La Torre en Llamas
Agarer peleaba flojamente contra Javier y Diego y aún así era superior; Javier le dio un golpe con el mazo en el hombro y el mazo se abolló, quedando inutilizado, luego Agarer realizó un mandoble que cortó la armadura de Javier a la altura del ombligo y le hizo un corte muy profundo, Diego lo apuñalo en la axila y la espada atravesó su hombro, Agarer con su otra mano se la saco como si fuera algo de todos los días, se la quedo viendo un momento y después apuñalo a Diego en el pecho siete veces, luego se fue caminando hacia el Castillo.
En la armeria del castillo, Merkel sostenía la mandíbula del Wyverno con ambas manos, este intentando cerrarla sobre las manos de Merkel, Merkel pateó al Wyverno en el estómago, luego rompió un frasco y con el vidrio roto apuñalo al Wyverno en el corazón, matándolo.
—¡Si! ¡Toma eso dragón subdesarrollado!—Se jactó Merkel al ver su hazaña.
Merkel tomó el frasco de la Flor de Loto y se dispuso a salir de la armería, pero escucho pasos y decidió esconderse detrás de la puerta, luego escuchó dos voces.
—¡Alto demonio!—Ordenó uno, Merkel reconoció la voz de Anderson.
—No lo creo—Respondió la otra, era Ramen.
Anderson atacó con su espada y Ramen solo se movió a un lado, luego, con un movimiento le hizo un corte a su enemigo en el costado.
Anderson ignoró su herida y realizó un giro con su espada, la cual pasó a solo un centímetro del cuello de Ramen.
Ramén cerró su puño y un aura negra verdosa salió de este y también de Anderson, el cual cayó al suelo inmediatamente.
—¿Qué es esto?—Cuestionó Anderson desde el suelo.
—Parálisis, no soy capaz de hacerla frecuentemente, así que sientete afortunado—Respondió Ramen colocando su katana en el pecho de Anderson.
—¡Q...!—Ramem enterró su katana en el pecho de Anderson y posteriormente Agarer llegó al lugar.
—¿Has encontrado al Rey Franco?—Le preguntó Agarer a Ramen.
—No, pero no podrá ocultarse por mucho más tiempo, Alerión lo está intentando localizar con magia—Respondió Ramen.
—Mientras tanto, Galelor me dijo que iba a ir tras dos personas que huían a caballo a Elysium—Comentó Agarer.
—Debemos prepararnos para posibles refuerzos, seguramente no los pudo alcanzar—Advirtió Ramen.
Un aro de luz morada se expandió por el aire, atravesando todo los objetos físicos, excepto uno, una espada.
—No creo que sea necesario, el Rey Franco está en la cima de la Torre Este—Dijo Agarer mientras señalaba en la dirección de la espada.
—Vamos a divertirnos—Finalizó Ramen.
Ramen y Agarer se van con rapidez y Merkel se queda preocupado ya que Galelor va tras Frédek y Anglicabix, mientras que Ramen y Agarer habían encontrado a el Rey Franco, además de eso, no tenía idea de que podría estar haciendo Alerión en este instante.
Merkel tomó la Flor y se fue a buscar a Javier y a Diego para contarles las malas noticias.
Entre tanto Galelor aterrizó en el campo de batalla cual meteoro, atropellando a humanos y orcos por igual antes de detenerse contra una pared, tras unos segundos se levantó con dificultad.
—Esa elfa me agrada—Comentó Galelor mientras se levantaba.
La torre Este tenía una recámara secreta donde el Rey se ocultaba con su familia y los mejores soldados y tenía los alimentos para subsistir por dos meses y un pequeño manantial de agua.
Ramen y Agarer se encontraban en una ardua pelea con cuatro guardias reales cuando sorpresivamente, la base de la torre comenzó a arder, pero no con fuego normal, sino con un fuego mágico que lo consumía todo, incluso las piedras de la torre, esta caería con ellos dentro si no salían pronto.
Por la ventana se podía ver a Alerión haciendo que el fuego subiera con lentitud, además, invocó unos picos gigantes de hielo que atrevesaron la torre, si quedaba alguien adentro, había muerto, el fuego derritió el hielo, dejando los boquetes de los lugares donde el hielo había atravesado, haciendo que la torre colapsará en distintos lugares.
Ramen blandía su katana oscura con una gran habilidad, en pocos segundos habían muerto los cuatro guardias, Agarer entró en la recámara, dejando la puerta abierta con vista hacia la ventana.
—Danos la espada y nadie más morirá—Prometió Ramen.
—¿De verdad creen que caeré con tal vil engaño? ¡Ustedes son los generales de Gil-Garald! ¡La muerte solo sería retrasada!—Exclamó el Rey Franco.
—Es usted un muy sabio Rey, le prometo que será recordado junto a Loriel entre aquellos que pronto llegaran a este mundo—Prometió Agarer.
—¿A que te refieres?—Preguntó el Rey Franco.
—Seres más antiguos y poderosos que Gil-Garald viven bajo la tierra que ahora pisamos, ellos también desean el Fuego Eterno, lástima que no vivirás para verlo—Explicó Ramen.
—Empezemos ya ¿Quieren?—Pidió el Rey mientras desenvainaba su espada.
—Lo que usted diga, Rey—Dijo Ramen.
Los tres generales del Rey Franco entraron en la recámara con la intención de proteger a su rey.
—¡Están rodeados! ¡Levanten las manos! ¡Si no lo hacen morirán!—Avisó el General Emilio.
—La próxima vez que tengas intención de matar a alguien... ¡Hazlo sin avisar!—Recomendó Agarer deteniéndose.
Agarer empujó con una patada al General Emilio por la ventana y cayó gritando sobre el fuego, que subía con lentitud.
Ramen con su katana le cortó el brazo al General Lerian y después le lanzó un shuriken a el General Mirt en el pulmón, le clavó la katana a el General Lerian en el pie y por último remató a el General Mirt pateándolo en la rodilla y haciéndolo caer al suelo. Todo sin que ambos reaccionaran.
El Rey Franco atacó con su espada, era exactamente igual a la del Rey Loriel, solo que esta soltaba un brillo verdoso, mientras que la del otro soltaba un brillo azulado.
La pared posterior a ellos colapsa y cae, dejando un enorme agujero por el cuál se podía ver el campo de batalla.
Ramen y Agarer peleaban contra el Rey Franco, ambos siempre parecían que iban a tocar a el Rey Franco con sus armas, pero el Rey siempre lo bloqueaba con la suya propia, el calor del fuego se empezaba a sentir, Franco chocó su espada con la de Ramen, la katana se rompió en dos pedazos, Ramen se quedó observando los fragmentos atónito; Franco aprovechó para lanzar a Ramen de la torre con una fuerte patada en el pecho.
Ramen estaba siendo consumido por las llamas, pero un Wyverno lo tomó de sus hombros y lo llevó a tierra.
Agarer clavó su espada en la cintura de el Rey, pero la espada de Agarer rebotó haciendolo perder el equilibrio y caer al suelo.
—Armadura de mallas hecha de Mithril—Presumió el Rey.
El Rey Franco piso la mano de Agarer e hizo que soltara la espada, luego lo pateó cuando se intentó levantar y lo hizo caer al suelo, alzó su espada y la hizo caer sobre Agarer, pero la armadura de el Rey se abrió en su pecho y una flecha lo atravesó.
—¿¡Pero...!?—Exclamó el Rey al notar que una flecha logró pasar su armadura.
—Una flecha de punta de escama de Dragón, utilizadas por Galelor, el cuarto general de Gil-Garald—Explicó Agarer.
—¿¡Pe-pero no... No es... Posible...!?—Exclamó el Rey.
—Adiós...—
Agarer tomó la espada de Mitrhil, así como los pedazos de la katana de Ramen, luego empujó a el Rey Franco por el agujero, el cual cayó sobre el fuego, consumiéndose completamente en solo segundos.
Agarer salta y cae sobre un Wyverno, el cuál lo lleva a el campo de batalla donde lo esperan los otros tres generales.
—¿Tienes la espada?—Preguntó Ramen.
—Si, con esta tenemos dos—Respondió Agarer.
—Pero no tenemos idea de donde están las demás—Dijo Ramen.
—Creo que hay una o dos en Isla Lukai—Comentó Alerión—El amo fue por otra en Pueblo Neblinoso, el sabe donde están.
—Debemos de ir a allá con la aprobación de... De Gil-Garald—Rectificó Galelor sin estar muy seguro de lo que hacía.
Alerión los teletransportó a Pueblo Neblinoso y aunque ninguno lo comentó, nadie de entre los cuatro sabía porque obedecían a Gil-Garald, pero los orcos siguieron masacrando a los que encontraban en la ciudad.
Miriam y Valentina continuaban el viaje y con el rítmo que llevaban llegarían a Pueblo Neblinoso en una hora aproximadamente.
—Huele a humo—Comentó Miriam.
—Ay no—Se quejó Valentina viendo hacia el frente.
Muchas columnas de humo negro se levantaban de Pueblo Neblinoso, incluso se oía el fuego consumir la madera de las construcciones.
—Llegamos tarde—Dijo Miriam en un suspiro.
—Tenemos que hacer que el Imperio Varione se entere de lo que sucede, vamos a Aire Silbante—Respondió Valentina—Todo depende de nosotras.
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