Epílogo
Jimin miró con cariño su creación antes de apartarse y ver el panorama completo, las decoraciones en colores brillantes, los pequeños asientos ordenados simétricamente, más un detalle de dulce en cada una de las mesas; se veía mejor ahora que había terminado. Sus niños no tardarían en llegar luego de las vacaciones de verano, el tiempo siendo una tortuta, pues los había extrañado muchísimo.
Actualmente Jimin tenía 28 años, habían pasado 5 años desde la última vez que tuvo contacto con Yoongi y se había mudado de nuevo a Busan. Sus primeros dos años habían sido difíciles pero luego de tomar la decisión de comenzar de nuevo su vida, lentamente todo había tomado una forma diferente. Estudió, se independizó por completo de su familia y ahora se consideraba alguien feliz y con un gran futuro, sin embargo, su pasado era algo con lo que aún cargaba, sobretodo con aquellas preguntas que jamás fueron contestadas.
Su psicóloga en una sesión le dijo que debía ser paciente, que las cosas por las que había pasado en su infancia o por los complejos que adquirió en su adolescencia no eran algo que se superarán de un día a otro, así mismo que con lo ocurrido con a Yoongi y su repentina desaparición, podría mantenerse vigente en su mente por quizá varios años más. No obstante, contra todo pronóstico Jimin lo estaba llevando bastante bien y ya casi no pensaba en ello, su mente se ocupaba y se concentraba en otras cosas.
Pero cuando un estímulo lo obligaba a pensar en Yoongi y el sentimiento de abandono que sintió profundo en su alma, era muy difícil apartarse rápidamente.
Y en esos cinco años, no creyó que ese justo estímulo que intentaba evitar a toda costa tendría forma humana, una que se presentaría recostado un poco sobre el marco de la puerta en su salón de clases.
Sacándole el aliento por completo.
La persona que veían sus ojos, ya no denotaba tanta juventud; con el cabello perfectamente peinado hacia atrás, el traje a medida, con zapatos estilizados y en definitiva los rasgos más afilados, su esencia misma se sentía diferente, más intimidante.
¿En cinco años puede cambiar tanto una persona?
—Hola—Le saludo con esa voz profunda que no escuchaba hace años y que le recordaba lo que había dejado atrás.
Jimin le miró con la sorpresa enmarcada en el rostro, reaccionando tardíamente con un asentimiento, pues la garganta la sentía completamente cerrada.
—Ha sido un tiempo, ¿Verdad? — El sujeto caminó armoniosamente, cada paso siendo tan estilizado como el anterior, las manos en sus bolsillos dándole un aire más relajado, aun cuando en sus hombros se notaba la rigidez.
Jimin le miró pasearse por el lugar y tantear sutilmente con los dedos un pequeño adorno de pollito.
—Llevo dos años buscándote, te perdí la pista después de que te mudaste de ese viejo estudio. No te aborde en ese entonces porque no tenía las cosas seguras pero ahora es oficial.
El hombre le miró esperando una reacción, pero al no recibirla, prosigo a explicarse.
—Yoongi murió hace cinco años. —Kim Taehyung le dijo muy despacio, al entender que era un tema delicado, más para Jimin que era el único que nunca tuvo un cierre correcto. — Poco después de que fuese dado de baja de la universidad el hospital en el que se encontraba me contactó, me informó que él había estado en tratamiento médico por cáncer pero que lamentablemente no había ganado la batalla.
Jimin le miraba a los ojos, se concentraba en la forma en que sus pupilas sutilmente vibraban y en qué sus manos se mantenían sujetas fuertemente en la parte de atrás de su espalda.
Jimin estaba en presencia, pero su mente había abandonado la conversación desde la mención de Yoongi.
Y se sobresaltó cuando Taehyung le puso la mano al hombro de forma sencilla, trayéndolo de nuevo a la tierra.
Se sintió como un golpe en el estómago, le sacó el aire y las rodillas le flaquearon. Recordó en ese instante la sensación que tuvo hace unos años, el día en que se despedía de Seúl y de Yoongi… El como era sumergido en la espesura negra, arrastrado de nuevo por su sombra.
Taehyung alcanzó a sostenerle antes de que finalmente colapsará, con los ojos llenos de lágrimas y un ardor insoportable en el pecho.
Yoongi estaba muerto.
Y no solo eso, llevaba ya varios años así.
De alguna u otra forma se sintió culpable, porque él nunca supo que Yoongi estaba enfermo.
Se había preocupado de sí mismo a tal grado que quien era su novio, tuvo que sufrir en silencio.
—Lamento no habertelo dicho antes, pero hubo un asunto que Yoongi me encargo y que no pude hacerme cargo hasta graduarme. ¿Recuerdas que soy abogado?. Antes de que te separaras de Yoongi, él me había pedido que le ayudará a interponer una demanda contra Elizabeth, su música estaba siendo vendida por ella y él estaba recolectando información. El día en que ustedes pelearon Yoongi descubrió quien era la asociación que estaba comprando y comercializando, también consiguió las pruebas. Él las llevó a mi casa y luego desapareció, yo no sabía que ustedes habían peleado porque no me lo dijo.
Jimin se sintió abrumado, teniendo mucha información, muy rápido.
—Yo-yo, necesito un minuto— Le dijo sosteniéndose la cabeza que le comenzaba a doler —
—Está bien, lo entiendo.
Taehyung se sacudió un poco el cabello y soltó un poco la corbata, dejando salir un sonoro suspiro. Decir todo aquello también le era difícil, se conocían desde que habían comenzado la Universidad, y si bien fue con Yoongi con quien entabló una estrecha relación, no lo hacía ajeno a los sentimientos de Jimin.
—¿Por-porqué no me llamaron a mi? — Fue lo primero que fue capaz de formular. Sus ojos con la desesperación que creía haber superado.
—Yoongi me puso a mi como su único contacto, ni siquiera sus papás lo sabían. Hasta el último minuto quiso que todo siguiera su rumbo y que nadie se preocupara de más. Me dejó firmados los documentos que sabía que necesitaría y… Y luego, luego las piezas cayeron en su lugar.
—¿Porqué me buscas ahora?. Sé que no es solo para darme esta noticia.
—Yoongi dejó algo para ti.
Taehyung respiró nervioso, por primera vez desde que había entrado a la escuela en la que Jimin era profesor, sintió las manos temblar. Mirando hacia abajo, sacó del bolsillo del pantalón una bolsita de tela roja y algunos adornos dorados pintados, al ser esta un poco transparente se podía ver fácilmente el contenido.
Eran cartas.
Jimin sintió de nuevo su corazón doler, Yoongi si había leído sus cartas, al menos no todas, pero si las primeras que escribió y eso ya era suficiente para él. Por lo que cuando extendió la mano para recibir el áspero material de la bolsa, su mente recreo los recuerdos de Yoongi.
Él con uniforme en el salón de clases.
Él en su pequeño apartamento.
Él aceptando ser su novio.
Él dándole su primer beso
Él tomándolo de la mano.
Él alentandolo en los exámenes para la universidad.
Él tocando en su primera presentación de piano.
Él sentado frente a su primera computadora propia, llorando por su realidad.
Él abrazándolo por la cintura y besándole las mejillas.
Él preparándole algunos aperitivos.
Él esperándolo en su hogar.
Él… Estando vivo y enamorado.
—Hay algo además de esto— Taehyung mencionó un poco después, dejando a Jimin sopesar sus pensamientos, consciente que el rubio posiblemente no le prestaría mayor atención. Sin embargo, cuando sus ojos conectaron, supo que tenía curiosidad por sus palabras. — Ganamos la demanda y Yoongi te dejo todo a ti, cada uno de los créditos que ahora dicen su nombre, son tuyos. Me dijo que era su forma de agradecerte por amarlo.
Y Jimin pensó que cuando Yoongi lo abandonó, había sentido en carne propia lo que era romperse, pero siendo consciente aquello no era ni un atisbo de lo que ahora sentía.
—Yo… Yo no puedo aceptarlo — Respondió con un hilo de voz, ganándose una sonrisa por parte de Taehyung.
—Yoongi tenía razón— Sé dijo más para sí mismo que para Jimin— Me dijo que no lo aceptarías— Explicó un poco tímido —Pero yo no le creí en ese entonces. Has cambiado bastante.
Jimin se hubiese ofendido en otras circunstancias, pero sabía que Taehyung tenía razón. Antes era egoísta y muy obstinado, hubiese aceptado todo sin reparo alguno, pensando en sí mismo, casi creyendo que era una compensación por todo lo que había sufrido.
Pero había cambiado, ya no se sentía capaz de pensar como antes.
Y considero por un momento que eso también fue una máscara y solo Yoongi pudo ver la realidad.
Yoongi confío en él desde el principio y hasta el final, siempre lo hizo.
—Lo sé Tae — Y el que Jimin hablara informal aún se sentía incómodo, pues solo había sido capaz con Yoongi. Pero era un buen inicio para demostrar que no era el mismo. — Y es por eso que no aceptaré. Estoy seguro que Yoongi tenía un Plan B.
Y tenía razón, en caso de que Jimin no aceptara, los fondos irían a una pequeña fundación en Busan de formación artística.
—Me alegró verte de nuevo, a pesar de las circunstancias— Se despidió Taehyung con un pequeño movimiento y comenzó a caminar a la salida. — Ten una buena vida Jimin — Le dijo sin mirarle y saliendo por completo del aula de clases.
Jimin solo miró la puerta por unos segundos, susurrando un "lo mismo". Encogiéndose en sí mismo, hace tan solo unas horas estaba emocionado y ahora… No sabía qué sentir.
El timbre sonó y supo que no era momento para pensar, los infantes comenzarían a llegar y su primer día como profesor titular también, así que debía tener la mejor actitud.
Cambió su rostro acongojado por una sonrisa y limpio sus lágrimas fervientemente, guardando la bolita en uno de los bolsillos auxiliares de su delantal multicolor. Espabiló su mente y continuó con su tarea de decoración.
Al caer la noche, Jimin se lanzó al sofá completamente agotado. El primer día siempre era el más cansado, los niños correteaban emocionados por todas partes y jugaban sin parar, contaban frente a todos lo que habían hecho en vacaciones y recibían las felicitaciones de todos los docentes en una marcha sin fin.
Ya era tarde y sus ojos se cerraban, el ambiente cálido por la calefacción le arrullaba lentamente a caer dormido, sin embargo, en un momento entre el camino a los brazos de morfeo, recordó lo que tenía en el delantal. Por lo que se levantó y con un hormigueo en las manos, recogió la prenda, sintiendo el peso de la bolsita en ella.
Trago duro y su pecho se oprimio cuando nuevamente la tuvo en sus manos, viendo el contenido con delicadeza, reconociendo sus cartas adentro.
Se apuró a la mesa de café en el salón y deshizo con calma el moño no muy elaborado, escurriendo los sobres.
En total eran 10 cartas, Jimin podía reconocer 9 de ellas porque él mismo las había escrito y 1 sola seguramente siendo de Yoongi.
El calor que antes le abrigaba en el ambiente, ahora le sofocaba. Sentía el corazón bombeando fuerte, casi escuchándolo detrás de sus orejas.
Respiró cansino y notó que todas las cartas habían sido abiertas, algunas muy maltratadas por el tiempo y otras por tal vez el abuso con el papel. Dos en particular viéndose tristemente arrugadas y desdobladas con fuerza, una con pequeño resquebrajo en las puntas y otra con rastros de salpicaduras.
Jimin quería creer que había sido algún otro líquido y no las lágrimas lo que habían manchado el papel.
Sus propias lágrimas en las esquinas de los ojos que prometieron no volver a llorar, al menos no por ese hombre presentándose como fervientes seguidoras de un amor "olvidado". La valentía sintiéndose ajena a él cuando tomó delicadamente la única carta que sabía que era de parte de Yoongi, sus últimas palabras contenidas en un sobre que no sería eterno.
Al rasgarlo, de el salieron 3 objetos:
Un CD
Una carta
Un collar doble.
El collar fue lo primero que llamó su atención, era de plata con dos tiras de cadena atados a cada letra “M y Y”, unidas por un pequeño imán en el centro. Era claramente como esos collares de pareja que cada quien conservaba una parte, pero que al juntarlos se volvían uno solo.
Lo segundo fue la carta; doblada, con la letra desgastada y poco prolija, con más manchones de lágrimas y muchos sentimientos reprimidos.
Por último el CD, el cual contenía la última melodía compuesta por Yoongi a quien él consideraba su mayor inspiración.
Después de leer la carta, escuchar la pista y poner el collar en su cuello, con ambos dijes brillantes y juntos… Jimin desgarró su garganta en lamentaciones. Odiando el mundo, su existencia, la injusticia que el destino era y su poca capacidad para reponerse de lo que él ya sentía superado.
Jalo su cabello, golpeó sus manos contra el vidrio hasta hacerlo quebrar y lloró en los retazos, clavándolos profundo en su tersa piel, las gotas rojizas inundando su visiòn tanto como el dolor a su alma. La debilidad se apoderaba de su incipiente cuerpo, con el acto mismo de reflejo sus risotadas mareando, golpeando su rostro contra la mesilla y cayendo de lado con la sangre siendo su única compañía.
Todo su mundo se venía abajo como una casa de naipes, la seguridad que construyó con paciencia en los últimos años siendo inestable.
Se arrastró al baño y miró su reflejo, llenándose de la imagen que sus ojos le mostraban, en solo una noche todo volvió a él.
Y lo único que pudo hacer….fue sonreír, sonreír para Yoongi en donde quiera que estuviera.
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Aunque es el epílogo aun quedan 2 cosas más: La carta de Yoongi y la canción 💜.
Gracias por leer esta historia y darle tanto amor, les mando un abrazo virtual.
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