo había asesinado en su memoria.

—Gracias señor. —Sonrió, al conseguir sentirse un poco más aliviada.

—¿Por qué dejó Dezan Shira & Associates? —Miró a Katrina, mientras esperaba la respuesta de Natalia—. Pidamos un café.

—Enseguida señor. —Katrina levantó el auricular del teléfono e hizo el pedido del café y se tomó el atrevimiento de también solicitar agua.

—Realmente no lo dejé... Me despidieron —declaró presintiendo que eso no sería tomado de la mejor manera por el señor Worsley.

—¿Puedo saber el motivo o prefiere que me comunique con Dezan Shira & Associates para preguntar?

Natalia se tensó en su puesto, pero casi inmediatamente se irguió para recuperar la compostura y acomodó un poco los puños de su chaqueta blanca.

—Fue por motivos personales... No hice nada malo dentro de la empresa, eso puede corroborarlo. —Internamente se felicitó por mostrarse segura.

Edmund apoyó el codo en el posa brazo de su silla y con los nudillos se rascó la barba, sin dejar de mirar a Natalia. Quería preguntarles cuáles habían sido esos motivos personales, pero se reprochó por querer saber más de ella.

—Si llega a ser necesario lo haré, por ahora no se preocupe.

En ese momento llegó una de las mujeres de la cafetería con el pedido y por solicitud del señor Worsley primero le sirvió agua a las mujeres y para él su café bien cargado.

Natalia agradeció el agua porque los nervios le tenían la garganta seca y esa pequeña pausa le ayudó a sentirse un poco más confiada.

—Bien, señorita Mirgaeva... —Bebió un poco de su café y regresó la taza a la mesa—. Creo que ha sido suficiente por hoy, aunque cuenta con la experiencia requerida por Worsley Homes, tenemos otros candidatos que han demostrado poseer la misma capacidad laboral que usted...

Mientras él seguía hablando la mirada de Natalia se posó en los labios para no perder detalle de cada una de las palabras que expresaba, pero más allá de eso, se sintió atraída por el poder de seducción que su jefe desprendía, aunque solo se mostrara de manera casual y le estuviera diciendo prácticamente a la cara que no iba a darle el puesto.

—Así que vamos a discutirlo —prosiguió Edmund con total seguridad—. De llegar a ser seleccionada se le daría un periodo de prueba de un mes. ¿Está de acuerdo?

—Sí señor —respondió tratando de controlar una sonrisa de satisfacción.

—Entonces ha finalizado mi presencia en este lugar, queda con la señorita López quien le hará algunas preguntas. —Se levantó y le ofreció la mano.

Natalia también se puso de pie y recibió el cálido apretón de su jefe, que le regalaba el atisbo de una sonrisa sesgada y ese simple gesto le pareció conocido, pero en ese instante no le dio la mínima importancia, porque su felicidad no le dejaba cabida para nada más.

Estaba segura que un mes sería suficiente para demostrar que ella era la contable que Worsley Homes necesitaba.

—Gracias señor, que tenga buena tarde.

—Igualmente señorita Mirgaeva. —Después de despedirse de ella, ancló su mirada en Katrina—. Cuando termine aquí pasa por mi oficina, por favor.

—Sí señor.

Edmund salió de la sala de reuniones y por primera vez se sentía extraño entre las paredes de su empresa, se permitió agarrar una bocanada de aire para llenar los pulmones en busca de calma.

Sabía que no debía tomar una decisión a la ligera, que era mejor pensar muy bien las cosas, actuar en frío y sobre todo, no permitir que ninguna mujer llegara a desestabilizarse el perfecto mundo que había construido.

Media hora después le daba permiso a Katrina para que entrara en su oficina, donde ya se había fumado un par de cigarros que consiguieron tranquilizarlo un poco.

La reunión con la gerente de Recursos Humanos duró muy poco, no podía elegir a uno de los entrevistados el mismo día, él necesitaba pensarlo muy bien y aunque Katrina dejó totalmente clara su preferencia por Natalia Mirgaeva, él aún buscaba alguna excusa para rechazarla, realmente ni siquiera la quería trabajando en su compañía.

Tuvo que contenerse para no pedirle a Katrina que le redactara inmediatamente la carta de despido, debió anteponer sus realidades laborales a las personales que alguna vez lo habían unido a esa mujer.

////////////////////////////////////////////////////

Natalia estaba sentada en su reducido cubículo atendiendo la llamada de un hombre interesado en una de las propiedades de Worsley Homes ubicada en South Beach, al tiempo que tecleaba en el sistema la dirección del inmueble para obtener toda la información que necesitaba.

Inmediatamente a través de la pantalla obtuvo desde los planos arquitectónicos, hasta el afamado nombre del decorador.

Con mucho ánimo y amabilidad le informaba al señor Marshall todas las características y la ofrecía como una de las mejores mansiones dispuesta en el mercado, por un valor de ocho millones de dólares.

—Enseguida le enviaré toda la información a su correo señor Marshall —hablaba mientras echaba un vistazo a través del cristal de su cubículo, encontrándose a casi todos sus compañeros atendiendo llamadas, hablaban al mismo tiempo, pero contaban con la libertad de hacerlo sin incomodar al otro, gracias al sistema aislante de sonido.

Llevaba dos días esperando que informaran quién obtendría el nuevo puesto y los nervios jugaban con sus emociones y no la dejaban ni siquiera conciliar el sueño. Anhelaba ser la contable de Worsley Homes, poder tener una oficina en la que no se tropezara con todo, obtener mayores beneficios económicos, porque era lo que necesitaba desesperadamente.

Tampoco lograba sacarse de la cabeza a su jefe y en cómo la había intimidado al punto de hacerla comportar como una estúpida.

No lo había imaginado tan alto, faltó muy poco para que rozara el dintel de la puerta cuando entró a la sala de reuniones y derrochaba una seguridad que se absorbía la de las demás personas, haciéndolas parecer mínimas a su lado.

Pero no todo en Erich Worsley era admirable, porque para nadie era un secreto que su jefe era constantemente la portada de revistas sensacionalistas donde se le reprochaba la vida libertina que llevaba con mujeres de la vida fácil, con las que se gastaba su fortuna en escandalosas fiestas sexuales y lamentablemente las fotografías y videos daban veracidad a las noticias.

»Señor Marshall, no puede perder la oportunidad de ver con sus propios ojos la propiedad, realmente todo el material que le estoy enviando al correo no le hace justicia. Es mi favorita.... ¿Entonces lo anoto para el jueves a las nueve de la mañana?... Bien, a las nueve en punto... ahí estaré esperando por usted. —Se mordió el labio y cerró los ojos, celebrando al menos una cita para la propiedad en venta, que si bien no le daban el puesto de contable, al menos la comisión por la venta de la mansión sería un respiro para sus gastos—. ¿Existe algo más en lo que le pueda ayudar?... No, gracias a usted por preferir Worsley Homes, que tenga un buen día.

Tan solo finalizaba la llamada cuando sonó el teléfono interno, suspiró para alivianar un poco la tensión y contestó.

—Buenos días señorita Mirgaeva, el señor Worsley desea verla en su oficina.

—Buenos días —saludó mientras observaba en el sistema otra llamada entrante, pero que definitivamente no respondería. De manera inmediata un gran nudo de nervios se le aferró al estómago y la boca se le secó, no podía ni siquiera pensar con claridad—. Sí... sí, enseguida voy... inmediatamente, gracias —titubeó al tiempo que agarraba su cartera y buscaba dentro su estuche de maquillaje, también se hizo contados segundos para cambiar de estado activo a ocupado en el sistema.

—De nada señorita Mirgaeva.

La secretaria de Worsley finalizó la llamada y Natalia no sabía si salir corriendo o mirarse en un espejo antes de hacerlo, se decidió por lo segundo porque para ella era indispensable lucir bien, estaba segura que muchas veces de su apariencia dependía parte importante su trabajo.

Con rapidez se retocó el maquillaje, solo un poco de polvo, rubor y labial. Regresó su cartera a su puesto y se levantó, echándole un vistazo a sus pantalones de lana en color gris y se arremangó un poco el pulóver rojo de botones al frente.

Salió de su cubículo y era primera vez que visitaría la oficina de su jefe, de hecho, era primera vez que llegaría al último piso del edificio.

No dejó de mirarse ni por un segundo en el espejo del ascensor y mentalmente se animaba a dejar de lado los nervios, recordaba que Worsley le había dicho que no era ningún opresor.

Llegó hasta la secretaria y se anunció, mientras el corazón le brincaba frenéticamente en la garganta, pero intentaba esconder su estado tras una afable sonrisa.

Al entrar, una amplia, amplísima oficina la recibía. Con una luz natural envidiable que se colaba a través de los cristales.

Frente a la puerta estaba el escritorio digno de Erich Worsley, a la derecha una mesa redonda de cristal tintado con dos sillas, a la izquierda un juego de sofá en cuero negro con una mesa de centro adornada por un florero y con por lo menos una docena de tulipanes blanco y una alfombra en el mismo color.

En las paredes laterales colgaban algunas fotografías de planos arquitectónicos y debajo una repisa que tenía una hilera de varios balones de fútbol americano, que a lo lejos parecían estar autografiados, eso fue suficiente para hacérsele saber que el señor Worsley era aficionado al deporte.

Él estaba de pie junto la silla tras el escritorio y volvía a impresionarla el porte de dandi de su jefe con ese traje grafito de tres piezas y esa prefecta combinación de piel canela y ojos grises que lo hacían lucir un tanto peligroso.

—Buenos días señorita Mirgaeva.

—Buenos días señor Worsley, me han dicho que necesitaba verme —comentó tratando de mantener la mirada puesta sobre el imponente hombre.

—Así es, por favor tome asiento.

—Gracias. —Con gran precaución se sentó en el sillón de cuero negro que estaba frente al escritorio y se cruzó de piernas para mostrarse segura.

—Me gustaría poder hacer esta reunión un poco más larga, pero tengo otros asuntos importantes que atender... —Comenzó a hablar mientras se aferraba con una mano al respaldo de la silla y seguía de pie—. Así que sin rodeos, le informo que después de analizarlo por el tiempo suficiente he decidido darle una oportunidad como gerente contable. —Él no mostró ni el más mínimo cambio de actitud, mientras que ella luchaba por no sonreír más de la cuenta—. Tendrá un mes de prueba.

—Gracias señor, muchas gracias...

En ese momento tocaron a la puerta y él mandó a pasar.

Katrina entró a la oficina con varias carpetas en las manos.

—Buenos días señorita Mirgaeva —saludó en su camino detrás del escritorio al lado del señor Worsley para entregarle las carpetas.

—Buenos días señorita López —respondió con una sutil sonrisa. Pero por dentro estaba de fiesta.

—Señorita Mirgaeva, antes de que inicie sus labores y se le decore la oficina a su gusto, deberá cumplir con algunos pendientes, sé que es trabajo extra, pero necesitamos agilizar. —Le entregó las carpetas que Katrina le había dado.

—No se preocupe señor, cuente conmigo. —Se levantó para recibir lo que le estaban ofreciendo.

—Tiene exactamente una semana para cumplir con su último pedido como asesora inmobiliaria. Pasé por decoración de interiores, la están esperando para que informe sobre sus gustos para su nueva oficina.

—No soy exigente con eso señor, puede mantener la misma decoración.

—Como prefiera, pero siempre es agradable para un hombre disfrutar del gusto femenino.

Natalia no supo cómo interpretar ese comentario del señor Worsley, lo único que podía deducir, era que él pensaba visitarla en su oficina y eso provocó que sus piernas empezaran a temblar.

—En ese caso pasaré por el departamento de decoración.

—Entonces no le quito más tiempo. —Le tendió la mano—. Espero que haga muy bien el trabajo y que pase el tiempo de prueba.

—Daré lo mejor de mí para que así sea —prometió apretando la mano grande y masculina de su jefe—. Muchas gracias señor.

Él le regaló una sutil caída de párpados que provocó un cráter en la boca de su estómago.

Soltó el seguro agarre y se despidió, al darle la espalda al señor Worsley y a Katrina se permitió sonreír ampliamente, para al menos liberar un poco de la felicidad que la embargaba.

—Señorita Mirgaeva. —La detuvo justo cuando se aferraba al pomo de la puerta para abrir.

Natalia respiró profundo para borrar la sonrisa y se giró, encarando una vez más a su jefe.

—Olvidaba informarle que la comisión por esos embargos pendientes es de quince por ciento y serán para usted. El día lunes deberá reunirse por la mañana con Katrina que le informará sobre su nuevo salario y comisiones.

—Gracias —dijo mirando a su jefe y después volvió la mirada hacia la señorita López—. Muchas gracias.

—Ahora sí, puede volver a sus labores temporales.

Natalia asintió y salió de la oficina, creyendo que estaba soñando y si así era no quería que la despertaran.

Al entrar al ascensor aprovechó la soledad que le ofrecía para soltar un grito de júbilo.

Nunca antes Worsley Homes había ofrecido un porcentaje tan alto por embargo, necesitaba averiguar en cuánto estaba valorada cada propiedad que llevaba en las manos y así tener la certeza de cuánto dinero entraría en su cuenta a fin de mes.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro