Capítulo 8
Cuando el barco de los mercenarios llegó a nuevas costas, el sol había comenzado a emerger del horizonte con tonos anaranjados y amarillentos que arañaban el agua, a lo lejos, más allá de la marea se abría un amplio horizonte vacío que permitía ver como el cielo se posaba sobre el océano.
En el momento que los ojos de la mestiza volvieron a escudriñar las olas del agua con la mirada, en ella se alcanzó a reflejarse un leve brillo de ilusión, ya que nunca había viajado a paraderos nuevos. Se había criado en la pequeña aldea escondida en el bosque de Eaglorn, lejos de la vista de los humanos con la prohibición de su madre de nunca abandonar la foresta, sin embargo cada día salía a vigilar los pasajes del bosque a observar a los humanos que pasaban a través de él, muchas veces eran guardias que escoltaban a nobles y mercaderes durante su travesía, pero en algunas ocasiones, los soldados de la orden blanca venían a matar a los mestizos más valientes que habían estado asaltando aquellas rutas. Yuri conocía bien lo despiadados que podían ser los humanos, porque vio a muchos de los suyos ser torturados y asesinados en aquel bosque. Ella sabía que tenía el suficiente valor para luchar por los suyos, pero no la suficiente fuerza para salvarlos, había aprendido a usar el arco, pero su madre y hermana dependían de ella porque traía la caza a casa, así que no podía permitirse ponerse en riesgo, y cerraba los puños con ira e impotencia, odiando cada día más a los humanos por haberles obligado a vivir como salvajes en madrigueras y escondrijos.
Volvió en si cuando se alzó la voz de Jessen a sus espaldas. - ¿Disfrutando las vistas?-
Ella desvió la mirada hacia el mestizo sin apartar las manos de la barandilla para asentir levemente con la cabeza.
- He oído que en Olgan hay un mercado muy popular que tiene toda clase de curiosidades, al llegar podríamos pasarnos a mirar y comprar algo.- Señaló con atención en la mirada a Yuri, y notando como se relajaba por unos segundos, en ese corto lapso de tiempo observó su casi imperceptible expresión de sorpresa, la sensación del cuerpo pasando de tenso a libre creo tal sonrisa en su rostro que se volteó para no parecer burlón.
- Tu cuerpo ha hablado. Ya te sientes mucho mejor. ¿Verdad? Pequeña Yuri-
Aquellas últimas palabras la sorprendieron de forma inesperada y un rubor atenazó sus mejillas. – No es algo que haya elegido personalmente.- Alegó.- Más que nada me gusta la idea de tener unos días tranquilos.- Exclamó cruzándose de brazos con orgullo
- Me parece bien, pero primero quiero que veas algo.- Indicó el mestizo. – Acompáñame.-
Intrigada por lo que quería mostrarle, Yuri lo siguió a lo largo de la cubierta del barco hasta la bóveda, y conforme bajaba por las sombras de la escalera escuchó un sonido metálico resonar por el salón, hasta que llegando a su altura observó que las manos de Jessen sacaban de una caja de madera añeja las placas de metal de las hombreras de una armadura ligera de cuero que venía acompañado junto a unas botas, una pechera y unas guanteras también metálicas y con cintos de cuero.
- Se dice que las deidades dracónicas castigaron a los reyes traidores de Leunos por cometer un pecado imperdonable, sin embargo Suneuss quiso darles una segunda oportunidad para satisfacer sus deseos malvados y prometió poder a cambio de su servicio, así que los bendijo con la noble sangre de los dragones, pero estos regentes acabaron rompiendo el voto de lealtad por querer ser más poderosos que él, y siendo malditos y corrompidos perdieron la belleza de su bendición. – Murmuró tranquilamente mientras miraba a la joven.- Durante este período conocido como la Edad de la Luna, una antigua orden de caballeros mestizos caídos conocida como "Crew Codex" al servicio de la bendición de los dragones Ikaruss y Natruss tuvo el propósito de destruir a estas alimañas que seguían arrastrando la maldición de Suneuss con ellas, esta es una de las armaduras que llegaron a utilizar, es ligera y bastante básica, pero cumple muy bien su función, esta envuelta en vendas y una túnica de vendas negras, ellos se especializaban en armas ligeras ya que destacaban por su agilidad.- Añadió ofreciéndosela.
- ¿Cómo la conseguisteis?-
- En un juego de cartas en una taberna cuando uno de los ricachones se había envalentonado demasiado y tuve que ponerlo a raya dándole humillante derrota.-
- ¿Por qué me la das?- Preguntó Yuri mientras recibía en sus manos la armadura, en aquel momento notó el peso de las piezas de metal y tuvo que hacer fuerza para sostenerlas
Él respondió con una sonrisa y luego dejó una mano sobre el hombro de Yuri - Nuestro mundo es un lugar hostil y bailarás con la muerte más veces de las que quieras, por eso tendrás que estar siempre preparada y con la guardia en alto. – Señaló amablemente. - Pruébatela, ahora es tuya.- Le pidió amablemente
- ¿Pero cómo se pone esto? – Le preguntó confundida al mestizo, este se puso detrás de ella para tomar el peto y colocarlo, y mientras lo abrochaba sus ojos se cruzaron durante un largo segundo,y por un momento a Yuri se le resbaló una pieza de metal que Jessen agarró en el aire.
- Cuidado.- Dijo temerosa.
- ¿Cuidado de que? ¿de que te guste?- Respondió mientras le ajustaba la armadura
entonces los sentimientos que presionaban en el pecho de Yuri le causaron un tejemaneje de pensamientos que explotaron cuando apartó las manos de Jessen para volver a quitarse el peto, ella se giró hacia él mientras se escuchaba el ruido metálico de la pieza al tocar el suelo y atrapó su cuello con sus brazos para robarle un beso en los labios. Aquello sorprendió al mestizo, medianamente confuso y muy sorprendido conforme la levantaba de las piernas, quiso mantener aquel beso para complacerse, cargando con ella hasta la puerta para cerrarla con pestillo de manera precavida, finalmente la puso contra la pared terminando del beso, relamiéndose los labios por el delicioso sabor de su boca
- No sabes ponerte la armadura pero si quitártela.- Bromeó deslizando su índice sobre el filo de la barbilla de la mestiza.
En ese momento el rostro enrojecido de Yuri se iluminó con una tímida sonrisa, inclinándose hacia delante, volvió a unir sus labios con los de Jessen en un suave beso y jadeó cuando el mestizo bajó hasta su cuello para marcarlo con un chupetón. Cuando Jessen la puso de pie, sus manos la terminaron de desvestir para encontrarse con sus pechos, recibiéndolos después con su lengua hasta humedecerlos.
Ansioso de probarla, la volvió a cargar hasta la mesa, usando su apéndice de serpiente para arrojar al suelo todo lo que tenía encima. Apoyándola sobre la tabla, se puso sobre ella y le abrió de piernas, volviendo a unir sus labios con un profundo beso más ardiente y pasional que el anterior. Animado por la situación, Jessen se desabrochó el cinturón y se deshizo de su ropaje inferior, pero al levantar la mirada, vio a Yuri con un brillo de preocupación en los ojos.
- No te preocupes, la mayoría de mi mestizaje es estéril, yo soy estéril.- Señaló para calmarla.
Él le sujetó las manos amablemente y las atrapó contra la mesa cuando se hundió en ella, callando poco después sus gemidos con un beso, empujando sus caderas contra las de ella. Cuando sostuvo la cintura de la mestiza con las manos para mantener el ritmo de sus embestidas, necesitó mantener la concentración a pesar de que los dedos de Yuri se clavaban en su espalda con fuerza. Él le miraba con sus ojos afilados en una expresión tosca mientras poco después llevó una mano a la cabeza de Yuri para tirar de sus cabellos, pareciéndole la mirada de la mestiza profundamente lasciva por el dolor que le causaba y el verle sucumbir de esa forma lo desató plácidamente y mordisqueó sus pechos mientras aprisionaba nuevamente su boca con un beso. Preso del placer, levantó ligeramente su espalda con una mano para endurecer sus movimientos y su otra mano jugueteó con uno de sus senos hasta dejarlo enrojecido, arrancándole un gemido placentero cuando se hundió profundamente en ella y llegó al climax.
Unas horas más tarde Yuri se puso la armadura con la ayuda de Jessen, en aquel momento notó que su movilidad había sido reducida a causa de la carga que ahora soportaban sus brazos y piernas, del mismo modo sentía su cuerpo más pesado.
- Supongo que tendré que acostumbrarme a esto.- Se dijo conforme subía lentamente las escaleras que llevan a la cubierta con pasos cortos y torpes, nada más llegar, Otto alcanzó a cruzarse con ellos mientras iba ajustando las velas del barco, sorprendiéndose por el nuevo aspecto, únicamente miró a Jessen sonriendo
- No sabía que era tan complicado ponerle una armadura.- Insinuó antes de seguir con su trabajo
Aquellas palabras cayeron sobre Yuri como un cubo de agua fría y la mestiza se puso como un tomate mientras miraba de soslayo a Jessen sonriendo.
- Esa armadura no te servirá mucho contra ataques contundentes, protege bien los puntos vitales, pero es muy ajustada y sus roturas podrían perforar tu cuerpo.- Observó Serona al acercarse a ellos después de haberlos estado viendo. -Ya veo que Jessen se ha encaprichado con darte regalos, debe ser porque todavía te ve la más vulnerable de la banda.- Añadió seriamente.
Aquel comentario molestó a Yuri, pero ella sabía perfectamente que probablemente Serona tenía razón, ya que era la menos experimentada en el campo de batalla y su fuerza era inferior a la del resto, pero quería demostrar lo contrario, dejar de ser un peso muerto para convertirse en la fuerza que sigue de pie en los peores momentos. - ¿Otto con qué luchas?- Le preguntó.
- Uso un martillo de guerra pesado.-
- ¿Puedes préstamelo por favor? - Pidió
Un poco confundido por aquella petición, se rascó la nuca levemente.
- Si, supongo que puedo. – Comentó quedando en silencio una vez más mientras iba a por el arma que tenía apoyada sobre una de las columnas del barco, aquel martillo era tan grande como medio cuerpo de Yuri, y a pesar de ello Otto lo sostenía con una mano, cuando acercó el arma a la mestiza y ella recogió el mango con las dos manos, en el instante que la soltó, el peso del arma la empujó hacia el suelo e incapaz de aguantarla causó que la cabeza del martillo chocara ruidosamente sobre la madera.
- Tampoco hacía falta que lo demostraras.- Suspiró Serona con desaprobación.
- Dame unos días.- Escupió Yuri haciendo fuerza por levantar aquel martillo, pero apenas se movía del suelo pareciendo hasta que este estaba clavado en el mismo. – Y seré más fuerte que tú.-
- Pides demasiado, chica.- Exclamó la mestiza con una carcajada.- Pero está bien, puedes intentarlo.- Dijo desinteresada despidiéndose, y al verla irse, Otto también procedió a despedirse para regresar al camarote sin atreverse a decir nada más.
. . . . . . .
El sol comenzaba a ocultarse cuando todavía Yuri, incansable en su esfuerzo por alzar el martillo estaba sudando de la fatiga y sus manos temblaban de dolor por la terrible presión en la que estaban sometidas, pero a pesar de ello el único dolor que ella realmente sentía era que seguía sin alzar apenas un milímetro el arma del suelo. En un nuevo intento de usar todas sus fuerzas para lograrlo, utilizó la energía que le quedaba para levantar aquel pedrusco, tiró hacia arriba de nuevo pero un traspié hizo que el martillo cayera de lado al suelo, haciendo todavía más difícil el próximo intento de levantarlo. Yuri se dejó caer igualmente con el cuerpo rendido, maldiciendo no estar logrando su cometido.-
- ¿Ya te has rendido? – Preguntó Jessen desde el barandal de la torre de proa.
- Jamás.- Exclamó Yuri levantándose trabajosamente del suelo y puso sus manos en el mango del martillo.
- Lo sugiero, vas a lesionarte por sobrecarga.- Advirtió mientras bajaba hasta llegar a su altura
- ¡No me jodas!- Exclamó con un grito lleno de ira, esta vez cerró los puños con fuerza sobre el mango. No podía permitírselo, fallar en aquel propósito podría ser lo mismo que ser incapaz de dar la talla en una batalla y no poder ayudar a los suyos al no ser lo suficientemente fuerte. Ella cargó el mango con rabia y sus dedos se clavaron a su alrededor con la idea de lograrlo, se echó hacia atrás y con un grito finalmente logró levantar el martillo por encima de su cabeza, sorprendiendo a Jessen de forma inesperada.
Pero el martillo cayó hacia atrás y con él la mestiza y Jessen tuvo que interferir finalmente para atraparla sujetándola de la espalda para que no chocara contra el suelo.
- Pero vamos a ver, chiquilla. ¿Tú de dónde has salido? – Preguntó Jessen asombrado apartándose de ella por respeto.
- Chúpate esa Serona.- Soltó únicamente ella con aires de victoria – Ahora solo quedan 49 veces.- Indicó procediendo a ir a por el martillo de nuevo, aquello terminó preocupando al mestizo, y este la paró sujetándole de los hombros.
- Escúchame, Yuri, ya es suficiente.-
- ¿Qué ha sido ese ruido?- Preguntó Serona conforme salía del camarote y vió el martillo tumbado en otro lugar con unas roturas sobre el suelo de la madera donde había caído. – ¿Realmente pudiste levantar el martillo?- Observó incrédula. Otto escuchando aquello, se asomó risueño y miró la escena entusiasmado.
- JAJA, parece que tenemos a un bravo guerrero, ni siquiera Jessen ha podido levantar mi martillo.- Exclamó a carcajada suelta.
Aquel reconocimiento alegró a Yuri y significó mucho para ella, ahora sabía que podía lograr cualquier cosa que se propusiera, pero al relajarse sintió una extraña sensación de mareo y se le nubló la vista, le temblaron las piernas y el aire que respiraba se volvió frío hasta que sintió que se caía de nuevo y todo se volvió oscuro.
. . . . . . .
Yuri despertó más tarde en una de las camas del interior del camarote junto a un plato de comida de arroz condimentado con verduras silvestres, miel de hadas y soja marina, ella oliendo la comida, se incorporó hambrienta a devorarla usando los cubiertos que había encontrado al lado, y como no había visto a Jessen sentado en uno de los bordes de la cama, al escucharle hablar se asustó frenéticamente escupiendo los granos de arroz en el aire.
- La próxima vez que pongas a prueba tu resistencia procura haber comido antes.- Le advirtió Jessen mientras se acercaba a besarla, y como él había estado leyendo un libro al cerrarlo le dio un ligero golpe en la cabeza. – -Boba.-
- ¿Quién preparó esto?- Preguntó Yuri volviendo al ataque con su plato de comida – Está delicioso.- Exclamó
- Lo cociné yo, en fin tanto Otto como Serona me estarán esperando en la cubierta.- Dijo levantándose para abandonar el salón. Sin embargo la mano de Yuri lo retuvo atrapando la tela de su camisa.
- Por favor, enséñame a entrenar, quiero aprender de una vez a luchar.- Le pidió clavando sus dedos entre las honduras de su ropaje
Sorprendido, Jessen desvió la mirada hacia ella negando levemente ante su dramática actuación – No se aprende a blandir la espada en un día, pequeña.- respondió riendo levemente mientras acariciaba su mejilla con una mano y cuando vio que la joven se había calmado, caminó lentamente hacia la salida, cerrando la puerta detrás de su espalda.
Quedándose sola de nuevo, Yuri se asomó por una de las ventanas del camarote para ver el mar y su belleza, y cuando comenzó a escudriñar con la mirada en el horizonte, llegó a vislumbrar la silueta de las torres y castillos más altos de Olgan, el reino de los mestizos, podía observar los tejados que coronaban sus torres oscuras como el azabache y las aves oscuras que las sobrevolaban apelmazándose entre ellas.
- Ya hemos llegado.- Murmuró conteniendo la emoción, y la satisfacción de conocer un lugar nuevo activó todos sus sentidos. Animada, agarró la daga de Jessen para entrenar el dominio de sus ataques, golpeando el aire con el arma ligera como si de una batalla contra un contrincante se tratara.
Cuando más tarde salió a la cubierta, el barco ya estaba llegando al reino, por lo que pudo observar más a detalle sus edificaciones. En aquellas torres oscuras de aspecto gótico tardío podía distinguirse un esculpido dracónico de escamas en sus paredes, y en las esquinas de los tejados aparecían construcciones de gárgolas monstruosas que transmitían una mirada agresiva y amenazante, del mismo modo también lucían colgados entre las paredes banderines con el emblema de un uroboro expuesto en ellos. A pesar de la grandeza y el poder que reflejaba el reino, vio sobre una de las más grandes rocas de la costa a una fila de cadáveres humanos ahorcados en plena descomposición que eran picoteados por cuervos hambriendos , aquella atmosfera se tornó oscura un sentimiento de alerta creció dentro de ella, haciendo que cirniera su puño sobre el mango de la daga de forma inconsciente.
- ¿Preparada para la aventura?- Le preguntó Otto al bajar de la torre de proa cuando abandonó la charla junto a Serona y Jessen, quienes todavía seguían hablando entre ellos, la mestiza guepardo pareció lanzar una rápida mirada hacia ella y la dureza que vio en ella acabó inquietándola.
- ¿Si, cual es el plan?- Preguntó devolviendo la atención al mestizo osuno
- De momento Jessen dice de mapear el reino en busca de curiosidades, el resto depende de lo cómo vaya la cosa, imagino.- Dijo algo dudoso rascándose la nuca levemente – Más tarde subiremos al castillo para hablar con la corte del rey sobre nuestra siguiente misión, aunque sobre eso ya no se mucho, pero tiene pinta de ser importante por cómo nos lo explicó Jessen.-
Al levantar la vista, el mestizo emitió un sonido de sorpresa y por reflejo subió a la zona del timón.
La mestiza se giró hacia donde había acabado la mirada de Otto antes de irse y vio a dos guardias cuyos rostros se ocultaban bajo la sombra de sus capuchas, ellos iban armados con ballestas esperando pacientemente en el astillero a la llegada del barco. Cuando este alcanzó las proximidades del muelle, uno de ellos alzó la voz.
- Jessen Park, líder de la Resistencia de Briateno.- Señaló mientras alzaba su libro de anotaciones y comenzaba a escribir entre sus páginas. Entretanto se adelantaron al resto del grupo Jessen y Serona para bajar hasta la cubierta para recibirles con una bolsa de monedas.
-Don Corvo nos alertó de vuestra llegada – Señaló el guardia con voz baja para que solamente él y Serona pudieran escucharlo. - Dijo que también quería conocer a vuestra invitada.- Agregó seguidamente conforme cerraba el libro, y al alzar la mirada vio la fugaz expresión de preocupación del mestizo. – ¿Sucede algo?- Preguntó frunciendo el ceño.
- De acuerdo.- Señaló conforme entregaba la bolsa en la mano de su compañero.
Cuando los guardias se marcharon el grupo se centró en amarrar el barco al puerto, Yuri dejó la última de las cuerdas atada al cabo y se juntó al grupo de Jessen para ver lo que hablaban entre ellos.
- ¿Cómo pudo darse cuenta de que venía con nosotros? –
- No lo sé.-
- ¡Tenemos que dejarla en el barco!-
- Imposible, él ya dio una orden.-
- ¿Qué sucede?- Preguntó interrumpiendo abruptamente la conversación
- Yuri...bonita, volviendo al tema, ¿te hace ilusión pasarte primero por algún mercado de reino?- Le preguntó finalmente Jessen con una media sonrisa
- Claro –
- ¿Pues a qué esperamos? Vamos a echar un vistazo- Exclamó mientras la tomaba de la mano para llevarla consigo, mientras tanto Serona y Otto fueron detrás de ellos para alcanzarlos. Cuando llegaron a la altura de la calle principal fueron rodeados de extraños enmascarados ocultos bajo diferentes rasgos de animales, aquellas figuras se deslizaban a lo largo del andén con facciones inexpresivas y sombrías, moviéndose entre ellos con un silencio implacable que rozaba lo sepulcral.
- ¿Quién es toda esta gente? – Inquirió Otto cada vez más confundido por el lugar donde habían ido a parar
- Parecen fantasmas.- Respondió Serona igual de confundida que el mestizo osuno
- Son residentes.- Exclamó la voz quebrada de un viejo cojo enmascarado con una careta de chimpancé que portaba un ostentoso carrito de máscaras en mitad de la calle. – Y vosotros extranjeros, ay de vosotros, comida para bestias vais a ser.- Exclamó en un lamento.-
- ¿Qué quieres decir?- Le inquirió Jessen acercándose a él
- Mirad al cielo y lo veréis.- Exclamó señalando con su mano arrugada a los tejados de lo alto de los edificios- Las Kraitas, esas bestias sanguinarias que moran sobre estas torres fueron creadas para atacan a cualquier criatura que tenga la más mínima facción humanoide. - Explicó con una viva imagen de terror y de forma inexplicable se puso a reír. – Ellas se mueven en la oscuridad, huelen la sucia carne humana y la acechan... ¡Y luego le dan caza y le sacan las tripas!-
Aquella descripción heló la sangre de Yuri y se le hizo un nudo en la garganta, cuando desvió la mirada hacia sus compañeros vio que en sus rostros de preocupación se reflejaba un sentimiento parecido, y aquello terminó poniéndola en guardia, descansando su mano cerca del cinto de su daga mientras buscaba entre los tejados algún indicio de aquellas bestias.
- ¡Comprad mis máscaras, compradlas! Y encontrareis la salvación.- Gritó – Están bendecidas con el poder del círculo divino, funcionarán, ohh si claro que funcionarán.-
- Está bien, dame cuatro.- Respondió Jessen mientras sacaba de sus bolsillos unas cuantas monedas y luego escogió las máscaras para sus compañeros.
- Mil gracias, que el círculo divino os bendiga.- Balbuceó con agrado recogiendo el dinero.
- Tomar poneros esto.- Indicó Jessen mientras entregaba las máscaras a Otto y Serona, luego se acercó a Yuri y cuidadosamente se la equipó en el rostro. – Mira, esta es de conejo, te queda bien.- Dijo sonriendo, y aquella sonrisa que reflejaba una mezcla entre tristeza y alegría acabó sonrojando el rostro de Yuri, bajando poco después la mirada antes de que fuera oculta bajo la sombra de la máscara. - Vamos entonces a buscar el mercado.- Señaló con un gesto en la mano. – No os separéis mucho.-
El resto del grupo siguiendo las indicaciones de Jessen atravesó la calle principal rodeada de gente hasta vías más encrucijadas y callejones sombríos, y ellos mismos pudieron comprobar que las sombras parecían tener vida propia y que por instinto se acumulaban cada vez más entre el suelo y las paredes conforme se adentraban en las entrañas del reino. De vez en cuando veían manchas negras desplazarse fugazmente sobre los tejados y sin emitir el más mínimo ruido desaparecían entre la oscuridad de la misma manera que las habían visto llegar, transmitiéndoles una constante sensación de amenaza y acecho.
- No me puedo creer que esto sea lo normal entre la gente de Olgan.- Sospechó Otto con un brillo de inquietud en su mirada al observar a las criaturas que se desplazaban sobre sus cabezas.
- Tendremos que acostumbrarnos el tiempo que vayamos a estar aquí.- Respondió Jessen desde la inexpresividad de las facciones de su máscara.
- Ya estoy deseando irme.- Expresó con desagrado Serona mientras se ajustaba su máscara por lo incómoda que le parecía. – Ocultándonos los rostros para que no vengan a matarnos a sangre fría ¿qué clase de vida es esta?
Entretanto Yuri permanecía en silencio detrás del grupo, observando de tanto en tanto a los cuervos que merodeaban las calles entre la gente, y sus graznidos resonaban en sus oídos constantemente con la impresión de que cuchicheaban entre ellos.
- Ey, ese sebe ser el mercado.- Avisó Jessen al ver una calle más ancha llena de dos grandes filas de puestos por donde pasaba la gente a mirar. Cuando se aproximaron, un profundo olor metálico invadió sus fosas nasales, encontrándose después con puestos que comerciaban cráneos humanos en mitad de su descomposición, aunque también aparecían lenguas pálidas cortadas llenas de gusanos, huesos roídos y algunos de sus órganos expuestos en cajas y frascos.
- ¡No temáis! – Exclamó el comerciante al verlos pasar. – Las bestias solamente quieren a los humanos cuando su corazón todavía late, ellos odian el olor a lo putrefacto.- Señaló voz chillona
Incapaz de aguantar el asco, Serona se apartó a un lado y se quitó la máscara para vomitar.
– ¿Pero que es todo este sin sentido? – Exclamó con los ojos vidriosos mientras se limpiaba la boca con un pañuelo.
- ¿Para que querría usar la carne humana? – Inquirió Yuri al comerciante con un claro gesto de incomodidad
- ¡Joven niña! Los humanos son un excelente material para pociones y encantamientos, y para los más exquisitos un excelente manjar, su carne permanece blanda y fresca incluso unos días después de morir.
- Mejor vamos a seguir avanzando.- Interrumpió Jessen descansando su mano en la espada de Yuri para apartarla del puesto.- Deben ser prisioneros de guerra.- Observó mientras caminaba junto al resto del grupo, y conforme avanzaron a lo largo de los tenderetes del paraje, se encontraron una gran variedad de artefactos en venta relacionados con la magia y el ocultismo.
- ¿Cómo lo sabes?- Inquirió Yuri
- Por sus marcas, solamente los soldados de la orden blanca llevan tatuado en la frente el círculo de Beneduss.- Respondió
- ¡Como te atreves a faltar al respeto al Gran Soberano Norgad!- Exclamó un guardia en mitad de la calle
- ¡Por favor tened piedad!- Exclamó de repente el mestizo con los ropajes roídos que estaba arrodillado en frente suya. – Solo estaba pidiendo un poco de limosna, ya no tengo para mantener a mi familia.-
En respuesta a su súplica, el guardia le lanzó un puñetazo en la cara que lo tumbó contra la acera.- ¡Silencio! Al Gran Soberano se le nombra como es debido, incluyendo a la chusma que se arrastra por sus calles.-
- Tenemos que ayudarle.- Dijo Yuri enfilándose hacia ellos con la mano en la daga. Sin embargo Jessen la retuvo agarrándole del brazo.
- No está en nuestras manos.- Negó el mestizo
- ¿Y qué hay de la Resistencia de Briateno?- Exclamó enfadada
- Solo somos mercenarios, recuérdalo.-
Aquello enfureció a Yuri, apartando su brazo de un tirón mientras observaba con impotencia como los guardias arrestaban aquel mestizo y se perdían entre la multitud.
Cuando dejaron atrás el mercado para seguir caminando por las calles sombrias del reino, acabaron topándose con unos soldados que interrumpieron su camino, y estos no se mostraron tan amables como los primeros con los hablaron en el barco.
- El Gran Soberano Norgad solicita ahora vuestra audiencia.- Señaló el más alto con una voz ruda
Escoltados por ellos, el grupo fue conducido hasta lo alto del monte encontrado en mitad del reino donde se aposentaba el castillo de Norgad, soberano de Olgan. Allí subiendo una enorme escalinata, una gran fila de soldados armados custodiaba la gran puerta conformada por un arco ojival que estaba decorado con formas dentadas de dragones, sus murallas, oscuras como la noche se extendían con una magnitud que reflejaba soberanía y monumentalidad y sus torres apuñalaban el cielo con las agujas de sus tejados. Desde lo alto de aquellas torres las estatuas que las decoraban tenían formas monstruosas y afiladas que parecían vigilar con una rabia contenida a todas las personas que entraban en tan gran tenebroso palacio.
Cuando entraron a través de la gran puerta, siguieron el camino de un amplio pasillo de mármol blanco con decoraciones exóticas y los mismos banderines con el emblema del uroboro expuesto con un orgullo latente entre sus paredes. Al llegar al final del camino, se encontraron frente a ellos una enorme sala de techo ovalado hecho de obsidiana conformado de pilares cuya estructura los unía de forma circular en el techo, una gran estatua en el centro con forma de dragón oscuro se alzaba con soberbia ante los recién llegados, y bajo su sombra descansaba el trono del soberano con una escalinata bajo sus pies ocupado por Norgad con Don Corvo a su izquierda observando a los recién llegados, cuando sus ojos se cruzaron con los de Yuri, la mestiza se estremeció y sintió un profundo escalofrío que le heló la sangre, recordando con terror su último encuentro.
- No puede ser...- Susurró con la mirada congelada
En cuanto al rey, a pesar de la atención que mostraba hacia el grupo de Jessen, reflejaba una imagen de desinterés en su rostro.
- Gran Soberano Norgad, La Resistencia de Briateno se presenta ante usted.- Avisó el soldado que los había acompañado
El rey cuya vejez había marcado su rostro, llevó una mano hasta el filo de su barba mientras desplazaba sus ojos cansados hacia los presentes, tras un largo silencio alzó una voz que hizo eco en toda la sala real.
- Asi que vosotros sois la Resistencia de Briateno.- Observó el monarca – Muy bien, hablarme de lo que habéis hecho.-
- Fuimos hasta el norte de la capital de Eaglorn para buscar a los mestizos que sobrevivieron a los asaltos de los humanos.- Respondió Jessen.- Esta vez tuvimos un enfrentamiento directo contra la orden Blanca y sufrimos cincuenta bajas, sin embargo garantizamos al refugio de Misgrit una cantidad de ciudadanos superior a las anteriores veces.- Añadió
- Los ataques son cada vez más constantes hacia los mestizos.- Observó el rey con cierta impasibilidad y desprecio en su voz y desvió la mirada hacia Don Corvo.- ¿Y eso supone un problema para nosotros?-
Don Corvo atendiendo a su pregunta, colocó sus brazos por detrás de su espalda cuando comenzó a caminar alrededor suyo y miraba al suelo formulando una respuesta que había calibrado con rapidez.
- Aunque los ataques de los humanos están siendo más constantes hacia las rutas de los refugiados, no suponen un problema para nuestra integridad, nuestras defensas constan como fuerza principal bestias entre las cuales se encuentran las Kraitas y Yutrox. El grueso de nuestra defensa consta de más de cincuenta legiones de soldados, entre ellos magos y paladines lo suficientemente preparados para repeler el ataque de los humanos y devolver una contraofensiva aplastante. Al mismo tiempo contamos con robustos muros preparados estratégicamente para defender contra sus proyectiles.-
- Entonces supongo que todo está en orden.- Respondió el rey
- Por supuesto su majestad.- Respondió.- Pero solicito hacerme cargo de la Resistencia Briateno.- Pidió.- En privado.- Añadió
El rey solo asintió con la cabeza y Don Corvo bajó por la escalinata descolgando encima de todos. Una vez cerca de ellos, miró de soslayo a Yuri durante unos segundos y paró al lado del grupo para mirar a Jessen conforme ocultaba una mueca casi imperceptible.
- Esta historia no se va a repetir, ¿verdad?- Preguntó
Jessen esta vez no pudo responder al sentir la fría mirada de Don Corvo sobre él, sus ojos permanecieron clavados en el suelo.
- Os estaré esperando en mi bastión de los Silentes.- Avisó alejándose.
Incluso cuando el mestizo se apartó de ellos, Jessen sintió una horrible sensación de seguir siendo observado y sus músculos comenzaron a entumecerse del miedo, alzó la vista hacia el rey y vio que él ya estaba tratando otro asunto con uno de sus lacayos, finalmente suspiró de preocupación, bajando la mirada hasta que se oyó el rechinar de la puerta al cerrarse.
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