Our Place 2
Jimin apretó la bolsa que tenía en las manos, la fuerza siendo suficiente para reventarla y derramar en el pasillo todo su contenido. Estaba frente a la puerta de Yoongi, reviviendo de nuevo la escena del roce de sus labios de esa misma mañana, siendo esa sensación una constante en sus pensamientos, en su piel, era un bucle interminable que le abrumaba.
Durante el día se la había pasado básicamente distraído, mordiéndose los labios inconscientemente mientras estaba en clase, divagando sobre lo que experimentó por primera vez. Porque ese había sido su primer beso, si es que se le podía categorizar de alguna forma.
Y no concebía que tan solo ese pequeño toque lo tenía flotando en las nubes, porqué ¿qué le pasaría en caso de realmente recibir un beso?.
¿Sería así de magnífico ó la emoción se perdería luego de experimentar? ¿Sería así con todos ó solo con la persona que le gustaba? ¿Cómo se sentiría besar de verdad a Yoongi?.
Jimin detuvo su tren de pensamiento, consciente que lo que había ocurrido fue un descuido e imprudencia de su parte.
Ignoró su nerviosismo y puso la clave, tragó duro el nudo que se comenzaba a formar en su garganta para solo dejar que su confusión no llegará a su voz al saludar.
—He llegado Hyung — Sé anuncio y solo se escuchó a si mismo hablando como en un susurro ahogado.
Caminó por el reducido pasillo y se dirigió al mesón de la cocina para dejar allí lo que traía, percatandose tarde que Yoongi parecía realmente no estar.
—¿Yoongi Hyung? — Preguntó extrañado y con el pulso acelerándose cada vez más, cuando comprobó que no había rastro de Yoongi. Tomó su celular y marcó el número que sabía de memoria, saltando cuando el tono estridente del celular del mayor sonaba desde en alguna parte de la habitación.
—Maldición— Gruñó, antes de girar en sus pies y comenzar a vestirse, pensando una infinidad de razones por las que Yoongi había salido al imponente clima de afuera. Entendía que con las medicinas mejoraría, pero no era suficiente para exponerse de esa forma. Estiró la mano para sujetar la cerradura, cuando del otro lado alguien ya estaba poniendo la clave y empujandola.
Jimin vio como una bolita de ropa blanca hacía lo posible para cargar algunas bolsas y forzaba la puerta para entrar rápidamente, el frío colándose por la pequeña parte expuesta de su cara y mandandole justo contra la pared y la puerta, aplastandole.
La escena no podía ser más cómica, Yoongi no entraba por la puerta por el cuerpo de Jimin que emitía quejidos al ser presionado con la puerta y el mayor no podía entrar por el exceso de ropas que tenía encima.
Para cuando por fin Jimin encontró un espacio y pudo retirarse, la puerta finalmente cedió y Yoongi con el impulso cayó de frente con todo y bolsas. Si Jimin no hubiese parpadeado por la impresión, tal vez hubiese notado que el mayor tuvo un pequeño rebote antes de golpearse la cara en el piso.
—Mhmhgm— Yoongi se quejó desde abajo, seguramente diciendo alguna maldición, cuando Jimin no resistió y estalló en risas.
Era tal que se sostenía del abdomen mientras su cara casi quedaba a la altura del rostro de Yoongi, quien permanecía boca abajo refunfuñando.
—¿Vas a ayudarme o seguirás riendo? —El mayor siseo, sacandole unas pequeñas carcajadas más, antes de sentir sus manos ayudarle a pararse. No obstante, no duró mucho la tranquilidad de Jimin cuando vio que Yoongi había caído sobre un pequeño recipiente de albóndigas con salsa y estas habían estallado en su pecho, manchandole.
La salsa se resbalaba desde el borde del cuello del enorme abrigo y un par de albóndigas se albergaban en el tejido de la bufanda negra, casi a punto de caer.
Yoongi quería llorar de la vergüenza y Jimin… Jimin ya estaba llorando de la risa.
—Vamos Hyung, le ayudaré
Yoongi se limitó a mirar mal a Jimin mientras este le quitaba de las manos las bolsas que aún mantenían, en lo posible, la comida sin arruinar, llevándolas luego a la cocina para dejárlas al lado del platillo que ya estaba preparado.
—Llegaste rápido— Yoongi habló entre la ropa que intentaba quitarse, saliendole la voz un poco ahogada — Uh, no respiró. —Sé quejo cuando la segunda bufanda no cedía.
—¿Cómo vas a respirar? Parece malvavisco así vestido— Jimin de verdad quería no reírse pero Yoongi era demasiado tierno para su pobre corazón. Corriendo en su ayuda, le quito con cuidado la bufanda y le sostuvo cuando retiraba las seis prendas que tenía bajo el abrigo —¿No era más fácil pedir la comida y evitar vestirse como para ir a una guerra en el polo norte? — Preguntó mientras veía caer una albóndiga de la bufanda que ahora sacudía.
—No podían traerlo, el joven de los servicios estaba en otro pedido y me dijo que tardaría cuarenta minutos. Sabía que tú vendrías y quería tenerte algo para comer, no quería ser un mal Hyung.
Jimin estaba a punto de perder el control y comérselo a besos. ¿Cómo existía alguien así de lindo?.
—Aún así no debió, se enfermará más — El menor hizo lo que pudo ser un gesto de disgusto, mientras Yoongi le miraba con un puchero.
—Ya me siento mejor, no es tan malo— Replicó ya por fin ligero de tanta prenda, listo para zambullirse de nuevo en su cómoda cama y tener una buena comida.
—Lo es, debe cuidarse y no exponerse, una recaída es más factible así.
A ese punto ya no se distinguía quien era el mayor y el menor. Yoongi réplicaba cada cosa que Jimin le regañaba, casi haciendo una pequeña rabieta.
Comieron juntos en silencio, solo acompañados por la brisa que golpeaba la ventana. Después de comer completamente llenos, ambos se sentaron en la cama mirando hacia el atardecer, disfrutando del pequeño espacio de tranquilidad.
Yoongi estaba oculto completamente por sus mantas, casi cubriendole hasta los ojos cuando por fin notó que Jimin había estado demasiado tiempo callado, sumergido por completo en una nube que le había sacado de la comodidad de su hogar.
Jimin era un libro cerrado, Yoongi lo había conocido por un año y se podrían considerar amigos, pero la información que sabía de él era tan escasa que fácilmente la podía juntar toda en una pequeña hoja de papel y observar como la mitad quedaba vacía.
Un enigma por completo, imposible de descifrar desde fuera. Tan maravillosamente interesante como frustrante desde dentro.
—Me gustan los atardeceres — Dijo Jimin perdiendo su mirada en el horizonte, casi saboreando la sensación — Los colores irreales que pintan los cielos e iluminan nuestro alrededor. Una pintura viviente que muchos ignoran. Un día, quisiera que algunos mirarán hacia arriba y se detuvieran un momento a pensar en cuan afortunados son de ver la belleza, aun si esta es cotidiana.
El silencio reinó de nuevo el pequeño aparta-estudio de Yoongi, en donde entre unos pequeños espasmos de tos les recordaron a ambos que en realidad el mayor no estaba en sus mejores condiciones.
—Debería ir a traer un té, de nuevo tiene ese sonido en su pecho — Jimin amago levantarse, consciente de que sus palabras sentaron un ambiente incomodo que no pudo ignorar. Sin embargo, el que Yoongi le sostuviera por la muñeca le impidió que se moviera por completo.
—¿Porqué siempre te detienes? Me gusta cuando hablas así, eres más sincero y abierto — El toque, la cercanía y el silencio proveía el espacio como algo íntimo —Quiero saber de tí, de lo que piensas, lo que sueñas. ¿Porqué aún no me tienes confianza? — Yoongi le dijo bajito, casi siendo un murmullo su última pregunta.
Jimin respiró hondo y le escruto luego con la mirada, viendo que Yoongi no le estaba reprochado de mala manera, sino que mostraba un verdadero interés por él, tal vez uno que Jimin siempre anhelo y que no creía merecer.
—Porqué me gusta Hyung, y no quiero que sepa todas esas cosas de mi. No son muy gratas.
—¿Y porqué no me dejas decidir eso a mi? Yo sabré si lo son o no, si me lo cuentas.
Jimin apartó la mirada, sintiéndose cohibido. Siempre era de esa forma, tímido y parco con respecto a sí mismo, pero amable y comprensivo para con los demás. Era fácil preocuparse de otros e ignorar aquello que en su cabeza no estaba bien, que le obligaba a esforzarse más, a ser más silencioso y duro.
A ser perfecto.
Yoongi suavizó aún más la mirada cuando las mejillas de Jimin se tiñeron de un leve rosa, ahora siendo consciente de que estaban muy cerca y que aún estaba sosteniendole la muñeca. Tal vez Jimin estaba muy incomodo y él lo estaba forzándo.
—Lo siento— Retrajo la mano, sintiéndose culpable y consiguiendo la mirada atónita del menor.
—¿Porqué se disculpa? — Preguntó confundido por el repentino cambio de actitud.
—Yo no debo forzarte a hacer cosas que no quieres, esta bien que puedas no sentir confianza conmigo, supongo que aún no me la he ganado — Sé cubrió más en sus mantas, casi volviéndose una bolita.
—No es que no confíe, es que… — Sé detuvo, sopesando lo que diría a continuación
Sin quererlo ya había dicho qué Yoongi le gustaba, pero tal vez el mayor lo había tomado de la forma no romántica, pero que justamente era. Sin embargo, confesarlo concretamente se volvía más complicado y difuso, más con el miedo latente de que en caso de no ser correspondido, su amistad se viera afectada.
A Jimin no sólo le gustaba Yoongi, le gustaba también su amistad. No quería arruinarlo.
—¿Qué? —Le sacó de sus pensamientos, conectando miradas. Y allí con sus ojos puestos en lo que sería el hombre más hermoso, atento, tierno a su forma y amable que había conocido jamás, decidió que sería sincero.
—Porque me gusta y no hablo como amigos, me gusta como la persona que es… de- de forma… Ya-Ya sabe… —Titubeó mirando sus temblorosas manos. — De gustar, gustar.
Jimin no se atrevió a mirar a Yoongi mientras el nudo en su garganta se asentaba ahora en la boca del estómago y le hormigueba todo el cuerpo. Quería correr de allí y esconderse.
—También me gustas Jimin— La voz de Yoongi se escuchaba apagada, tal vez un poco tristona— Pero no te conozco, no de la forma que me gustaría hacerlo.
Yoongi se acercó un poco y le levantó del mentón para que se miraran completamente, perdiéndose ambos en el profundo océano de posibilidades y miedos que el otro contenía en sus ojos.
—Podría hacerlo — Le respondió, cautivado por el aleteo lento de las pestañas de Yoongi — Podría conocerme… conocernos — Sé corrigió, entendiendo que él tampoco había hecho un buen trabajo comprendiendo la persona que era Min Yoongi.
Yoongi sonrió y con la mano que aún mantenía en el rostro de Jimin, le atrajo hasta que sus frentes quedaron juntas. Y en un susurro le dijo:
—Para mí será todo un placer conocerte Park Jimin.
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