Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 2


Le había prometido a Walter que encontraría un trabajo, que daría todo por volver a retomar su vida; sin embargo, llevaba dos meses inútilmente buscando un espacio en la sociedad en la que debía integrarse, pero sencillamente siempre terminaban rechazándolo, alegaban que no aceptaban a empleados sin estudios universitarios culminados, pero quién necesitaba un maldito título de ingeniero o abogado para servir tragos en algún bar o repartir pizzas.

Estaba seguro de que no lo aceptaban porque era un ex presidiario, tenía tatuado en la frente que era un delincuente en el que no debían confiar, porque no importaba que hubiese pagado diez años de castigo, la gente pensaba que nunca cambiaría y, por el contrario, había salido peor que como entró.

La primera semana consiguió limpiar un par de piscinas, pero al parecer ya nadie en la isla necesitó de sus servicios, se ofreció para pasear las mascotas, y nadie quiso poner a su cuidado a los indefensos animalitos que eran parte de la familia.

—No sé qué hacer Walter, lo he intentado todo... Lo que he conseguido reunir ni siquiera alcanza para pagar el condominio, mucho menos los servicios públicos —confesó sintiendo que la impotencia lo gobernaba.

Le había costado mucho llamar a Walter para que le prestara su ayuda, lo hizo cuando se dio cuenta de que definitivamente no iba a salir de eso solo.

—Quisiera ayudarte —dijo con pesar palmeándole un hombro—. No hay puestos vacantes en la firma, todos los días pregunto en recursos humanos —le dejó saber que por su parte también estaba intentando encontrarle un trabajo en el bufete de abogados donde laboraba.

Edmund se llevó las manos al rostro y resopló, de repente le parecía que estar en libertad era más difícil que estar encerrado en una celda, que la vida lo tenía acorralado contra el filo de un cuchillo del que no quería dejarlo salir ileso.

—Venderé la casa —le dolió en el alma tener que tomar esa decisión, pero era la única solución, porque ya no tenía para seguir manteniéndola—. Ayúdame a venderla.

—Edmund... No te deshagas de la casa, es lo único que tienes... lo único que te queda de tus padres —le dijo Walter mostrándose realmente preocupado, aunque sabía que el joven no tenía más opciones, porque el mantenimiento del lugar era costoso.

—Lo sé, sé que es lo único que me queda, pero... Walter, no puedo pagar... no encuentro un maldito trabajo, sé que es porque soy un ex convicto y eso es algo que no puedo cambiar, no puedo cambiar mi pasado y el presente no me lo perdona, no me da tregua.

—Estoy al tanto del problema que representa la inserción en la sociedad, sé que es un camino de espinas, es por eso que la mayoría vuelve a cometer los mismos errores y no por decisión propia. —Walter contaba con los años de experiencia como para hablar con propiedad—. ¿No has considerado cambiarte el nombre? Eso ayudará de mucho.

—Si eso verdaderamente va a ayudar no tendría problema en hacerlo, solo dime qué tengo que hacer y cuánto tiempo se lleva.

—Los tramites son un poco molestos y aunque el proceso no es costoso, se lleva unos seis meses obtener la resolución —explicó totalmente esperanzado.

—A pesar de todo no es mucho tiempo, igualmente venderé la casa porque no tendré para el mantenimiento... Quizás invierta parte del dinero en algo que me ayude a obtener más ganancias y así dedicarme a estudiar.

—Si esa es tu decisión la respeto, prometí que te ayudaría y eso haré, solo espero que el dinero que piensas invertir sea en algo legal.

—Gracias Walter, prometo que será legal, no tengo la más remota idea de lo que será, pero esta noche lo pensaré. Solo quiero encontrarle algún sentido a mi vida, porque desde el día en que murió mi madre lo perdí, no sé realmente si vale la pena luchar, porque no tengo algo que me incentive a hacerlo.

—No hace falta nadie que te incentive a retomar el sentido de tu vida, hazlo por ti, aunque tal vez el amor por una mujer te ayude con eso, pensar en formar una familia...

—Realmente no estoy interesado en involucrarme con una mujer, al menos no como para darle un sentido a mi vida.

Dos meses después Edmund se despedía de la que había sido su casa, dónde gateó, dio sus primeros pasos y empezó a correr, en ese lugar estaban los mejores y más atesorados recuerdos. Con las semanas su certeza de que no podría mantenerla se hizo más fuerte, no contaba con los medios, pero se juraba que algún día la recuperaría o tal vez debía hacerle caso a Walter y dejar de manera definitiva el pasado atrás, empezar una nueva vida, con nuevas metas y nuevos horizontes.

Walter le consiguió una casa más pequeña y en una zona menos costosa, pero no fue de su agrado, realmente nada sería de su agrado, porque nada se compararía con lo que para él había sido su hogar.

Terminó decidiéndose por un apartamento tipo estudio, mucho más económico que la casa, así economizaría mucho más. Había pensado en varias oportunidades de negocios como abrir un restaurante, pero nunca le había gustado la cocina y no se veía administrando algo como eso, si cuando estuvo en prisión prefería que lo enviaran a limpiar los baños que, irse a la cocina, así que estaba seguro de que invertir todo lo que tenía en un restaurante sería un negocio fracasado.

Mientras encontraba en qué invertir el dinero de la venta de su casa, se había inscrito en un instituto técnico, para complementar sus estudios de secundaria hasta que tuviera la estabilidad económica y moral para retomar sus estudios universitarios.

Todos los viernes después de clases se iba a un club nudista, donde al final de la noche, después de disfrutar de las presentaciones exuberantes de las mujeres, que terminaban desnuda frente a sus ojos, se decidía por una y se la llevaba a alguna de las habitaciones del local, donde le daba rienda suelta a su naturaleza masculina.

Ese pequeño vicio era del que no hacía partícipe a Walter y no porque fuese a reprocharle su debilidad por las putas, sino porque le diría que podría conseguir sexo gratis, y estaba seguro de que podía obtenerlo, bien podía proponérselo a alguna de sus compañeras de clase, pero no quería involucrarse con alguien y terminar arrepintiéndose.

Caminaba escaleras arriba mientras le miraba el culo a Irina, era con la única con la que había repetido, porque más allá de ofrecerle una buena cogida, tenía temas interesantes de conversación, era una chica realmente inteligente, sagaz y espontánea.

No era como las demás que parecían que tenían un guion escrito con la misma función de consejera sentimental, cuando él bien sabía que lo último que involucraban en ese momento eran los sentimientos.

Cerró la puerta de la pequeña habitación decorada en tonos burdeos e iluminada tenuemente; ella caminó hasta la cama, dejándose caer sentada, se quitó los zapatos de plataforma y los dejó en la alfombra.

—Me estaban matando —jadeó de placer al sentir el alivio—. Disculpa Edmund, no te pregunté si querías que me los dejara puestos.

—No te preocupes, puedes quitártelos, sabes que te prefiero desnuda —confesó caminando con pasos lentos hacia ella, mientras la recorría con la mirada. Esa mirada gris oscura que gritaba peligro y pasión, una combinación que alteraba los latidos en las mujeres.

Ella subió a la cama sentándose sobre los talones y le tendió la mano para que él también subiera a la cama.

A Edmund le gustaba ver esa combinación de inocencia y perversidad que representaba Irina sentada de esa manera, mirándolo con un deseo que no era fingido.

Se sentó frente a ella, sin mostrarse apresurado, solo quería disfrutar el momento, de esa madrugada en que toda su atención se posaba sobre esa mujer y no en sus preocupaciones.

Irina se acercó, mirando al hombre de tez morena y de ojos grises que lo convertían en un perfecto espécimen exótico, no necesitaba pensar en qué debía hacer para excitarlo y que todo terminara rápido, con Edmund todo era natural, solo se dejaba llevar por las sensaciones de las que disfrutaba y por las cuales también cobraba.

—Hoy debes disfrutarme como nunca —dijo en voz baja mientras desabotonaba lentamente la camisa negra y fijaba su mirada en los ojos grises—. Porque es la última vez que lo hagas.

—No entiendo —le sostuvo las muñecas para que no siguiera desabotonándole la camisa y se arrodilló sobre el colchón.

—Es mi última noche aquí... Edmund, me voy... me han ofrecido un trabajo decente, uno que había anhelado mucho antes de convertirme en esto —se echó un vistazo.

—En mujer... solo eres una mujer, perfecta... —Le llevó las manos a la cintura, pegándola a su cuerpo—. Deseable, hermosa —murmuró contra los labios de ella, a la espera de que le volviera la cara y rechazara el beso como solía acostumbrar, porque entre sus servicios no entraba, besos en la boca, sexo oral, ni sexo anal. Ella ponía sus exigencias y él obedientemente las respetaba.

—En una puta, eso es lo que soy Edmund... si bien mi deseo no es tener sexo con hombres a los que no conozco por dinero, que lo practique no cambia las cosas.

Edmund se alejó un poco y le soltó la cintura, estaba seguro de que la mayoría no estaban en ese lugar por deseo, sino por las circunstancias que al igual que a él lo habían llevado a los extremos.

—Si no quieres tener sexo, puedo bajar y buscar a otra.

—No. —Ella volvió a acercarse y le llevó las manos al cuello—. Sí quiero, contigo es distinto, deseo tener sexo contigo.

—No tienes que sentirte obligada... Igual te daré el pago.

—Lo siento Edmund, no pretendía hacerte sentir mal... —Se acercó más a él, perdiéndose en esa mirada peligrosa y por primera vez rompía una de las reglas principales que se había impuesto desde tomó la difícil decisión de vender su cuerpo, y lo besó, como tantas veces lo había deseado, se perdió en esa boca masculina, que correspondió con apremio, sensualidad y posesión, provocando que en su pecho latiera algo más por su cliente.

—No tienes que besarme —musitó contra sus labios.

—Quiero hacerlo Edmund —respondió y volvió a besarlo.

Permitió que él la acostara, que le quitara la ropa, que la besara toda, cada rinconcito de su cuerpo, que despertara a caricias cada poro, que la hiciera delirar, gemir y suplicar por más con tan solo usar sus besos y sus dedos.

Ella en medio del delirio del placer tomó su infaltable precaución de ponerle el preservativo, mientras se miraban a los ojos y sonreían con la complicidad del momento.

Cada vez que tenía oportunidad buscaba la boca de Edmund y se aferraba con las uñas a la poderosa espalda, mientras él era un animal desbocado en su cuerpo, era rápido y contundente, su aroma era excitante, sus besos eran deliciosos.

No tenía que fingir jadeos, ni inventar palabras sucias. Su placer con ese hombre era real, era lo más verdadero que había experimentado en su vida como puta.

Llevaba un año acostándose con hombres por dinero, con algunos lo había pasado bien, porque habían tenido la habilidad de provocarle orgasmos, pero ninguno como Edmund y solo por él había considerado no haberse marchado el pasado mes, pero tampoco podía seguir teniendo sexo con hombres que no deseaba, solo por esperar cada viernes a que Edmund llegara y aun así no podía asegurar que la eligiera, porque a él le gustaba la variedad, solo buscaba una puta y nada más.

En medio de roncos jadeos él terminó con ella, apenas se bajó de su cuerpo dejándose caer acostado con la mirada al techo y el pecho agitado, se quitó el condón, lo anudó y lo dejó sobre la mesita de noche.

Irina se levantó para ir al baño, pero Edmund la detuvo, sosteniéndole la muñeca y ella lo miró por encima del hombro.

—¿Quieres que compartamos un cigarro? —preguntó mirándola a la cara.

Quiso negarse, pero recordó que sería el último cigarrillo que compartirían, por lo que regresó a la cama y se sentó, pegando la espalda a la cabecera.

—Está bien... solo uno —le sonrió y él correspondió.

Edmund buscó en el bolsillo de su pantalón la cajetilla, sacó un cigarrillo, lo encendió y empezaron a compartirlo.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —Se aventuró él a iniciar una conversación. Pensando en que sería la última vez que hablaría con su puta preferida, su hermosa Irina de cabellos dorados y ojos azules.

—Estuvo bien —dijo soltando el humo del cigarrillo.

Él sonrió y le acarició con el pulgar la rodilla.

—No es sobre sexo que va mi pregunta, es un poco más personal.

—Supongo que podré responder.

—¿De qué vas a trabajar?

—Te lo diré solo si prometes no buscarme, no quiero que esta vida interfiera en mi nueva vida.

—Prometo que no te buscaré... Lo haré solo si tú quieres que lo haga, si estás interesada en hacerme alguna visita a domicilio.

Ella negó con la cabeza y se carcajeó, creyendo que era imposible lo que acababa de escuchar.

—Dejaré de ser puta de manera definitiva.

—No digo que me visites en plan de puta, puedes hacerlo como amiga.

—Está bien, si creo necesario a un amigo te buscaré... Voy a trabajar como agente de ventas en bienes raíces. Así que dejaré de vender mi cuerpo para vender lujosas propiedades.

—Realmente es un gran paso —suspiró liberando el humo del cigarrillo.

—¡¿Un gran paso?! —gritó sin poder creer lo que le decía Edmund—. Es el paso más importante que sin duda alguna daré en toda mi vida, es lo que más deseo... Tal vez algún día pueda optar por tener acciones dentro de la compañía, bienes raíces es el negocio del momento y en esta ciudad está en pleno auge, porque todo ser humano del planeta quiere tener una casa en Miami.

—Sí, supongo que es fácil comprar y vender, tengo la certeza de eso, hace poco vendí la casa de mis padres, tan solo estuvo dos semanas en el mercado.

—Ves, tengo razón. Espero obtener las comisiones suficientes para ganar acciones —dijo con una sonrisa cargada de esperanza.

Edmund le acariciaba el muslo con lentitud, disfrutando de la suave piel que ella poseía.

—No dudaría un segundo en comprarte una casa —comentó mirándola a los ojos, pidiéndole con la mirada que lo besara.

Ella atendió a esa silenciosa petición, regalándole un beso.

—Por esto no te voy a cobrar.

—Espero que no —le mordió el labio con suavidad—. Porque supongo que deben costar una fortuna.

—Realmente no tienen precio —aspiró el aliento de él y le dio un toque de labios—. Pero he decidido dárselos a mi cliente favorito.

—Puedo hacerte otra pregunta.

—Creo que ya no te daré más confianza, pero adelante.

—¿Cuál es tu verdadero nombre?

—April.

—Me gusta mucho más.

—Bien, se ha terminado el cigarro y debo dormir. —Se levantó de la cama, apagó la colilla en el cenicero que estaba sobre la mesita de noche a su lado, agarró de la alfombra el pantalón de Edmund y se lo lanzó—. Vístete.

Edmund miró el escultural cuerpo de April, porque estaba seguro de que era la última vez que lo vería.

Ella se paseó por la habitación y se puso una bata de satén negra, se hizo una coleta, mientras él se vestía sin apartar su mirada de ella.

April sabía que no había nada más de qué hablar, por lo que caminó hasta la radio y la prendió a un volumen muy bajo, mientras esperaba que Edmund saliera de la habitación para poder ducharse, cambiarse e irse a su casa para empezar una nueva vida.

Edmund agarró el condón usado que estaba sobre la mesa de noche y lo lanzó a la papelera, se lavó las manos en la bandeja con agua que estaba sobre la mesa a un lado de la ventana y caminó hasta ella.

Your eyes may be whole but the story I'm told is

Your heart is as black as night

Your lips may be sweet such that I can't compete

But your heart is as black as night...

Casi como un susurró la música se escapaba por los altavoces y April empezaba a tener la certeza de que extrañaría a ese hombre. Deseaba desesperadamente escapar de ese decadente mundo de la prostitución, por fin había encontrado la oportunidad y era inmensamente feliz, pero admitía que en su corazón una partecita estaba doliendo por tener que despedirse de Edmund, solo había pasado tres noches con él, desde hacía dos meses que visitaba el club, pero eso fue suficiente para convertirse en alguien especial. Tenía completamente claro que no podía enamorarse de los clientes porque ellos no se enamoraban de las putas.

I don't know why you came along

At such a perfect time

But if I let you hang around

I'm bound to lose my mind...

—April —se acercó Edmundo posándole las manos sobre los hombros y mirándola a los ojos—. Deseo que en tu nuevo trabajo te vaya muy bien, que realices todos tus sueños... Eres una mujer muy hermosa, eres preciosa; tienes un gran corazón y realmente no mereces esta vida. —Miró a su alrededor—. Aún eres muy joven... ¿Cuántos? Sé qué es una pregunta bastante indiscreta —preguntó por la edad, sin poder evitarlo.

—Te has pasado toda la noche haciendo preguntas indiscretas... aún soy muy joven —fue su respuesta, pero notó en ese rostro bronceado que dominaba la curiosidad—. Veintidós. —Bajó la cabeza, pero él le llevó los dedos a la barbilla, instándola que volviera a mirarlo a los ojos.

—Eres más joven de lo que creía, pero estoy seguro que de ahora en adelante tendrás un futuro brillante.

—Deseo lo mismo para ti, y pon más atención a los estudios, deja un poco de lado a las putas. —Sonrió, pero también retenía al filo de los parpados las lágrimas.

—Prometo controlarme un poco más con las putas. —La abrazó fuertemente por varios segundos y después le dio un beso en la frente.

April suspiró ante el contacto de los labios, en un toque tierno y verdadero, le extrañaba que un hombre no la viera como un cuerpo en el cual simplemente desahogar las ganas y no le mostrara ni un poquito de respeto.

Edmund salió de la habitación y ella se quedó mirando a la nada, mientras la música seguía murmurando.

Cause your hands may be strong

But the feeling's all wrong

Your heart is as black as night

I don't know why you came along

At such a perfect time

But if I let you hang around

I'm bound to lose my mind...


t

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro