Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 3


Edmund tuvo la certeza de que April realmente se había marchado del club Madonna en South Beach, cuando lo visitó el siguiente viernes es busca de un poco de distracción, y su chica de cabellos dorados y platica agradable, ya no estaba.

Solo por asegurarse le preguntó a una de las bailarinas y la mujer le confirmó, que ciertamente April había dejado ese lugar. Para lidiar con la extraña nostalgia que lo embargó, decidió pasar varias horas agradables en compañía de la "Cubana", quien contaba con la experiencia y disposición suficiente como para hacerle olvidar que afuera el mundo seguía siendo una mierda.

Al salir del local a altas horas de la madrugada, se fue a su departamento, se dio un baño y se metió en la cama donde se quedó dormido hasta mediodía. Esa era su rutina de todos los viernes, de puta en puta, así se fueron sumando los meses, hasta que por fin obtuvo la identificación con su nuevo nombre.

Todos los documentos llevaban el nombre y el apellido al que le tocaría acostumbrarse, porque desde ese instante dejaba de ser Edmund Broderick, para convertirse en Erich Worsley.

Se había prometido que con la nueva identificación intentaría una vez más buscar trabajo y dejar de vivir solamente del dinero que había obtenido de la venta de la casa de sus padres.

Era un día cualquiera de la semana, cuando despertó a medianoche para ir al baño, después de mear regresó a la cama y en la oscuridad se quedó mirando al techo, reviviendo el estado de alerta que siempre lo gobernaba en prisión, recordaba que las primeras noches no conseguía dormir, que el miedo no lo dejaba cerrar los ojos y estaba atento a cualquier ruido, por mínimo que fuera.

Solo Dios sabía por qué se había salvado de algún ataque sexual por parte de los demás reos, tal vez porque sus compañeros se lo pasaban juntos muy bien y no querían involucrar a un tercero en esa extraña relación, donde de noche eran apasionados amantes, pero de día eran hombres sin escrúpulos que imponían el miedo sobre los demás.

Él sabía que quienes tenían sexo en la cama de al lado eran dos hombres, pero su excitación no conocía de género, solo se dejaba llevar por los sonidos lascivos de los cuerpos, por lo que sin que ellos se dieran cuenta, él terminaba participando de cierta manera en sus encuentros homosexuales, al recurrir a la masturbación.

En prisión cada quien vivía su sexualidad con los medios que poseía, ya fuesen con compañeros de celda o imaginando a mujeres mientras sus manos se movían con destreza sobre sus vergas. En prisión todos terminaban siendo auténticos y diestros pajeros.

Era imposible borrar de su mente ese día en que un policía lo sacó de su celda, estaba seguro de que abusaría de él, como habían hecho con tantos otros, pero contrariamente de que le rompieran el culo como tanto temía, lo obligó a que se lo cogiera, eso tuvo que hacerlo por varios meses y aunque no fuera de su agrado, al menos lo aprovechó para obtener algunos cigarrillos gratis.

Pensar en eso le provocó fumar, por lo que, a tientas en medio de la oscuridad, buscó sobre la mesita de noche la cajetilla y el encendedor.

Su mirada gris se concentró en la candela del cigarrillo que poco a poco fumaba, disfrutando del sabor a nicotina en su paladar y del aroma que se concentraba en su pequeño apartamento que no contaba con espacio para una persona más.

Después de apagar la segunda colilla, se levantó de la cama, seguro de que no volvería a dormir, al menos no por el momento. Encendió la luz de la lámpara sobre la mesita de noche, permitiendo que la escueta claridad iluminara tenuemente el lugar.

Caminó por el apartamento sin saber qué hacer, se fue hasta la cocina que la dividía una barra del resto del lugar, abrió el refrigerador y bebió directamente de la botella un gran trago de agua.

Encendió la radio que estaba sobre la barra, le dejó un volumen moderado para no despertar a los vecinos y corrió la puerta de cristal que daba al pequeño balcón, vistiendo solo el pantalón del pijama, salió para observar el paisaje nocturno y frente a él se extendía la inmensidad del Océano Atlántico pintado de plata por la luz de la luna.

No podía contar el tiempo que llevaba parado en el mismo lugar, dejando su cabeza en blanco, cuando reconoció la estrofa de una canción que lo llevó a la primera vez que April le había bailado, sobre esa tarima circular iluminada en purpura, aunque había otros hombres en las cómodas sillas que rodeaban el área de presentación, inmediatamente sus miradas crearon una conexión irrompible, prácticamente dejando por fuera a todos los demás, entonces supo que esa noche la elegiría a ella.

Mientras escuchaba atentamente, se daba cuenta de que llevaba varios días sin recordarla, de que se había conformado con las demás putas del club y la hermosa chica de cabellos dorados había pasado al olvido, pero solo bastó ese pequeño detalle para preguntarse qué sería de la vida de April, realmente esperaba que se hubiese marchado por ese trabajo que tanto anhelaba y que le fuera mucho mejor que a él, que solo se había quedado estancado cada viernes en el mismo lugar.

But I can love you like hell

Put under my black magic spell

And I can kiss you like nobody else

I'll make good of my bads

I'll make nice of all that is sad

I'll cut off - the dead hands - of my past

Forget what I said...

En ese instante mientras April gobernaba sus pensamientos, un rayo de luz iluminaba su mente nublada, a él llegaba lo que necesitaba, una oportunidad que debía aprovechar, aunque eso significara apostar todo lo que tenía.

Entró al apartamento, dejando la puerta que daba al balcón corrida y buscó el portátil, lo encendió y de inmediato empezó a investigar todo lo que necesitaba para iniciar su negocio y no depender de nadie más.

Se dio cuenta de que llevaba varias horas navegando en la web cuando el sol se asomaba en el horizonte.

En ese tiempo leyó varios artículos, algunos libros on-line que encontró y entró en todas las páginas web de Bienes Raíces, vio un sinfín de videos de entrevistas a grandes empresarios dedicados a la comprar y venta de inmuebles, y se enfocó en lo que según ellos eran los secretos del éxito obtenido.

Cuando empezó a redactarle un correo a Walter ya estaba totalmente decidido de que en eso quería invertir lo que tenía, no era mucho, pero por algo debía empezar y en eso apostaba la esperanza que creía perdida.

La ansiedad no le permitió dormir y esa misma tarde se reunió con Walter, quien no estuvo de acuerdo con el negocio que esperaba emprender, pero respetó su decisión como siempre lo había hecho y se ofreció para ayudarle con todos los trámites legales.

Estaba seguro de que buscar un inmueble por medio de una agencia de Bienes Raíces no era la manera más inteligente para dar inicio a su tabla de salvación, porque ellos cobraran su comisión y eso podría ahorrárselo si hacía el negocio sin ningún tipo de intermediario.

***********

A la semana siguiente de que se le ocurrió su idea de negocio, empezó a buscar inmuebles que estuvieran muy por debajo de su presupuesto, al menos empezaría con dos propiedades y para que le alcanzara, se paseó por los sectores de clase media en busca de alguna casa, departamento o local comercial que estuviese en venta.

Al final de mes ya contaba con varias propiedades que entraban en sus posibilidades de inversión, le mostró las fotografías a Walter y él estuvo de acuerdo con una casa y un departamento, le recomendó que antes de cerrar cualquier negociación, pidiera un descuento, alegando que debía invertir en algunas remodelaciones.

A Walter le gustaba ver el entusiasmo en Edmund o Erich, se recordaba que debía llamarlo por su nuevo nombre. Al parecer había encontrado un sentido a su vida y aunque era un negocio riesgoso porque podía no obtener resultados positivos, lo alentaba en eso que tanto interés le despertaba.

Erich en las dos propiedades consiguió el descuento y al momento de firmar los títulos, se había ahorrado un diez por ciento en cada inmueble. Walter esperaba que inmediatamente los pusiera en venta tal y como los había recibido, pero tomó en cuenta que, si le hacía unas remodelaciones, su valor aumentaría, por lo que se pasaba las noches sacando cuentas para ver cuánto podía invertir.

Se había arriesgado en iniciar esa locura y ya no había marcha atrás, por lo que se aventuró con las remodelaciones, en las que él mismo trabajó en compañía de dos hombres más, haría todo lo que fuese posible para ahorrar el máximo.

Cuando todo estuvo listo y se encontró satisfecho con los resultados, pagó un anunció en uno de los principales periódicos, por ocho días, no podía costear uno más.

Los días pasaban y no obtenía los resultados esperados, tanto que empezaba a decepcionarse, no importaba cuánto se esforzara, nadie se interesaba, nadie llamaba, nadie quería una maldita casa o un maldito departamento.

El anuncio en el periódico caducó, pero al día siguiente recibió la primera llamada, él mismo se encargó de mostrar el apartamento que contaba con tres habitaciones y dos baños, recurriendo a unas tácticas de venta que no poseía, pero se apegó a todos los "secretos" de los grandes empresarios de Bienes Raíces, y aunque le parecía que era un poco exagerado todo lo que hacía para que esa pareja de recién casados optara por el apartamento, consiguió su primera venta. Había estipulado obtener un margen de ganancia entre doce y quince por ciento, por si pedían un descuento, pero los enamorados no solicitaron ninguno, así que se hizo con el quince por ciento.

Veinte días después obtenía un trece por ciento de ganancia de la venta de la casa; sin duda alguna empezaba a ver todo con mayor positivismo.

Con los meses tuvo que dejar de estudiar para poder dedicarse con mayor ahínco a su negocio, también compró su primer auto, de segunda mano, pero le servía para visitar las propiedades que le interesaban.

Walter le ayudaba con todos los trámites legales y después de un par de discusiones, había logrado pagar por los servicios del abogado.

Sabía que apenas alzaba el vuelo, que no importara que invirtiera su tiempo 24/7 en el negocio, no sería más que alguien ordinario que se encargaba de comprar y vender propiedades, que estaba muy lejos de sus posibilidades crear una agencia; sin embargo, ese era su objetivo, por lo que empezó a buscar la ayuda de los bancos.

Mientras trabajaba sin descanso durante casi un año, no faltaba a su cita de todos los viernes donde seguía visitando a sus amigas, las putas, en el plano personal, se sentía más seguro de esa manera, prefería pagar por sexo que permitirle a alguien entrar en su vida.

Disfrutaba de una presentación de dos mujeres, que en medio del baile se acariciaban y besaban de manera lasciva, alentadas por los vítores de los visitantes. Él, desde su puesto de siempre se recreaba la vista, alimentando su morbo, ya había tenido la oportunidad de compartir con las dos al mismo tiempo en la misma cama y tal vez esa noche volvería a solicitarlas.

—Pensé que te ibas a controlar un poco con las putas —escuchó la inconfundible voz de April que le susurraba a su espalda.

De manera inmediata volvió medio cuerpo y ahí estaba ella, mostrándole que era más hermosa sin tanto maquillaje. No pudo evitar emocionarse ante la grata sorpresa, pero su semblante no sabía expresar esa emoción que verdaderamente sentía.

—Lo mismo pensé, pero necesito un poco de distracción una vez por semana —le acarició con las yemas de los dedos la mano femenina que se apoyaba en el posa brazo—. No me digas que has regresado, porque si es así no quiero que te comprometas con nadie más para esta noche —pidió mirándola a los ojos, deseoso de poder coger con April una vez más.

—Lamento desilusionarte, no he regresado y no pienso hacerlo, solo he venido a visitar a mis antiguas compañeras de trabajo y a los amigos —comentó paseando su mirada por ese rostro de piel acanelada y atrayentes ojos grises, con la barba oscurecida por una varonil barba.

Edmund le hizo espacio en el sofá que ocupaba y ella se sentó a su lado, desviando la mirada hacia las mujeres en la tarima.

—¿Cómo te va? —preguntó él observando el perfil de April, quien llevaba puesto un vestido blanco ceñido a su escultural cuerpo, cuello alto, manga larga y hasta las rodillas—. ¿Sigues en el trabajo de tus sueños?

—Sí, tengo talento para vender propiedades... Sobre todo, si el comprador es hombre —soltó una ligera carcajada al tiempo que se colocaba detrás de la oreja un mechón de pelo.

—Me alegra saberlo... —Sin poder controlarse le puso una mano en la rodilla, sintiendo la calidad y suave piel de la chica, arrepintiéndose en ese momento de no haberla disfrutado mucho más en el momento en que podía hacerlo—. Te ves hermosa.

April volvió la mirada hacia Edmund y se quedó suspendida en esa mirada que gritaba perversidad, pasión, lujuria.

—Gracias Edmund —susurró sonriente, con el corazón desbocado en su pecho y el deseo anidando entre sus piernas, pero no les haría caso a sus emociones, se obligaba a recordar que ya no era una puta y no podía comportarse como tal.

Con disimulo le quitó la mano que él tenía sobre su rodilla y le sonrió para que no intuyera eso como un rechazo, porque más allá de todo quería seguir siendo su amiga; estaba segura de que no podían ser nada más, él conocía un pasado con el que en algún momento podría herirla, tampoco podía asegurar que Edmund quisiera algo serio con ella, posiblemente solo estaba buscando a la puta que había sido y obtener una noche de sexo fácilmente.

—Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos... —comentaba para seguir con una amena conversación.

—Casi un año —interrumpió él.

—¿Cómo has estado? Nos has cambiado nada.

—Muy bien, intentando surgir un poco —quiso contarle en ese momento que era el dueño de su propio negocio, quiso proponerle un trabajo, para que ella le ayudara, pero se arrepintió porque estaba seguro de que no tenía para ofrecerle los beneficios que ella aspiraba, recordó esa última conversación en la que April dejó claro que anhelaba ganar bonos para obtener acciones dentro de una gran agencia de Bienes Raíces y no estaba seguro si lo que él tenía prosperaría—. En cambio, tú has cambiado mucho, te ves más hermosa... elegante —completó.

Ella soltó una risotada, que la hizo lucir como casi una adolescente.

—¿Elegante has dicho? —preguntó en medio de risas.

—Sí, sofisticada... no pareces.

—Puta —intervino sin dejar de reír y Edmund se descubrió fascinado por ese gesto.

—No iba a decir puta —sonrió sin dejar de mirarla y como la primera vez que se vieron sus miradas creaban una conexión única que dejaba por fuera todo lo demás—. No pareces la misma chica soñadora, ahora vives tus sueños.

—Así es —Sin pedirle permiso agarró el vaso de whisky que él había estado bebiendo y le dio un trago—. Ahora vivo mis sueños, no plenamente, pero me estoy esforzando por conseguir lo que anhelo.

Edmund agarró la botella, le sirvió un poco más de whisky y volvió a ponerla sobre la mesa.

—Eso me hace feliz.

—Pensé que nada te hacía feliz —le tendió el vaso con la bebida—. Que ese sentimiento lo habías perdido en prisión.

Él se lo recibió, sin dar respuesta se lo bebió de un solo trago y volvió a servir otro poco.

—Me he dado cuenta de que no había perdido ciertas emociones, simplemente las había olvidado porque en prisión no tenían ningún sentido.

—Pero ya has tenido más de un año para recuperarlas, para dejar atrás el pasado.

—Eso hago —con el dedo pulgar el acarició la línea de la mandíbula, sintiendo como ella se tensaba un poco, por lo que prefirió no seguir—. Estoy empezando una nueva vida y espero no volver a cometer los mismos errores.

—No vuelvas a cometer esos estúpidos errores, prefiero que sigas con tu obsesión por las putas. —Se irguió un poco en el asiento y suspiro—. Debo irme.

Edmund ya esperaba que ella decidiera retirarse, lo notaba en su semblante, April esa noche no pretendía arriesgarse con él y no iba a insistir porque se había prometido que nunca lo haría, insistir con una mujer era darle más importancia de la que se permitiría ofrecer.

—Me agradó mucho verte de nuevo —dijo al fin.

—A mí también —Se acercó y le dio un beso en la mejilla.

Él no le permitió que se alejara lo suficiente y le plantó un beso en los labios, en esa boca dulce y provocativa.

—Espero que te vaya muy bien, no sé dónde encontrarte, pero sí sabes dónde estaré cada viernes.

—Lo sé —fingió una sonrisa, mientras el corazón seguía a punto de reventar en latidos.

Se puso de pie y se alejó,mientras que Edmund regresó la mirada al espectáculo sobre la tarima.                

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro