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Infiltración en la Residencia de Aluim

—Si... Excepto por un detalle—Avisó Sesmar.

—¿Cuál?—Preguntó Alerión.

—¿Por qué me dispararon una flecha?—Respondió Sesmar con otra pregunta.

—¿Nos habrías escuchado?—Contestó Galelor con una tercera pregunta.

—Buen punto.

—Además, no te disparé—Comentó Galelor—Mira tu rodilla.

—¿¡Qué!? ¿¡Pero cómo!?—Exclamó Sesmar al verse la herida de la rodilla y no ver absolutamente nada.

—Ilusión, la parálisis fue un simple hechizo y el dolor también—Explicó Alerión mientras removía ambos hechizos.

—...

—¡No nos mires así! ¡Sabes que tenía que sentirse real o hubieses huido!—Reclamó Alerión.

Ramen y Agager llegaron trayendo a Frédek a rastras, luego lo aventaron al lado de Sesmar.

—¿Qué pasó?—Preguntó Galelor al ver a Frédek inconsciente.

—No escuchaba y Ramen recurrió a medidas secundarias—Explicó Agarer.

—Qué raro de su parte...—Criticó Galelor.

Una vez despertó le explicaron todo, aunque se mantenía reacio a creer que no era una trampa.

Al día siguiente se despertaron por un lejano sonido que parecía el andar al unísono de cientos de soldados que venían hacia aquí.

—Elfos...—Susurró Ramen y sacando sus katanas. La katana rota había sido reforjada y una grieta roja la atravesaba donde se rompió. Alerión era el que mágicamente la había unido.

—¿Eso es bueno, no?—Dudó Frédek.

—Lo sería, de no ser porque el Rey Aluim, Rey de Galalid, fue asesinado y suplantado por una Lamia—Respondió Agarer.

—¿Eso está relacionado a Gil-Garald?

—Si, divide y vencerás, cuando termine la guerra atacará a las ciudades, tendrá dos espadas más y solo le faltará la que poseemos—Explicó Agarer.

—A propósito, ¿Gil-Garald no los reemplazo?—Preguntó Frédek.

—Si, cuatro nuevos Generales, pero no bajo su control mental, estos lo siguen por gusto, cada uno posee control sobre un elemento, sus nombres son Malrog, antiguo demonio de Fuego, Windeol, etéreo espectro del Aire, Aquirion, un semidiós del Agua y Terramereon, antigua deidad de la Tierra—Explicó Ramen.

Los soldados llegaron a escena y al verlos no dudaron en asesinarlos por el simple hecho de ser humanos.

Los ojos de Alerión se pusieron blancos y una tormenta se formó al instante, rayos caían sobre los soldados y los hacía volar; Agager arremetia contra todo aquel elfo que osara acercarcele; Ramen corría matando y mutilando a todos a lo largo de su paso y Galelor disparaba flechas cuando tenía oportunidad, y cuando no, separaba su arco en dos espadas y luchaba.

A los pocos minutos se disipó la tormenta y los últimos soldados caían bajo la indomable furia de aquellos cuatro.

Una flecha bañada en veneno disparada de quien sabe donde se ensarta en la espalda de Alerión y después unas paredes mágicas se alzaron alrededor de ellos.

—Esto no pinta nada bien...—Comentó Frédek con su caracterísico pesimismo.

Escondite Enano, Isla Lukai...

—¿Por que les dijeron a los enanos que eramos comerciantes?—Preguntó Anglicabix con curiosidad.

—Era más creíble que decir que vamos por ahí luchando contra dragones ¿No crees?—Respondió Merkel.

—Tiene razón—Finalizó Elemor —Nos tomarían por locos o mentirosos seguramente y nos ejecutarían.

Al día siguiente comenzó la realización del plan: Elemor fue al palacio donde fue muy bien recibido, Anglicabix entró como una mensajera de Viento Cortante.

Diego era el asistente personal de Elemor, Galbam entró como un esclavo humano, su función era la de proporcionar mano de obra a la construcción de fortalezas y murallas.

Merkel se quedó con Beol y Duran para planear los siguientes movimientos.

Cada día más y más personas se unían a la causa, incluyendo magos, mercenarios, mujeres, monjes Zaokin, un par de hombres lobo, un vampiro menor y otros seres.

Mazmorras de la Fortaleza de Aluim...

Anglicabix corría a entregarle una carta a el Capitán de la prisión, un tal Morel; al regresar se fijó en una celda mágica en la que reconoció a tres figuras conocidas y tres que había visto desde lejos, una de ellas estaba herida, además, habían varias toallas ensangrentadas en el suelo.

—¿¡Frédek!?—Exclamó Anglicabix al ver a Frédek.

—¿¡Anglicabix!? ¿Qué haces aquí?—Preguntó Frédek sorprendido.

—Estoy metida en una conspiración de asesinato contra el Rey Aluim—Explicó Anglicabix en un susurro.

—El Rey Aluim está muerto, una Lamia tomó su forma—Añadió Sesmar.

—¿Cómo lo saben?—Preguntó Anglicabix.

—Una Lamia enviada por Gil-Garald lo mató hace poco—Respondió Ramen.

Anglicabix mira con rabia a Galelor, el cual se encuentra apenado por lo que había hecho pero igual sonríe al verla.

—Hola asesino—Saludó Anglicabix con rabia a Galelor mientras miraba la cicatriz de su propio brazo.

—Hola bruja ¿Cómo te ha ido?—Respondió este.

—Bien, excepto por una herida en el brazo que me hizo una flecha—Respondió ella con sarcasmo.

—Lo mismo digo, a excepción de una marca en mi pecho—Respondió este y ambos estallaron en carcajadas.

Galelor se levanta y deja al descubierto una quemada blanca como la cal con forma de mano en su pecho, mientras que Anglicabix muestra una larga cicatriz en su brazo.

¿Quién diría que que ese fue el nacimiento de una gran amistad?

Frédek también tenía un poco de rencor a Galelor por lo pasado en esa batalla en la que casi mueren Anglicabix y el.

—¿Podríamos dejar de lado nuestras diferencias por unos momentos? Hay que recuperar la espada—Pidió Agarer.

—El tiene razón, nos quitaron las armas y las armaduras, en este momento Alerión es el más poderoso de nosotros y está herido y sin fuerzas—Explicó Galelor.

—Escuche a un guardia decirle a otro que unas armas y armaduras de gran calidad habían sido llevadas a un almacén al otro lado de la fortaleza—Comentó Alerión con debilidad.

—Intenta averiguar como abrir esta celda—Pidió Sesmar.

—Volveré—Afirmó Anglicabix.

Al día siguiente los dos elfos inflitrados se encontraron.

—¡Elemor! ¿Has averiguado algo? —Le preguntó Elemor a Anglicabix al encontrarselo en la mañana.

—Poco, solo que Aluim atacará Yamaloto dentro de un par de días, ¿Y tú?—Preguntó Elemor tras responderle a Anglicabix.

—Aluim recibió apoyo de el Rey de Miatril, además, necesito saber como se abren las mazmorras, ahí están encerrados dos amigos y cuatro "aliados"—Comentó Anglicabix.

—¿Esos "aliados" como los llamas no serán de casualidad un mago, un arquero, un guerrero y un samurái?—Preguntó Elemor con preocupación.

—Si ¿Por qué?—Dudó Anglicabix.

—Escuche que ellos cuatro solos aniquilaron un ejército de elfos—Respondió Elemor.

—Sabían que eran muy peligrosos—Dijo Anglicabix mostrando su brazo—Pero no sabía que tanto como para asesinar a todos esos elfos.

—Aunque no lo parezca, están muy fuertemente vigilados, no con guardias, sino con magia y máquinas, al igual que la armería y el almacén—Comentó Elemor.

—Debemos actuar rápido—Puntualizó Anglicabix.

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