Capítulo 1: Contra Nos
Contra nosotros
El canto de las aves dio los buenos días a las mestizas de la sencilla casa que se ocultaba en el bosque. Hoy Nene, una joven con orejas de conejo, piel marrón y cabellos blancos se levantó antes que su madre y hermana y se asomó frente a la ventana de la humilde habitación que tenía vistas de la granja para idearse que tareas hacer durante el día.
Esta vez tenía planeado sorprender a su madre, ya que esta estaba preocupada de que su marido no hubiera regresado desde hace meses de su trabajo de mercader, aquello provocó que fuera decayendo en la tristeza hasta que sus ojos empezaron a hundirse y las ojeras marcaron su rostro, había perdido el sueño durante varios días seguidos y su característica alegría y carácter fueron apagándose. Muchas noches la había visto despierta, esperando su regreso frente a la puerta de la casa hasta que su aguante llegaba al límite.
Procurando no hacer ruido, Nene bajó desde el segundo piso por las escaleras y salió al jardín de la casa para recoger flores, y se alejó hacia las profundidades del bosque, y mientras que preparaba un ramo entre sus brazos su sonrisa se iba ampliando, pero en seguida se le cruzo la idea de recolectar unas relucientes flores azules de cientos de pétalos entrecruzados que vio en lo alto de una colina en uno de sus paseos. Dispuesta a añadirlas al ramo, escaló hasta la cima y comenzó a arrancarlas de una a una. Casi habiendo terminado su trabajo, oyó el relinche de unos caballos a lo lejos de las montañas que hizo eco entre los arboles, aquello la detuvo y miró con curiosidad la procedencia del sonido, ensimismada en su curiosidad no se había dado cuenta de que una presencia se había acercado a su espalda y puso una mano sobre su hombro que le arrancó un grito que fue enmudecido con otra mano.
— Te has alejado mucho Nene.— Susurró sobre su oreja.
» Recuerda que todavía vivimos en la tierra de los humanos, Eglorn no es nuestro hogar, tenemos que estar juntas y vivir ocultas, no puedes ir por ahí libremente o harás que nos encuentren y nos maten.
La mestiza se separó de su hermana habiendo reconocido aquella voz familiar .
— ¡Yuri! ¿Porqué me has seguido? Se cuidar perfectamente de mi misma.
— Reprochó presionando el ramo contra su pecho.
— No, no lo sabes, Aila me ha puesto a cargo de cuidarte desde que te quedaste atrapada en una trampa de humanos, por suerte pude encontrarte a tiempo siguiendo tu patoso rastro de huellas. — Añadió.
»Tienes suerte de que llegué primero para sacarte de ahí antes que ellos. - Señaló apuntando su rostro con el dedo acusador .
» Pero luego tuvimos que estar dos semanas ocultas en la casa rezando a Suneuss por que no nos encontraran, ya que obviamente los humanos iban a volver y iban a ver que su trampa había saltado.
— Por favor, podría haber sido cualquier otro animal. — Se defendió Nene levantando una mano mientras esbozó una sonrisa torcida.
»¡incluso puede haber sido un corrupto! siempre han habido corruptos por el bosque, el otro día vi un Korokroko.
— ¡No seas estupida! esa trampa está hecha específicamente para los mestizos, ni siquiera te has parado a estudiar su mecanismo como lo hice yo. Tienen huecos preparados con las medidas del pie de un mestizo promedio, por eso se activó cuando pasaste por encima y liberó un sistema de cuerdas de acero que te dejó colgando como una araña por al menos dos horas.
— No hace falta que digas tantos detalles.
— Es verdad, mejor vámonos a casa antes de que pierda la paciencia y...- Levantó su mano en gesto de golpe sobre la cabeza de su hermana, pero se detuvo dando un suspiro.
» Anda vámonos.
Cuando las dos mestizas llegaron a casa, Aila se encontraba también despierta regando las flores de en frente de la humilde casa, sus largos cabellos coronados por orejas de conejo estaban recogidos en un moño, y solo unas pocas greñas rebeldes se deslizaban hasta su cintura. Tenía unas grandes gafas redondas que reflejaban la dulzura de su mirada , y cuando vio llegar a sus hijas sonrió.
— Mamáaaa. — Exclamó Nene corriendo hacia ella para abrazarla y entregarle aquel ramo de flores de distintos colores y especies.
— Oh, que lindo. — Observó mientras lo recibía, y por unos segundos acarició sus pétalos delicadamente.
» ¿Te habrás ido a dormir temprano verdad? - Preguntó descansando una mano sobre su cabeza.
»Luego si tienes fatiga te costará más tiempo realizar las tareas del día.- Añadió mientras jugaba con las orejas de Nene.
— ¡Sí! Y también he dado de cenar a La Vaca antes de dormir. — Señaló mientras el mugido del animal resonaba desde el establo como si supiera que estaban hablando de él.
Ante aquello, Nene fue a por un cubo de madera que había junto a la entrada de la casa y corrió hacia el establo.
— Voy a darle los buenos días! — Exclamó alegremente con una marcha rápida y distraída que acabó acarreándole un tropiezo con unas de las ramas que había por el suelo.
— Esta niña es demasiado torpe.- Indicó Yuri después de llegar detrás de ella.
— Oyeee, que te he oído. — Saltó Nene con una mirada avergonzada, llena de timidez recogió el cubo que había rodado por el suelo antes de reanudar su recorrido.
— Tienes que tener paciencia con tu hermana, ella siempre ha sido muy espontánea. — Pidió Aila con su rostro marcado por los días de insomnio, aquello preocupaba a Yuri, ya que a veces tenía la sensación de que también estaba cuidando de ella.
— Ya que papá no a vuelto, dentro de unos días tendré que volver a buscar comida por el bosque porque se están agotando nuestras reservas ¿Sabes algo de él? — Inquirió Yuri dirigiéndose a su madre con atención.
— Llevamos mucho tiempo sin saber de él desde su última salida, pero seguro que regresará, solo hay que seguir esperándole. — Deseó dirigiéndose al interior de la casa para colocar las flores en un pequeño recipiente de madera lleno de agua que dejó sobre la humilde mesa que decoraba todo el pequeño salón. La madre sonreía mientras sus yemas tocaban el grabado de madera de flores y hadas que Nene había tallado hace unos años.
»Quizás hasta lo encuentren los otros mestizos que viven también escondidos por el bosque, de vez en cuando algunos de ellos se acercan a la casa a traer noticias de los humanos, dicen que están otra vez en guerra contra los mestizos, pero se que volverá. - Mientras hablaba una sombra de incertidumbre cubrió su rostro, dejando claro que ella tampoco estaba del todo convencida de sus propias palabras.
— Los humanos están cada vez más cerca, desde que se atrevieron a dar caza a los corruptos que los mantenían alejados del bosque han perdido el miedo y se han adentrado cada vez más. — Advirtió Yuri.
»Hoy oímos a unos caballos cerca de nuestro escondite, puede que sean ellos porque nunca he visto caballos pasar por ahí.- Indicó descansando una mano sobre los pálidos dedos de Aila que se apoyaban sobre el jarrón.
»Se que esto es difícil, pero deberíamos irnos de aquí cuanto antes, cada vez es más arriesgado esperarle.
— ¡Mamá! ¡Mira cuanta leche ha dado La Vaca! — Exclamó Nene entrando por la puerta de golpe.
» Sabía que cepillarla durante sus comidas sería de ayuda. — Añadió con júbilo mientras corría a dejar el cubo lleno a rebosar de leche sobre la mesa.
— ¡Estupendo! Vamos a cuidar el huerto y luego os prepararé un estupendo desayuno. — Señaló la mestiza, y miró alegremente a Nene cuando esta comenzó a celebrarlo. Mientras tanto Yuri suspiraba, desviando la mirada hacia una de las ventanas de la sala, sin embargo lejos de relajarse, se sintió más preocupada, por lo que prefirió ocupar su mente yendo a por la pala para remover la tierra del huerto.
. . . . . . .
Cuando ya era el anochecer sobre el silencioso bosque, Nene y Yuri ayudaban a hacer las tareas de la casa, era una costumbre para ellas limpiar sus habitaciones cuando habían acabado el trabajo de fuera y atardecía. Las dos jóvenes pasaban esponjas humedecidas sobre las escaleras, Aila entretanto preparaba una sopa de verduras en la cocina mientras tarareaba una canción que se le iba ocurriendo entre tanto.
— Oye Yuri, ¿alguna vez has llegado a ver algún humano? — Preguntó Nene con voz curiosa conforme escurría su esponja en el cubo de madera que descansaba al pie de las escaleras.
Aquella pregunta hizo que Yuri desde unos peldaños más arriba levantara la vista hacia su hermana, pareciendo que ni siquiera le importaba el asunto.
— No.
— ¡Oh, vamos! estás mintiendo, tú te has adentrado al bosque más veces que nosotras.
— Lo haría menos si no te perdieras tantas veces por el bosque.— Espetó
— ¡Eso es jugar sucio! — Exclamó Nene levantándose de golpe, y entornando la mirada, bajó la voz para que solo ella pudiera escucharle.
»Venga va, no se lo diré a mamá.
— Aunque lo supiera, ¿para que demonios quieres saber como son? — Reprochó Yuri con cansancio.
— Papá nos hablaba mucho de los humanos ¡decía que son unos monstruos que si nos atrapan nos cortaran las orejas!-
— Eso era solo un cuento- Objetó Yuri
— Ya, nunca me creí sus historias — Dijo Nene riendo mientras comenzaba a subir las escaleras.
» Por eso quiero saber la realidad ¿Los viste? anda cuentalooo-
Las constantes preguntas de su hermana acabaron por hacer que Yuri se estresara, y al sobrepasar sus límites, terminó explotando con un grito.
— ¡Me tienes harta, cállate!
Su grito sorprendió a su hermana, y sobresaltada resbaló hacia atrás con un chillido que sobrepasó la casa, los segundos pasaron despacio para Yuri al ver caer a Nene mientras un Flashback cruzaba su mente que reflejó la figura de un niño mestizo que rodeado en llamas se precipitaba hacia el vacío de un acantilado.
Aila salió de la cocina corriendo y viendo a Nene en el suelo se acercó alarmada hacia ella.
— Que Suneuss se apiade ¿Estas bien? ¿Dónde te has hecho daño? — Preguntó temerosa.
— Tranquila mama, estoy bien. — Indicó Nene frotándose la espalda.
Yuri permaneció en shock mientras observaba a su madre atendiendo a Nene, enfrascada en unos pensamientos que parecían haberse congelado.
. . . . . . .
A la mañana siguiente Yuri se levantó de la cama dando un suspiro, y con una mirada ensombrecida vio desde la ventana como su hermana salía a la granja para dar de comer a las gallinas.
— ¡Yuri! baja a desayunar. — Le llamó Aila desde la planta inferior.
Cuando la mestiza bajó al salón, se encontró con un tazón de leche y un huevo frito con verduras servidos sobre la mesa, enseguida le llegó el olor de la comida y el hambre la animó a sentarse a comer, y en el primer bocado le brillaron los ojos.-
— Recuerda tener más cuidado de tu hermana. — Pidió su madre con una mirada entristecida conforme le acercaba un vaso de agua.
— Nene tiene mi edad, yo no tendría que ser su niñera. — Bufó disgustada mientras comía.
— Ella depende de ti más de lo que crees. — Añadió bajando la mirada.
» Por favor, hazlo por mí y tu padre.
Aquello hizo que Yuri cerrara los puños que sujetaban los cubiertos con resignación, sin embargo bajó la mirada pensativa y asintió lentamente, lo último que querría era entristecer más a su madre ya que nunca la había visto tan apagada.
— De acuerdo.
— ¡Señora Aila! ¡La Orden Blanca Viene hacia aquí! ¡Nos han descubierto! — Gritó una voz desde el exterior de la casa que puso en alerta a las dos mestizas.
En Yuri surgió un chute de energía que la activó de golpe y rápidamente se levantó de la mesa y salió de la casa percatándose de un extraño tañido de campanas que nunca había escuchado y que al parecer anunciaba la llegada de la orden, de repente varios caballos a galope aparecieron desde los caminos de los senderos para dar caza a los mestizos que huían aterrorizados hacia las profundidades del bosque.
— ¡Madre, al establo Ahora! — Exclamó al girarse y ver como ella se había quedado fría en la sala del interior.
»¡Vámonos! — Gritó nuevamente adentrándose para agarrarle de la mano y tirar de ella para arrastrarla consigo, pero mientras corrían a través de la granja uno de los caballeros armados llegó desde delante de ellas hasta su altura y se interpuso en su camino con la espada en alto para dejar caer el filo sobre ellas, pero por reflejo Yuri agarró a su madre y se tiró hacia el suelo junto a ella para esquivar el tajo de la gran espada.
Rápidamente Yuri recobró la compostura y levantó a su madre para seguir corriendo en dirección al establo y eludir al caballero, quién se había centrado ahora en perseguir a otro mestizo que trataba de escapar a través del camino de la granja, pero en su intento de fuga fue alcanzado por su espada.
Cuando las mestizas llegaron al final del establo vieron que cada vez habían más humanos buscando supervivientes, y se escondieron cerca de varias pilas de heno.
— ¿Qué sucede? — Preguntó Nene al verlas desde su escondite debajo de otra de las pilas.
» ¿Son los humanos? — Añadió temerosa
— ¿Dónde está Furia? — Inquirió Yuri con un grito refiriéndose al Trotador de su granja, un animal de especie corrupta al que usaban como montura para trayectos de largas distancias, cuya apariencia tiene algo similar con la de los caballos, pero más grande, con escamas y el cráneo más alargado. Yuri viendo que su hermana no reaccionaba, se acercó a ella y la agarró de los hombros para sacudirla obligarle a espabilar.
»Dimelo YA — Ordenó con los nervios a flor de piel.
— Está al lado del corral.
— ¿Qué diablos hace ahí?
— Solo quería darle un paseo.
— Mierda.
Rápidamente Yuri tiró de su hermana y dio una seña para su madre la siguiera,y las tres mestizas salieron a escondidas del establo, deseando no encontrarse con ninguno de aquellos humanos.
— Vayamos Despacio, no queremos llamarles la atención. — Ordenó Yuri sabiendo que no habría otra oportunidad de escapar.
El tiempo pasaba muy deprisa cuando llegaron al corral por la puerta trasera y vieron al Trotador. Cuando le desataron sus cuerdas los humanos habían comenzado a incendiar las casas con sus antorchas y el sonido de las estructuras consumiéndose por el fuego ensordecía a las mestizas. Aila vio aquel escenario al abrir la puerta frontal del corral, ver su hogar en llamas provocó una fuerte presión en el pecho que la dejó inmóvil, aquello no solo significaba que se quedaban sin casa, sino también habían perdido la última oportunidad de encontrarse con el padre de sus hijas.
Salió de su estado de inmovilidad al escuchar a a Nene llorando por el miedo y enseguida la subió sobre la bestia, luego ayudó a Yuri y finalmente se montó ella, agarrando con firmeza las riendas del caballo, aunque este comenzó a zarandearse por el pánico de su alrededor.
— ¡Corre Furia! — Exclamó la madre mientras le golpeaba con los talones, haciendo que el animal se encabritara y corriera hacia el exterior.
Este comenzó a trotar por el jardín eludiendo a los caballeros que había cerca y saltó la valla que separaba la granja del bosque, pero durante su huida uno de los jinetes acertó un virote de ballesta que atravesó el hombro de Aila cuando finalmente se perdieron entre los árboles.
. . . . . . .
Durante el trayecto, los restos de ceniza de la casa incendiada se tornaron en copos de nieve que planeaban hasta la apelmazarse en el suelo que cubría de blanco el paisaje desolador de los páramos, un espacio donde solo se escuchaba el lejano murmullo de la marea que chocaba violentamente contra la plataforma rocosa del acantilado. El Trotador resoplaba pesadamente en su galope por el largo viaje hasta que Aila lo hizo detenerse a unos metros de un precipicio tirando de las riendas. Repentinamente cayeron en cuenta y les llamó la atención el brusco cambio meteorológico que había en aquel desolando lugar.
— Yo no quiero estar aquí. — Musitó Nene mientras se frotaba el rastro de lágrimas secas que marcaban su rostro.
— Tranquila Nene, pronto volveremos a buscar a vuestro padre. — Indicó Aila con la tristeza enterrada en sus ojos.
— ¡Para! — Exclamó Yuri mientras veía a su madre incapaz de prestar atención al camino por donde iban, y tomó las riendas del caballo para detener la marcha del animal antes de que cayeran por otro risco.
» Tenéis que espabilar de una buena vez . — Indicó presionando el cuero de los mandos entre sus puños. — Papa querría que siguiéramos vivas y yo no podré protegeros siempre, por eso necesito que también pongáis de vuestra parte.
Yuri Miraba fijamente a Aila para que comprendiera el mensaje, pero vio su cansancio y decidió ocupar su lugar en la montura para dirigir al Trotador.
El rugido de la tormenta acompañado por el estruendo de un rayo pareció remover los mares. Desde la distancia se podía distinguir la silueta de las ruinas de un castillo de piedras oscuras que se alzaba entre la nieve que llamó la atención de las hermanas, por lo que se dirigieron hacia allí, sin embargo aquellos sonidos atronadores acabaron atemorizando al animal, haciéndole relinchar y agitarse a pesar de los intentos de Yuri por calmarlo.
— ¡Nos va a tirar! — Exclamó Nene mientras miraba con miedo el precipicio que estaba peligrosamente cerca de ellas. Pero una vez más los chispazos de la tormenta asustaron al animal, que acabó por encabritarse y lanzar a las tres mestizas sobre la nieve antes de huir desesperadamente perdiéndose entre la tormenta.
— Rápido, vamos a refugiarnos. — Dijo Yuri mientras ayudaba a Nene ponerse en pie, aunque cuando fue a ayudar a su madre, se percató de que le había manchado la mano de sangre, y descubrió la herida en el hombro.
— Estás herida. — Observó.
— Oh, no es nada. — Dijo su madre llevándose una mano al virote que sobresalía de su hombro.
— Ay, no puede ser. — Exclamó Nene, quién miró con miedo a su hermana.
Yuri rápidamente se rompió un fragmento de su camisa para utilizar aquel pedazo de tela para inmovilizar el virote con un nudo y al menos detener su hemorragia.
— Con esto será suficiente por ahora.
A pesar de la tensión de la situación, las tres avanzaron hasta las ruinas donde se guarecieron del temporal.
— ¿Qué vamos a hacer? — Preguntó Nene mientras buscaba el calor entre su hermana y su madre.
— Procuremos sobrevivir. — Respondió Yuri, tratando de no titiritar del frío a pesar de estar helada, en el fondo ella también necesitaba el consuelo de su madre. Pero la mirada perdida que veía en ella le indicaba que todavía estaba tratando de superar la pérdida de su hogar, de la granja y muy posiblemente la de su esposo.
»Por el momento descansaremos aquí hasta que el temporal se calme.
. . . . . . .
La pequeña casa del bosque ardía bajo unas columnas de humo que se alzaban hacia el cielo como si quisieran advertir de la desgracia que acababa de ocurrir. En mitad de un profundo silencio de desesperación, varias figuras envueltas en sotanas blancas se habían reunido alrededor de una pila de cadáveres para rezar por ellos.
— Que Beneduss se apiade de vuestras almas. — Oró una de las figuras mientras el color rojizo de las llamas iluminaba su máscara plateada de facciones humanas. El enmascarado iba vestido por una armadura desgastada y un amplio sombrero ocultaba parte de su rostro.
— Capellán Kenar , no logramos alcanzar a las tres criaturas que habían escapado del ataque.— Comunicó uno de los jinetes de la caballería mientras salía de la espesura del bosque para reunirse con el grupo armado.
» Les seguimos hasta los páramos pero como se adentraron al territorio de los Yutrox tuvimos que retroceder.
— No te preocupes. — Respondió el caballero mientras santificaba al soldado con un gesto de la mano.
» Dejaremos que la providencia se ocupe por nosotros de esos corruptos.
— ¿Qué he hecho? — Habló la voz de un encapuchado un poco más alto que el resto de los caballeros con los que había venido.
»A que costo he salvado mi vida. Tenía la fe de que mi familia escaparía antes de la llegada de la orden blanca. — Musitó mientras observaba atónito el foso lleno de cadáveres que los humanos habían cavado en mitad de la granja, y con aquella visión su esperanza se derrumbó y la tristeza lo colmó de lágrimas que saltaban de sus ojos con el resentimiento llenándole de culpa.
— Tranquilo granjero — Añadió de sopetón Kenar mientras se acercaba detrás de él y le obligo a arrodillarse de una patada detrás de la rodilla, entornando la mirada le quitó la capucha de un manotazo, desvelando sus orejas de conejo.
» Enseguida te unirás a ellos. — Sentenció agarrándole de ambas orejas conforme tomaba su puñal del cinto.
— ¡Espera! he oído hablar de un grupo mestizo conocido como la Resistencia de Briateno.— Gritó.
» Puedo decirte donde se esconden.
El humano se puso a su nivel mirándole muy cerca a la cara mientras ponía la hoja del arma cerca del mentón. — Debes de ser el mestizo más estúpido que me he topado hasta ahora, realmente estas dispuesto a sacrificar las vidas de los de tu raza y seres queridos para conservar tu pellejo. Pobre desgraciado.— Indicó apartando el filo.
» Más te vale no estarme mintiendo, o te descuartizaré a pedazos.
Aquello congeló la sangre del mestizo y asintió torpemente, viendo con temor como el humano comenzó a reírse entre dientes , pero se sorprendió cuando lo pateó arrojándolo contra el suelo.
— Llévenselo encadenado — Exclamó Kenar volviendo a su montura.
» Tenemos que hacer una visita.
LEUKSNA
Cuando el horizonte comenzó a rayarse por las luces del sol, la mañana cubrió el paisaje de los páramos, el viento aullaba en compañía del sonido de la marea que chocaba contra las rocas de forma insistente. Nene despertó por el sonido que provocaba la fuerza del viento sobre una bandera con el dibujo rasgado de una serpiente enroscada, su zarandeo en lo alto de la torre era la última memoria que quedaba en aquella fortaleza semiderruida.
Cuando Yuri se levantó sus músculos entumecidos delataban que apenas había descansado y estaba completamente helada.
— Nene, Aila, vamos a despertar. — Les pidió y comenzó a sacudirles.
» Si no nos movemos acabaremos muriendo congeladas aquí.
Nene abrió los ojos con unas ojeras muy marcadas , pero no tardó en reaccionar y se levantó del suelo enseguida, cuando esperaron a que su madre se levantara, ambas vieron como tenía el rostro más pálido de lo habitual.
— Vamos madre, tienes que levantarte. — Le pidió Yuri con el temor de haberla perdido para siempre.
» Nene, ayúdame a levantarla.- Ordenó a su hermana, y ambas mestizas sostuvieron a su madre sobre los hombros para levantarla, provocando que esta abriera los ojos fatigados.
— Ya amaneció. — Murmuró Aila conforme comenzaba a caminar junto a ellas.
— Busquemos el sol para coger algo de calor. — Dijo Yuri dirigiéndola hacia uno de los boquetes de la pared por donde la luz del sol entraba junto con algunos fragmentos de nieve arrastrados por el viento.
— ¿Ahora qué? — Preguntó Nene mientras miraba el escenario blanco que se abría frente a ellas.
»¿Cómo vamos a salir de aquí junto a mamá?
Yuri echó una ojeada al interior de las ruinas y dejando a Nene cargando con Aila, se dio una vuelta por los rincones que todavía no estaban destruidos. — Primero buscaremos lo que podemos coger por aquí.—Dijo con semblante concentrado hasta que encontró bajo un montón de escombros una espada de acero con el filo desgastado.
— A no, eso sí que no, no vamos a luchar. — Negó rotundamente Nene mientras miraba con desagrado el arma que había tomado su hermana. —
— Nos persigue un grupo de locos que como mínimo quiere vernos colgadas en lo alto de un poste, nuestra madre necesita ayuda urgente y estamos en un lugar que no conocemos, no sé qué te esperas.— Replicó Yuri mientras inspeccionaba el arma.
— Escúchame Yuri. — Insistió Nene con un tono de voz más agresivo.
» No podemos ponernos en peligro por absurdas peleas.
Aquello enfureció a Yuri y caminando hacia ella, se le echó en cara.
— ¿Acaso no te vale la pena que siga defendiéndote a ti y a nuestra madre? — Le exclamó.
»¿Qué la lucha por sobrevivir que enfrenta gente como nosotras es solo una estupidez? ¿Y qué sugieres? ¿Vivir toda tu vida oculta como una rata en un agujero? ¿Eso es lo que quieres?
— Hazle caso, Nene. — Murmuró Aila mientras se sujetaba sobre su hombro.
» Ella ha estado cuidando de nosotras...
— ¡Me niego! — Gritó Nene fervientemente y sujetando a su madre le dio la espalda a Yuri.
— ¡Nene! — Exclamó Yuri.
De repente el crujido rocoso de los sillares al desprenderse de las ruinas provocaron nerviosismo entre las tres mestizas. Yuri, miró con inquietud a su hermana y se dispuso a decir.
— Déjate de tus berrinches y salgamos de aquí, que a este lugar no le queda mucho.
Entonces las tres mestizas se dirigieron hacia la salida, cuando estaban a punto de salir escucharon un rugido extraño y agudo, Yuri detuvo a las otras mestizas con la mano y de forma instintiva y dijo.
— Echaré un vistazo.— Señaló ignorando las advertencias de su madre y hermana.
Cuando Yuri se asomó al exterior un nuevo rugido le hizo alzar la mirada hacia una de las torres, presenciando como una bestia de gran estatura y aspecto de dragón con cabellos afilados se había alzado sobre las ruinas mientras contoneaba su cola cubierta de un pelaje afilado que llenaba parte de su cuerpo.
— ¡Que es eso! — Exclamó la mestiza
Nene al escuchar también el grito, se aferró aun más a su madre y miró con sorpresa como aquel ser aterrizó delante de las ruinas y una ola de nieve se abalanzó a su alrededor.
— ¡Ahhh!
Yuri se apresuró en empujar a su madre y hermana hacia el interior de las ruinas para alejarse de la criatura. En aquel momento la bestia rugió con más rabia y se abalanzó sobre la entrada con la intención de atraparlas con una de sus garras, ambas hermanas retrocedieron junto a su madre mientras la estructura temblaba por los golpes de la bestia, advirtiendo por su tambaleo que en algún momento podría venirse abajo.
— Solo quiero que sepáis que siempre fuisteis mis niñas y os he querido muchísimo. — Murmuró Aila sujetándose sobre Nene con una voz quebrada.
— ¡Madre ahora no es el momento! — Gritó Yuri aferrándose rápidamente a su espada dispuesta a enfrentarse a la bestia a pesar de que nunca había luchado.
— ¡Tenemos que hacer algo! — Exclamó Nene con desesperación mientras buscaba algún lugar seguro.
— ¡Estoy pensando! — Replicó Yuri empuñando su arma con ambas manos. Tras unos segundos de tensión y para su sorpresa los golpes cesaron, dejando escuchar solo el sonido de la respiración agitada de las tres mestizas.
— ¡Arriba! — Exclamó Nene al percatarse de que la bestia había subido al techo y su cabeza se había metido por uno de sus boquetes, rápidamente empujó a su hermana para apartarla del ataque de su mordisco.
En ese momento Yuri vio muy de cerca a aquel monstruo, y el miedo helo su sangre por su apariencia aterradora, pero al escuchar el grito de terror de Aila, la bestia desvió su atención sobre ella y su hermana, sin embargo antes de que pudiera alcanzarlas, Yuri se lanzó sobre su cabeza para atacarle con su espada en su cuello escamoso, pero el filo se partió en dos junto al destello de las chispas que saltaron sobre su fuerte coraza.
— No puedo morir aquí. — Murmuró Yuri cuando el animal siseó y clavó de nuevo sus ojos sobre ella. Sin embargo un fuerte crujido resonó debajo de la bestia y la estructura se comenzó a hundir por su peso.
— ¡Salgamos de aquí! — Exclamó Nene mientras avanzando junto a su madre y las mestizas lograron escabullirse a tiempo del derrumbe, dejando a la bestia revolcándose bajo los escombros.
— Tenemos que irnos cuanto antes de aquí- Señaló Yuri mientras se deshacía de la empuñadura rota y comenzó a alejarse junto a las dos mestizas del lugar lo más rápido que podía. Cuando terminaron de subir por el monte, alcanzaron una zona elevada para descansar, pero a pesar de la calma siguieron escuchando rugidos de más bestias que andaban ocultas en la tormenta de nieve.
— Creo que se acercan más . — Musitó Aila.
Yuri bajó la mirada preocupada, desviándola hacia el acantilado que se abría detrás de ellas.
— Si nos encontramos con otra de esas criaturas esta vez será imposible escapar. — Supuso por lo bajo.
Tras la pausa siguieron avanzando silenciosamente sobre el terreno nevado que cubría sus rodillas mientras la tensión y el miedo llenaban sus corazones.
— No mires abajo Nene. — Advirtió Yuri al encontrarse con los restos del Trotador convertidos en una maraña de carne. Tras una larga caminata, lejos de la tierra segura, alcanzaron un montículo de nieve encontrado frente a una amplia extensión nevada llena de bestias que deambulaban por los alrededores.
— No vamos a conseguirlo.— Se rindió Nene llevándose una mano al rostro.
»Haber tenido que cargar a mamá me ha agotando y no podré escapar con ella si otra de aquellas bestias nos ven.
— Nene , debemos seguir avanzando igualmente, y deprisa, la vida de nuestra madre y la nuestra están en juego, no podemos rendirnos ahora.
Nene desvió la mirada hacia ella, y luego a su madre, contemplando su rostro pálido y lleno de sudor.
— Podéis dejarme atrás, lo que más me importa es que vosotras viváis. — Indicó Aila con una sonrisa a pesar de su mal estado.
— Eso nunca, madre. — Negó Yuri, y llena de determinación, la apartó de Nene para cargar con ella.
»Vamos, debemos seguir.
Tras aquella nueva pausa las tres mestizas avanzaron a través del monte azotado por la tormenta nevada, ocultándose entre la nieve cuando alguna de esas bestias se aproximaba, y avanzando cuando escuchaban sus pisadas alejarse. Sin embargo a pesar de ir en sigilo, al pasar cerca del precipicio una de sus pisadas causó un desprendimiento de nieve que llamó la atención de los monstruos hacia ellas.
— ¡Corre, corre con todas tus fuerzas! — Ordenó Yuri sujetando a su madre para comenzar su carrera junto a Nene mientras las bestias habían ido a darles caza con grandes zancadas que acortaban su distancia de ellas con excesiva rapidez. Finalmente una de las bestias saltó delante de ellas, cortándoles el paso y su rugido hizo temblar el aire y romper la nieve.
— ¡Agachaos! — Exclamó una voz desconocida. En ese instante una lluvia de flechas se precipitó sobre las bestias y estallaron con fuego mágico al entrar en contacto con ellas. Durante aquel tiempo de confusión, dos Trotadores galoparon hasta las hermanas y la madre, y sus jinetes las atraparon en mitad de la carrera antes de perderse en mitad de la tormenta de nieve y escapar de las bestias.
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