El Fuego del Dragón
Gil-Garald abrió su boca y lanzó una poderosa llamarada contra la ciudad. Huesos ennegrecidos con metal fundido fue lo único que quedó.
—¡Es una desgracia que solo pueda asesinarlos una vez! —Gritó Gil-Garald antes de lanzar otra llamarada.
—¿¡Cuánto tiempo falta!? —Preguntó Marc a Yiovenni.
—¡Casi estamos listos!
Gil-Garald voló del palacio al colegio de magia y se postró sobre el.
—¡No comprendo porque se niegan a aceptarme como su dios! ¡Ustedes mismos construyen estatuas de piedra de si mismos para perdurar en el tiempo y que todos adoren su memoria! —Reflexionó el dragón viendo las estatuas que Sesmar había mandado a construir —¿¡Pero saben cuál es la única diferencia entre los humanos y los dragones!? ¡Los dragones tienen poder! —Acto seguido lanzó una llamarada de fuego negro que fundió las estatuas en una masa negruzca.
Una wyverno grande cogió a Luis de los hombros y lo voló a gran altura con la intención de dejarlo caer, un kunai atravesó la ala izquierda del wyverno y Luis cayó lastimándose bastante, pero vivo.
—Esa estuvo bastante cerca —Comentó Luis levantándose.
—¿¡Orcos y elfos luchando juntos!? —Exclamó Gil-Garald al ver a los orcos siendo dirigidos por Igliane —¿¡Es que acaso mi visión es tan poderosa que es capaz de hacer que los orcos rehuyan su naturaleza!?
Gil-Garald saltó del colegio y aterrizó sobre los orcos y en pocos segundos asesinó a la mayoría.
—¿Qué hiciste para que los orcos te obedecieran elfo? —Cuestionó Gil-Garald cogiendo a Igliane con sus garras.
—¡Yo...! —Fue lo único que alcanzó a decir Igliane antes de ser aplastado.
—¡Cómo si me interesara! —Dijo Gil-Garald con repudio.
A varios kilómetros de distancia, los soldados bajo las ordenes de Laudrin luchaban contra los monstruos con todas sus fuerzas.
Un elfo a su lado cayó al suelo víctima de una oleada de magia oscura proveniente de una quimera. En cualquier momento el podría morir.
Ahonado a todos sus problemas, una bellísima mujer, dos aberraciones que no deberían existir y un ser humanoide negro gigante se habían sumado a la batalla.
Una de las aberraciones, la que parecía una araña, disparó chorros de ácido contra todos, sin importar que fueran de su bando o del contrario, luego los comenzó a devorar.
—¡Podemos detener a los monstruos, pero no a estos seis grandes! —Avisó un enano atrás de Laudrin antes de ser atravesado por una espada.
Laudrin cogió un hacha grande y trepó una de las patas del cien pies y comenzó a golpearla. La horrible criatura no parecía darse cuenta de que el enano estaba ahí y tras severos minutos lo único que había logrado hacer era una mínima raya de medio milímetro de grosor.
Un tridente atravesó el pecho de Laudrin y lo alzó por el aire.
—¡Oh un fiero luchador! —Exclamó Kyulian acercándo su rostro al de Laudrin —¡Esos tienen un sabor especial!
Kyulian se comió a Laudrin y luego dejó caer su armadura al suelo.
Amel, viendo lo que le acababa de pasar a Laudrin, cogió una ballesta y la disparó; el proyectil atravesó una de las alas de Kyulian, la cual por poco se estrelló al suelo.
—¡Mísero hombre! ¿¡Crees que esa especial armadura que tienes por tu cargo militar te da algún poder!? —Acusó ella enterrándo su arma en su pecho —¡He conocido a tantos como tú! ¡Orgullosos, pero a la hora de la verdad son los más débiles de todos!
Kyulian también se comió a Amel mientras agonizaba, luego siguió comiendo a otros hasta que quedó temporalmente saciada.
De vuelta a Bern, Gil-Garald estaba divirtiéndose matando a personas al azar.
—Cuéntenme, ¿Dónde está Frédek, causante de mi muerte? No lo veo por aquí, ¿Acaso es ahora un cobarde? —Comentó Gil-Garald mientras destrozaba el palacio de Sesmar —¿Y que fue de Miriam y Valentina? ¿Alerión estará escondido en su decadente Colegio? ¿Y Mierl no se atrevió a volver a luchar conmigo?
—¡Alerión murió para traernos aquí! —Respondió Sesmar lleno de rabia—¡Su sacrificio nos permitirá matarte!
—¡Es una lástima! ¡No tienes idea de cuanto anhelaba ser el causante de la muerte de los cuatro! —Exclamó Gil-Garald acercándose a Sesmar —¡De todos modos la forma como utilizé a Ramen lo compensa en sobremanera!
Impulsada por la rabia, Anaid trepó el cuerpo de Gil-Garald con una velocidad asombrosa y enterró su katana en el punto de unión de dos escamas sobre el lomo del dragón.
—¡Magnífico! ¡Has demostrado ser capaz de causarme el mismo daño que un mosquito puede hacerte a ti! —Felicitó Gil-Garald antes de sacudirse a Anaid de encima.
Andrew veía todo esto con curiosidad, Galaiz y Yiovenni estaban haciendo el ritual a pocos metros de donde Gil-Garald se encontraba y el dragón no hacia nada al respecto, incluso parecía estar esperando algo.
—¡DETENGANSE! —Ordenó Andrew mientras corría hasta donde Galaiz y Yiovenni estaban —¡GIL-GARALD ESPERA A QUE TERMINEN SU RITUAL!
El dragón sonrió y le dió un coletazo a Andrew que lo lanzó contra la muralla de la ciudad, que se derrumbó sobre el.
Pasaron varias horas de lucha total cuando se percataron que más monstruos venían desde donde se encontraba la muralla. Los soldados que la defendían habían caído.
Un gigante negro, Shravúk, caminó hasta la ciudad y se postró de rodillas frente a Gil-Garald.
—¿Está listo el pasaje a Darruzal? —Preguntó el gigante sin levantar la mirada hacia Gil-Garald.
—¡En pocos minutos mi siervo!
Naileth disparó su ballesta contra Shravúk, pero las flechas rebotaron en su cuerpo y el gigante la aplastó con un puño.
Luis se acercó corriendo hacia donde estaba Sesmar tras matar a una lamia.
—¡Sesmar! ¡Tenemos que buscar refugio! —Avisó Luis —¡Apenas terminen el ritual Gil-Garald acabará con nosotros!
—¡No moriré escondido!
—¡No es sobre escapar o luchar! ¡Es acerca de parar de pelear para poder seguir después!
—¿¡Y qué propones!?
—¡En la Escuela de Ramen! ¡Hay una sala llena de reliquias que el mismo construyó para proteger esos objetos de cualquier cosa!
—¡Vamos entonces!
Sesmar siguió a Luis, luego se les sumaron María, Anaid, Diego, Elemor, Ludwig, Marc, Nicole y Niriliane.
—¡Rápido entren! —Ordenó Luis al entrar al cuarto de las reliquias —¡Sesmar apurate!
—No puedo hacerlo, lo siento —Dijo Sesmar antes de golpear a Luis en la nariz y cerrar la puerta del cuarto. Luego tiró un estante frente a la puerta, bloqueándola. Todos estaban adentro a excepción de el.
Sesmar caminó y se colocó frente a Gil-Garald.
—¡Gil-Garald! —Llamó Sesmar apuntando su espada hacia el dragón—¡Si tu y tus monstruos se retiran ahora de Bern y de cualquier otra ciudad con la promesa de no volver nunca perdonaré tu vida!
—¿¡TU PERDONARÁS MI VIDA SESMAR!? ¡MIRA A TU ALREDEDOR! ¿¡ACASO TIENES EL EGO TAN INFLADO DE TU VICTORIA HACE DOCE AÑOS QUE ERES INCAPAZ DE ENTENDER LO QUE SUCEDE!? —Reprochó Gil-Garald entre risas.
Las espadas mágicas comenzaron a brillar y un rayo de luz cayó del cielo.
—¡Gracias por hacer el ritual de las estatuas por mi! —Agradeció Gil-Garald —¡No quería tener que volver a empezar de nuevo! ¡En recompensa tendrán una muerte rápida!
Gil-Garald alzó la cabeza al cielo y sus escamas negras tomaron una tonalidad más rojiza, luego hizo acto de lanzar una llamarda, pero en vez de ser fuego, lo que salió de su boca fue magma, cubriéndolo todo y causando la muerte de todo lo que alcanzó, sin importar si estaban a su favor o en contra. Solo Sesmar permaneció ileso.
—¿¡Tienes idea de todo lo que anhelé arrasar todo esto ante tus ojos!? ¿¡Matar a todo lo que saliera de esta ciudad maldita!? ¿¡Reducir a cenizas sus cimientos!? —Finalmente, Gil-Garald lanzó una segunda llamarada de magma contra la figura de Sesmar.
—¡Ahora asesinaré a los dioses falsos de Darruzal!
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